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Túnez otomano



Túnez otomano se refiere al episodio de la presencia turca en Ifriqiya en el transcurso de tres siglos, desde el año 1500 hasta el 1700, cuando Túnez se integró oficialmente en el Imperio otomano como el Eyalato de Túnez (provincia). Finalmente incluyendo todo el Magreb excepto Marruecos, el Imperio otomano comenzó con la toma de control de Argel en 1516 por el corsario turco otomano y beylerbey Aruj. La primera conquista otomana de Túnez tuvo lugar en 1534 bajo el mando de Jeireddín Barbarroja, el hermano menor de Aruj, que era el Kapudan Pasha de la flota otomana durante el reinado de Solimán el Magnífico. Sin embargo, no fue hasta la reconquista Otomana definitiva de Túnez a España en 1574 bajo el Kapudan Pasha Uluj Alí que los turcos adquirieron permanentemente el ex Túnez Háfsida, reteniéndolo hasta la ocupación francesa en 1881.

Inicialmente bajo el dominio turco de Argel, pronto la Sublime Puerta nombró directamente para Túnez un gobernador llamado Pasha apoyado por fuerzas de jenízaros. En poco tiempo, sin embargo, Túnez se convirtió en efecto en una provincia autónoma, gobernada por un Bey local. Esta evolución de la situación era de vez en cuando desafiada sin éxito por Argel. Durante esta época los consejos de gobierno que controlan Túnez permanecieron en gran parte integrados por una élite extranjera que siguió para realizar negocios en el estado turco otomano.

Los ataques a la navegación europea fueron hechos por los piratas berberiscos, no solamente de Argel, sino también de Túnez y Trípoli, pero después de un largo periodo de disminución de las redadas, el creciente poder de los estados europeos finalmente forzó su finalización después de las Guerras de Berbería. Bajo el Imperio otomano, las fronteras de Túnez se redujeron; perdió territorio al oeste (Constantina) y al este (Trípoli). En el siglo XIX, los gobernantes de Túnez se dieron cuenta de los esfuerzos en curso de reforma política y social en la capital otomana. El bey de Túnez luego, por sus propios medios pero guiándose por el ejemplo de Turquía, intentó llevar a cabo una reforma modernizadora de las instituciones y la economía. La deuda internacional de Túnez creció inmanejable. Esta fue la razón o pretexto de las fuerzas francesas para establecer un protectorado en 1881.

Un remanente de los siglos de dominación turca es la presencia de una población de origen turco, históricamente los descendientes varones fueron referidos como el Kouloughlis.

A partir del siglo XIV los háfsidas de Túnez comenzaron a declinar poco a poco y después de la batalla de Kairuán en 1348 perdieron el control de sus territorios a favor de los meriníes de Abu Inan Faris,[1]​ mientras que Ifriqiya, golpeada directamente por la peste de 1384,[2]​ continuó sufriendo una desertificación demográfica que se había iniciado con las invasiones hilalianas..[3]​ Fue entonces cuando comenzaron a llegar los moros musulmanes y los judíos andalusíes,[4]​ quienes huían de la pérdida del Reino de Granada en 1492 y ocasionaron problemas de asimilación.[3]

A continuación, los soberanos españoles Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla decidieron proseguir la Reconquista hasta las costas magrebíes con el fin de proteger sus propias costas.[5]​ En una década, tomaron las ciudades de Mazalquivir, Orán, Bugía, Trípoli y el islote situado frente a Argel. Para liberarse, las autoridades de la ciudad solicitaron la ayuda de dos corsarios famosos de origen griego: los hermanos Baba Aruj y Jeireddín Barbarroja.[6]​ Ello se debió a que la piratería en el Mediterráneo era para entonces "una institución antigua y generalizada", según Fernand Braudel.[3]​ Esta intervención fue un acontecimiento importante que dio inicio a un período de confrontación entre España y el Imperio otomano por el dominio de los territorios del Magreb, con excepción de Marruecos, y de la cuenca occidental del Mediterráneo.[5]

Túnez ofrecía un entorno propicio y los hermanos Barbarroja lo ilustraron particularmente. En efecto, Aruj recibió del acosado soberano háfsida la autorización para utilizar el puerto de La Goleta y, luego, la isla de Yerba, como base.[3]​Rodeados de marinos turcos, como Turgut Reis, calabreses, sicilianos, corsos o daneses, se hicieron conocidos en Europa bajo el nombre de piratas berberiscos, jugando con los nombres "bárbaros" y "bereberes".[3]​ Después de la muerte de Aruj, su hermano Jeireddín Barbarroja se convirtió en vasallo del sultán de Estambul. Nombrado gran almirante del Imperio otomano, se apoderó de Túnez en 1534, pero debió retirarse tras la toma de la ciudad por la armada española, compuesta por 400 barcos, que Carlos I de España envió en 1535.[4][3]​ El sultán háfsida fue entonces restablecido en sus derechos bajo la protección de Carlos I[4]​ y el país pasó a estar bajo tutela del reino de España.[7]

Durante este tiempo, el gobierno otomano se dotó de la flota que le hacía falta. En 1560, Turgut Reis llegó a Yerba y, en 1574, Túnez fue retomada por los otomanos[8]​ que la convirtieron en una provincia de su imperio[9]​ en 1575, aunque los gobernadores turcos se arraigaron en los puertos mientras los beduinos mantuvieron su propio gobierno. En 1581, Felipe II de España reconoció como posesión turca la regencia de Túnez, así como la de Argel, la Cirenaica y la Tripolitania,[3]​ convirtiéndose para los cristianos en las "regencias berberiscas".[5]​ Desde entonces, Inglaterra y Francia tomaron el relevo a España en el Mediterráneo occidental: la primera atacó las bases berberiscas en 1622, 1635 y 1672; la segunda lo hizo en 1661, 1665, 1682 y 1683.[3]



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