El sebastianismo fue un movimiento místico-secular que recorrió Portugal en la segunda mitad del siglo XVI como consecuencia de la muerte del rey Sebastián en la batalla de Alcazarquivir, en 1578. Por falta de herederos, el trono portugués terminaría a la larga en las manos del rey Felipe II, de la rama española de la casa de Habsburgo.
Básicamente, el sebastianismo es un mesianismo adaptado a las condiciones lusas y más tarde nordestinas (en el noreste de Brasil). Se traduce en una inconformidad con la situación política vigente y una expectativa de salvación milagrosa, a través de la resurrección de un muerto ilustre.
Poca gente había visto al cadáver del rey y menos aún lo habían reconocido. El pueblo, en su desesperación, precisaba creer en algo que le diera esperanza y, por otro lado, no aceptaba el hecho. Así se propagó la leyenda de que el rey se encontraba todavía vivo, sólo esperando el momento preciso para volver al trono y alejar el dominio extranjero.
Su divulgador más popular fue el poeta Bandarra, que compuso incansables versos clamando por el retorno del Deseado (como era llamado Sebastián). Las Trovas son la obra emblemática del sebastianismo. Explotando la credulidad popular, varios oportunistas se presentaron como el rey oculto en un intento de obtener beneficios personales, entre ellos el conocido como Pastelero de Madrigal. El intelectual más reconocido que se adhirió al movimiento fue el Padre Vieira.
Finalmente, en 1640, tras el exitoso movimiento para restaurar la independencia portuguesa liderado por los Braganza, el movimento comenzó a quedar circunscrito al interior del Nordeste brasileño, también con la creencia en la llegada de un "rei bon" (rey bueno).
Según el historiador brasileño José Murilo de Carvalho:
El poeta portugués Fernando Pessoa, en su libro Mensagem, admite una postura sebastianista, en busca de un patriotismo perdido. El libro fue compuesto tomando como motivo el pasado heroico de Portugal.
Mitos similares al sebastianismo han sido recurrentes en diversas épocas y culturas. Más o menos por la misma época circuló la leyenda de El Encubierto en las Germanías valencianas, un hipotético nieto de los Reyes Católicos sublevado contra Carlos I, mito que circuló también entre los Comuneros castellanos y entre los catalanes en 1522 (en este caso con el nombre de Bernabé El Encubierto); este personaje murió en mayo de 1522. También hubo figuras que se hicieron pasar por los verdaderos zares en Rusia (como diversos "falsos Dimitri" en tiempos de Borís Godunov), o por el emperador Nerón en Roma tras su muerte o por el mismo Cristo.
En el Archivo General de Simancas, se conserva el proceso del "Pastelero de Madrigal" y este proceso fue declarado como materia reservada y secreto de Estado por el duque de Lerma el 23 de septiembre de 1615 con lo que no pudo ser investigado hasta que se levantó el secreto a mediados del siglo XIX.
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