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Segundo Gran Despertar



El Segundo Gran Despertar o Segundo Gran Avivamiento  (1790–1840[1]​) fue una época de inusitado reavivamiento o resurgimiento cristiano que se extendería hasta el periodo antebellum norteamericano, caracterizada por una actividad evangelizadora cristiana sin precedentes y grandes cifras de conversiones. Su nombre se debe al Gran Despertar, un periodo similar que había tenido lugar aproximadamente medio siglo antes. Produjo un hondo sentimiento en iglesias y congregaciones de toda Nueva Inglaterra, la zona medio-atlántica, el Noroeste y el sur de los Estados Unidos. Debido a ello predicadores como Charles Finney, Lyman Beecher, Barton Stone, Peter Cartwright y Asahel Nettleton acabaron haciéndose muy conocidos. Se intensificó la identificación de la evangelización con causas sociales, lo que caló en la vida estadounidense en terrenos tales como la reforma de prisiones, el abolicionismo y la promoción de la abstinencia.

En Nueva York, la atmósfera de reavivamiento espiritual propició el surgimiento del restauracionismo, así como de otros movimientos religiosos, especialmente los mormones[2]​ y el Movimiento de Santidad. En las regiones occidentales del sur, especialmente en Can Ridge (Kentucky) y en Tennessee, este reavivamiento se tradujo en el crecimiento de metodistas y bautistas. Bautistas y metodistas también se fortalecieron en algunas partes del Tidewater, donde un número creciente de plantadores y esclavos pasó a engrosar sus congregaciones. Entre las tradiciones de la Norteamérica profunda se encontraban los camp meeting, de raigambre escocesa y presbiteriana.[3]

Los congregacionalistas establecieron sociedades misioneras para evangelizar los territorios occidentales de la banda norte. Miembros de estos grupos hicieron las veces de apóstoles de la fe y de educadores y exponentes de la cultura urbana nororiental. Las sociedades educativas y de publicación promovieron la educación cristiana, destacándose entre ellas la Sociedad Bíblica Americana, fundada en 1816. El activismo social inspirado por el reavivamiento dio pie al surgimiento de grupos abolicionistas (antiesclavistas), así como de la Sociedad para la Promoción de la Abstinencia. Iniciaron campañas para la reforma de las prisiones y para que los minusválidos y enfermos mentales recibieran los cuidados adecuados. Creían en la perfectibilidad de las personas y todos sus empeños eran de carácter moralizador.

Los metodistas y bautistas, que también enviaron predicadores al sur, hicieron enormes progresos. Los presbiterianos ganaron miembros en menor medida. Entre las nuevas denominaciones que se formaron, y que aún en el siglo XXI siguen proclamando tener sus raíces en el Segundo Gran Despertar, se encuentran la Iglesia Cristiana Evangélica en Canadá, la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo), la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, la Iglesia de Dios (Séptimo Día), la Iglesia Adventista del Séptimo Día y la Iglesia Presbiteriana Cumberland. Este fenómeno cultural también contribuyó al crecimiento de iglesias no denominacionales, como las Iglesias de Cristo, que insistían en el congregacionalismo como modo de gobierno eclesial, así como en el "regreso" a las primeras prácticas bíblicas. Muchos buscaron un retorno a lo que creían que eran conceptos fundamentales del cristianismo del Nuevo Testamento, apartándose de doctrinas y prácticas posteriores que se habrían gestado durante siglos de catolicismo europeo e inglés, ortodoxia y tradiciones protestantes diversas.

En el sur, bautistas y metodistas predicaron tanto entre esclavos como entre sus propietarios. Las conversiones y las congregaciones se habían iniciado en la época del Primer Gran Despertar, dando lugar a que los predicadores bautistas y metodistas ya tuviesen ascendiente entre esclavos y negros libres más de una década antes de 1800. Las primeras congregaciones estuvieron formadas por esclavos y negros libres en Carolina del Sur y Virginia. Especialmente en la Iglesia Bautista, se integró a los negros en todo tipo de cargos. Para principios de los años 1800, las congregaciones negras independientes se contaban por varios centenares en algunas ciudades del sur como Charleston (Carolina del Sur), Richmond y Petersburg (Virginia).[4]​ Creciendo en congregaciones e iglesias, se formaron asociaciones bautistas en Virginia, Kentucky y otros estados. A pesar de los intentos de los blancos por controlar a las congregaciones negras independientes, especialmente a raíz de la revuelta de Nat Turner en 1831, un buen número de congregaciones negras consiguió conservar su separación, inclusive cuando se aprobaron leyes que exigían que siempre hubiese un hombre blanco presente en sus reuniones de culto.[5]

En la región de los Apalaches, el despertar cabalgó a lomos de grandes concentraciones en camp meetings, tomando tintes similares a los del Primer Gran Despertar del siglo anterior. El camp meeting era un servicio religioso que duraba varios días; en él se presentaban varios predicadores. Los colonos de zonas poco pobladas esperaban con expectación las concentraciones de los camp meetings que significaban cierto escape a la rutina de la vida apartada en las regiones de frontera. La danza, los cantos y los gritos extrovertidos que estaban asociados a este tipo de reuniones tenían su origen en el gozo genuino de participar en un reavivamiento religioso junto a cientos, quizá miles de personas.



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