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Teatro del Lago




En un entorno cautivante de lagos y volcanes, y a las puertas de la Patagonia, se creó el año 2010 este lugar de inspiración, que destaca por sus 10 mil metros cuadrados de premiada arquitectura, y reconocida como única Obra Bicentenario de Chile del sector privado, posicionándose como un importante actor cultural tanto en la región, como a nivel internacional. En sus 10 años de vida, se ha convertido en uno de los principales escenarios de América Latina, distinguido por la calidad de su temporada artística, infraestructura y acústica privilegiadas y por la oportunidad única que ofrece a los artistas de participar activamente en su misión educativa.

Además, es un punto de encuentro empresarial, político y social para Latinoamérica. Un polo de reunión en torno a la cultura, la creatividad y el desarrollo, que congrega a líderes y aporta al posicionamiento y a la imagen del país. Ya constituida como Fundación Teatro del Lago -el año 2017-, su énfasis está puesto en lo social y en la vinculación de tres conceptos fundamentales: arte, educación y territorio. Estos pilares articulan su trabajo diario y cruzan su propuesta artística y educativa.

Teatro del Lago se vincula con la comunidad a través de diferentes programas educativos y actividades de extensión que son realizadas en la región por los artistas de la institución, para llevar el arte a todo el territorio. La educación artística como pilar transformador de vidas ha estado desde sus inicios en los cimientos de la Fundación Teatro del Lago. La creación de la Escuela de las Artes Teatro del Lago da cuenta de ello, un lugar donde más de 170 mil estudiantes provenientes de todo el país, se han formado en el área de música (instrumental y coral) y danza. La Fundación realiza también un gran esfuerzo en la formación y perfeccionamiento de nuevos talentos a través de la Escuela de las Artes, existiendo siempre una gran sinergía entre los artistas que son parte de la programación artística que realizan y aportan su conocimiento a los estudiantes de la escuela, a través de masterclass, clases y diversas instancias únicas de perfeccionamiento.

Desde los inicios del Teatro, Amigos de Fundación Teatro del Lago integra a donantes de todo el mundo que, a través de diversas contribuciones y acciones, han logrado impulsar su misión educativa, que impacta y contribuye desde distintos ámbitos al desarrollo de la comunidad y el territorio.


Desde su origen, Teatro del Lago ha sido un proyecto de excelencia e innovador en todo su actuar, características que son la base de la filosofía que establecieron sus fundadores en su creación. La diversidad y multidisciplinariedad de su programación artística, su visión educativa y el impacto regional y nacional que ha generado, lo diferencian de otros espacios culturales.

La construcción del teatro se gestó gracias a la iniciativa del empresario Guillermo Schiess de construir un nuevo recinto cultural para albergar las Semanas Musicales de Frutillar, que habían quedado sin sede tras el incendio del Hotel Frutillar en 1996. Schiess le presentó la idea a la Corporación Cultural Semanas Musicales de Frutillar, quienes la acogieron[3]​ y tras la muerte del filántropo en 1998, el proyecto fue continuado por la familia Schiess y liderado por su hija Nicola, que encabeza la Fundación Teatro del Lago, y Ulrich (Uli) Bader-Schiess.[4]

El diseño arquitectónico inicial de Gerardo Köster y Gustavo Greene,[5]​ se atenía a las instrucciones de Schiess, que le había pedido un teatro para albergar conciertos de orquesta sinfónica.[6]​ La construcción se inició el 27 de enero de 1998,[2]​ mediante financiamiento privado y sufrió retrasos, principalmente por efecto de la crisis financiera asiática.[3]​ En el proceso, se modificó el diseño original para que se pudieran poner también óperas.[6]

En julio de 2008 se incorporó la firma de arquitectos Amercanda con los arquitectos Bernd Haller, Cristián Valdés, Pablo Cordua y Andrés Alvear, cuyo objetivo era implementar materiales que permitiesen un aislamiento térmico en conjunto con el aislamiento acústico (asesorado por los ingenieros acústicos de Müller-BBM).[6]​ El proyecto de iluminación arquitectónica estuvo a cargo de la empresa Limarí Lightning Design, mientras que el diseño de la iluminación del escenario fue obra del estadounidense Clifton Taylor.[3]

Finalmente, el teatro fue inaugurado el 6 de noviembre de 2010, luego de 12 años de trabajo,[2]​ y una inversión de aproximadamente US$ 20 000 000,[3]​ convirtiéndose al momento de su inauguración en el espacio para conciertos más grande que se haya construido en el país desde los años 1950.[5]

El controvertido diseño que en un principio se esperaba que fuera de estilo alemán, finalmente se inspiró en la arquitectura de la Isla de Chiloé. Para ello se utilizaron listones de madera de distintos colores.[3]

En su interior, el recinto cuenta con una sala principal, denominada Espacio Tronador-Sala Nestlé, con capacidad para 1178 espectadores (distribuidos en una platea y dos galerías) y con un foso para 100 músicos. La estructura de la sala principal se encuentra revestida por cerca de 800 paneles de madera enchapada. Además, el teatro posee un anfiteatro con un aforo de 270 personas y cuatro salas multipropósito.[7][3]

El teatro tiene varios foyers que se usan para diferentes actividades, entre ellos el foyer Volcán Osorno en el que a fines de 2010, el año de la inauguración, los hijos de Schiess homenajearon a su padre colocando un busto de Guillermo Schiess sobre un tronco traído desde Santiago, que estaba en la casa de este.[8][9]

Fachada

El teatro en el crepúsculo

Sala Tronador

Auditorium

El Teatro y la iglesia luterana al atardecer



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