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Sancho Garcés I de Pamplona



Sancho Garcés I (n. Sangüesa[n. 1]​-m. Resa, 10 de diciembre de 925) fue rey de Pamplona entre los años 905 y 925. Hijo de García Jiménez y de su segunda esposa, Dadildis de Pallars, fue el primer rey de la dinastía Jimena.[1]​ Con su llegada al trono el territorio pamplonés se articuló definitivamente como reino, superando la etapa de caudillaje político-militar de la dinastía Íñiga precedente. En este sentido, Sancho Garcés debe ser considerado el primer rey de Pamplona propiamente dicho: «Es ahora, con Sancho Garcés I (905-925), cuando se forja realmente el armazón del nuevo reino de Pamplona»[2]​.

Su familia provenía probablemente de la comarca de Sangüesa.[3]​ A la muerte de García I Íñiguez en el año 881, era gobernante de Valdonsella, pero pronto comenzó a intervenir en todos los territorios circundantes. Ocupó Pamplona cuando todavía reinaba Fortún Garcés, ayudado por Alfonso III de Asturias, junto con el conde de Pallars.[4]​ Eliminados los derechos patrimoniales de los hijos de Fortún Garcés, estos recayeron en su nieta Toda, casada con Sancho Garcés I, que los hizo valer y se proclamó rey de Pamplona en 905,[4]​ tras destronar a Fortún Garcés.[n. 2]​ Fue el primer rey de una nueva dinastía, la Jimena,[4]​ y el primer rey de Pamplona propiamente dicho.

Al morir el conde de Aragón Galindo II Aznárez, Sancho Garcés I ocupó las tierras de Aragón soslayando los derechos sucesorios de todos. Esta fue la causa que justificó las luchas del gobernador musulmán de Huesca, Muhámmad al-Tawil, que tenía derechos sucesorios sobre el territorio por estar casado con Sancha Aznárez, hermana del conde. Se solucionó el problema al prometer en matrimonio a Andregoto Galíndez, hija del conde Galindo, con el hijo de Sancho Garcés I, el futuro rey García Sánchez I, que era todavía un niño.

Amplió considerablemente las fronteras meridionales del reino hasta llegar a tierras riojanas mediante una serie de campañas militares contra los musulmanes.[5]​ Se anexionó estos territorios en el 923.[3]​ La concordia con los vecinos Banu Qasi, típica de los tiempos de la anterior dinastía pamplonesa, dio paso a continuos enfrentamientos con estos.[4]​ Conquistó Nájera ayudado por Ordoño II de León[3]​ y estableció allí su corte, dotando de una organización definitiva al reino de Pamplona. Mientras las huestes de Ordoño tomaban Nájera, las de Sancho se apoderaban de Viguera.[3]

Aliado con Ordoño II de León, venció a un ejército cordobés en San Esteban de Gormaz (917), pero fue derrotado por Abd al-Rahman III en la batalla de Valdejunquera (920).[3]​ Durante su reinado, mantuvo una estrecha colaboración con el reino de León y el condado de Castilla.[3]​ Tres de sus hijas fueron reinas de León por casamiento con otros tantos reyes y una fue esposa del conde castellano Fernán González.[3]

Durante su reinado se comenzó a acuñar moneda, siendo el primer reino cristiano que usó tal regalía. Asimismo, aparece el sistema de tenencias, que se perpetuará en Navarra y Aragón hasta principios del siglo XIII.

El avance sobre territorio riojano no solo obedecía a las ansias expansionistas de la nobleza guerrera de la época, siempre ávida de riquezas fáciles —el rey no podía olvidar que la falta de progresos en la Reconquista fue uno de los principales motivos por los que su predecesor Fortún Garcés había sido derrocado—, sino que también era motivado por el ideal neogótico y de Reconquista del reino godo perdido en 711 que la corte pamplonesa había aprendido de la asturiana. Además, la anexión de La Rioja posibilitó descongestionar demográficamente las áreas alavesa y pamplonesa, imitar las formas de vida urbanas de Nájera y aprovechar el impulso cultural y religioso dado por el ejemplo del floreciente monacato riojano.[6]

Fue también durante el reinado de Sancho Garcés I cuando el reino de Pamplona empezó a extender su influencia sobre Aragón. Aprovechando la decadencia carolingia, Sancho Garcés atrajo Aragón a su órbita casando a su heredero García Sánchez con la hija del conde de Aragón Galindo Aznar II, llamada Andregoto Galíndez. Esta unión mantuvo a Aragón entre los territorios regidos por la corona pamplonesa al menos hasta la muerte de su tataranieto Sancho III el Mayor en 1035.[6]

El centro político del mundo cristiano estaba en la corte de Nájera[cita requerida] que dio como resultado varios matrimonios reales de las hijas de Sancho Garcés I y la reina Toda Aznárez:

El rey también tuvo una hija fuera de matrimonio, probablemente nacida mucho antes que los hijos legítimos, Lupa Sánchez quien, según el Códice de Roda, fue la madre del conde Raimundo de Bigorra.

El rey Sancho Garcés I murió en las cercanías de Resa, a orillas del río Ebro, el día 10 de diciembre del año 925[7]​ y fue enterrado en el castillo de San Esteban de Deyo, en Villamayor de Monjardín.

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