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Savantismo



El síndrome del sabio (también denominado del sapiente o del savant) es una afección rara, en la que una persona con discapacidades mentales significativas demuestra determinadas habilidades en un grado muy por encima del promedio.[1][2]​ Las habilidades en las que sobresalen están generalmente relacionadas con la capacidad de memorizar,[1]​ como la hipercalculia, las habilidades artísticas vinculadas a la sinestesia, la interpretación de mapas, la facilidad extraordinaria para aprender idiomas, o la habilidad musical.[1]​ En la inmensa mayoría de los casos, cada sujeto solo muestra una de estas habilidades excepcionales.[1]

Los afectados por el síndrome generalmente padecen algún trastorno del desarrollo neurológico (como trastornos del espectro autista) o sufren una lesión cerebral.[1]​ Aproximadamente la mitad de los casos están asociados con el autismo, y estos individuos a veces son denominados "sabios autistas".[1]​ Si bien la condición generalmente se manifiesta en la infancia, en ocasiones se desarrolla en la edad adulta.[1]​ No se reconoce como un enfermedad mental dentro del DSM-5.[5]

Se estima que el síndrome del sabio afecta a una persona entre cada millón.[4]​ Afecta a más hombres que mujeres, en una proporción de 6 a 1.[1]​ El primer informe médico sobre la afección data de 1783.[1]​ Entre los autistas, entre 1 de cada 10 y 1 de cada 200 tienen el síndrome del sabio en algún grado.[1]​ En 2009 se estimaba que había menos de cien sabios con habilidades realmente extraordinarias entre toda la población mundial.[1]

En artículos sobre el tema es habitual el uso de los términos savant tomado (a través del inglés) del francés "savant", cuyo significado es "sapientes" (sabedores).[6]

El término "idiot savant" ("idiota erudito" en francés) fue utilizado por primera vez para describir la condición en 1887 por el médico británico John Langdon Down, conocido por su descripción del síndrome de Down. El término "sabio idiota" se consideró posteriormente erróneo, puesto que no todos los casos reportados se ajustaban a la definición de idiota, originalmente utilizada para una persona con una discapacidad intelectual muy severa. El término "sabio autista" también se utilizó como descripción del trastorno. Pero al igual que "sabio idiota", el término llegó a ser considerado inapropiado porque solo la mitad de los diagnosticados con el síndrome del sabio eran autistas. La necesidad de precisión en el diagnóstico y de no afectar a la dignidad de los afectados, hizo que el término síndrome del sabio pasara a ser ampliamente aceptado.[1][7]

Según Darold Treffert los sapientes o sabios se caracterizan por tener una memoria prodigiosa y de un tipo especial, que él define como "muy profunda, pero excesivamente estrecha". "Estrecha" en el sentido de, siempre según él, que pueden recordar pero tienen dificultad a la hora de utilizarla.[8]

Treffert agrupa los casos que ha estudiado en cuatro categorías principales:[8]

De acuerdo con Treffert, también tendrían síndrome de sabio las personas con facilidad para el aprendizaje de múltiples idiomas,[9]​ y uno de cada diez autistas tienen las habilidades de un sapiente. Según él, la mitad son autistas, mientras que el resto tiene otra incapacidad relacionada con el desarrollo personal, con el retraso mental, con una lesión cerebral, o con una enfermedad mental.[8]

Actualmente, no existe ninguna teoría médica capaz de explicar la razón de esta curiosa condición humana, no al menos en su totalidad.[10]​ Aunque algunos sabios o sapientes han sufrido lesiones cerebrales, otros han tenido episodios considerados “anormales”, por lo menos no se han podido detectar mediante las técnicas de diagnóstico actuales. De hecho, ciertos neurólogos apoyan la tesis de que las personas con síndrome del sabio tal vez "compartan" con los superdotados ciertos subprocesos mentales correspondientes a un nivel concreto del cerebro.[11]

Se ha descubierto que parte de sus asombrosas habilidades están relacionadas con el sobredesarrollo del hemisferio cerebral derecho. En el síndrome de sabio, las hipótesis formuladas bajo la posibilidad de una existencia de daño cerebral en el hemisferio izquierdo han sido respaldadas por las actuales pruebas de neuroimagen. De esta manera, un savant podría tener el hemisferio derecho más desarrollado, siendo este el responsable de tales talentos extraordinarios.[1]

Las características cerebrales de los sapientes son consecuencia de una anomalía en las conexiones neuronales, causadas durante el desarrollo embrionario o por contusiones cerebrales posteriores al nacimiento. Es por ello que este padecimiento está en gran medida relacionado con el autismo. En general, el síndrome se considera un tipo de autismo especial, asemejándose al síndrome de Asperger.[12]

Un sapiente o sabio prodigioso es aquel cuyo nivel de habilidades le permite ser clasificado como prodigio, por tener un talento excepcional, incluso en ausencia de una discapacidad cognitiva. Los sapientes prodigiosos son aquellos cuyas habilidades se consideran extraordinarias, incluso en personas sin ningún tipo de limitación o diagnóstico de incapacidades.

El rasgo más común de las personas con este síndrome es su aparentemente ilimitada habilidad nemotécnica. Algunos incluso poseen una memoria eidética. Los sapientes prodigiosos son extremadamente raros. Se han registrado menos de un centenar de casos en un siglo de investigación.[1]​ Darold Treffert, uno de los principales investigadores de este síndrome, ha estimado que existen menos de cincuenta personas que lo padecen hoy en día. En la página web de la Wisconsin Medical Society, de la que es expresidente, aparecen 29 personas con el síndrome.[13]



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