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Temperamento



El temperamento es la peculiaridad e intensidad individual de los afectos psíquicos y de la estructura dominante de humor y motivación. El término proviene del latín temperamentum: ‘medida’. Es la manera natural con que un ser humano interactúa con el entorno. Puede ser hereditario y no influyen factores externos (solo si esos estímulos fuesen demasiado fuertes y constantes); es la capa instintivo-afectiva de la personalidad, sobre la cual la inteligencia y la voluntad modelarán el carácter (en el cual sí influye el ambiente); ocupa también la habilidad para adaptarse, el estado de ánimo, la intensidad, el nivel de actividad, la accesibilidad, y la regularidad; el temperamento es la naturaleza general de la personalidad de un individuo, basada las características del tipo de sistema nervioso.

El temperamento está relacionado con la influencia endocrina (que se debe a los genes, y que se manifiesta en determinados rasgos físicos y psicológicos). El temperamento y el carácter definen la personalidad del ser humano; y la diferente combinación e intensidad que estos se manifiesten en sus diferentes áreas, nos hacen únicos y humanos. Los temperamentos o el temperamento es el rasgo descriptivo del estilo de actuar que nos distingue de los demás como únicos e irreemplazables, de modo que podamos armonizar con ellos.

El estudio de los temperamentos ocupaba un papel importante en la psicología anterior al siglo XX. Actualmente, tiene su gran valor cotidiano y de utilidad para las personas en búsqueda de mayor sentido a su vida mediante su expresión temperamental y de sus virtudes.

Médicos de la antigüedad como el médico griego Hipócrates (460-370 a. C.) y el médico griego Galeno (129-200) distinguían cuatro tipos de temperamentos, considerados como emanación del alma por la interrelación de los diferentes humores del cuerpo:

A esto se suma las teorías del fisiólogo ruso Iván Pávlov (1849-1936), quien enunció que las características del temperamento están dadas por el sistema nervioso que a su vez tiene tres características: fuerza, equilibrio y velocidad de correlación; de ahí que la combinación de estas características dan origen a los tipos de sistema nervioso que caracterizan a cada temperamento: sistema nervioso rápido y equilibrado (sanguíneo), sistema nervioso lento y equilibrado (flemático), sistema nervioso débil (melancólico) y sistema nervioso fuerte, rápido y desequilibrado (colérico).[1]

Según la clasificación de Hipócrates existen cuatro tipos de temperamentos según la predominancia de uno de los cuatro humores dentro de la psicología:

Este temperamento está basado en un tipo de sistema nervioso rápido y equilibrado que se caracteriza por poseer una alta sensibilidad, un bajo nivel de actividad y fijación de la concentración y una moderada reactividad al medio; es característico del sistema nervioso una moderada correlación de la actividad a la reactividad; es extrovertido y manifiesta alta flexibilidad a los cambios de ambiente.

Este tipo de personas por lo general, hablan antes de pensar, son extrovertidas, muy activas e intuitivas.

Basado en un tipo de sistema nervioso lento y equilibrado que se caracteriza por tener una baja sensibilidad pero una alta actividad y concentración de la atención; es característico de su sistema nervioso una baja reactividad a los estímulos del medio, y una lenta correlación de la actividad a la reactividad, es introvertido y posee baja flexibilidad a los cambios de ambiente.

Es tranquilo, nunca pierde la compostura y casi nunca se enfada. Por su equilibrio, es el más agradable de todos los temperamentos. Trata de no involucrarse demasiado en las actividades de los demás. Por lo general suele ser una persona apática, además de tener una buena elocuencia. No busca ser un líder, sin embargo puede llegar a ser uno muy capaz.

Está basado en un tipo de sistema nervioso débil, posee una muy alta sensibilidad, un alto nivel de actividad y concentración de la atención, así como una baja reactividad ante los estímulos del medio, y una baja correlación de la actividad a la reactividad; es introvertido y lo caracteriza una baja flexibilidad a los cambios en el ambiente.

Es abnegado, perfeccionista y analítico. Es muy sensible emocionalmente. Es propenso a ser introvertido, sin embargo, puede actuar de forma extrovertida. No se lanza a conocer gente, sino deja que la gente venga a él. Sus tendencias perfeccionistas y su conciencia hacen que sea muy fiable, pues no le permiten abandonar a alguien cuando están contando con él. Además de todo, posee un gran carácter que le ayuda a terminar lo que comienza. Pero es difícil convencerlo de iniciar algún proyecto, debido a que siempre está considerando todos los pros y contras en cualquier situación.

Está basado en un tipo de sistema nervioso rápido y desequilibrado, posee baja sensibilidad y un nivel alto de actividad y concentración de la atención, aunque tiene alta reactividad a los estímulos del medio y una muy alta correlación, también es flexible a los cambios de ambiente. Cuando se le describe o dice algo que le fastidia o desagrada, trata de callar de forma violenta a las personas que se lo dicen. Es rápido, muy activo, práctico en sus decisiones, auto suficiente y sobre todo independiente. Es extrovertido, pero no tanto como la persona de temperamento sanguíneo. Se fija metas y objetivos. Es muy ambicioso. Valora rápida e intuitivamente y reconoce los posibles tropiezos y obstáculos que puede encontrar en el camino si busca lograr una meta.[2]

Muchos de los investigadores mostraron un interés sobre un nuevo temperamento, que denominaron biotemperamental o naturalista, que se desarrolla a la vez que crece la persona y se desarrolla en el medio social.[cita requerida]

A partir del hecho de que ninguna persona posee únicamente un temperamento en su personalidad, se desarrollaron, como complemento de la clasificación de los cuatro temperamentos, las combinaciones de estos, donde uno de los temperamentos es el dominante y otro (u otros) es/son secundario(s); por ejemplo, se dice de la persona con temperamento COL-MEL cuando el temperamento COL es el dominante y el MEL es el suplementario. Por consiguiente, se tienen las distintas combinaciones, MEL-COL, FLEM-SAN, FLEM, etc.[3]

En psicología, se le llama temperamento a la parte de la personalidad cuyo origen se asienta en la herencia genética. Por contraposición, se le llama carácter a la parte de la personalidad que se genera durante la vida de la persona, su experiencia y la cultura.[4]

En realidad, puede decirse que se nace con un temperamento dado o con una predisposición a ciertos rasgos de personalidad, pero estos están fuertemente condicionados por el medio (la experiencia vital de la persona, la cual va modificando y permitiendo el desarrollo de la personalidad o habilidades para desenvolverse con coherencia). Aquí subyace el concepto fenotipo.

Ejemplos de rasgos temperamentales de la personalidad son: ansiedad rasgo y extraversión, los cuales acumulan hoy en día bastante evidencia científica desde la psicobiología y otros estudios correlacionales (el [modelo de los cinco grandes]]).

El temperamento puede afectar la vida de alguien, por ejemplo, al experimentar eventos más estresantes.[5]

La hipótesis es que el temperamento tiene una base genética. Sin embargo, esto ha resultado difícil de comprobar directamente.[6]​ Sea como sea, como norma general, se dice que el temperamento viene dado por la genética, mientras el carácter se forma a partir de este, asimilando las vivencias y experiencias que proporciona el entorno.[cita requerida]



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