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Simeón el Loco



Simeón el Loco (también conocido como Aba Simeón, o Simeón de Edesa o Emesa) fue un monje, eremita y santo cristiano del siglo VI que murió aproximadamente durante el año 570. Está considerado el patrón de los santos locos[1]​ y de los titiriteros.[2]

Simeón era de origen sirio. Nació en Edesa, donde vivió soltero, acompañado de su anciana madre.[3]​ A los treinta años, acompañado por su amigo Juan de Edesa, Simeón hizo los votos monásticos en el monasterio del abad Gerásimo.[3]​ Simeón y Juan estuvieron durante veintinueve años dedicados al ascetismo y a la meditación en las proximidades del mar Muerto.[4]​ Posteriormente Simeón dijo que Dios le había pedido que abandonara su vida retirada en el desierto y que se trasladara a la ciudad de Homs, donde se dedicó a la caridad y a hacer obras piadosas.[3]​ Su comportamiento no era nada convencional, por ejemplo entraba en la ciudad arrastrando un perro muerto, o una vez apagó las lámparas del templo y le lanzó nueces a las mujeres; con estas extravagancias llevó a muchos al arrepentimiento, salvando sus almas del pecado, aunque muchos también le insultaban por ello e incluso llegaban a castigarle físicamente, lo cual él soportaba con paciencia. Sanaba enfermos y expulsaba demonios con sus oraciones, predicaba el Evangelio, alimentaba al hambriento y ayudaba a muchas personas, aunque muchas de sus buenas obras eran hechas en secreto.

En cierta ocasión se acercó a él un hombre enfermo de glaucoma. Cristo había curado la ceguera empleando saliva y arcilla y Simeón trató de curarlo untándole mostaza en los ojos: el enfermo sintió una gran quemadura y su enfermedad se agravó. Simeón logró curarle finalmente cuando le explicó que lo que debía era arrepentirse de sus pecados y enmendar su vida.

Simeón murió hacia el año 570 y fue enterrado en la fosa común destinada a mendigos y extranjeros. Mientras se transportaba su cuerpo, varias personas dijeron haber escuchado cánticos sobrenaturales.[3]

La vida de Simeón el Loco fue escrita por Leoncio, obispo de Neápolis (en Chipre), quien estableció un paralelismo entre la vida de Simeón y la de Cristo, modelo que el santo quería imitar a su manera.[5]​ En español existe una traducción debida a José Simón Palmer, incluida en el volumen Historias bizantinas de locura y santidad.[6]

Según el santoral católico san Simeón se celebra el 1 de julio; según el calendario litúrgico bizantino, el 21 de julio.[7]



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