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Sofia Vasílievna Kovalévskaya




Sofía Kovalévskaya o Sofía Vasílievna Kovalévskaya o, como la traduce Sofía Casanova, Zofja Kowalewska (Moscú, 15 de enero de 1850-Estocolmo, 10 de febrero de 1891) (en ruso, Со́фья Ковале́вская) fue una matemática y escritora rusa que hizo contribuciones significativas en los campos del análisis, las ecuaciones diferenciales parciales y la mecánica. Fue la primera mujer que consiguió una plaza como profesora universitaria en Europa (Suecia, 1881). Su nombre en ocasiones se translitera como Sophie, Sonya, Sonja o Sonia. Su apellido Kovalévskaya significa «la mujer de Kovalevski».[cita requerida]

Nacida y criada en el seno de una familia gitana rusa de buena formación académica, Sofía era también descendiente de Matías Corvino, rey de Hungría. Su abuelo, por casarse con una mujer gitana y estar emparentado con dicha etnia, perdió el título hereditario de príncipe. Por el lado paterno era de ascendencia polaca y entre sus ascendientes contaba con el cartógrafo Friedrich Schubert y el astrónomo Theodor von Schubert; por el lado materno era bielorrusa.

Desde los ocho años vivió en Palibino (Bielorrusia), en una casa donde se respiraba un denso ambiente cultural y científico. Amaba desde niña la lectura y la poesía, y llegó a cultivar con éxito la autobiografía, la novela y el teatro. Pronto adquirió un pensamiento muy independiente, influido por su hermana mayor, la socialista Anna Jaclard; además, dos de sus tíos le inculcaron el amor al saber: uno era un auténtico apasionado de la lectura y era un matemático aficionado; el otro le enseñó ciencias y biología.

Bajo la guía del preceptor de sus hermanos Y. I. Malevich, Sofia comenzó sus primeros estudios reales de matemáticas. A los trece años empezó a mostrar muy buenas cualidades para el álgebra. Por esa época, escribió: «Comencé a sentir una atracción tan intensa por las matemáticas, que empecé a descuidar mis otros estudios».[cita requerida] Pero su padre, un teniente general de artillería al que le horrorizaban las mujeres sabias, decidió interrumpir las clases de matemáticas de su hija. Aun así, Sofia siguió estudiando por su cuenta libros de álgebra y pidió prestado un ejemplar del Álgebra de Bourdeu que leía por la noche cuando el resto de la familia dormía. Así, aquello que nunca había estudiado lo fue deduciendo poco a poco. Un año más tarde, un vecino, el profesor Tyrtov, presentó a la familia de Sofia un libro del que él era autor, y Sofia trató de leerlo. No entendió las fórmulas trigonométricas e intentó explicárselas a sí misma.

A partir de los conocimientos que ya tenía, Sofia explicó y analizó por sí misma lo que era el concepto trigonométrico de seno, tal y como se desarrolló originalmente. Un profesor descubrió las facultades de Sofia, y habló con su padre para recomendarle que facilitara los estudios a su hija. Al cabo de varios años, su padre accedió, y Sofia comenzó a tomar clases particulares.

Los años de su adolescencia fueron años de rebelión, la época de las grandes revoluciones y manifestaciones del siglo xix en las que el socialismo feminista iba perdiendo terreno. Su apellido de soltera era Korbin-Kukóvskaya, y era descendiente de un rey de Hungría. A los once años, se enamoró del escritor Fiódor Dostoyevski, quien llegó a cortejar a su hermana. Más tarde, al casarse a los 18 años, adoptó el apellido de su novio.

Para poder seguir unos estudios científicos en el extranjero, puesto que Rusia no daba pasaportes a mujeres solteras, ni permitía que una mujer viviera separada de su familia, Kovalévskaya fue forzada a casarse a los 18 años con el paleontólogo evolucionista que era nihilista como ella, Vladimir Kovalevski;[1]​ juntos viajaron a Viena. Y ella se inscribió en la Universidad de Heidelberg en 1869 y siguió allí los cursos de Hermann Ludwig von Helmholtz y Leo Königsberger. Estos profesores le aconsejaron marchar a Berlín a recibir clases de Karl Weierstraß o Weierstrass, pero de forma privada, las mismas que éste impartía en la universidad, ya que esta no permitía la formación de mujeres. Karl Weierstraß lo hacía con gusto, pues era una de sus mejores discípulas. Al mismo tiempo que estudiaba, comenzaba su trabajo de doctorado. Pero cuando estalló la Comuna de París (1871) Sofia marchó allí con su marido y su hermana Anna, apoyándola a ella y a su marido en la revolución desde abril hasta mayo de 1871, aunque no de forma activa: trabajaba en un hospital. Vuelta a Berlín, empezó a investigar sobre tres tesis en noviembre de 1872: dos memorias sobre matemáticas y una sobre astronomía. La primera era sobre ecuaciones con derivadas parciales, en la que consiguió corregir y mejorar un resultado de Cauchy (enunciando y demostrando lo que hoy se llama el Teorema de Cauchy-Kowalevski). La segunda era un estudio sobre las integrales abelianas, y la tercera explicaba la forma de los anillos de Saturno. Por estas tres memorias obtuvo el título de doctora summa cum laude en la Universidad de Gotinga en 1874, siendo la primera mujer en obtener este título no solo en Alemania, sino en el mundo (aunque ya Maria Gaetana Agnesi había obtenido uno en Bolonia en el siglo XVIII). Weierstrass le había buscado una universidad que aceptase doctorar a una mujer, por más que, como él decía, cada uno de estos tres trabajos hubiera bastado por sí solo para hacer una tesis doctoral; lo consiguió a condición de que no pasara el examen oral, esto es, Sofía se doctoró in absentia. Con su marido, traductor de Charles Darwin al ruso, Sofia marchó a Inglaterra, donde ella conoció a la novelista George Eliot y al filósofo de la evolución Herbert Spencer.

Volvieron entonces a Rusia, pero ella no encontró modo de ejercer su oficio de matemática ni convalidar su título; además, una especulación inmobiliaria prácticamente arruinó a la pareja, que atravesó entonces por grandes estrecheces económicas, agravadas al nacerles una hija, Sofía, el 17 de octubre de 1878. Tras unos años de interrupción, volvió en 1880 a las matemáticas, aunque su marido subestimaba sus cualidades científicas; tradujo su disertación al ruso y la presentó a un congreso en ese mismo año. Para escapar de los acreedores se mudaron a Moscú, donde ella asistió regularmente a los eventos de la Sociedad Matemática de Moscú. Estaba nuevamente tan fascinada por las matemáticas que decidió viajar a Berlín durante dos meses para actualizarse y conectar con las investigaciones recientes. Como ya no podía ayudarlo, dejó en marzo de 1881 a su esposo, que ahora se había enredado en otro ruinoso negocio petrolero, y a finales de año se mudó a París con su pequeña hija. En 1882 ya había conocido a los matemáticos franceses más importantes y en julio fue aceptada en la Sociedad Matemática de París. Su marido se suicidó en condiciones horribles (ingiriendo formol) en abril de 1883. Y a fines de ese año viajó a Estocolmo.

Gracias a Gösta Mittag-Leffler, Sofía pudo trabajar a prueba durante un año en la Universidad de Estocolmo en 1884 como Privatdozent. La decisión no gustó nada a los machistas: en agosto de 1884 el dramaturgo August Strindberg escribió en un periódico lo siguiente:

Aunque empezó dando clases en alemán, a los seis meses ya había aprendido el sueco. Durante este tiempo, Sofía escribió el más importante de sus trabajos, que aportaba una nueva solución a uno de los problemas que más habían atribulado a matemáticos famosos: la rotación de cuerpo sólido en torno a un punto fijo, problema tan difícil que la Academia de ciencias de Berlín había propuesto un premio hacia 1850 sin obtener ningún resultado. Se conocían las soluciones de Euler y Lagrange, pero Kowalevska encontró el tercer y último caso que quedaba en el cual se podían resolver las ecuaciones, y las resolvió. Y por su trabajo innovador y original sobre este tema obtuvo el premio Bordin de la Academia de ciencias de París (1888), y el de la Academia de ciencias de Estocolmo al año siguiente. Además le dieron un puesto permanente de profesora en la Universidad de Estocolmo, convirtiéndose así en una de las primeras mujeres profesoras de universidad de Europa. Además, participó activamente en la redacción de la revista Acta Mathematica, fundada por Mittag-Leffler.

Se suele pasar por alto que también fue escritora. Se le deben unos Recuerdos de mi infancia, impresos con gran éxito en 1889; algunas piezas teatrales (en colaboración con Anne Charlotte Leffler) y una novela parcialmente autobiográfica, Una nihilista (1899), que fue traducida al español por la eslavista Sofía Casanova en 1909.

Kovalévskaya guardó en secreto su lesbianismo, aunque hasta su muerte en 1891 mantuvo una relación romántica con la escritoria Anne Charlotte Leffler, hermana del matemático Gösta Mittag-Leffler, y a la que conoció mientras eran estudiantes en Berlín.[1]​ Falleció de neumonía a la temprana edad de cuarenta y un años, el diez de febrero de 1891.

Entre sus trabajos, figuran "Sobre la teoría de las ecuaciones diferenciales", que apareció en el Journal de Crelle, y "Sobre la rotación de un cuerpo sólido alrededor de un punto fijo". El cuento homónimo del libro Demasiada felicidad, del Premio Nobel de Literatura Alice Munro, está inspirado en la vida de Kovalévskaya.



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