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Senescencia celular



La senescencia celular es el proceso iniciado como respuesta al estrés y daño ocurrido en una célula, y constituye una ruta alternativa de respuesta a la muerte celular programada y es de vital importancia para suprimir la formación de células cancerosas. También está asociada a la reparación de tejidos e inflamación de los mismos, procesos asociados al crecimiento de tumores. De esta manera, la senescencia celular está asociada a los procesos de supresión y promoción de tumores simultáneamente, al igual que en el envejecimiento y reparación de tejidos, roles que son diametralmente opuestos; sin embargo, de seguir el comportamiento in vitro, este proceso podría considerarse un ejemplo de pleiotropía antagonística, donde un gen puede tener un impacto de adaptación positivo en algunos rasgos y simultáneamente un impacto negativo sobre otros.

Los procesos de senescencia celular fueron descritos por primera vez por Leonard Hayflick en su estudio sobre el crecimiento de fibroblastos humanos in vitro, donde encontró que en directa contravía de los postulados de Alexis Carrel (donde las células de mamíferos pueden crecer de manera infinita en cultivos in vitro), las células tienen un límite de crecimiento entre 40 y 60 ciclos de replicación[1]

El experimento consistía en mezclar dos cultivos de fibroblastos de diferentes "edades", un cultivo masculino que se encontraba en su cuadragésimo aumento al doble de población y uno femenino que está solo en el décimo. El cultivo mixto era comparado con dos cultivos de control sin mezclar, Hayflick y Morehead vieron que en el cultivo mixto, las células masculinas habían desaparecido después de un tiempo, y postularon que estas células podían "recordar" su edad a pesar de estar rodeadas de células jóvenes y se habían vuelto senescentes, con base exclusivamente en el número de veces que se habían replicado.[2]

En este primer artículo de Hayflick se pueden ver dos enunciados que serán fundamentales para el estudio futuro de la senescencia celular. En el primero declara que las únicas células somáticas que podrían escapar al proceso de senescencia son aquellas que han tomado las propiedades de células cancerígenas, y la segunda infiere la posibilidad de la senescencia celular en cultivos con el envejecimiento de seres vivos.

Existe una serie de características fisiológicas y moleculares que definen a una célula senescente y la diferencian de aquellas quiescentes y terminalmente diferenciadas. Las células entran en estado senescente principalmente en respuesta al daño oncogénico.

Es importante recordar que la senescencia celular es un proceso iniciado por distintos estímulos, y cualquiera de ellos o la combinación de los mismos inicia el proceso.

El primer estímulo de senescencia conocido es el acortamiento de telómeros, debido a la ausencia de telomerasa en la mayor parte de las células somáticas. Durante la fase S de la replicación celular se pierde una sección del extremo de un cromosoma debido a la unidireccionalidad de las ADN polimerasas.[3]​ Por otra parte, estudios recientes han demostrado que la disfunción telomérica inicia la senescencia al activar una señal de daño genético persistente.[4]

Esta señal puede producirse en varios sitios no teloméricos del ADN de la célula, ya sea por el rompimiento de la doble hélice,[5]​ por la presencia de compuestos como los inhibidores de la histona deacetilasa, que relaja la cromatina sin inducir daño en el ADN, o bien por el supresor de tumores p53, que pueden activar la proteína ataxia telangiectasia mutada (ATM), que inicia la respuesta de daño genético.

Cuando se trabaja en condiciones in vitro, se observan fuentes diferentes de estrés que inducen senescencia, tales como los sustratos inadecuados, suero (la célula experimenta plasma in vivo, no suero), y estrés oxidativo (las condiciones atmosféricas son hiperfisiológicas).[6]

Aunque no todas las células senescentes presentan todas las características fenotípicas descritas a continuación, la presencia de cualquiera puede ser indicio suficiente para declarar el estado senescente.

Existe una fuerte relación entre la senescencia celular y el envejecimiento. Varios estudios se han centrado especialmente en el papel de la proteína p53. En pruebas en ratones que fueron modificados para producir niveles altos de p53 se encontraron dos resultados muy disímiles: un grupo presentaba tasas de cáncer casi inexistentes, ya que p53 es un supresor de tumores, pero su vida media era significativamente más corta y presentaban síntomas de envejecimiento a edades tempranas. Esto llevó a determinar la correlación entre las altas tasas de senescencia celular y el envejecimiento,[10]​ pero, de manera paralela, algunos ratones que tenían una modificación que hacía que los niveles de p53 solo fueran más altos después de la activación natural de la respuesta de senescencia, tenían la misma tasa de resistencia al cáncer, pero una longitud de vida normal, las proteínas p53 reguladas naturalmente interactuaban con un efecto opuesto a las no reguladas,[11]​ lo que mostró la influencia de otros factores fisiológicos sobre los procesos de senescencia celular.

Distintos factores fisiológicos pueden afectar las tasas de envejecimiento de un ser vivo. La restricción calórica es una de ellas, al limitar la cantidad de calorías disponibles sin caer en la desnutrición. Distintos modelos han aumentado su expectativa de vida promedio,[12]​ Este proceso parece estar asociado a la actividad de genes reguladores de información silenciosa, o sirtuinas, que codifican la producción de deacetilasas NAD dependientes en formas de vida menores como C. elegans y que pueden tener formas homólogas en mamíferos.

Se determinó que ortólogos de sirtuina 2 son necesarios para que la restricción calórica tenga un efecto de aumento de longevidad en C. elegans, y su ortólogo en mamíferos, la sirtuina T1, se encuentra en mayor cantidad en tejidos de mamíferos con restricción calórica. La relación aún no se ha confirmado en mamíferos.[13]​ La hipótesis principal detrás de esta correlación fue del laboratorio Guarente, donde se postula que en condiciones de restricción dietaria existe un cambio metabólico de fermentación a respiración,[14]​ lo que aumenta los niveles de NAD+ intracelular, lo cual aumentaría la actividad de la sirtuina 2. Sin embargo, esta hipótesis haría imposible el aumento de la expectativa de vida de organismos que sean incapaces de llevar a cabo ese cambio metabólico.



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