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Santa Isabel (sitio arqueológico)



El sitio arqueológico de Santa Isabel es una zona arqeuológica que se ubica en el municipio de Fraijanes en la República de Guatemala. El sitio se ha conserva muy bien debido a que se encuentra en un terreno de propiedad privada que aún no ha sido alcanzado por la urbanización que ha ocurrido en el municipio de Fraijanes desde la década de 2000; en 2006 se realizó un programa rescate de Santa Isabel, como parte de la evaluación para unos proyectos inmobiliarios que se iban a realizar en lugares cercanos al sitio.[1]

En el siglo xxi el sitio es utilizado como potrero, lo que ha permitido su buena conservación.[1]

Es importante acotar que la arqueóloga describe el sitio como un lugar simplemente hermoso por su configuración natural, ya que se encuentran algunos flujos de agua, unas colinas y se tiene una buena vista de los volcanes del sur. Esto es importante debido a que se cree que el lugar servía también para actividades espirituales, y la elección de los lugares para estas actividades no era arbitrario, precisamente se buscaban lugares como este para resaltar su carácter sagrado.

Según la descripción de la arqueóloga, en el lugar hay 13 montículos, once de ellos orientados 21 grados hacia el este, que era una orientación común para los asentamientos en esa época.

En el sitio también se pudo encontrar el monumento sin tallar que describió Edwin M. Shook k, el cual se encuentra enterrado por la mitad, durante la investigación fue realizada la excavación que lo exhibió por completo, es importante hacer notar que actualmente dicho monumento sin tallar se encuentra aún en el sitio, es posible ver su parte expuesta. De acuerdo a las notaciones de Paiz Aragón, se trata de una estela, que ahora está en una posición acostada y enterrada casi por la mitad, pero se estima que en un principio estuvo de pie, en una posición vertical.

Algunos de los montículos fueron construidos sobre elevaciones naturales y rara vez era utilizada la piedra como material de construcción, ya que era reservada para monumentos, una característica del periodo preclásico.

Respecto a las dimensiones de los montículos, el montículo N.°1 tiene una altura de 2.5 metros y unas dimensiones de 10 x 5 metros; este montículo, que es el segundo más grande del sitio, era parte de una elevación natural. Esto quedó demostrado cuando se encontraron distintas capas de arena utilizada para nivelar el terreno.

El montículo número dos es el más alto del sitio con una elevación de 6.5 metros, en este fueron realizados trabajos como una plataforma de talpetate y luego otros trabajos de relleno para aumentar la altura. Según la arqueóloga este montículo, debido a sus dimensiones y posición, pudo haber sido el principal para usos ceremoniales.

En el sitio destacan otros dos montículos, que son en tamaño, menores que el uno y el dos, pero son fáciles de reconocer a simple vista, el resto de los 13 montículos son más difíciles de poder reconocer a simple vista para un ojo inexperto, pero en las excavaciones de Paiz Aragon, se lograron encontrar depósitos de material cultural, como vasijas y otros utensilios rústicos.

En uno de los montículos, fueron descubiertas varias piedras colocadas en un patrón circular y la mayoría de estas tenían manchas que son resultados de haber estado expuestas al fuego, esta es una evidencia importante de las actividades que se pudieron haber desarrollado en el sitio.

En varios montículos y producto de los trabajos de excavación, fueron encontrados diversos utensilios y varias piezas de cerámica. Relata a su vez la arqueóloga que entre los montículos 1 y 4 encontró, a una profundidad de un metro y veinte centímetros, lo que parece ser un canal de drenaje de agua tallado en talpetate, se trata de un largo y estrecho drenaje de casi tres metros de profundidad. Dice que es difícil saber cuál era su verdadera función, pero que en Kaminaljuyu fue encontrado un drenaje similar.

Antes de la construcción del montículo N.°5, se llevó a cabo una actividad ceremonial; el análisis de laboratorio da como resultado que dicho evento habría ocurrido entre los años 670 al 410 antes de cristo y que luego se utilizaron tres metros de relleno para elevar la altura de la estructura. En dicho montículo también se encontraron objetos de cerámica.

Las estructuras de montículos de la parte baja hacia el este, debido a su forma pudieron haber tenido una función residencial y refuerza esa opinión con el hecho de haber encontrado en el montículo número once un extenso depósito de piezas de cerámica.

De acuerdo con el estudio realizado, es difícil detectar la existencia de casas debido, entre otros cosas, a que la mayoría de edificaciones de preclásico medio eran simples plataformas con estructura simple de adobe y cañas. Debido a que los proyectos de rescate de sitios arqueológicos tienen poco tiempo para realizar su trabajo de excavación, esto se complica aún más.

Hay en el sitio tres montículos de un metro de altura, que pueden ser confundidos fácilmente con elevaciones naturales.

La arqueóloga establece que muchas de las piezas recuperadas no se encontraron en tan buen estado de conservación debido a la naturaleza agrícola de la tierra que hace los suelos demasiado ácidos, lo que contribuye a su deterioro. Sin embargo, fue recuperado una gran cantidad de material de este tipo.

Al igual como ocurre en otros sitios del Preclásico, en Santa Isabel se obtenían materiales y utensilios a través del intercambio proveniente de Kaminaljuyu, Santa Isabel pudo haber sido uno de los sitios que recibían dichos objetos de esa zona.

Se ha argumentado que durante el preclásico en el valle de Guatemala existían varios cacicazgos, siendo los principales Kaminaljuyu, sin embargo, Canchón podría haber sido parte de otro cacicazgo, probablemente del cacicazgo de Amatitlán, estima la arqueóloga que Santa Isabel no era el centro principal, ni mucho menos, porque en la zona hay sitios que pudieron tener funciones más importantes como Piedra Parada y Canchón, propiamente. Por lo que Santa Isabel no era de los centros principales de la zona, pero es seguro, para la arqueóloga, que el sitio era parte del panorama de la zona. Las piezas cerámicas que se encontraron en Santa Isabel son similares a las de la costa sur del país, para esa época, lo cual lleva a la arqueóloga a presumir que la población que llegó a Santa Isabel emigro de la costa.

Debido a la preocupación de los propietarios de la Finca donde se ubica el sitio, se ordenó por parte de las autoridades municipales, cerrar y desviar una calle que atravesaba la zona, con el fin preservar el sitio. Sin embargo, de acuerdo a Paiz Aragón, el sitio corre peligro debido al alto grado de expansión urbana de la zona y al poco interés de los vecinos del municipio por el tema, excepto los propietarios de las tierras, que manifiestan mucho interés el preservar el sitio. Sobre el tema, Paiz Aragón relata: “…tenemos poca atención de los vecinos. Durante los tres meses de excavaciones en Santa Isabel, una sola vez de afuera vino una persona a preguntar acerca de lo que estábamos haciendo, de hecho, todos los trabajadores de la finca sólo se acercaron a nosotros en el comienzo de la temporada de trabajos, pero no a preguntar de nuestro trabajo sino para pedir puestos de trabajo. Pero después del contacto inicial, sólo el chicos responsables de las vacas se acercarían a las excavaciones de vez en cuando para ver lo que nos encontramos…”.[2]

Ubicado en la actual Finca Santa Lucia ya muy erosionado por la actividad ganadera y equina de la finca; además se observó que se habían realizado trabajos de nivelación del terreno con maquinaria pesada.[4]

«Todo lo que observamos son subestructuras para templos y edificios construidos de materiales no duraderos, las subestructuras poseen un relleno de piedra y tierra, revestido probablemente de piedras toscas con una capa final de lodo. En los lugares en que aparece expuesto el terreno, en la vereda que cruza el lugar arqueológico, se encuentran grandes cantidades de alfarería, algunas manos, hachas de piedra verde, y puntas astilladas de obsidiana. La cerámica identificable y la posición de defensa del lugar, inducen a creer que La Montaña floreció durante la época postclásica tardía, contemporánea de Chinautla».

«"[...] En este sitio la estructura más imponente domina la plaza desde el lado occidental y en el lado opuesto hay un montículo bajo y alargado con tres estelas sin esculpir en la base. Estos grandes monumentos de piedra son semejantes a los de Piedra Parada y Santa Isabel. Todos los montículos examinados en este lugar están construidos de una tierra arcillosa de color castaño oscuro. Fragmentos de adobe cocido hallados en la cima de los montículos son una prueba de que los edificios construidos sobre estas subestructuras eran de materiales no duraderos [...]».

[...] Las muestras de alfarería indican que la ocupación de Virginia fue probablemente continuo a partir de la más antigua de las fases del preclásico, ó sea las Charcas, hasta llegar a Arenal. La disposición de las estructuras, su tipo de construcción, la presencia de monumentos sin esculpir y la cerámica encontrada en el lugar colocan a este lugar junto con otros del preclásico en la planicie de Canchón, en el valle de Pinula y en el de Guatemala».[6]



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