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Santísima Trinidad (navío)



El Santísima Trinidad (oficialmente Nuestra Señora de la Santísima Trinidad) fue un navío español de 120 cañones en un principio, ampliados hasta 140 con posterioridad.[nota 1]

Fue el navío más grande de su época, por lo que recibía el apodo de El Escorial de los mares, y fue uno de los pocos navíos de línea de cuatro puentes que existieron.

La dotación artillera de la que disponían sus baterías tras la última reforma de 1803 era de 136 piezas, incrementadas a 140 poco antes de la batalla de Trafalgar con el embarque de cuatro obuses de a cuatro libras (32 de a 36 libras, 34 de a 24, 36 de a 12, 12 de a 8, 16 obuses de a 24, 4 de a 4 y 6 esmeriles), llegando, pues, a convertirse en el barco más grande y artillado de su tiempo; la Armada de los Estados Unidos construyó un cuatro puentes de 136 cañones, el Pennsylvania, en 1837, la Marina francesa construyó un navío de 120 cañones, inicialmente de tres puentes, ampliado posteriormente a cuatro puentes, denominado Valmy, y la Marina británica planeó la construcción de un cuatro puentes armado con 170 cañones, destinado a recibir el nombre de Duke of Kent, aunque no llegó a construirlo.

La Armada Española llegó a botar 237 navíos de línea entre 1687 y 1853. Sólo trece de ellos disponían de tres puentes con artillería de 100 a 120 cañones —como el Santa Ana o el mismo Santísima Trinidad—; el resto de ellos era de dos puentes y tenían entre 50 y 80 cañones.

En octubre de 1769 fue botado en los astilleros de La Habana el navío que por Real Orden recibiría el nombre de Santísima Trinidad, cuyas dimensiones eran las siguientes:

Costo de fábrica: 40 000 ducados españoles.

Además la madera fue transportada hacia La Habana desde el poblado de San Jerónimo por el estero Vertientes en la provincia de Camagüey, hoy municipio Florida. Se utilizaron maderas preciosas, como caoba, júcaro y caguairán.

Después de ser probado en alta mar, se dieron cuenta de que sufría de varios inconvenientes, que fueron corregidos en los astilleros de Ferrol y Cádiz. Tales fueron las modificaciones ejecutadas, que se convirtió en el único navío del mundo que contaba con cuatro puentes. Pasó a tener las siguientes dimensiones:

En julio de 1779, España declaró la guerra a Gran Bretaña junto a Francia en apoyo a las colonias norteamericanas en su Guerra de la Independencia. El Santísima Trinidad fue el buque insignia de la flota española y tomó parte en las operaciones en el canal de la Mancha a finales del verano de ese año. En 1780, participó en la captura de un convoy inglés de 55 buques. En 1782 fue incorporado a la escuadra del Mediterráneo y participó en la batalla del cabo Espartel.

En 1797, en la batalla del Cabo de San Vicente, fue desarbolado, y pudo salvarse de ser capturado cuando ya se había rendido gracias a la intervención del navío Infante don Pelayo bajo el mando del capitán de navío Cayetano Valdés,[3]​ que acudió en auxilio del Santísima Trinidad y consiguió salvarlo de un apresamiento por parte de las fuerzas británicas,[3]​ llegando incluso a amenazar con dispararle si no volvía a izar el pabellón.[3]

El Pelayo se interpuso en la línea de fuego enemiga, con lo cual consiguió dar tiempo para que se fueran incorporando otros navíos españoles que acudieron al mismo lugar y provocaron la retirada de las fuerzas británicas.

Se lo recuerda sobre todo por su trágico final en la batalla de Trafalgar (21 de octubre de 1805). Estuvo en aquella ocasión bajo las órdenes del jefe de escuadra Baltasar Hidalgo de Cisneros, y con Francisco Javier de Uriarte y Borja como capitán de bandera. Tras una dura lucha fue capturado por los ingleses en muy malas condiciones, con más de 200 muertos y 100 heridos. Los ingleses pusieron todo su empeño en salvarlo y llevarlo al puerto inglés de Gibraltar, siendo remolcado por las fragatas HMS Naiad y HMS Phoebe. Sin embargo, finalmente se hundiría el 24 de octubre a unas 25 o 28 millas al sur de Cádiz.

Símbolo del final del poderío español en los mares, la mayor arma de guerra de su época permanece ahora en el fondo del mar. Sus piezas de artillería fueron extraídas e instaladas en la entrada del Panteón de Marinos Ilustres situado en la Escuela de Suboficiales de la Armada, en San Fernando (Cádiz).

Benito Pérez Galdós, en su colección de novelas históricas de los Episodios nacionales, embarca a Gabriel de Araceli en el Trinidad, en la primera novela de la primera serie, titulada Trafalgar. Se narran las vivencias de Gabriel en los preparativos de la batalla, durante la misma y después del combate, dando su visión de la contienda y de cómo tuvieron que ser rescatados más tarde ante el inminente hundimiento del navío.

En 2006 un barco mercante fue acondicionado para imitar el aspecto externo del Santísima Trinidad, no tratándose por tanto de una verdadera réplica. La conversión fue comenzada en Galicia, donde el casco original de acero recibió un primer revestimiento de falsas tracas de madera así como las implantaciones de los mástiles. Las galerías de popa, el beque y la arboladura fueron realizados en Algeciras. Finalmente el barco fue remolcado para ser amarrado en el puerto de Málaga, donde se utilizaba como restaurante flotante, discoteca y sala de exposiciones. En el verano de 2011, el barco fue trasladado al puerto de Alicante, donde estaba previsto que se quedara aproximadamente dos años para ser trasladado finalmente a Ibiza. En agosto de 2016 el barco continuaba amarrado en el puerto de Alicante.[4]​ El 4 de julio de 2017 la réplica del Santísima Trinidad es retirado del muelle visible, junto a la plaza nueva del puerto de Alicante, por problemas en su casco, y trasladado al muelle 7. Además deberá someterse a una reparación del casco en dique seco.[5]



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