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Sociolingüista



La sociolingüística es la disciplina que estudia los distintos aspectos de la sociedad que influyen en el uso de la lengua, como las normas culturales y el contexto en que se desenvuelven los hablantes; la sociolingüística se ocupa de la lengua como sistema de signos en un contexto social.[1]​ Se distingue de la sociología del lenguaje en que esta última examina el modo en que la lengua influye en la sociedad. [2][cita requerida]

La sociolingüística también tiene puntos en común con la etnografía de la comunicación, la dialectología, la antropología lingüística y con la pragmática.

La sociolingüística cuantitativa urbana o variacionismo se ocupa principalmente del estudio de la variación lingüística y del cambio lingüístico. Estudia las distintas variantes lingüísticas que se dan en grupos humanos estratificados según ciertas variables sociales como edad, sexo, nivel socioeconómico, nivel de instrucción, profesión, procedencia geográfica, grupo étnico.[3][4]​ Del mismo modo que una lengua presenta variedades conocidas como dialectos en las distintas regiones en que se utiliza, también el uso de la lengua cambia de un grupo social a otro; estos sociolectos son objeto de estudio de la sociolingüística. Cuando la variedad va unida a una cultura determinada se denomina etnolecto. La utilización de esas variedades lingüísticas puede servir para categorizar a los individuos en clases sociales o socioeconómicas, aunque un mismo individuo puede utilizar diferentes variedades de la lengua de acuerdo con la situación social y el contexto en que tenga lugar la interacción.

La sociolingüística sincrónica se centra en la estructura sociolingüística y en las variaciones lingüísticas que dependen de las situaciones y de las actitudes de los hablantes; la sociolingüística histórica o diacrónica, por su parte, se ocupa del cambio lingüístico y de la adquisición y difusión de las lenguas.

En otro nivel de análisis, la sociología del lenguaje (término popularizado por Joshua Fishman) se interesa por fenómenos sociológicos como el bilingüismo, la diglosia, la elección, sustitución y mantenimiento de lenguas y el contacto entre distintos idiomas. La sociología de la lengua se centra en la interacción entre el uso del lenguaje y las sociedades, mientras que la sociolingüística estudia sobre todo el efecto de la estructura y organización social en el uso del lenguaje.

Un sociólogo del lenguaje estudia en qué manera la dinámica social es alterada o afectada por el uso individual o colectivo de la lengua. Este estudio buscaría averiguar quien está "autorizado" a usar qué lengua, con quién y bajo qué condiciones. Igualmente la sociología del lenguaje examinaría cómo la lengua afecta a la identidad individual y de grupo, y cómo se establece esta identidad.

Por otro lado, la etnografía de la comunicación es una corriente interdisciplinaria muy ligada a la etnología que estudia la interacción comunicativa en comunidades pequeñas y la manera en que la lengua influye en la visión del mundo de los miembros de la comunidad.

Tanto la sociología como la dialectología estudian la lengua oral y las relaciones existentes entre determinados grupos humanos y los rasgos lingüísticos que les son propios. Sin embargo, la sociolingüística se ha ocupado sobre todo de estudiar los núcleos urbanos, mientras que la dialectología tradicionalmente se ha dedicado en especial a explorar los límites geográficos entre dialectos en áreas rurales.

Por ejemplo, un sociolingüista puede determinar, a través del análisis de las actitudes sociales, que el uso de una jerga como el lunfardo se considera inapropiado en ciertos contextos profesionales de Argentina; también puede estudiar la gramática, la fonética, el vocabulario y otros aspectos de este sociolecto, mientras que ese mismo investigador si estudia la variación geográfica de la lengua, las fronteras entre los distintos dialectos, tenderá a ser llamado dialectólogo.

La reflexividad sociolingüística se concibe como un mecanismo constitutivo, intencional y regulativo de la comunicación lingüística, que se expresa a través de representaciones cognitivas, razonamientos, normatividades, evaluaciones y descripciones de los recursos lingüísticos y socioculturales de los hablantes. La reflexividad en el campo de la sociolingüística se puede considerar como la continuación de los debates sobre la conciencia lingüística, las actitudes sobre el lenguaje y la valoración social de las lenguas, las culturas y las identidades en contextos interculturales.[5]​ La importancia de este enfoque de investigación cualitativa muestra que los razonamientos sociolingüísticos, los patrones de interacción comunicativa y las preferencias lingüísticas poseen gran flexibilidad y un amplio rango de adaptabilidad y de transformación. Por eso, cada colectivo etnolingüístico adopta mecanismos simbólicos para transmitir los significados y rasgos distintivos de la cultura de una generación a otra, y también de una comunidad a otras externas (Muñoz, 2010).[6]

La sociolingüística crítica se encarga de recoger , analizar e integrar en un mismo discurso las teorías de aquellos investigadores que, desde la sociolingüística, el análisis del discurso, la antropología, la sociología o la psicología, comparten una visión socialmente crítica de los fenómenos lingüísticos. Asimismo, la sociolingüística crítica se diferencia de otras orientaciones sociolingüísticas por el hecho de intentar establecer de qué manera los usos lingüísticos contribuyen a reproducir y a transformar las relaciones sociales y, especialmente, las relaciones de desigualdad entre grupos sociales definidos por criterios de repertorio lingüístico, clase social, género, edad, religión, raza o etnicidad. De esta manera, mientras que la sociolingüística tradicional ha intentado identificar los fenómenos lingüísticos como resultado de los procesos sociales, la sociolingüística crítica baraja la hipótesis de que las categorías sociales y los significados son una producción discursiva y, por lo tanto, no establece una relación causa-efecto entre sociedad y lenguaje, sino que entiende que la sociedad se constituye sobre la base de las prácticas lingüísticas (A.K. Halliday, 1978).[7]

Hay que tener en cuenta que, a partir de la segunda mitad del siglo XX, el postestructuralismo marcó un punto de inflexión en las ciencias sociales, afectando prácticamente a todas las disciplinas, desde los estudios literarios a la arqueología. En sociolingüística, la ruptura surge cuando el concepto de discurso pasa a sustituir el concepto de lenguaje. El discurso se refiere a cualquier práctica social caracterizada por su naturaleza simbólica, es decir, por el hecho de constituirse como significante y, a la vez, significado, a diferencia de la sociolingüística tradicional que nos remite a un sistema cerrado de signos y de significados independientes de la práctica social (Foucault, 1969).[8]

Así pues, la sociolingüística tradicional trabaja con la noción de lenguaje como sistema independiente de signos y define a la sociedad como una estructura interrelacionada donde los individuos actúan en función de la reflexión racional basada en las normas y valores del sistema cultural. La sociolingüística crítica, en cambio, considera que las producciones discursivas son el proceso mismo de la estructuración de la sociedad —no establece, pues, una diferencia entre los aspectos lingüísticos y los aspectos sociales— y adopta la idea del lenguaje de la lucha social en la que los individuos actúan para legitimar sus ideologías o bien para acceder a los recursos (Bourdieu, 1982).[9]

Es por eso que el campo de estudio de la sociolingüística crítica se interesa especialmente por aquellos temas que tienen que ver con las desigualdades sociales de cualquier tipo —lengua y etnicidad,[5]interseccionalidad y feminismo, ideologías lingüísticas y globalización, etc.— o bien con las pugnas ideológicas entre los diferentes grupos de una misma sociedad.

Una variación lingüística [10]​ se define como el uso de un elemento lingüístico en lugar de otro sin que esto implique ningún cambio de significado referencial.[11]​ El elemento que posee diversas expresiones es una variable sociolingüística, y cada una de las formas alternativas de una variable se denomina variante. Un ejemplo de variable sociolingüística en español puede ser la pronunciación de la terminación -ado de los participios verbales, y sus dos variantes principales serían [aðo] y [ao]/[au].

Existen cuatro tipos principales de variación: la variación fonético-fonológica, la variación sintáctica, la variación léxica y la variación en el discurso. [cita requerida]

Variación fonético-fonológica: Dado que ésta no se ve afectada por culpa de problemas de significado, la variación fonológica fue la primera en analizarse. Esto es muy importante porque la convierte en la más fácil de estudiar, siendo la más estudiada. William Labov inicia una metodología aplicando el estudio de cinco variables fonológicas en Nueva York,[12]​ y ésta será imitada más adelante por otros investigadores. Más tarde, Bailey, insiste en la simplicidad del concepto de variante de Labov. Un ejemplo eran los estudios llevados a cabo sobre algunos dialectos ingleses en los que se analizaba la variación de (r) al final de una sílaba, en los que no se tenía en cuenta una diferencia importante de estos: si [r] influye o no sobre la vocal silábica. Esto provoca una pérdida de información a nivel lingüístico. Diversos autores llegaron a la conclusión de que la posición inicial de palabra es más importante que la posterior. En cuanto a factores sociales, se hace la hipótesis de que la variante tensa (imitación del sonido correcto) es más frecuente cuanto más alto es el nivel sociocultural. Existen tres grupos de factores lingüísticos que pueden determinar la variación fonológica:

Variación sintáctica: Carmen Silva-Corvalán establece que la naturaleza de la variación sintáctica no es análoga de la fonológica por estas razones[13]​:

Hay varios tipos de variables que también se incluyen en este grupo:

Variación léxica: Su estudio se enfrenta a iguales problemas que la sintáctica. Entre ellos destaca el establecimiento de equivalencias entre variantes, que nos lleva a la antigua discusión sobre la existencia o no de la sinonimia. Las unidades léxicas pueden verse semánticamente neutralizadas, pero es muy complicado demostrar que dos o más variantes son equivalentes.[14]​ Esto se complica más cuando el uso de cierta forma está influido por connotaciones, impresiones propias, usos comunicativos, es decir, cuando el emisor aplica a su selección léxica criterios que pueden pasar desapercibidos para los oyentes. El estudio de la variación léxica busca explicar la alternancia en el uso de las formas léxicas en unas determinadas condiciones lingüísticas y extralingüísticas.

Variación en el discurso: Es complicado establecer dónde acaba la variación léxica o morfológica y empieza la variación en el discurso. El cambio de referente, de turno o el énfasis son algunas variables de tipo discursivo. Estos ejemplos quizás sugieren la poca conveniencia de un análisis variacionista de tipo discursivo independiente de la variación sintáctica. Debemos mantener aparte este tipo de variación dado que también hay casos de variación discursiva de tipo fónico o léxico.

La actitud lingüística refiere a una construcción abstracta que se manifiesta en las valoraciones individuales ante la lengua y su uso en sociedad.[15]​ Pueden darse actitudes favorables (o positivas) o desfavorables (o negativas) hacia diferentes lenguas, dialectos, sociolectos, estilos o simplemente hacia ciertas expresiones lingüísticas. Las actitudes varían según factores como la edad del hablante, el género, el grupo social, la escolarización o instrucción recibida, la aptitud o competencia lingüística, el contexto lingüístico, grupal y cultural.[16]​ Estas valoraciones pueden tener diversos motivos, entre los que destacan aquellos sociales, subjetivos o afectivos.

Para la sociolingüística los estudios de actitudes lingüísticas cobran relevancia porque ofrecen información acerca de los hablantes, su pertenencia a un grupo social, sus valores o prejuicios lingüísticos. Tales datos pueden indicar el futuro o la orientación de un fenómeno variable, en cuanto alguna de sus variantes pueda difundirse en mayor o menor medida. Además, este tipo de investigación suele emplearse para definir una comunidad de habla, concebida como un grupo de hablantes que comparte las mismas normas evaluativas con respecto a una lengua.[17]

Por ejemplo, en una investigación llevada a cabo en San Juan de Puerto Rico [18]​ el fenómeno fonético abordado fue la realización velarizada de /rr/. Los resultados obtenidos indicaron que en la zona metropolitana un 70% de los hablantes mantenían una actitud negativa hacia la realización, motivada en la creencia de que el fenómeno era un regionalismo o típico de zonas rurales. Sin embargo, el porcentaje minoritario que manifestó una actitud positiva, lo hizo considerando que se trata de un rasgo típico del español puertorriqueño y por lo tanto, una marca lingüística de identidad cultural.[19]

Dentro de los autores del mundo anglosajón, destacan William Labov y Charles A. Ferguson (considerados por diversos especialistas como los padres de la disciplina), Joshua Fishman, Dell Hymes, Basil Bernstein, David Sankoff, Peter Trudgill. En el mundo hispánico, destacan Humberto López Morales, Francisco Moreno Fernández, Carmen Silva-Corvalán, Pedro Martín Butragueño, Beatriz Lavandera, Paola Bentivoglio, entre otros.



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