El Segundo Concilio de Constantinopla se celebró en ocho sesiones entre el 5 de mayo y el 2 de junio de 553, y está considerado el V Concilio Ecuménico por las Iglesias católica y ortodoxa y por parte de la Comunión anglicana. Es rechazado por las Iglesias ortodoxas orientales, la Iglesia asiria del Oriente y la mayoría de las Iglesias protestantes.
Aunque la celebración en 451 del Concilio de Calcedonia supuso la condena del monofisismo, esta doctrina seguía muy extendida por amplias zonas de Oriente, sobre todo en Egipto.
Para el emperador Justiniano I, el posible cisma que en el seno de la Iglesia amenazaba con provocar el monofisismo, podía desembocar en la posterior independencia política de un territorio que, como en épocas anteriores, era considerado el "granero del Imperio".
Justiniano trató por tanto atraerse a los monofisitas mediante la publicación, en 543, de un edicto conocido como "Los Tres Capítulos" por el que se condenaban los escritos de tres obispos nestorianos, Teodoro de Mopsuestia, Teodoreto de Ciro e Ibas de Edesa que habían logrado en el citado Concilio de Calcedonia la no condenación del nestorianismo.
El papa Vigilio rechazó esta condena; por lo que el emperador le reclamó para que acudiera a Constantinopla con el objeto de lograr una solución, logrando que el 11 de abril de 548 firmara el Indicatum, un manifiesto en el que aprobaba la condena recogida en "Los Tres Capítulos".
Esta aprobación papal produjo un fuerte rechazo en occidente que llevó a Vigilio a acordar con Justiniano la celebración de un concilio ecuménico, y que hasta el mismo no se tomaran medidas unilaterales.
Justiniano rompió el acuerdo mediante la publicación, en 551, del decreto Homologia tes pisteos en el que se reafirmaba en la condena de los Tres Capítulos. Vigilio manifestó su protesta retirándose a la Iglesia de Santa Eufemia, la sede donde se había celebrado el concilio de Calcedonia, y amenazando con la excomunión a quienes apoyasen la condena de los Tres Capítulos.
Justiniano, comprendiendo que si mantenía su postura provocaría una ruptura en la unidad de la Iglesia, cedió convocando el concilio que habría de celebrarse en Constantinopla. La sede fijada no fue del agrado de Vigilio, ya que supondría una mayoría de asistentes de origen oriental con lo que su postura quedaría en minoría, por lo que se negó a ostentar la presidencia del mismo.[cita requerida]
Será el recién elegido patriarca de Constantinopla, Eutiquio quien presidirá el concilio, cuando fue inaugurado el 5 de mayo de 553, con la asistencia de 168 obispos de los que sólo 11 pertenecían a diócesis occidentales y con la presencia del propio emperador.
El decreto conciliar se articula en dos partes muy diferentes. La primera, cuyo género literario es bastante complejo, contiene la sentencia de los Tres capítulos, mezclada con una breve crónica de los hechos y una profesión de fe. La segunda ofrece catorce anatemas, donde los diez primeros son de un contenido teológico y los cuatro restantes de condena de las personas y los escritos de Teodoro de Mopsuestia, Teodoreto de Ciro e Ibas de Edesa.
El objetivo del concilio consistía en la corrección y la condena de los secuaces de Nestorio. Después ofrece una síntesis de los acuerdos con el papa Vigilio.
El concilio procedió, como era de esperar, a la condena del nestorianismo mediante la ratificación de la condena de los tres capítulos al promulgar catorce cánones muy similares a los trece que formaban la Homologia publicada en 551 por Justiniano.
Esta condena fue refrendada por todos los obispos asistentes a pesar de que Vigilio había enviado al emperador el documento conocido como Primer Constitutum que, firmado por él mismo y dieciséis obispos, condenaba sesenta proposiciones de Teodoro de Mopsuesta, pero donde no condenaba las de Teodoro de Ciro y las de Ibas de Edesa.
Justiniano reaccionó ordenando el destierro del Papa si este no aceptaba íntegramente las decisiones del concilio, por lo que Vigilio tuvo que presentarse personalmente en el concilio y retractarse emitiendo la Segundo Constitutum.
También se condenaron algunas de las tesis expuestas por Orígenes que, impregnadas de platonismo, se alejaban de la doctrina oficial.
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