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Teatro Olympia (París)



El Olympia (L’Olympia) de París, ubicado en el número 28 del bulevar de las Capuchinas, es un teatro que adquirió renombre internacional a partir de los años sesenta por la actuación de músicos y cantantes de muchos países y de estilos muy diferentes, y también por la acústica que hace que sea un lugar muy adecuado para grabar actuaciones en directo.

El teatro fue fundado en 1888 por el español Josep Oller, que también había sido el creador del Moulin Rouge. Fue inaugurado con una actuación de La Goulue, una de las bailarinas de can-can más populares en su época.

Hasta principios de los años cincuenta los espectáculos fueron muy diversos (actuaciones de cantantes, ballet, circo, opereta, proyecciones cinematográficas, entre otros). A principios de los cincuenta, el teatro fue reconstruido por iniciativa de Jacques Haïk, que también era el propietario del Grand Rex, uno de los cines más importantes de París. El principal objetivo era conseguir que el teatro tuviera la mejor acústica posible. Una vez concluidas las obras, el compositor Bruno Coquatrix fue contratado como director, cargo en el que permanecería hasta su muerte en 1979.

En 1961, Édith Piaf, a petición de Bruno Coquatrix, ofreció una serie de conciertos, tal vez los más memorables y emotivos de su carrera, en el Olympia de París, local que estaba bajo amenaza de desaparecer por problemas financieros. Fue en ese, su salón de espectáculos favorito, en el que presentó la canción Non, je ne regrette rien, que se adaptaba perfectamente a su persona y que Charles Dumont había compuesto para ella. Con ello salvó al Olympia y Bruno Coquatrix le quedó eternamente agradecido.

Bruno Coquatrix llegó a tener mucho prestigio en medios profesionales, porque se consideraba que era audaz y que tenía muy buen criterio, ya que no dudaba en contratar cantantes poco conocidos que se harían famosos a partir de su actuación en el Olympia, como Georges Brassens o Jacques Brel, y también a otros ya consagrados como la fadista portuguesa Amália Rodrigues, Frank Sinatra o la cantante egipcia Umm Kalzum, que era prácticamente desconocida en los países occidentales, pero muy popular en el mundo árabe, hasta el punto de que su cachet era el más alto del mundo, por lo que su contratación suponía un riesgo económico notable (sus conciertos en París en 1967 fueron los únicos en un país occidental). También fue en el Olympia donde The Beatles y The Rolling Stones, ambos en 1964, realizarían sus primeros conciertos importantes fuera de Inglaterra. Bruno Coquatrix fue criticado, en su momento, por manifestar su preferencia por la música pop británica y no por la francesa, porque pensaba que, en general, los cantantes franceses más notables estaban dentro del género de la chanson y no del pop.

Si bien en un principio el teatro era muy conocido en Francia, pero no internacionalmente, en los años sesenta se convirtió en un lugar de paso prácticamente obligado en la carrera de un cantante o grupo musical dentro de la música popular. Esta situación continuó hasta finales de los años setenta, cuando los conciertos multitudinarios dejaron de ser algo excepcional, para convertirse en la norma, ya que el Olympia solo tiene unas 2000 localidades. No obstante, sigue contando con grandes actuaciones, como la de The Rolling Stones en 1995, y sigue siendo un lugar muy apreciado por su acústica, especialmente para grabar conciertos en directo. En 1993, el ministro de cultura Jack Lang incluyó el teatro en el Patrimonio Cultural francés.

La prensa internacional se hizo presente en 2007, cuando Paul McCartney y su banda hicieron un concierto en el mítico teatro y también en 2008, cuando Madonna se presentó con un gran show como parte de su promo tour Hard Candy.




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