x
1

Templo de San Hipólito



El Templo de San Hipólito y Casiano mejor conocido como la Iglesia de San Judas Tadeo, localizado en el cruce del Paseo de la Reforma y Avenida Hidalgo, se ha convertido en un centro de peregrinación para los católicos. El templo se edificó el 13 de agosto de 1521, día de San Hipólito (por eso el nombre). Sin embargo, hoy en día, la iglesia se conoce como el Templo de San Judas Tadeo, santo de los casos perdidos. El 28 de octubre cientos de personas asisten al templo para celebrar al Santo Apóstol.

La fachada presenta un estilo clasicista y se compone de tres cuerpos. El primero es el acceso principal, con un arco de medio punto con frondas resaltadas, un par de nichos y columnas toscanas de tres cuartos. En el segundo cuerpo se encuentra san Hipólito, en el centro, labrado en cantería y a su lado dos imágenes de bulto, representadas por san Antonio Abad y san Antonio de Padua. En el tercer cuerpo se localiza la Virgen María en un vitral elaborado en el siglo pasado. El templo tiene dos torres que muestran en sus paramentos unas ajaracas, separando con una cornisa la base del campanario. Las torres fueron construidas giradas 45 grados respecto al alineamiento del resto del templo. Se compone de una planta de una sola nave con brazos a manera de cruz latina, orientada sur a norte y cubierta por dos bóvedas de casquete esférico. El testero mira hacia el norte y muestra un retablo reformado y sin estilo definido. El fino tambor, domo y linternilla bien delineados de la cúpula de base octagonal proveen de gran belleza al templo. Los muros y las bóvedas son de piedra de tezontle, cal y canto y en la forma opus incertum.[1]

En el atrio de la capilla de San Hipólito se encuentra un monumento esculpido por el arquitecto José Damián Ortiz de Castro que consiste de un águila levantando a un indio entre sus garras y debajo una inscripción que lee:

Tal monumento evoca la leyenda del labrador. La leyenda relata la historia de un labrador que es hecho presa de un águila y llevado a una cueva oscura, donde le fue ordenado quemarle el muslo al emperador Moctezuma para demostrarle cómo su soberbia le había quitado toda sensibilidad. Asimismo, después de haber regresado al labrador a su milpa, le comandó que regresara a la cueva al día siguiente y le comentara a Moctezuma lo que había hecho y, como prueba, le dijera que viera la quemadura en su muslo. El labrador debía de advertirle al emperador que el Dios de lo creado estaba molesto por su soberbia y señalarle que él, Moctezuma, se había buscado el mal porvenir que le esperaba, haciendo referencia a la conquista.

Y llevándole a un alto monte, le metió en una cueva muy oscura y puesto allí […] le fueron dadas unas rosas en la mano y un humazo de los que ellos usan chupar encendido, y díjole el que se lo dio: “Toma y descansa y mira ese miserable de Motecuhzoma cuál está, sin sentido, embriagado con su soberbia e hinchazón, que a todo el mundo no tiene en nada… Y, si quieres ver cuán fuera de sí le tiene esta su soberbia, dale con ese humazo ardiendo en el muslo, y verás cómo no siente.” […] El indio con el humazo ardiendo le tocó y el Motecuhzoma fingido no se meneó, ni sintió el fuego del humazo.

El templo de San Hipólito y San Casiano fue edificado para rememorar la toma de Tenochtitlán, el 13 de agosto de 1521, día de san Hipólito. Se construyó donde anteriormente estaba la ermita que Hernán Cortés había mandado a construir en conmemoración de los españoles caídos durante la Noche Triste.

La construcción del templo comenzó en 1599 y finalizó hasta 1740.

El templo se conoce como el lugar donde, el 1 de julio de 1520, los españoles fueron derrotados por los mexicas; evento conocido como la Noche Triste. Después de la toma de Tenochtitlán, dado este precedente, Hernán Cortés mandó a edificar una ermita, conocida como la ermita de los mártires para conmemorar a los españoles caídos.

Tras la conquista de Tenochtitlán, Cortés ordena construir una ermita, conocida como la Ermita de los Mártires, sobre la Calzada México-Tacuba, con el fin de depositar los restos de los españoles caídos.[2]​ Durante la mayor parte del siglo XVI el templo continuó como una remembranza de los “justos caídos” contra los mexicas. Durante la [Colonización española de América|Colonia]] hasta la consumación de la Independencia, el templo comenzó a cobrar gran importancia en la festividad en conmemoración a la toma de México, conocido como el Paseo del Pendón. Dado que San Hipólito se había convertido en el patrón de la Ciudad de México las festividades eran llevadas a cabo el 13 de agosto. El evento consistía de un desfile, desde el Palacio Nacional hasta la iglesia de San Hipólito, encabezado por el virrey, las autoridades eclesiásticas, civiles y militares.

En 1563, se funda el edificio del primer hospital de la Nueva España que participa en el conjunto arquitectónico de San Hipólito. En 1567, el Arzobispo Montúfar ordenó construir el hospital junto a la ermita de San Hipólito con el mismo título. La fundación del hospital se le atribuye a Bernardino Álvarez que, asimismo, agregó más cuartos en 1657 para alojar a los convalecientes del hospital del Amor de Dios y de la Concepción, a los enfermos mentales, ancianos, sacerdotes decrépitos y sanos pobres. El hospital era dirigido por la primera orden religiosa mexicana conocida como los Hermanos de la Caridad.

En 1770 el hospital originó su reedificación con ayuda del Tribunal del Consulado debido al mal estado en que se encontraba. La arquitectura del hospital sufrió grandes transformaciones particularmente por la apertura de la calle de Héroes ya que demolieron gran parte de su conjunto.

En un inicio los padres paulinos regentaron la iglesia, el hospital y el convento hasta la exclaustración, pasando después al clero diocesano. Fue el arzobispo de México, Álarcón y Sánchez, quien propuso entregar el templo a los padres de la Congregación de misioneros del Inmaculado Corazón de María mediante un documento donde se concedía el uso formal del templo y las facultades originarias y extraordinarias concernientes al ministerio apostólico. En 1892 el Arzobispo Pelagio Labastida entrega el Templo de San Hipólito a los padres misioneros claretianos. En 1893 el interior del templo fue remodelado por el arquitecto Manuel Francisco Álvarez[3]

El templo estaba considerado como curia provincial de México, Cuba, Las Antillas y las comunidades claretianas en Estados Unidos. Dado la revolución y persecuciones religiosas en el país, el templo permaneció cerrado hasta 1919.

En 1942 la comunidad claretiana celebró sus “bodas de oro” por su estancia de 50 años en San Hipólito. En febrero de 1955 se funda una escuela por el Padre Fierro para sordomudos pobres del país con el nombre de “Rosendo Olleta” en unos salones anexos al templo.

La escuela “Rosendo Olleta” permanece la única en México organizada por la iglesia católica totalmente gratuita, sostenida por los donativos que recibe el templo. Para abril de 1986, las tareas del templo se concentraron en la modificación de la escuela y la fabricación de un proyecto comunitario. En 1969 por motivo de la construcción del metro Hidalgo la asistencia al templo disminuyó. Y en 1985, la estabilidad estructural sufrió gravemente debido a los sismos de ese año.

En 1982 la imagen de San Judas Tadeo fue colocada en el manifestador. Hoy en día, el Templo de San Hipólito es conocido popularmente como el Templo de San Judas Tadeo, haciéndolo su principal sitio de culto. El 28 de octubre, día de San Judas Tadeo, los alrededores del templo permanecen cerrados debido a la cantidad de fieles que atienden a venerar al Santo Apóstol. No obstante, el 28 de cada mes también se celebran misas especiales.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Templo de San Hipólito (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!