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Sistemática



La sistemática es un área de la biología encargada de clasificar a las especies a partir de su historia evolutiva (filogenia). Se ocupa de la diversidad biológica en un plano descriptivo y en uno interpretativo.[1]

La unidad fundamental de la que parte toda la clasificación es la especie, aquella agrupación de seres en la que todos sus miembros son capaces de aparearse entre sí y producir descendencia viable y fértil. Para la designación de las especies se utiliza la nomenclatura binomial de Linneo, consta de dos palabras escritas en minúsculas y cursiva, la primera de ellas corresponderá siempre al género y comienza con mayúscula y la segunda escrita en su totalidad en minúscula corresponde a la especie. Los nombres de géneros y especies siempre van en una tipografía diferente que el resto del texto, normalmente en itálicas para texto tipografiado y subrayados en el caso de un texto escrito a mano. Los biólogos y paleontólogos suelen incluir detrás del nombre completo de la especie el nombre de la persona que la describió, así como el año de publicación.

En los años cincuenta el entomólogo alemán Willi Hennig (fundador de la cladística), sugirió un sistema de agrupación basado en la historia evolutiva de los seres vivos (filogénesis), en el que tras estudiar todas las características de un grupo y excluir aquellas que no marcan su desarrollo, define una nueva agrupación, llamada clado, es necesario advertir que los rasgos más obvios y acusados no necesariamente marcan el desarrollo evolutivo de un linaje. Esta agrupación en clados presta más atención a los puntos en que los diversos clados se bifurcan o separan entre sí, que a la agrupación por características morfológicas, que en algunos casos, podrían ser secundarias y desvirtuar la lógica en el tiempo del esquema arbóreo.

Desde que la vida surgió en sus formas más sencillas, hace aproximadamente 3500 millones de años, los seres vivos se han ido diferenciando generación tras generación en un proceso de evolución continua. Se estima que están descritas alrededor de 2 millones de especies vivientes de animales y se infiere que deben existir varios millones más. Si pensamos en el número de especies que surgen y las extintas desde que apareció la vida, el número total asciende extraordinariamente.

La sistemática es un área de la biología que se desarrolló primero dentro del campo de la historia natural, abarcando la parte descriptiva y sistemática de la geología. Su método se centró inicialmente en la observación sistemática. La rápida acumulación de datos descriptivos condujo a mediados del siglo XVIII a la revolución linneana, con el establecimiento de convenios precisos de nomenclatura y clasificación de los seres vivos, válidos con independencia de la nacionalidad, la lengua o los objetivos precisos del investigador. Así que el sistema más utilizado con algunas modificaciones es el "Linneano", creado por el botánico sueco Carlos Linneo (1707-1778) en el siglo XVIII.

Así como otras ciencias que se ocupan de sistemas complejos y determinados por una historia concreta, la sistemática se benefició del desarrollo de la estadística descriptiva, desde finales del s.XIX y muy especialmente de la estadística multivariante, a mediados del s.XX.[2]

La diversidad de características que despliega la naturaleza viviente, las semejanzas y diferencias, son el resultado de la evolución y dos causas generales:

Para el estudio de la clasificación de los organismos surgió una ciencia llamada taxonomía (de la raíz griega taxis que significa ordenación). La organización que establece la taxonomía tiene una estructura arbórea en la que las ramas a su vez se dividen en otras y estas se subdividen en otras menores. A cada una de las ramas, ya sean grandes o pequeñas, desde su nacimiento hasta el final, incluyendo todas sus ramificaciones, se les denomina taxón.

La taxonomía tiene por objeto agrupar a los seres vivos que presenten semejanzas entre sí y que muestren diferencias con otros seres, estas unidades se clasifican principalmente en siete categorías jerárquicas que son, por orden decreciente de sus niveles:

Dominio - Reino - Phylum o División (Tipo) - Clase - Orden - Familia - Género - Especie

Estos ocho niveles a veces no son suficientes para clasificar de forma clara a todos los seres vivos y es necesario en algunas ramas crear subdivisiones intermedias, como suspendedor, suborden y superfamilias.

Dentro de las herramientas taxonómicas diseñadas para facilitar la determinación de los organismos se encuentran las claves, estas pueden ser dicotómicas, politómicas o con sangría. Las dicotómicas tienen dos opciones, cada una contiene una serie de caracteres contrastantes entre sí, está diseñada de tal forma en que solo una opción puede aceptarse, a cada par de alternativas a escoger se le llama copla o dilema.[3]

El objetivo de la clasificación es ordenar o disponer por clases a los organismos. En la década de los ochenta se utilizaba una serie de palabras para presentar un arreglo particular de acuerdo con algún principio de relación que se creía existía en los organismos.[4]​ Pero ya para 1990 comenzó a emplearse un sistema de palabras y símbolos que denotaban conceptos.[5]

En términos de clasificación biológica existen jerarquías, se refieren a los rangos que denotan grupos ordenados en una secuencia de conjuntos y subconjuntos, incluidos sucesivamente.[5]

La clasificación artificial, agrupa a los organismos por atributos designados de acuerdo a sus similitudes o sobre la base de su utilidad, en el caso de seres vivos se hace sin que exista ninguna hipótesis de relación o teoría biológica como ancestralidad común.[6]

A diferencia de la clasificación artificial, la clasificación natural se basa en las relaciones genealógicas y que solo contienen grupos monofiléticos, los cuales están conformados por grupos de especies que incluyen un ancestro y sus descendientes. .[4]​ Desde la época de Linneo los taxónomos han intentado desarrollar clasificaciones naturales, sin embargo hasta antes de la publicación de El origen de las especies de Darwin, las clasificaciones no reflejaban la historia evolutiva de los grupos.[7]

De los conceptos aceptados en el siglo XXI se asume que la clasificación natural debe reflejar relaciones filogenéticas entre las especies a clasificar.[6]

La clasificación filogenética está basada en relaciones genealógicas entre grupos de organismos.[4]

Véase también: Escuelas de taxonomía

Tres son las principales escuelas sistemáticas:

La filogenia da continuidad a las relaciones de parentesco entre entidades biológicas, sean estas géneros o especies y generalmente se representan por un diagrama ramificado llamado cladograma.

Los cladogramas son dendogramas construidos con base en las relaciones cladísticas o de ancestralidad común de los taxones terminales, reconocidas por caracteres evolucionados compartidos o sinapomorfias.[10]

La topología es la forma geométrica del cladograma o la secuencia de adyacencia absoluta de los taxones. Mientras que la raíz es el punto donde se le da la dirección al árbol, aunque también se conoce como raíz al taxón empleado para ubicar el punto de orientación del árbol. El enraizamiento es el procedimiento mediante el cual se emplea al grupo externo para ubicar la raíz.[11]

La taxonomía y la nomenclatura son disciplinas instrumentales, que son más cercanas al concepto de técnicas que al de ciencias.

La larga lista de especialidades tiene que ver con la diversidad misma que la sistemática investiga. La división inicial en zoología y botánica se fue ampliando para sumar a la microbiología y a la virología. Cada taxón mayor es el centro de una especialidad, y sus grupos subordinados los son a su vez de otra. Por ejemplo, la dipterología que estudia a las moscas y mosquitos es parte de la entomología, que estudia a los insectos en general, que por su parte está subordinada a la zoología.



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