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Sigamos la flota



¿Dónde nació Sigamos la flota?

Sigamos la flota nació en cine.


Sigamos la flota es una comedia musical de Hollywood protagonizada por Fred Astaire, Ginger Rogers, Randolph Scott, Harriet Nelson (quien aparece con su verdadero apellido, Hilliard), Betty Grable y Lucille Ball, que realiza una pequeña intervención. La película fue dirigida por Mark Sandrich, con un guion escrito por Allan Scott y Dwight Taylor basado en la obra de 1922 Shore Leave, de Hubert Osborne. La música y letras fueron compuestas por Irving Berlin.

Los críticos de baile norteamericanos Arlene Croce y John Mueller reseñaron que esta película contenía algunos de los mejores duetos de Astaire y Rogers, como el de Let's Face the Music and Dance. También añadieron que el punto más débil[1]​ de la misma era un argumento excesivamente discursivo, así como una falta de humoristas de calidad[2]​ para dar vida a toda esa trama llena de elementos fantásticos, tal y como también ocurría[3]​ en Roberta. Según Croce, "una de las razones por la que los números de baile de Sigamos la flota son tan buenos es que Rogers ha mejorado increíblemente como bailarina. Desde que Astaire se ocupa de su preparación ha desarrollado una gran cantidad de estilos y, en consecuencia, los números de esta película están pensados para hacer notar precisamente esto".[4]​ El compositor Berlin llegó a afirmar[5]​ que las capacidades de Astaire le inspiraban para realizar sus mejores obras, razón por la cual esta magnífica banda sonora[6]​ se compuso inmediatamente después del gran éxito popular de Sombrero de copa. Sin embargo, en su faceta de actor, Astaire resulta poco convincente[7]​ a la hora de deshacerse de su imagen de hombre de mundo y ponerse el uniforme de marinero. Rogers, por el contrario, en su ya quinto dueto con Astaire, hace uso de su estilo cómico y a la vez dramático para interpretar su papel de animadora de un club nocturno.

Sigamos la flota fue un gran éxito de taquilla,[8]​ por lo que a lo largo de 1936, Astaire grabó versiones de Let Yourself Go, I'm Putting all My Eggs in One Basket y Let's Face the Music and Dance que llegaron a alcanzar un tercer, un segundo y un tercer puesto[9]​ respectivamente en las listas de éxitos norteamericanas.

Baker (Fred Astaire), al que llaman "Bake" en la película, y Sherry (Ginger Rogers) son una antigua pareja de baile ahora separada, ya que Bake se encuentra en la marina y Sherry trabaja como bailarina en una sala de baile de San Francisco. Bake visita en una ocasión esa sala de baile durante un período de permiso con "Bilge" (Randolph Scott), un compañero de la marina. De esta manera se reencuentra con Sherry, al tiempo que su compañero Bilge se siente atraído inicialmente por Connie (Harriet Hilliard), la hermana de Sherry. Cuando Connie empieza a plantearse la idea del matrimonio, Bilge rápidamente se olvida de ella y dirige su atención hacia una amiga de Sherry, una divorciada llamada Iris (Astrid Allwyn) a la que le gusta vivir la vida y divertirse. Al poco tiempo los dos marines vuelven al mar, en tanto que Connie busca la manera de conseguir dinero para recuperar el velero de su fallecido padre, quien era capitán. Cuando los chicos vuelven a San Francisco, Bake intenta conseguirle a Sherry un trabajo en un espectáculo de Broadway, pero fracasa debido a una serie de malentendidos y confusiones de identidad. Al final logra cumplir su promesa organizando un espectáculo benéfico con el que consigue además los 7000 dólares que eran necesarios para restaurar el barco. Tras dicho espectáculo, a Bake y Sherry les ofrecen trabajar en Broadway y deciden volver a formar equipo.

Hermes Pan colaboró con Astaire en la composición de las coreografías, cuya dinámica principal son temas con cambios bruscos de tempo, ritmo y dirección. La competitividad entre los bailarines es otro factor que adquiere bastante importancia.

Nota: Hubo dos canciones, Moonlight Maneuvers y With a Smile on My Face, que se escribieron para la película, pero finalmente no se usaron.

Fred Astaire y Ginger Rogers ya habían coincidido en Volando a Río y, aunque la protagonista absoluta de la película era Dolores del Río, llamaron la atención de los directivos de la RKO. La pareja era explosiva, y su compenetración, absoluta. La feliz coincidencia entre los dos revolucionaría el panorama del cine musical de los años treinta. La alegre divorciada ya fue un producto hecho a su medida, y después vendrían títulos como Roberta, Sombrero de copa y Sigamos la flota, que consolidarían una colaboración que haría historia.



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