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Shebbakiyya



La shbaquía o shebaquía (en árabe, شّباكيّة shshbākīa; en bereber, ⵛⴻⴱⴱⴰⵇⵢⴰ; en francés, chebakia) en Marruecos, o griwesh (en árabe, كريوش; en francés, griouech) en Argelia, es un popular dulce típico de la repostería magrebí, que se elabora con una masa cortada en tiras y dobladas en forma de flor, frita en aceite hasta estar dorada e inmediatamente se bañan en miel caliente por varios minutos. De esta manera tienen un aspecto brillante, moreno como el ámbar y muy dulce.[1]​ Frecuentemente se aromatiza con anís, canela, azafrán, agua de azahar, etc. y se recubren con semillas de sésamo. Las shbaquías se preparan en grandes cantidades al inicio del ramadán, y se consumen (y regalan a seres queridos) durante el iftar.[2]​ Durante este mes, es típico servir shbaquías en cafés y restaurantes, y también se venden en la calle.

«Shebaquía» proviene de la raíz ش ب ك, que quiere decir 'entrelazar', debido a la forma en que las tiras de masa son torcidas. Según el lugar, reciben nombres diferentes; en Rabat, se denominan mjarqa, en Fez se llaman griwesh, mientras que en Salé se llaman el qli, y en Uezán se llama el hlu. En el norte de Marruecos, es más común el nombre de kwilech. En Argelia, predomina el nombre de griwesh.[3]

Aunque en la actualidad, la shbaquía es un dulce imprescindible de la repostería de Marruecos, su origen se remonta a la llegada de cientos de andalusíes (musulmanes, pero también judíos sefarditas) que fueron expulsados de la península ibérica tras la Reconquista.[3]​ La repostería andaluza también tiene predilección por las masas dulces fritas, así como la gastronomía sefardí.

En última instancia, la técnica de freír masas y bañarlas en miel fue traída por familias árabes y otomanas desde el Oriente Medio cuando migraron hacia poniente, por lo que la shbaquía comparte muchas similitudes con recetas orientales como el yalebi y el yaangiri de India y Pakistán, o la زلابية zellabia árabe. Por ejemplo, se sabe que las zellabias eran una de los postres predilectos de Abu Nasr Saad, el rey de la Granada nazarita.[4]

En un cuenco, se mezclan el sésamo molido, la harina, la canela molida, el anís molido, la sal, la levadura, el mástique (almáciga) y la levadura. También los ingredientes líquidos: el vinagre, la mantequilla derretida y la yema de huevo.

A continuación se pasa a amasar hasta hacer una pasta, y se divide en bolas que posteriormente se siguen amasando y se cortan en tiras o cuadros. Hay diferentes maneras de doblar la masa. Cuando ya se tienen todas las pastas, se fríen en abundante aceite, se sacan de la freidora sin escurrir y se ponen en una olla con miel o almíbar muy espeso y caliente para que se empapen bien, cuanto más jugosas queden mejor. Finalmente, se le añaden semillas de sésamo al gusto.

Se suele acompañar de té a la menta (atay).



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