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Santa Brígida de Suecia



Brígida Birgersdotter (sueco: Birgitta Birgersdotter) conocida como santa Brígida de Suecia (Heliga Birgitta av Sverige) (Skederid, actual municipio de Norrtälje, Uppland, Suecia, 1303 - Roma, 23 de julio de 1373), fue una religiosa católica, mística, escritora y teóloga sueca. Fue declarada santa por la Iglesia católica en 1391; es considerada además la santa patrona de Suecia, una de los patronos de Europa y de las viudas.

Pertenecía a una familia aristocrática emparentada con el rey Magnus Ladulás. Por medio de sus padres y de su esposo alternó en los círculos políticos más influyentes de la Suecia medieval. Fue la fundadora de la Orden del Santísimo Salvador, vigente en la actualidad.

Santa Brígida nació alrededor de 1303, según una muy antigua tradición, en la finca de Finsta, al oeste de la ciudad de Norrtälje, en la provincia de Uppland.

Finsta era el domicilio de la familia Finsta, y perteneció durante un tiempo (aunque no cuando nació Brígida) a su padre Birger Persson. Su padre era juez de Uppland, y su abuelo paterno, su abuelo materno y su hermano también ejercieron esa profesión. Su esposo sería también juez, y tendría un hijo que ejercería la misma actividad. Su madre fue Ingeborg Bengtsdotter, y fue la segunda esposa de su padre.

Su abuelo materno era primo de Magnus Ladulás, de modo que Brígida tenía parentesco con la familia real sueca.

La "gruta de las oraciones" (construida en el siglo XX) se halla siempre abierta a visitantes. Según la tradición, allí se apareció Santa Brígida por vez primera. En las cercanías de Finsta se halla la iglesia de Skederid (del siglo XIII), el templo de la infancia de Brígida.

Se cuenta que desde niña Brígida tuvo visiones. Una vez vio a la Virgen María colocarle una corona en su cabeza. En otra ocasión vio ante ella a Jesucristo torturado y muerto en la cruz. Estos dos dilemas, la profunda devoción a María y las meditaciones sobre el sufrimiento de Cristo, marcarían toda la vida de Brígida.

Cuando Brígida tenía unos 3 años murió su madre. Su padre se consideró incapaz para darle una educación como la que merecía una niña de su condición social, por lo que la envió a casa de su cuñada Catarina Bengtsdotter en Aspanäs, junto al lago Sommen, en Östergötland.

Algunos años después, cuando Brígida tenía alrededor de 15 años, fue dada en matrimonio, contra su voluntad, a Ulf Gudmarsson. Fue madre de ocho hijos entre ellos, Catalina de Suecia. Se la relacionaba con Santa Catalina de Siena pero nada tienen que ver en cuanto a parentesco familiar, debido a que Catalina nace en Siena el 25 de marzo de 1347, y es hija de Jacob o Benincasa y Lapa, su mujer, pero sí se la cree una persona muy cercana a Santa Brígida cuando esta se instala en Roma en 1350.

Su esposo, era alto oficial de la corte y le ayudará tanto en la gestión de sus bienes como en aspectos legislativos. Ella también tuvo su papel en la Corte como dama de honor de la Reina.[1]

La devoción de Brígida influyó también en su marido. Entre otros viajes, los esposos realizaron peregrinaciones a Nídaros (actual Trondheim) y a Santiago de Compostela. En el camino a España, en la ciudad francesa de Arras, Ulf cayó enfermó. Cuando se temía lo peor, el santo francés San Dionisio se apareció ante Brígida y le prometió que su marido no moriría en esa ocasión.

De regreso a Suecia, Brígida y Ulf se establecieron junto al convento de Alvastra, donde Ulf murió en 1344 aproximadamente. Entonces Brígida repartió sus bienes entre sus herederos y los pobres, para ella vivir de manera sencilla en las inmediaciones del convento de Alvastra. En ese tiempo aumentó el número de visiones, que representan, hasta la partida a Roma, la mayor parte de las apariciones que tuvo Brígida.

En las apariciones, Brígida recibió la misión de llevar mensajes tanto a políticos como a líderes religiosos. También tuvo diálogos con santos y muertos.

Brígida viajó a Roma en el año 1350 con el propósito de tomar parte en la celebración del jubileo de 1350, y para obtener el permiso del papa de fundar una nueva orden religiosa. Los problemas con los que se enfrentó Brígida era que el papa residía entonces en Aviñón, y que la Iglesia había prohibido el establecimiento de más órdenes. La ausencia del pontífice no desanimó a Brígida, pues sabía, debido a una visión que había tenido, que ella vería al papa y al emperador encontrarse en Roma.

En Roma residió primero cerca de la basílica de San Lorenzo in Damaso. Fue testigo del decaimiento espiritual de la ciudad tras la partida del papa. Durante su estancia en la ciudad, escribió cartas al papa, donde le suplicaba que regresara a Roma, y se dedicó a visitar las iglesias que contenían tumbas de santos. En la iglesia de San Lorenzo in Panisperna, en la colina de Viminale, pidió a los transeúntes limosnas para los necesitados. También aprovechó para viajar en peregrinación a santuarios de Asís, Nápoles e Italia del sur.

En 1368, el papa Urbano V regresó a Roma y el 21 de octubre se entrevistó con el emperador Carlos IV. Entonces pudo Brígida entregar las reglas de su orden al papa, quien se encargaría de examinarlas. Las reglas fueron aceptadas con varias revisiones y fuertes cambios con los que probablemente Brígida no estuvo nada de acuerdo. Además el papa tomó la decisión de dejar Italia nuevamente por motivos de seguridad, situación con la que Brígida tampoco estaba de acuerdo. Ella profetizó que el papa recibiría un fuerte golpe de Dios, y a los dos meses de haber regresado a Aviñón, Urbano murió.

Nada más ser proclamado Gregorio XI en 1371, le auguró una muerte prematura si permanecía lejos de Roma. También se quejó amargamente de la mundanidad del papado, contraponiéndola a la humildad de Pedro. Llegó a escribir a Gregorio que «en esa curia reinan la arrogancia, insaciable codicia y lujuria execrable. Es el más profundo abismo de una horrible simonía».[2]

En 1371, cuando contaba con unos 68 años, Brígida hizo un viaje a Tierra Santa, con un itinerario que pasaba por Nápoles y Chipre. En Nápoles murió su hijo Carlos Ulvsson, lo que le acarreó a Brígida grandes preocupaciones. Ella tuvo entonces otra aparición, que le garantizó el perdón divino a su hijo gracias a las oraciones y lágrimas de su madre.

Cuando regresó a Roma en el verano de 1373, una enfermedad la debilitó, y finalmente murió en la actual Plaza Farnese. De acuerdo a su propia voluntad, sus restos mortales fueron trasladados a Suecia, específicamente al convento de Vadstena después de haber sido enterrados en la iglesia romana de San Lorenzo in Panisperna. En 1377, por orden del obispo de Jaén Alfonso Pecha de Vadaterra, amigo y confesor de Brígida, salió a la luz la primera edición de sus Apariciones celestiales. En 1378, se llevó a cabo otra aprobación sobre las reglas de la orden religiosa de Brígida, y en 1384 se consagró el convento de Vadstena.

El proceso de canonización de Brígida comenzó en 1377 y culminó en 1391. En 1999 santa Brígida fue elevada, junto con santa Catalina de Siena y santa Teresa Benedicta de la Cruz a ser copatrona de Europa.

La orden de santa Brígida perdura hasta nuestros días con el nombre de La Orden del Santo Salvador (Ordo Sancti Salvatoris), llamada comúnmente Orden Brigidina. Los restos de santa Brígida se encuentran en el convento de Vadstena.

El edificio donde la santa vivió en Roma, la Casa di Santa Brigida, contiene un templo, un convento y un albergue.



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