La metrorragia (del griego μήτρα [metra], ‘matriz’, y el sufijo -rragia, ‘flujo’, ‘derramamiento’, y este del sufijo griego -ρραγία [raguía], derivado de ῥηγνύναι [regnýnai], ‘romper’, ‘hacer brotar’) es cualquier hemorragia vaginal, procedente del útero, no asociada al ciclo menstrual por su ritmo o por la cantidad de flujo. Las causas de esta anomalía son, por lo general, locales, es decir, del útero o de la pelvis. Sus causas lejanas pueden relacionarse con las glándulas de secreción interna o con el estado general de salud.
No debe confundirse con otros términos médicos relacionados con problemas en la menstruación:
Las alteraciones en los ciclos menstruales son frecuentes en los dos años que siguen a la primera menstruación (menarquia) y en los tres años anteriores a la menopausia. La metrorragia afecta aproximadamente al 15-20 % de las mujeres en algún momento de su vida. Aun así, siempre hay que consultar al ginecólogo en caso de que estas irregularidades respondan a los síntomas mencionados.
La metrorragia es causada por alteraciones orgánicas y por trastornos endocrinológicos.
Lo fundamental es una investigación exhaustiva a fin de encontrar la causa, ya que la metrorragia debe considerarse una alteración grave mientras no se demuestre lo contrario. Puede ser signo clínico de una muy diversos problemas de salud:
La mujer que padece metrorragia presenta períodos menstruales profusos, prolongados e irregulares. Y además, otros síntomas son la astenia, que implicaría anemia y la pérdida de sangre que contenga coágulos grandes.
Algunas pruebas comúnmente indicadas para averiguar las causas de la metrorragia son:
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