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Sergei Eisenstein



Serguéi Mijáilovich Eizenshtéin (en ruso: Сергей Михайлович Эйзенштейн; en letón: Sergejs Eizenšteins; Riga, Imperio ruso; 22 de enero de 1898 - Moscú, URSS; 11 de febrero de 1948), más conocido como Serguéi Eisenstein, fue un director de cine y teatro soviético de origen judío. Su innovadora técnica de montaje sirvió de inspiración para el cine posterior.

Cuando contaba 25 años, Serguéi Eisenstein puso fin a su carrera teatral, al ver el artificioso resultado en su montaje de Máscaras de gas, donde, según sus propias palabras, «el carro se rompió en pedazos y el conductor se cayó de cabeza en el cine». Esto hizo que dejara el teatro y se centrara en el medio que le dio prestigio internacional: el cine.

Eisenstein fue un pionero del uso del montaje en el cine. Para Eisenstein, la edición no era un simple método utilizado para enlazar escenas, sino un medio capaz de manipular las emociones de su audiencia. Después de una larga investigación en el tema, Eisenstein desarrolló su propia teoría del montaje. Sus publicaciones al respecto serían luego de gran influencia para varios directores de Hollywood.

Eisenstein, con frecuencia, no utilizaba actores profesionales para sus películas. Sus narrativas evitaban el individualismo y, en cambio, iban dirigidas a cuestiones más amplias de la sociedad, especialmente a conflictos de clases. Sus actores eran por lo usual personas sin entrenamiento en el campo dramático, tomadas de ámbitos sociales adecuados para cada papel.

Su principal mensaje político se basó en la organización, la participación y la lucha: «Como quieras, quiero».

Sus ideales comunistas lo condujeron en varias ocasiones a conflictos con funcionarios del gobierno soviético. Stalin era consciente del poder del cine como medio de propaganda, y consideró a Eisenstein como una figura controvertida. Su popularidad se profundizó más tarde con el éxito de sus películas, entre ellas El acorazado Potemkin (1925), calificada una de las mejores películas de todos los tiempos.

Sus ensayos literarios cinematográficos y sus dotes como orador, teniendo en cuenta que hablaba además alemán, inglés y francés, hizo que ejerciera una gran influencia sobre la teoría cinematográfica en la época.

En 1924, podrá poner en práctica sus teorías en su primera gran obra, La huelga (Стачка), aunque él mismo consideró que había fracasado a la hora de hacer fluir las emociones de los espectadores y que era demasiado teatral. Se incautó la única copia que había de la película y no se pudo volver a distribuir hasta después de su muerte, aunque el filme llegó a ser exhibido en Occidente y obtuvo el premio en la Exposición de París en 1925.

Pero será su siguiente película, El acorazado Potemkin, la que dará a conocer su nombre en todo el mundo, y es posiblemente la película sobre la que más se ha escrito en toda la historia del cine. Según Eisenstein, el guion de la película, de Nina Agadzhánova-Shutkó, fue escrito para una película en ocho episodios, 1905, que comenzó a rodarse en Leningrado y pensaba relatar los sucesos de la huelga general. Tuvieron que abandonar el rodaje por el mal tiempo, y se dirigieron a Odesa a rodar el capítulo dedicado al motín del acorazado Potiomkin. Eisenstein decidió entonces centrar la película en ese episodio, y se abandonó su proyecto de 1905.

Cuando llegaron a Odesa, buscó a los supervivientes de la masacre, e incluso localizó los dibujos de un francés que había sido testigo de lo ocurrido. Reescribió el guion y realizó diversos títulos para dirigir la acción. Aunque los medios eran pocos, gracias a una serie de experimentos técnicos (pantallas reflectantes, fotografía desenfocada y plataformas móviles entre otros) obtuvieron resultados asombrosos.

Eisenstein erige su película en 1290 planos, combinados con genial maestría mediante un montaje rítmico. Considera innecesarios los movimientos de cámara, ya que el movimiento está determinado por la acción y por el montaje, por lo que son escasísimos, y sólo realiza varios travellings. Destaca la escena de la escalinata, con 170 planos, en la que el pueblo es brutalmente agredido por las fuerzas zaristas y donde crea un tempo artificial, que hace que la secuencia dure casi seis minutos. Prescindirá de simbolismos intelectuales, y la película, con una espléndida fotografía en la que la masa se convertirá en la auténtica protagonista de la obra, acabará por ser considerada la primera obra maestra del cine soviético.

Tras esta gran película realizará dos trabajos más, Octubre, donde narra los sucesos del asalto al Palacio de Invierno durante la Revolución rusa de 1917, y La línea general (también conocida como Lo viejo y lo nuevo), film sobre la reforma agraria, aunque por los cambios en la colectividad agraria en la Unión Soviética tuvo que cambiar su guion en varias ocasiones. En estas dos obras, volverá a experimentar con un nuevo lenguaje a través de las imágenes, pero por su complejidad no llegarán a ser muy bien comprendidas en su época. Además, en La línea general su protagonista no será la masa, sino una heroína individual, María Lápkina. El estreno de Octubre tuvo que retrasarse cinco meses, pues en pleno proceso de postproducción se enteró de que León Trotski había caído en desgracia, y tuvo que quitarlo de todos los planos en los que aparecía en la película.

Eisenstein viajó a Europa en 1930 para investigar sobre el sonido, campo que en la Unión Soviética tardó bastante en desarrollarse. Un directivo de la Paramount se trasladó a París y convenció a Eisenstein de que firmara un contrato para grabar un disco como solista y para rodar en Hollywood, donde llegaría a cobrar hasta 900 dólares a la semana. Fue recibido en Nueva York como un genio, y pronto se dedicaría a dar conferencias en las Universidades de Columbia y Harvard. Poco antes de marcharse a Hollywood, se estrenó en un cine de Arte y Ensayo de Nueva York su película La línea general, y los directivos de la Paramount Pictures se pusieron bastante nerviosos al conocer sus ideas sobre la colectivización y el comunismo.

Al entrar en los Estados Unidos, tuvo que jurar respeto a la Constitución estadounidense, y sufrió distintas presiones para que no usara su gorra típica y se quitara la barba.

Cuando le presentaron a diversas estrellas de Hollywood, se mostró distante, salvo frente a Charles Chaplin y a Colleen Moore. Su primer guion para la Paramount, Sutter's Gold, fue rechazado, entre otros motivos porque el Mayor Frank Pease, de tendencias fascistas, lanzó un panfleto titulado Eisenstein, el mensajero del infierno en Hollywood, en el que entre otras cosas lo llamaba «perro rojo» y lo acusaba de todas las barbaridades, fueran reales o no, cometidas por los bolcheviques.

La Paramount no quería renunciar todavía a Eisenstein y le encargó otro guion, que se titularía An American Tragedy, adaptación de una obra de Theodore Dreiser que trataba sobre la justicia norteamericana en un juicio por asesinato, y con el que la productora quedó encantada. El problema fue que el Comité Fish, antecesor del Comité de Actividades Antiamericanas, estaba actuando contra las actividades comunistas en California y contra la idea de llevar esa novela al cine. Todo esto hizo que finalmente la Paramount rompiera su contrato con Eisenstein.

Entre 1930 y 1932 Eisenstein visitó México, quedándose un mes en la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo, donde intentó producir una nueva película titulada ¡Que viva México!. Nada más llegar al país fueron encarcelados tanto él como sus dos ayudantes de dirección, todos rusos, pero gracias a la intervención de un amigo español el panorama cambió hasta el punto de que lo convirtieron en huésped de honor. Llegó a rodar 60.000 m de película, pero la producción se paró debido a que Upton Sinclair, el novelista estadounidense, dejó de patrocinar la película. Le dijo a Eisenstein que volviera a Moscú, a donde le enviaría la película ya rodada, cosa que nunca ocurrió. Upton Sinclair terminaría la película y estrenaría el resultado en 1933 bajo un título modificado: Thunder over México (Trueno sobre México). Sinclair acusó a la Unión Soviética del fracaso del proyecto. Con el material rodado se han hecho seis montajes distintos, pero ninguno por el propio Eisenstein.

En su etapa norteamericana conoció y se hizo amigo de Paul Robeson, el cantante y activista afroamericano de los derechos civiles.

Profundamente deprimido, Eisenstein regresó a su patria. Sin embargo, la visita de Eisenstein a Norteamérica lo convirtió en sospechoso para Stalin, y esta sospecha jamás sería erradicada por completo de la mente de la élite estalinista. Las siguientes dos películas de Eisenstein serían censuradas por cuestiones políticas. Por lo tanto, no pudo culminar su siguiente rodaje, El prado de Bezhin (1935-1937), tragedia campesina que será saboteada por el máximo responsable de la cinematografía rusa, que la considera políticamente incorrecta. Entonces, al igual que hiciera Vsévolod Pudovkin, se refugia en la enseñanza y en la elaboración de su teoría sobre el empleo del color y del sonido, que sin embargo no tendrá ocasión de llevar a la práctica.

En 1938, Eisenstein dirige Alejandro Nevski, que cuenta las andanzas de este héroe nacional ruso, que derrotó a los teutones en el siglo XIII y por la que se le concedería el Premio Stalin. En ella vuelve a hacer gala de su maestría para el montaje. Su protagonista vuelve a ser una sola persona, no la masa, y desaparece su vigoroso estilo documental para ser sustituido por una delicada reconstrucción de la historia. Durante el rodaje, se asignó un supervisor oficial para vigilar a Eisenstein. En esta película, Eisenstein aplica el método de contrapunto que plantea en el Manifiesto del sonido, que escribió en 1928 junto con Pudovkin y Aleksándrov.

A comienzos de los años 40, proyecta Iván el Terrible, una amplia trilogía sobre la figura del zar Iván Grozni. Plantea el drama del zar como la materialización de las contradicciones de un político creyente fiel y ortodoxo, que se ve obligado a enfrentarse con la Iglesia rusa que no quiere perder sus privilegios feudales. La imagen que presenta Eisenstein de este zar torturado, que se cuestiona si el poder proviene de Dios o del pueblo, disgusta a los dirigentes comunistas soviéticos, y después de recibir el Premio Stalin por su primer capítulo, su segunda y su tercera parte, que pensaba rodar en color, son prohibidas.

En 1948, Eisenstein sufrió una terrible hemorragia a causa de un infarto, y murió a los 50 años de edad.



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