El santuario de los Santos Antonios Abad y de Padua de Urquiola es un templo católico que se ubica en el collado y puerto de Urquiola, en el municipio vizcaíno de Abadiano, en el País Vasco, España. Es uno de los santuarios más venerados de la provincia y de los más antiguos. Está situado en el corazón del Parque natural de Urkiola, al lado de una de las rutas históricas que une la costa cantábrica con la meseta castellana y rodeado de una exuberante naturaleza en la que destacan como fondo las paredes calizas de los montes del Duranguesado, con el Amboto como mayor altura, en donde la mitología vasca ubica la morada principal de su máxima deidad, Mari (llamada la «Dama de Amboto»).
La edificación actual, la tercera de la que se tiene noticia, es un edificio inacabado de estilo neomedieval que se comenzó a construir en 1899 y se consagró en 1933. Este edificio, junto con un pequeño campanario, que se alzó en 1870, la casa rectoral, el antiguo hospital y la hospedería, conforman el conjunto religioso que se complementa con dos antiguas y pequeñas ermitas, la del Santo Cristo y la de Santa Polonia, un vía crucis y calvario construido en 1943, y el pequeño cementerio del barrio rural.
El santuario se halla justo en la línea divisoria de las vertientes mediterránea y cantábrica, de tal manera que el agua que cae a un lado de su tejado va a parar al Mediterráneo y la que cae al otro lado va al Cantábrico.
La desproporción entre la enorme construcción de las naves inacabadas y el pequeño campanario del templo anterior llama la atención a los visitantes. Una gran escalinata sirve de acceso a la iglesia, cuya entrada está flanqueada por los muros inacabados de lo que iban a ser las torres y el pórtico.
La nave central, en la parte que no ha sido ocupada para el culto, forma un jardín en el que se levanta el pequeño campanario de estilo neoclásico. Entre las diferentes plantas que adornan el mismo se ha erigido un pequeño monumento que conmemora la vida de Vizcaya. Este monumento está compuesto por una laya (que recuerda a la agricultura), una turbina de piedra (a la industria) y un ancla (al mundo del mar).
Subiendo a la izquierda, justo a la entrada del santuario, una rara piedra, que algunos afirman que es un meteorito, invita a que aquella persona que quiera encontrar pareja la rodee varias veces, ya que así se cree por estas tierras (hay que tener cuidado con el sentido de rotación, puesto que, según dicen algunos, si las vueltas se dan al revés tienen el efecto contrario).
Las naves laterales son ahora pasillos que dan acceso al templo. La nave central se ha cerrado con una gran pared para conformar el espacio dedicado a uso litúrgico.
El edificio se proyectó en estilo neomedieval y con orientación al uso. Al haber quedado inconclusa la obra, se cambió la posición del altar quedando orientado al revés, apoyándose sobre la gran pared que cierra la nave. La cabecera rectangular apaisada ha dado lugar al coro, y a sus lados se abren la sacristía y una capilla dedicada al Santísimo.
En las últimas décadas del siglo XX se realizaron diferentes reformas para rematar la inconclusa obra. Estas obras, tanto en el exterior como en el interior, fueron promovidas por el grupo de exmisioneros pertenecientes a Misiones Diocesanas Vascas, que se hicieron cargo del santuario a partir de mayo de 1970.
En el exterior se construyó la gran escalera de acceso y se endulzó el remate del muro que cierra la nave principal.
En el interior se han adornado mediante mosaicos los muros que hacen de fondo de altar. Para el altar principal se ha construido un gran mosaico que cubre el muro que cierra la nave y sobre el que se ha abierto una ventana con vidriera sobre la que están situadas las figuras de los santos Antonios Abad y de Padua. Se ha cubierto con otro mosaico la capilla del Santísimo y se ha realizado un vía crucis en el suelo de la nave, al cual se le ha añadido una estación más, la de la resolución. Estos mosaicos y el vía crucis se hicieron en el taller del propio santuario.
Entre los fondeos del santuario, que ha sufrido varios incendios, hay varias imágenes destacadas.
En los años 70 del siglo XX se cubrieron con mosaicos las paredes traseras de los altares, tanto en el altar mayor como en el de la capilla del Santísimo.
Junto a los mosaicos se realizaron varias vidrieras, la principal adorna el Altar Mayor y sobre ellas se han ubicado las imágenes de los Santos Antonios.
La zona de Urkiola ha sido relevante en las creencias de los habitantes de esas tierras desde tiempos prehistóricos. En sus inmediaciones hay abundantes restos arqueológicos y en su máxima altura, el Amboto, la mitología autóctona ha ubicado su máxima figura.
La entrada del cristianismo no borró las creencias anteriores, que perduraron encarnadas en el nuevo credo. Por ello, el sitio de Urquiola ha tenido desde siempre una fuerte expresión espiritual y religiosa. Aun en ausencia de documentación o hallazgo arqueológico que lo respalde, se estima que la antigüedad del culto en ese lugar es anterior a la Edad Media y está ligada con la entrada del cristianismo en esas tierras.
El santuario de los Santos Antonios Abad y de Padua fue construido sobre un primitivo y simple eremitorio dedicado a San Antón, del que se tienen referencias escritas hacia 1212 al señalarse por la infanta doña Urraca las limosnas para dicho eremitorio. También hay más referencias del año 1567 (uno de los rectores del santuario, Benito de Vizcarra, dice poder fijar el origen del santuario entre los siglos VIII y IX a partir de los legados aparecidos en un documento del testamento de la Merindad de Durango del siglo XIII) y en el siglo XVII. Del edificio original se sabe que su altar miraba a oriente y se ubicaba en la entrada del actual templo y que tenía un campanario y pórtico. Desde el siglo XIII el santuario está dedicado a los dos Santos Antonios.
En 1308 consta como protector del santuario Juan Alonso de Múxica. En 1567 el conjunto se compone ya, aparte de la ermita, de una casa y un hospital y precisaba de una renta de 61 ducados para sus gastos de sostenimiento.
En 1625 se comienza a construir una iglesia que sustituye a la ermita. Las obras se encargan a Antonio López de Traña con el que trabajan, en cantería, Martín de Arriluceaga y en la carpintería Baptista de Orbea.
En junio de 1646 se inauguró la nueva iglesia que tenía planta en cruz latina de una sola nave y cúpula. Esta iglesia permaneció abierta al culto durante 15 años. En 1553 se construye el claustro, que se llamó claustro de los peregrinos y se amplían el coro y la sacristía. Estas obras las realizaron el cantero Francisco de Elejalde y los carpinteros Asensio de Ojanguren y Cristóbal de Eguizabal. Mientras que la sacristía y el coro se hicieron en los años 1662 y 1666, respectivamente. Poco después se construye el retablo a cargo de los arquitectos Juan de Bolialdea, Domingo de Ascorbe y Joanes de Iturriza, que lo acaba.
En 1756, con la aprobación del Cabildo y el Patrón de Abadiño se erige parroquia, desligándose de la parroquia de San Torcuato, matriz de Abadiño.
Al lado del templo se había construido un hospital para dar servicio a los numerosos viajeros que circulaban por esta importante ruta, el cual tenía una cárcel y un nevero interior. Frente a él se construye en 1772 la casa rectoral. En 1831 se inauguran cuatro altares laterales.
Durante la crisis social del siglo XIX se cerró el templo al culto y se trasladaron las imágenes de los santos a la iglesia parroquial de Abadiano, donde permanecieron cuatro años. Una vez superada esa crisis, se vuelve al culto y se plantean varias reformas en el templo. La más relevante, y que perdura hasta la actualidad, es la construcción de un campanario en 1870. Esta torre, de estilo neoclásico, fue obra del maestro de obras durangués Pedro José Astarbe.
Unos años más tarde se ubica en Vitoria la capitalidad diocesana para todo el País Vasco. Los responsables diocesanos deciden la construcción de un gran templo acorde a la importancia espiritual del lugar. Se encarga del proyecto el arquitecto José María de Basterra, que comienza en 1898 los estudios y el diseño del mismo. Se trataba de un gran templo en estilo neomedieval, como la catedral nueva de Vitoria, con una longitud de 60m y una anchura de 30. Constaba de tres naves muy dispares entre sí. La nave central ancha y alta, las laterales reducidas a meros pasillos de tránsito. La cabecera era rectangular y apaisada y el pórtico de entrada estaría flanqueado por dos grandes torres de 40 metros. Se accedía al templo mediante una gran escalinata.
El 13 de junio de 1899, fiesta de San Antonio Abad, se pone la primera piedra de lo que iba a ser la nueva edificación. Las obras se hacen de tal modo que se mantiene el edificio anterior en uso. Ese mismo año se quema el hospital.
En 1915 se inaugura la primera parte y en 1928 la segunda, quedando paradas las obras por su gran coste. Es entonces cuando se tira el templo anterior pero se mantiene la torre que se había construido en 1870. Las obras no prosiguen, quedando construida únicamente la cabecera de la basílica y el primer tramo de las naves, así como un segundo tramo de las naves laterales y marcados los cimientos del resto de la edificación. El 27 de agosto de 1933, el obispo Mateo Mújica consagra el templo que, habiendo cerrado con un muro la nave central y poniendo sendas puertas en los laterales, se abre al culto.
El 1 de mayo de 1970 se encarga a Misiones Diocesanas Vascas la atención del santuario. Los nuevos responsables deciden no finalizar el edificio debido a su alto costo y a que, con el espacio disponible, hay suficiente para la celebración de la liturgia.
En cualquier caso, se efectúan reformas destinadas a rematar de forma más definitiva la inacabada obra. Se decora el exterior de la pared que cierra la nave central y se adorna el interior con mosaicos (en 1993 se inaugura el mosaico de la capilla del Santísimo y, en 1997, el del Altar Mayor) y vidrieras. En 1991 se construye la gran escalinata de acceso y en 2006 se inaugura una nueva hospedería y un ecomuseo.
La tradición dice que San Antonio de Padua llegó y durmió en el hospital de peregrinos, celebrando misa en la entonces ermita de San Antón.
Se tiene la costumbre de regalar al santuario diferentes bienes. Estos regalos se hacen tanto por parte de los pueblos como de los caseros y pastores. Normalmente se donan novillos que se venden en subasta.
En la bendición de los niños las madres ofrecen a San Antonio sus hijos menores de un año después de pasar la noche en el santuario. Para ello el niño es pesado en la balanza denominada peso leal y se realiza una ofrenda igual al peso del chaval. La ofenda suele ser trigo, aceite o cera.
A la roca que hay a la entrada del templo se le atribuyen ciertas virtudes que permiten, al que de varias vueltas a su alrededor, encontrar pareja (dicen que si se dan en sentido contrario, se pide que se pierda la pareja). Para este mismo fin también se deja limosna, papeles con notas, alfileres de colores, etc.
La roca, que se define como "un conglomerado de piedras y piedrecitas y cantos y fósiles de innumerables clases que en forma tan particular se han mezclado y juntado con cemento no artificial", fue colocada en la plazuela donde se ubica el 29 de noviembre de 1929 por orden del entonces rector del santuario, Benito de Vizcarra. Vizcarra encontró la piedra en un monte próximo y, dada su extrañeza, la trasladó a un lugar de fácil acceso.
La tradición de dar vueltas alrededor de esta piedra para encontrar novio está ligada a una anterior tradición de clavar alfileres en un lienzo que se hallaba en la sacristía. Para encontrar novio, se clavaban alfileres de cabeza blanca si se quería que el hombre fuera rubio y de cabeza negra si debía ser moreno.
La tradición de subir a Urquiola a pedir un novio o novia ha dado lugar a las siguiente coplas:Urkiolara,
Urkiolara,
Urkiolara,
Santuari eskatzera senar on bana
senar on bana, konbeni bada.
Santuak esaten die, buruakin ez,
buruakin ez,
buruakin ez,
Zergaitik lehenago akordatu ez
a Urquiola,
a Urquiola,
a Urquiola,
A pedir al santo un buen marido
un buen marido, que les convenga,
El santo les dice, con la cabeza que no
con la cabeza que no,
con la cabeza que no,
Por qué no se han acordado antes
Se celebran dos fiestas en Urkiola, una la de San Antonio Abad y otra la de San Antonio de Padua.
Conforman el conjunto del santuario de Urkiola, junto con el propio santuario, dos ermitas y un vía crucis. Las ermitas, equidistantes del santuario y unidas por una calzada que coincide con el antiguo Camino Real, son:
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