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Sociabilización



La socialización es el proceso mediante el cual el ser humano aprende, en el transcurso de su vida, los elementos socioculturales de su medio ambiente y los integra a la estructura de su personalidad bajo la influencia de experiencias, sucesos y de agentes sociales.

La socialización es factible gracias a los agentes sociales, que se pueden identificar como la familia (primer nivel social al que tenemos acceso), la escuela (transmisora de conocimientos y de valores) y los medios de comunicación, y a la existencia de normas para la socialización que son elementos que regulan nuestra forma de relacionarnos con el entorno, y que además sirven para nuestra ubicación en los diferentes grupos sociales. También en la socialización una persona interioriza la cultura de una sociedad determinada, mediante la acción de instituciones e individuos representativos con capacidad para transmitir e imponer la cultura que se considera apropiada.

La socialización podría describirse desde dos puntos de vista: objetivamente, a partir del influjo que la sociedad ejerce en el individuo; en la que esta lo moldea y lo adapta a las condiciones de una sociedad determinada, y subjetivamente, a partir de la respuesta o reacción del individuo a la sociedad. Manifiesta además que la socialización es vista por los sociólogos como el proceso mediante el cual se inculca la cultura a los miembros de la sociedad, a través de él, la cultura se va transmitiendo de generación en generación, los individuos aprenden conocimientos específicos, desarrollan sus potencialidades y habilidades necesarias para la participación adecuada en la vida social y se adaptan a las formas de comportamiento organizado característico de su sociedad.[1]

Por lo general, se distingue la socialización primaria (aquella en la que el individuo adquiere las primeras capacidades intelectuales y sociales, y que juega el papel más crucial en la constitución de su identidad) de los procesos de socialización secundaria, en los que instituciones específicas (como la escuela o el ejército) proporcionan competencias específicas, más abstractas y definibles.

Es la socialización que se da en el seno familiar del individuo, hasta que llega a ciertos institutos educativos como puede ser el colegio, donde suceden las primeras relaciones con otras personas que no se encuadran en el entorno familiar (de todas maneras no hay un momento exacto que marque la finalización de esta etapa, ya que esto varía según el individuo, la sociedad y las pautas culturales en la que este se desenvuelva).

Es toda socialización ulterior, que introduce a un individuo ya socializado en nuevos sectores del mundo objetivo de una sociedad. Es la internalización de submundos institucionales (realidades parciales que contrastan con el mundo de base adquirido en la socialización primaria) o basados sobre instituciones. El aprendizaje se refiere a la adquisición de nuevos recursos al repertorio de respuestas del individuo y en este sentido su alcance es más amplio, ya que no todo aprendizaje supone un factor socializante. Para que esta resulte efectiva el punto de partida se inicia en la edad temprana con la asimilación de las estructuras cognitivas y las habilidades lingüísticas y comunicativas para, a través de las pautas de valores, reglas y significados reconocidos, aprender la realidad y capacitar al sujeto para alcanzar contenidos significativos más extensos y lograr un proceso de interacción en el pensamiento.

La socialización terciaria es un proceso de reintegración social solamente aplicable a aquellos que han sufrido una desviación de la norma. También se denomina resocialización y se aplica sobre aquellas personas que han mostrado conductas delictivas e infracciones. Se trata de readaptar la conducta del desviado, es decir, el que ha transgredido la norma. Normalmente, ante tal transgresión, el individuo termina en la cárcel, con lo que este proceso de socialización terciaria suele darse dentro de la prisión. Se entiende entonces que los agentes inductores de la socialización terciaria sean las autoridades competentes y los profesionales (educadores sociales, psiquiatras, psicólogos y médicos).

La socialización sexual se inicia cuando el individuo nace y termina cuanto este muere. La socialización sexual es el proceso mediante el cual los conocimientos, actitudes y valores sobre la sexualidad se adquieren. Se trata de un proceso complejo y multidimensional, el cual ocurre gradualmente a lo largo de muchos años e implica la vinculación de mensajes provenientes de diversas fuentes de información. Los mensajes recibidos cubren un amplio rango de temas, los cuales van desde los aspectos biológicos de la reproducción hasta tópicos referidos a valores y actitudes sobre las citas, el sexo, el amor y las relaciones románticas. Los mensajes también tienen múltiples formas, pueden ser de manera directa y verbal al entablar una conversación sobre sexo con alguna persona, pero también la transmisión de información puede ser de forma indirecta y no verbal; en ocasiones, pueden llegar a ser mensajes sutiles, ambiguos o inconsistentes. Si bien los padres son una fuente de socialización sexual, también los amigos del mismo sexo, los maestros de escuelas y los medios de comunicación juegan un papel importante en este proceso.[2]

Existe evidencia empírica que apoya la hipótesis de que los hermanos juegan un papel secundario en la socialización sexual; sobre todo la influencia se da de hermanos mayores hacia los menores. Por ejemplo, los hermanos mayores varones con experiencia sexual presionan a los hermanos menores para tener actividad sexual.[3]​ Así, esta experiencia previa de los mayores se relaciona con el debut sexual de los menores.[4]​ Incluso, los hermanos menores tienden a iniciar su vida sexual a edades más tempranas en comparación con la de sus hermanos mayores.[5][6]



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