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Tecnoprogresismo



El tecnoprogresismo o tecno-progresismo es una postura ideológica basada en los principios del transhumanismo que se enfoca en la convergencia entre el progreso tecnológico y social. Los tecnoprogresistas sostienen que las innovaciones tecnológicas pueden ser profundamente empoderadoras y enmancipadoras cuando su seguridad y eficacia son reguladas de forma democrática y transparente con el fin de hacerlas universal y equitativamente disponibles.[1]

Los tecnoprogresistas mantienen que el progreso debería enfocarse tanto en las dimensiones éticas y sociales como en las científicas y tecnológicas, por lo cual para ellos la acumulación de conocimiento científico y los avances tecnológicos no representan un logro apropiado de progreso si estos no están acompañados por una distribución justa de los costos, riesgos y beneficios que estos puedan aportar.

Los partidarios de esta ideología también apoyan el derecho de las personas de mantener o modificar sus mentes y cuerpos, bajo sus propios términos, a través de la tecnología médica y terapéutica disponible. Otros temas de importancia para el tecnoprogresismo también son el uso seguro, responsable y liberador de tecnologías emergentes como la elección genómica en la reproducción, los organismos genéticamente modificados, la nanotecnología, la inteligencia artificial y la geoingeniería.[1]

En noviembre del 2014 se llevó a cabo en París la conferencia TransVision, donde distintas organizaciones transhumanistas redactaron una declaración con los principios comunes del tecnoprogresismo. En ella se solicita a los adherentes al tecnoprogresismo, a los transhumanistas y los futuristas a intensificar su compromiso político con el fin de controlar las consecuencias que las tecnologías emergentes puedan tener sobre la humanidad.

En la declaración tecnoprogresista también se hace un llamado a solidarizar con movimientos sociales tales como a las organizaciones que defienden a los trabajadores y los desempleados, las minorías sexuales y de género, los movimientos por los derechos de los discapacitados y reproductivos, entre otros, con el propósito de insistir en que en las sociedades justas y fuertes las tecnologías deben estar bien reguladas y ser accesibles universalmente, así como también educarlos sobre las amenazas emergentes que éstos ignoran y cómo es posible reducir estos riegos a través del uso de nuevas tecnologías.[2]

La biopolítica es una nueva arista política que nace del desarrollo de nuevas tecnologías capaces de ser usadas para mejorar las capacidades mentales y físicas de la humanidad. Los transhumanistas se encuentran en el extremo más progresista del espectro, mientras que los bioconservadores se encuentran al otro extremo. Los tecnoprogresistas se diferencian de ambos grupos debido a su posición tanto en los temas biopolíticos como en asuntos económicos.

Los tres principales temas que rigen la discusión biopolítica son la necesidad de garantizar a la población acceso a atención médica de forma universal, la presión demográfica causada por el envejecimiento de la población en sociedades industriales y la globalización de la atención médica.

Sobre estos asuntos los tecnoprogresistas abogan por:[3]

El futurismo social es considerado un sinónimo de tecnoprogresismo, este pensamiento hace referencia al uso inteligente y compasivo de nuevas tecnologías con el fin de la mejora individual y social, haciendo énfasis en el voluntarismo y la libertad personal. Esta ideología es partidaria de:[4]

Mientras que el tecnoprogresismo es una posición que apoya el desarrollo tecnológico, su regulación y la libre elección de mejoras cognitivas y físicas, el bioconservatismo es una posición que duda frente a los avances tecnológicos y que se opone a estas mejoras, particularmente en humanos.[5]​ Los bioconservadores están en contra de las intervenciones médicas y tecnológicas que tengan como fin la superación de las limitaciones humanas y biológicas culturales actuales.

Los bioconservativos varían en la perspectiva política desde religiosos y culturalmente conservadores partidarios de la derecha hasta ambientalistas y críticos tecnológicos partidarios de la izquierda. Lo que unifica a los bioconservadores es el escepticismo sobre las transformaciones al mundo viviente a través de la tecnología.[6]

En sus versiones más moderadas, tanto el tecnoprogresismo como el bioconservatismo se oponen al desarrollo de tecnologías inseguras, injustas y antidemocráticas, ya que estas tecnologías pueden facilitar la imprudencia y la explotación, exacerbar la injusticia y generar descontento social. Otras preocupaciones que comparten ambas ideologías es que aquellos con dinero obtengan mejoras médicas y tratamientos contra la vejez antes que el resto de la población, que los sectores poderosos controlen las tecnologías de vigilancia digital y que la nanotecnología emergente sea utilizada para consolidar el poder de estos sectores.[7]

Posiciones más extremistas del bioconservatismo incluyen la oposición a las modificaciones genéticas de plantas de cultivo, la clonación y la modificación genética de animales y rechazan la modificación genética, de prótesis y cognitiva de seres humanos.[7]

Toda tecnología presenta un grado de riesgo para la humanidad, es por esto que el tecnoprogresismo avala la regulación de esta y defiende la distribución justa de estos riesgos entre la humanidad. Los riesgos tecnológicos incluyen cualquier situación en que la mala aplicación o la falta del control apropiado sobre una tecnología genere peligro.[8]

Entre estos riesgos se pueden encontrar el uso de tecnologías que contaminan el ambiente, ya que se cree que distintos tipos de contaminantes son los responsables del cambio climático. Otro problema causado por el desarrollo de la tecnología es el incremento del desempleo a medida que los trabajos son automatizados, sin embargo, los tecnoprogresistas no piensan que la ausencia de trabajos sea un problema en sí, ya que son partidarios de que todas las personas reciban un ingreso, eliminando la necesidad de trabajar.

El tecnocrítico Dale Carrico, un académico conocido por usar el término "tecnoprogresismo" como una abreviatura para describir políticas progresivas que enfatizan los problemas tecno-científicos, a expresado preocupación frente al hecho de que algunos ideólogos transhumanistas están usando el término para describirse a ellos mismos, con la posible consecuencia de engañar a las personas con respecto a sus puntos de vistas culturales, sociales y políticos, que pueden o no ser compatibles con la crítica tecnoprogresiva.[15]

En los siguientes temas tanto el tecno-progresismo como el transhumanismo libertario opinan lo mismo:[16]

Las diferencias entre ambas ideologías políticas son:[16]

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