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San Melecio



San Melecio de Antioquía (Meletius, Melétios, en griego, Μελέτιος) fue un eclesiástico griego del siglo IV nacido en Melitene en una familia destacada de la que heredó una hacienda en Armenia Menor y fallecido en el año 381.

Por su buen carácter adquirió una gran reputación, y cuando Eustaquio fue depuesto como obispo de Sebaste en el concilio de Melitene el año 357, ocupó su lugar; el lugar era conflictivo y renunció, retirándose a Beroeia[1]​ (actual Alepo), de donde supuestamente fue obispo y se decantó a favor de los arrianos y suscribió probablemente la confesión de fe de Ariminio, y la de los acacianos en Seleucia el año 359 bajo influencia de los cuales fue nombrado obispo (arzobispo) de Antioquía en el año 360 o 361.

Durante un tiempo intentó contentar a todo el mundo, con un lenguaje ambiguo, pero progresivamente se puso del lado del partido ortodoxo. Fue llamado por el emperador Constancio II que ya había recibido a Jorge de Laodicea y Acacio de Cesarea y habiendo dado explicaciones más o menos heterodoxas, sin embargo, Melecio confesó sus creencias ortodoxas; los arrianos le acusaron entonces de sabelianismo y convencieron al emperador de que lo depusiera y desterrara, cosa que hizo y Melecio fue desterrado a Melitene, y Euzoyo fue nombrado en su lugar (hacia el año 361); los ortodoxos provocaron entonces un cisma y rompieron con los arrianos que seguía a una primera escisión ortodoxa el año 330 cuando ya había sido depuesto Eustaquio; los partidarios de este, conocidos como eustacianos, alegaban que Melecio no era válido como obispo por haber sido ordenado por los arrianos.

A la llegada al trono de Juliano el 362, Melecio pudo regresar a Antioquía y trató de reconciliar a las partes, cosa que parecía más fácil después de la muerte de Eustaquio, pero el ordenamiento de Paulino como obispo eustaciano, lo hizo imposible; mientras los arrianos conservaron muchas iglesias y los ortodoxos sólo tenían dos. Valente aún les privó de estas y Melecio fue desterrado (hacia 365). En su ausencia, el partido ortodoxo fue dirigido por Flaviano y Teodoro.

En 378, a la muerte de Valente, Melecio fue llamado otra vez, pero el edicto de Graciano el Joven que permitía volver a los exiliados hizo volver también a Doroteo, el obispo arriano sucesor de Euzoyo, que recuperó el arzobispado pero al cabo de un tiempo le fue devuelto a Melecio; sin embargo, aún estaba activo su rival Paulino, que no se avino a las propuestas que se le hicieron.

En 381 Melecio fue al II concilio general de Constantinopla y murió en la ciudad durante las sesiones. Su cuerpo fue llevado a Antioquía donde fue enterrado. Fue sucedido por Flaviano I de Antioquía.[2][3]

Melecio es venerado como santo y confesor tanto por el catolicismo como por la Iglesia Ortodoxa.




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