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Searle



John Rogers Searle (Denver, Colorado; 31 de julio de 1932) es profesor Slusser de filosofía en la Universidad de California en Berkeley, y es célebre por sus contribuciones a la filosofía del lenguaje, a la filosofía de la mente y de la conciencia, a las características de las realidades sociales frente a las realidades físicas, y al razonamiento práctico. Le fue concedido el premio Jean Nicod en 2000 y es miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes.

Aparte de su actividad académica, el profesor Searle fue también el primer profesor en ejercicio que se unió al Movimiento por la Libertad de Expresión en la Universidad de Berkeley. Searle estudió en la Universidad de Oxford gracias a una beca Rhodes.

John Searle es muy conocido por el desarrollo de un experimento mental llamado el argumento de la «habitación china». Lo creó para demostrar que el pensamiento humano no se compone de simples procesos computacionales.

Participó en la segunda guerra mundial sobre el diálogo ciencia-fe, celebrado en la Ciudad del Vaticano el año 2000, como parte del Jubileo de los Científicos.[1]

En 2013 fue elegido para impartir la cátedra Profesor Alberto Magno de la Universidad de Colonia, Alemania, misma que han impartido filósofos de la talla de Arthur C. Danto, Jean-Luc Nancy, Giorgio Agamben, Enrique Dussel, Noam Chomsky y Martha Nussbaum.[2]

El padre de Searle era G.W. Searle, ingeniero eléctrico de AT&T, su madre Hester Beck Searle era médico. Searle comenzó a estudiar filosofía, ciencias políticas y economía en 1949 en la Universidad de Wisconsin a la edad de diecisiete años. Desde 1952 continuó con una beca Rhodes en la Universidad de Oxford. Aquí asistió a eventos de John Langshaw Austin y Peter Strawson. Searle enseñó en Oxford de 1956 a 1959 en el Christ Church College. Con su tesis doctoral supervisada por Peter Geach, Searle obtuvo su doctorado en 1959. En el mismo año, fue nombrado menor de 30 años como profesor en la reconocida Universidad de California, Berkeley. Perteneció a la facultad filosófica allí durante más de 50 años.

En Berkeley, Searle apoyó las protestas estudiantiles emergentes y se convirtió en el primer profesor a tiempo completo en participar en el Movimiento de Libertad de Expresión. En 1969, Searle publicó su principal trabajo de filosofía del lenguaje, Speech Acts, que tuvo un gran impacto en la lingüística, entre otras cosas. En los años siguientes, Searle recurrió a otras áreas temáticas, incluida la filosofía de la mente, en la que criticó repetidamente los enfoques reduccionistas. En 2000 fue galardonado con el Premio Jean Nicod por su trabajo en esta área. En 2013 fue nombrado profesor de la cátedra Albertus Magnus en la Universidad de Colonia. También fue elegido para la Academia Estadounidense de Artes y Ciencias en 1977 y la Sociedad Filosófica Estadounidense en 2010.

En marzo de 2017, se hizo público que Searle fue acusado de violencia sexualizada contra un asistente de investigación de 24 años. En este contexto, se han conocido varios otros casos relevantes. El director del Centro John Searle de Ontología Social dijo que Searle tuvo múltiples relaciones sexuales con estudiantes a cambio de beneficios académicos y financieros. UC Berkeley fue acusado de no responder adecuadamente y ocultar el incidente.

En junio de 2019, el Presidium de UC Berkeley encontró a Searle culpable de acosar sexualmente a un exalumno y miembro del personal en 2016, después de lo cual fue privado de la membresía universitaria y el estatus de profesor emérito.

Las primeras obras de Searle continuaron los trabajos de sus maestros John Langshaw Austin y P. F. Strawson. Concretamente, en Actos de habla Searle desarrolla el análisis de Austin sobre los enunciados de acción o «performativos». Searle se centró en lo que Austin había llamado actos ilocutivos, actos que se realizan diciendo algo. En estas sentencias: (Actos de habla, p. 31)

Cada una tiene el mismo contenido proposicional (Juan fumando), aunque difieren en su fuerza ilocutiva, ya que son, respectivamente, una aseveración, una pregunta, una orden y una expresión de deseo.

Searle asume que las fuerzas ilocutivas de una oración pueden describirse siguiendo reglas o condiciones específicas. Estas reglas establecen las circunstancias y el propósito de diferentes actos ilocutivos. Searle utiliza cuatro tipos generales de reglas.

Por lo general una ilocución tendrá cierto contenido proposicional. Por ejemplo, una petición tendrá cierta acción futura en su contenido, mientras que una sentencia puede tener cualquier proposición como contenido. Algunas ilocuciones, como los saludos, no disponen de contenido proposicional.

Son necesarias ciertas condiciones previas para el éxito de cada tipo de ilocución. Por ejemplo, para realizar correctamente una petición es necesario que el oyente pueda realizar la acción solicitada y que el hablante crea que el oyente puede realizar dicha acción. Para que un saludo sea exitoso el oyente y el hablante bien acaban de encontrarse o acaban de haber sido presentados. Searle llama a esto condiciones preparatorias.

Un saludo puede no ser sincero, pero para agradecer realmente algo a alguien, es necesario que el hablante sea sincero, y para realizar una pregunta sincera el hablante ha de querer conocer la respuesta. Searle llama a esto la condición de sinceridad.

Según Searle, cada ilocución puede describirse en términos de lo que está intentando hacer. De esta forma una aseveración pretende que algo realmente es el caso. Una pregunta es un intento de elucidar cierta información. Agradecer pretende ser una expresión de gratitud. Este intento del hablante, o intencionalidad de una sentencia se convirtió en un aspecto principal de la obra posterior de Searle.

A pesar de que muchos lo creen, Searle jamás ha propuesto una definición clara de lo que son realmente los actos ilocutivos. Los conceptos que sugiere varían sustancialmente a lo largo de los años (cf. Searle 1969, 1979, 1983).

Searle posteriormente generalizó esta descripción basada en reglas de la fuerza ilocutiva como un caso específico de intencionalidad. Searle identifica una propiedad de los fenómenos intencionales llamada la dirección de encaje. Por ejemplo, cuando vemos una flor nuestro estado mental se encaja con el estado del mundo, y la dirección de encaje es mente-a-mundo. Pero si alargamos la mano para coger la flor nuestro objetivo es hacer que el mundo encaje con nuestro estado mental, y en este caso la dirección de encaje es mundo-a-mente.

También desarrolla el término fondo (background), utilizado aquí de forma bastante técnica, y que ha sido el origen de cierta discusión filosófica. Básicamente es el contexto dentro del cual ocurre el acto intencional. De forma significativa incluye la comprensión del mundo por parte del actor, así como la participación de otros en las actividades intencionales.

Searle crea una fuerte base teórica para el uso de la noción de intencionalidad en un contexto social. La intencionalidad es un término técnico filosófico que significa dotación de contenido (aboutness). La intencionalidad indica que alguien asocia cierto significado a un objeto, tal como una creencia acerca de él, su posesión, su desprecio, etc. Incluye el uso ordinario de pretensión pero lo amplía. En Collective intentions and actions, Searle busca explicar las intenciones colectivas como una forma de intencionalidad. En sus obras anteriores proporciona normativas referentes a la intencionalidad en el lenguaje. Searle desarrolla este tema buscando un conjunto de reglas que sean esenciales para la intencionalidad colectiva.

Searle sostiene este análisis con cinco tesis. Las tres primeras son:

Para satisfacer estas tesis, Searle desarrolla una notación para la intencionalidad colectiva que enlaza una intención individual con una colectiva, pero mantiene ambas intenciones separadas. En efecto, una intención individual puede tener como expresión una intención colectiva. La creación de una intención colectiva presupone que alguien comprende que otros pueden participar en la intención, de modo que:

Juntas, estas tesis conducen a la afirmación de que:

El argumento en contra de lo que Searle denomina «inteligencia artificial fuerte» es parte de una posición más amplia en lo que respecta a la relación mente-cuerpo. La tesis central de la inteligencia artificial fuerte es que los procesos realizados por una computadora son idénticos a los que realiza el cerebro, y por lo tanto se puede deducir que, si el cerebro genera consciencia, también las computadoras deben ser conscientes. Para refutar esta posición, Searle desarrolla el siguiente experimento mental.[3]

Imaginemos que un individuo es colocado en una habitación cerrada al exterior en China. Por una rendija le son entregados papeles con símbolos chinos que desconoce absolutamente pues el individuo no conoce el idioma chino. Con unas instrucciones en inglés (o cualquiera que fuera su lengua madre) se le indica que debe sacar por la misma rendija una respuesta de acuerdo a un manual que se le ha entregado. En dicho manual solo aparecen símbolos chinos de entrada y los correspondientes símbolos de salida. Así, el individuo puede localizar los símbolos que le son entregados y puede sacar papeles con símbolos diferentes. Los chinos que estén fuera de la habitación pensarán que el de la habitación conoce el chino pues han recibido respuestas satisfactorias. (Cfr. Test de Turing)

Searle considera que lo mismo ocurre con una computadora. Esta manipula diferentes códigos sintácticos que nada tienen que ver con la comprensión semántica de los contenidos procesados. Evidentemente, el concepto de Intencionalidad está en el fondo del argumento de la habitación china de Searle en contra de la inteligencia artificial.

Searle considera que el famoso problema mente-cuerpo tiene una solución filosófica sencilla disponible desde hace más o menos un siglo: la conciencia es un fenómeno neurobiológico causado por el cerebro. La solución neurológica es más complicada y debemos esperar a que los neurocientíficos hagan su tarea.

Searle se opone tanto al dualismo como al materialismo, en favor de una posición a la que llama «naturalismo biológico». El dualismo comete el error de considerar a la conciencia como una sustancia separada y por encima de lo material. El materialismo comete el error de negar los hechos básicos de la conciencia, inclusiva su existencia misma. Ambos están equivocados desde la raíz cartesiana que les dio origen. Las categorías físico y mental están cargadas con un significado antagónico del cual debemos deshacernos.

El naturalismo biológico considera a la conciencia como un rasgo de nivel superior del sistema nervioso. Searle considera que, de la misma manera en que las moléculas de H2O. tienen un modo de ser de tercera persona pero generan características de nivel superior como la solidez o la liquidez, de modo análogo el cerebro genera un rasgo a nivel del sistema que es la conciencia. La conciencia tiene una ontología (modo de existencia) de primera persona cuya principal característica es ser subjetiva, cualitativa y unificada, a diferencia de objetos no-conscientes cuya ontología es de tercera persona. Esta característica de la conciencia hace imposible reducirla a meros eventos neurobiológicos, a pesar de estar causada por ellos.

Searle ha aplicado recientemente su análisis de la intencionalidad a la construcción social. Su interés se centra en la forma en que ciertos aspectos de nuestro mundo se materializan como resultado de la intencionalidad combinada de aquellos que los usan. Por ejemplo, un billete de cinco euros es un billete de cinco euros tan solo en virtud de la intencionalidad colectiva. Es debido a que alguien piensa que vale cinco euros y que otro también piensa que vale cinco euros que puede realizar su función económica. Esto es así independientemente de que el gobierno respalde el valor de la moneda. Imaginemos un caso en el que intentemos comprarle algo a alguien que no reconoce el valor del billete. A menos que le convenzamos de su valor, lo único que tenemos es un trozo de papel de colores. Por otro lado, un objeto no respaldado por ningún gobierno, tal como un sello antiguo, puede ser un objeto válido en una transacción comercial si ambos participantes están de acuerdo en ello. Tales objetos construidos socialmente impregnan nuestras vidas. El lenguaje que utilizamos, el concepto de propiedad y las relaciones con los otros dependen fundamentalmente de tales intencionalidades implícitas. Searle extiende su análisis de la realidad social a la creación de instituciones como el matrimonio y las universidades. Sostiene que tanto el valor del billete de cinco euros como la institución de la universidad han sido creados por tres principios primitivos: la intencionalidad colectiva, la asignación de función y las reglas constitutivas.

La aproximación de Searle a la construcción social es muy diferente y divergente de aquellos que sugieren que no existe una realidad independiente de la mente y que lo que llamamos realidad es una construcción social. Hacia el final de La construcción de la realidad social Searle presenta un argumento a favor del realismo. Sus argumentos no enfocan la construcción social de la realidad sino la construcción de la realidad social. Sostiene que «toda realidad social posee una estructura lógica constituida lingüísticamente» en un artículo llamado Social Reality and Linguistic Representation.

El papel central del concepto de construcción en la ontología de los fenómenos sociales de Searle sugiere que también puede describirse en general como constructivista. Sin embargo, este no es el caso; a Searle le gustaría ver tesis constructivistas limitadas al ámbito de la realidad social. La clave aquí es la distinción de Searle entre fenómenos dependientes del observador e independientes del observador. El mundo social consiste en fenómenos dependientes del observador, por lo que se puede hablar de la construcción de realidades sociales. En contraste, las ciencias naturales describen fenómenos independientes del observador, que en consecuencia no se construyen.

Esta actitud crítica hacia posiciones generalmente constructivistas apunta a una posición filosófica general por la cual Searle ha abogado en los últimos años: Searle intenta defender las lecturas tradicionales y fuertes de los conceptos de verdad, realidad y racionalidad contra las corrientes filosóficas relativizantes. Considera que algunas formas de relativismo real o supuesto de autores como Richard Rorty o Jacques Derrida no solo son filosóficamente inverosímiles, sino también políticamente peligrosos, mientras defiende explícitamente otras formas, como el relativismo conceptual.

En particular, Searle argumenta filosóficamente que sin nuestros conceptos tradicionales de verdad, realidad y racionalidad, nuestras prácticas lingüísticas serían incomprensibles. Rorty se opuso a este razonamiento trascendental a lo siguiente:

"Dondequiera que Searle ve condiciones de comprensibilidad o condiciones previas, veo curvas retóricas, que están destinadas a dar a los usuarios de las prácticas en cuestión la sensación de que son leales a algo poderoso y poderoso, es decir, la naturaleza interna de la realidad".[cita requerida]

Por John Searle:



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