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Sinfonía n.º 9 (Mahler)



La Sinfonía n.º 9 es la última sinfonía que Mahler completó antes de su muerte. Compuesta entre 1908 y 1909 se estrenó de manera póstuma en junio de 1912 por la Orquesta Filarmónica de Viena dirigida por Bruno Walter.[1]​ Es una obra de una notable fuerza y sobrecogimiento, y es considerada por muchos como la mejor composición mahleriana. Es la muestra más elocuente, junto a la La canción de la Tierra y la incompleta décima sinfonía, de la maestría que el compositor alcanzó al final de su vida.

Al tiempo de concluir la composición de esta sinfonía, Mahler ya había sufrido las tres tragedias que marcarían sus últimos años: la muerte de su hija mayor, su dimisión de la Ópera de Viena y el diagnóstico de una lesión valvular cardíaca que acabaría con su vida en 1911 al complicarse con endocarditis infecciosa. A esto se agrega el haberse enterado de la relación que su esposa Alma mantenía con el arquitecto Walter Gropius. Es un hecho que la muerte persiguió a Mahler a lo largo de toda su vida (nueve de sus catorce hermanos murieron durante la infancia; su hermano Otto se suicidó siendo ya adulto; la propia muerte de su hija y la de su suegra, quien cayó víctima de un fulminante ataque al corazón durante el funeral de la pequeña María). De este modo, la novena sinfonía parece estar cubierta por la muerte. Tiene la misma estructura y el mismo tono de despedida que la Patética de Chaikovski, muerto apenas una semana después del estreno de la referida obra.[1]

La obra consta de cuatro movimientos:

El primer movimiento comienza de forma arrítmica e irregular, muy suavemente (probablemente una alusión a la condición cardíaca del compositor). El movimiento continúa desarrollándose con un halo de desesperanza, la cual se manifiesta en los dos primeros clímax del movimiento, siendo el tercero, sin dudas, una referencia a la muerte.

Los dos movimientos siguientes se caracterizan por tener un carácter lúdico. El segundo emula una danza y el tercero una marcha militar.

El cuarto movimiento parece traer la redención al alma agonizante del compositor. Reposado y plagado de referencias al descanso y la vida eterna, se dice que es una muestra del dolor de Mahler por la muerte de su hija. De hecho, casi al final del movimiento incluyó una parte del lied Oft denk' ich, sie sind nur ausgegangen, de sus Kindertotenlieder. En la partitura, Mahler escribió la siguiente estrofa de esa canción: En las cumbres el día es hermoso, en una clara alusión a su tragedia personal.

La novena sinfonía ha sido grabada en múltiples ocasiones y en diversos formatos como discos de 78-rpm, LP, CD o DVD.



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