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Santillana del Mar



¿Dónde nació Santillana del Mar?

Santillana del Mar nació en Cantabria.


Término municipal de Santillana del Mar.

Santillana del Mar es un municipio y una villa de la comunidad autónoma de Cantabria (España). Se encuentra en la costa occidental de Cantabria, comarca de la que es su extremo este. Se la conoce popularmente con el sobrenombre de villa de las tres mentiras, puesto que según el dicho popular «ni es santa, ni llana, ni tiene mar» (no tiene mar la villa, aunque su municipio sí lo tiene).[4]

La villa fue declarada conjunto histórico-artístico en 1889.[5]​ En sus inmediaciones se encuentra la cueva de Altamira, protegida como Patrimonio de la Humanidad.[6]​ Es uno de los pueblos más turísticos y más visitados de Cantabria, siendo una parada imprescindible para los turistas que visitan la región. Esto ha hecho que gran parte de los habitantes del municipio vivan de la actividad turística, especialmente de la hostelería, los alojamientos rurales y las tiendas de productos típicos.

Desde julio de 2013, Santillana del Mar forma parte de la red Los pueblos más bonitos de España.[7]

El lugar que hoy ocupa Santillana del Mar se denominó Planes desde la conquista romana, como atestigua un documento latino del año 980: baseleca Sancta Iuliana locum qui dicitur Planes. Planes podría venir del latín planum (lugar despejado entre montañas). A partir de ese momento la importancia del conjunto religioso superó la del lugar, que en 1228 es llamado Villa de Sancta Illana. Se cree que el topónimo actual es una derivación de este, al que se le añadió del Mar simplemente por su cercanía al Cantábrico.[8]

Así, el nombre original de Sancta Illana se encuentra unido en la forma Santayllana en un documento de 1326. En otro de 1338 se lee Santillana, y en otro más de 1390 se usan indiferentemente Sancta Illana, Sanctayllana, Santyllana y Santillana. En otro de 1453 ya solo se encuentra la forma Santillana.[9]

Cabe señalar que el lugar de Planes, aunque fue la génesis de la villa, estaba situado en un lugar diferente, llamado hoy mies de Llanes, y no junto al entonces monasterio de Santa Juliana.[9]

El municipio tiene como símbolos un escudo y una bandera. La descripción del escudo es la siguiente: Forma ibérica o española (cuadrilongo con el borde inferior redondeado en la punta). En el centro rostro sumado por una corona sostenida por dos querubines afrontados. En punta un demonio tumbado encadenado y siniestrado de una rama. Timbre de corona real cerrada.

El municipio estuvo habitado desde la prehistoria, como atestiguan varios vestigios arqueológicos. De entre todos ellos destaca la cueva de Altamira, descubierta por Modesto Cubillas en 1868[10]​ y catalogada como Patrimonio de la Humanidad. Es llamada la Capilla Sixtina del arte cuaternario, o del arte paleolítico, desde que así la llamara el arqueólogo y prehistoriador Henri Breuil.[11]

No se conoce ninguna población antigua en Santillana, aunque sí se han encontrado evidencias cerámicas en la zona de Vispieres y lápidas sepulcrales en Herrán, todo ello de época romana, por lo que se ha deducido la existencia de alguna población romana cerca del actual núcleo de la villa, aunque no se han encontrado otros restos arqueológicos que llenen el vacío de los siglos V al VIII.[12][13][14]

En el año 2014, los arqueólogos Javier Marcos Martínez y Lino Mantecón Callejo informaron sobre el Castro de El Cincho (barrio de Yuso), conocido únicamente por lugareños, a la diputación del gobierno cántabro. Se han desarrollado varias campañas arqueológicas desde entonces en las que se ha identificado un complejo de amurallamiento; así como, la recuperación de materiales arqueológicos adscritos cronológicamente a la Edad del Hierro. Los investigadores sostienen que se trata de un castro de castros, un oppidum costero.

Esta villa tiene su origen en la Alta Edad Media, alrededor de la abadía de Santa Juliana. Se han recuperado huesos humanos medievales en la necrópolis de esta localidad. La fecha de fundación del monasterio no se conoce. Legendariamente se atribuye a unos monjes del siglo VIII o IX el que se llevaran las reliquias de Santa Juliana de Bitinia, martirizada en Turquía, a este lugar, levantando un cenobio en un lugar llamado Planes.[15]​ Actualmente se asocia la fundación del monasterio con la corriente repobladora impulsada por los sucesores de Alfonso I.[12]​ A partir del año 980 el monasterio estaba consolidado, gracias a las continuas donaciones de los fieles y a ser lugar de paso de un ramal del Camino de Santiago.[15]​ Fue estableciendo un dominio territorial y jurisdiccional, especialmente en la zona conocida como Merindad de las Asturias de Santillana, de la que casi con toda seguridad era capital.[9]​ Dicha merindad era una de las 13 que entonces formaban el reino de Castilla.[16]​ Un documento de entonces dice de la villa que:

En 1045 Fernando I le otorgó un fuero,[15]​ por lo que la abadía pasó probablemente a ser colegiata.[13]​ Desde entonces recibió sucesivos privilegios y donaciones de los reyes de Castilla.[12]​ A partir de 1175 se configura una organización con abad y cabildo. Gracias al apoyo de la nobleza, consiguió convertirse en la abadía más importante de la Cantabria medieval. En 1209 Alfonso VIII le concedió un nuevo fuero, dándole estatuo de villa a la localidad. El monasterio ya era colegiata, hecho presumiblemente comprobable en la documentación posterior a 1107, con lo que Santillana que pasó a ser la capital de las Asturias de Santillana, siendo el abad su señor.[12][15]

Durante el siglo XIII la abadía de Santa Juliana decayó al convertirse en dependiente de la diócesis de Burgos, pero comenzó el desarrollo urbano de la villa,[15]​ organizado en torno a la Plaza Mayor o del Mercado (hoy plaza de Ramón Pelayo) y la Torre del Merino. Como expresión del poder civil, durante los siglos XIV y XV se construyeron algunos de los mayores palacios y torres de la villa.[15]​ En 1445 el rey Juan II dio el señorío de la villa al primer Marqués de Santillana y a sus sucesores, los Duques del Infantado (miembros de la familia de Mendoza), creándose así el Marquesado de Santillana.[13]​ La pérdida de la condición de realengo supuso dejar de ser capital de corregimiento, iniciándose la decadencia de la villa.[16]

Durante la Edad Moderna las Asturias de Santillana quedan integradas en la jurisdicción del Corregimiento de las Cuatro Villas, ámbito liderado entonces por Laredo.[17]​ En 1509 el abad reconoció al III marqués de Santillana, pero solo tras violentos enfrentamientos militares, en un intento por recuperar el poder religioso sobre la villa.[16]​ El desarrollo urbano y económico de la villa se estanca durante el siglo XVI al no participar Santillana en el Pleito de los Valles, importante en la historia de las instituciones que dieron lugar a Cantabria. A causa de ello Santillana quedó administrativamente marginada; no obstante, volvió a resurgir en el XVII gracias a la riqueza ligada a su participación en la expansión española en Europa y América.[16]

A finales del XVI y durante el XVII se construyeron la mayoría de las casas que se conservan hoy en día en Santillana del Mar, configurándose su núcleo tal y como existe hoy en día.[15]​ Casi todas ellas siguen la misma tipología, con dos plantas, un espacio abierto delantero y uno trasero más grande dedicado originalmente a corral, solanas o balcones de forja o de madera, y blasones nobiliares, abundantes en la villa.[15]​ Santillana es por tanto esencialmente barroca, aunque su proceso de urbanización sigue siendo desconocido.[18]

Fuera del casco quedaban los complejos edificatorios de las órdenes religiosas edificados entonces. Estos fueron el convento de Regina Coeli de los dominicos, el de San Ildefonso de las dominicas, la Hospedería de Peregrinos y Transeúntes, el Hospital de la Misericordia y el Hospital de San Lázaro de Mortera.[15]​ A finales del siglo XVII la colegiata de Santa Juliana compitió con la de los Cuerpos Santos (en Santander) por obtener la titularidad catedralicia.[19]

A comienzos del siglo XIX Santillana, como otros pueblos del norte de España, se enorgullecía de estar llena de linajes hidalgos, aunque como reza el tópico, sus apellidos no suponían riqueza intrínseca. Al ser mayoría, se supone que existía una tolerancia hacia el trabajo, a pesar de que los nobles tenían prohibido trabajar con las manos, por lo que si no lo hacían se veían obligados a emigrar o a vivir en la pobreza.[20]​ Fueron estos hidalgos los que coparon los puestos administrativos y la representación de la villa en organismos superiores. También eran quienes poseían las tierras, teniendo la mayoría de los campesinos que arrendarlas o trabajar para ellos.[16]

En 1833 se constituyó el ayuntamiento de Santillana,[21]​ que también tuvo partido judicial propio hasta 1840, fecha en que parte pasó al partido de Torrelavega y otra parte al de San Vicente de la Barquera. A pesar de la decadencia de Santillana comenzó a generarse un turismo selectivo debido a que diversos políticos, escritores y viajeros leídos escribieron en aquella época sobre la villa.[16]

En 1868 se descubrió la cueva de Altamira,[22]​ una de las joyas del arte rupestre a nivel mundial. El descubrimiento de la cueva atrajo a un gran número de estudiosos e intelectuales, quienes crearon en Santillana una serie de asociaciones artísticas y de vanguardia, de las cuales la más importante fue la Escuela de Altamira, fundada en 1948, que participó en la recuperación de las vanguardias artísticas en España y donde se dieron cita personajes de la talla de Rosales, Vivanco, Ángel Ferrant, Llorente Artigas y Lafuente Ferrari.[21][23]

A partir de 1849, a causa una epidemia de cólera (véase: Pandemias de cólera en España) en el País Vasco, el turismo aristocrático español arraigó con fuerza en la antigua provincia de Santander. Fue entonces cuando Santillana del Mar pasó a ser un destino de moda.[24]​ El pensamiento romántico y el deseo de conservar la villa hicieron que en 1889 fuera declarada en su conjunto monumento histórico-artístico.[15]​ En 1927, a instancias del conde de Güell, comenzaron las primeras restauraciones.[24]

El municipio limita con el mar Cantábrico al norte, el municipio de Suances al este, el de Torrelavega al sur, el de Alfoz de Lloredo al oeste y el de Reocínal sureste. La villa se localiza en una hondonada que la incomunica visualmente con el mar.

El municipio cuenta una extensión de colinas suaves y valles en su zona sur, que descienden hacia el curso del río Saja a la altura de Viveda, mientras que el relieve se vuelve abrupto junto al litoral, con fuertes acantilados y pequeñas ensenadas a las que es difícil de acceder. La Sierra de Huervo impide ver el mar desde la villa, está casi en su totalidad libre de construcciones, a excepción de los pequeños pueblos de Arroyo y Ubiarco, el primero situado en una hondonada y el segundo sobre una colina. Una de las ensenadas da lugar a la playa de Santa Justa, la única del municipio, que tiene una ermita empotrada en la roca y sobre los acantilados, en un promontorio, los restos de la torre de San Telmo.[25]​ Además de Santa Justa destacan las ensenadas de Los Cuadros, Higuero, La Jerrona, Onzaperas y finalmente la mayor, Puerto Calderón, que al parecer fue puerto romano y medieval, además de servir de resguardo para los submarinos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.[25]

Como en muchas zonas de Cantabria son habituales las cavernas, destacando en Santillana, además de Altamira, la Cueva de las Palomas. En la orilla del mar, en la zona de La Jerrona, existen bufas.[25]

La población de Santillana del Mar, desde su entrada en decadencia a finales del siglo XV, ha conocido un crecimiento lento y ha estado prácticamente estancada, cuando no ha sido negativa, desde la década de 1960. En 1752 contaba con 1734 habitantes, y en 1852, con 2235.[16]​ La demografía estancada desde la década de 1960 se explica por una combinación entre el envejecimiento de la población, la baja natalidad y el beneficio de la migración.[26]​ Su evolución a lo largo de los siglos XX y XXI es la siguiente:

Fuente: INE

Sus 4215 habitantes (INE, 2013) se distribuyen en 10 localidades. En la ruta de senderismo que une Arroyo y Ubiarco se encuentran las ruinas de algunas casas que formaron la pequeña localidad de Morteo, antiguo pueblo enclavado en el territorio del municipio.

El casco histórico de Santillana del Mar, que es casi lo mismo que decir toda ella, se organiza en torno a dos calles principales que van a parar a sendas plazas. La primera de las calles toma diversos nombres (Carrera, Cantón, y del Río) y va a dar a la plaza religiosa, primer centro de la villa, que da acceso a la colegiata. Esta se divide a su vez en dos: enfrente a la colegiata la plaza del Abad Francisco Navarro, y en su lado este la plaza de las Arenas. Cuando Santillana obtuvo la capitalidad de la Merindad de las Asturias de Santillana, hubo un incremento demográfico y la necesidad de un merino. Así se formó una segunda plaza en torno al siglo XIV, llamada inicialmente del mercado por celebrarse allí desde que un fuero de 1209 lo permitiera; a esta da, entre otras construcciones, la Torre del Merino (hoy museo) y la de Don Borja, que sirve actualmente de ayuntamiento. La calle que atraviesa la localidad hasta ella recibe el nombre de de Juan Infante.[21][12]

Más allá de este núcleo, separados de él por una carretera autonómica, están el convento de Regina Coeli, el de San Ildefonso y la casona de Sánchez Tagle, además de existir un parque llamado Campo Revolgo[21][12]​ y diversas instituciones, como un centro de salud y un colegio. Al oeste de la villa existe una gran finca arbolada bordeada por dicha carretera, que allí toma el nombre de Avenida de Le Dorat en honor a la localidad francesa hermanada con la villa. Al otro lado de la finca está el cámping de Santillana.

Además del cámping Santillana cuenta con un albergue para peregrinos en su mismo centro[29]​ y una serie de hoteles entre los que destaca el parador nacional Gil Blas.

Isidoro Rábago León (PSC-PSOE) es el actual alcalde del municipio. Las siguientes tablas muestran los resultados de las elecciones municipales celebradas los años 2003, 2007 , 2011 y 2015.

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El municipio está claramente volcado hacia el sector terciario, especialmente dependiente del turismo. Este sector ocupa el 55,2% de la economía municipal, lo que, no obstante, está por debajo del 61% de la media cántabra. La industria ocupa un 19,9%, la construcción un 16,7% y el sector primario un 8,1%; todos estos últimos porcentajes superan sus respectivas medias totales de Cantabria.[30]

Este pequeño municipio es uno de los atractivos turísticos más importantes la región, ya que alberga la cueva de Altamira, considerada la "Capilla Sixtina del arte cuaternario,[6]​ y un casco histórico bien conservado en el que destaca la Colegiata de Santillana del Mar, que data del siglo XII.

Santillana del Mar cuenta, asimismo, con un Zoológico y Jardín Botánico de importantes dimensiones en los que predomina la fauna ibérica, destacando un insectario colonizado en su totalidad por mariposas de muy diversas características y procedencias.[31]​ Además existen varios museos, destacando el de la Inquisición, el Diocesano Regina Coeli y el de Jesús Otero.

Sus calles están adoquinadas y muchos bajos han sido convertidos en tiendas[32]​ que venden productos típicos cántabros. Muchas son de alimentación, ofrenciendo anchoas de Santoña, el queso Picón de Tresviso, la cecina de ciervo y el sobao pasiego. Otras venden productos artesanales, en los que predominan las esculturas de personajes de la mitología cántabra.

El ayuntamiento de Santillana del Mar ha puesto en marcha la creación de acceso a Internet gratuito en la villa tanto para residentes como para turistas, y ha prometido conexión de banda ancha para todo el municipio.[33]

Siete son los bienes de interés cultural de este municipio:

Además, como Bien de interés local se encuentra catalogada la Torre medieval de los Calderón de la Barca en Viveda.

La Villa de Santillana del Mar es toda ella Conjunto Histórico Artístico por Decreto de 27 de julio de 1943 (BOE del 3 de agosto). El casco histórico está formado por construcciones homogéneas de piedra, en su mayor parte de los siglos XIV al XVIII. El caserío se desarrolló en torno a una vía, la calle de Santo Domingo, que se bifurca en dos: la calle de Juan Infante, que llega hasta la plaza de Ramón Pelayo, y la que fue llamada rúa del Rey, hoy con diversos nombres para cada tramo: Carrera, Cantón y del Río.

Muchos son los edificios destacados de esta localidad, entre ellos:

El cartulario o Libro de Regla de la Colegiata de Santa Juliana es bien de interés cultural mueble.[34]​ Se conserva en las dependencias de la Colegiata de Santa Juliana. Se considera que es del siglo XIII, con añadidos posteriores. Mide 150 x 240 mm y está encuadernado con dos tablillas de madera recubiertas de piel. Contiene copias, completas o fragmentos, de 94 escrituras de los años 870 a 1202, distribuidos en 64 hojas en pergamino.[34]​ Además, el órgano de la colegiata está declarado en la lista de órganos históricos de Cantabria.

A un lado del ayuntamiento puede observarse la escultura de un bisonte "Santillana al Hombre de Altamira", obra de Jesús Otero. Otras obras suyas pueden contemplarse en el interior del museo homónimo.

En cuanto al patrimonio natural, cabe destacar el Zoológico de Santillana del Mar, el más antiguo de la región, así como algunos árboles de la localidad. En la Finca El Jardín hay un eucalipto de 35 metros de altura y un ginkgo de 22 metros de altura. En el Parque-plaza La Robleda hay un roble de 16 metros de altura.

Cabe destacar que a pesar de su nombre el municipio posee una estrecha franja costera entre puerto Calderón (Cantabria) y Ubiarco, caracterizada por los acantilados. Un relieve abrupto y una gran extensión natural separan la villa del mar.

Por Santillana pasa un ramal del Camino de Santiago del Norte, que entra en el municipio a través de Viveda, cerca de la cual hay un albergue para peregrinos llamado Arco Iris. En la propia Santillana hay otro albergue, situado en el interior del recinto cercado del museo Jesús Otero, a un lado de la colegiata.[36]​Entre los antiguos personajes famosos que pasaron por Santillana en su peregrinaje está el obispo armenio Martiros de Arzendjan (siglo XV). Antiguamente la villa contaba con varios hospitales, uno de ellos dedicado a pobres, peregrinos y pasajeros, que aparece en documentación de 1773.[39]

Este es uno de los ramales más antiguos del Camino. Parece que el conjunto escultórico del claustro de la colegiata demuestra que durante el siglo XII los avances artísticos provinieron del Camino y, concretamente, del románico borgoñón ya experimentado en Carrión de los Condes.[40]

Aunque actualmente la gran afluencia de turistas ha hecho que la economía de la villa pasara a basarse de la ganadería bovina al sector hotelero y hostelero, la antigua tradición de la ganadería lechera hizo del bizcocho o pastel con leche la comida local. El bizcocho es de preparación sencilla, con huevos, harina, azúcar y corteza de limón.[44]​ Recibe el nombre de tableta con leche. La receta se conserva, por ejemplo, en el monasterio Regina Coeli. Se puede encontrar a la venta en las tiendas de productos típicos de la villa[45]​ Destacan también otros derivados de la leche como los quesos, las quesadas y los sobaos.[46]

El acceso a la villa se efectúa fundamentalmente por la CA-131 (Barreda - Santillana del Mar - Cóbreces - Comillas - La Revilla). A esta carretera se puede acceder fácilmente tanto desde la A-67 Autovía Cantabria-Meseta, tomando bien la salida de Torrelavega, bien la de Polanco, como desde la A-8 Autovía del Cantábrico.

La villa de Santillana del Mar aparece en numerosos libros de autores de renombre desde la publicación de Histoire de Gil Blas de Santillana, novela picaresca del escritor francés Alain-René Lesage que, contando con varios tomos, fue publicada entre 1707 y 1747. La Universidad de Salamanca llegó a decir de Santillana que es una «villa envuelta en prestigio literario»[24][48]Benito Pérez Galdós habla de ella en Cuarenta leguas por Cantabria, al igual que Emilia Pardo Bazán. Novelistas que visitaron Santillana y quedan prendados de ella son, entre otros, Amós de Escalante, Miguel de Unamuno y Ricardo León. A Santillana le han dedicado poemas muchos autores, algunos de los más famosos son Gerardo Diego, José Hierro, Víctor Fernández Llera, José del Río Sainz, Ramón de Garciasol y Manuel González Hoyos.[24]

Es conocida la cita de Sartre en su famoso libro La náusea, donde hace decir a uno de sus personajes que Santillana es le plus joli village de l'Espagne (en francés: el pueblo más bonito de España).[24]

En 1960 nació la Editorial Santillana, hoy integrada en el Grupo Santillana. Ambas empresas toman su nombre precisamente de esta villa.[49]



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