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Teoría crítica de la raza



Teoría crítica de la raza (en inglés critical race theory o CRT) es una concepción teórica que estudia la estructura social y la cultura en su relación con las categorías de raza, derecho y poder.[1][2]​ Su marco teórico tiene sus raíces en la teoría crítica, que sostiene que los problemas sociales son causados e influenciados por las estructuras sociales y supuestos culturales, por encima de factores individuales y psicológicos.[3]​ Nace de un encuentro entre el campo de la reflexión académica y la acción por los derechos humanos.[4]​ La teoría crítica de la raza sostiene que el racismo es un fenómeno estructural y desafía los enfoques liberales de la justicia racial.[5]

La teoría crítica de la raza desplaza la atención prestada a los prejuicios y actitudes intencionalmente racistas hacia los procesos sociales considerados creadores de racismo, arraigados en las relaciones y prácticas sociales, que van más allá de los deseos individuales.[4]​ Entiende la raza como un constructo socio-legal y socio-político, por lo que esta teoría puede considerarse una corriente constructivista, que sostiene que para lograr la justicia social es necesario tener en cuenta las diferencias raciales.[6]

Asimismo, los académicos que trabajan en esta corriente están de acuerdo con que el supremacismo blanco y el poder racial se han mantienido a lo largo del tiempo, en parte, gracias a las leyes establecidas; y que la historia ha mostrado que es posible cambiar la relación entre la ley y el poder racial y, de manera más general, perseguir un proyecto de emancipación.[3]

La teoría crítica de la raza se originó a mediados de la década de 1970 en los escritos de varios académicos legales estadounidenses, incluidos Derrick Bell, Alan Freeman, Kimberlé Crenshaw, Richard Delgado, Cheryl Harris, Charles R. Lawrence III, Camara Phyllis Jones, Tara J. Yosso, Mari Matsuda, y Patricia J. Williams.[7]​ Se ha identificado como parte de la nueva izquierda, y se ha influido de las teorías de los estudios jurídicos críticos, la teoría crítica y en pensadores como Antonio Gramsci, Sojourner Truth, Frederick Douglass y W. E. B. DuBois, así como en los movimientos chicano, negro y feministas radicales de las décadas de 1960 y 1970.[8][9]

Se consolidó en las facultades de derecho de los Estados Unidos a mediados de la década de 1980. Profesores de derecho como Derrick Bell, Alan Freeman y Richard Delgado observaron que, a pesar de que la legislación garantiza la igualdad formal, considerables desigualdades de hecho siguen caracterizando las relaciones raciales dentro de de la sociedad estadounidense. Desde una perspectiva combinada de investigación académica y la acción de derechos humanos, estos académicos comenzaron a cuestionar la validez de los principios liberales meritocráticos, los cuales según estos investigadores refuerzan las relaciones de poder establecidas en y a favor de la población blanca, sin que necesariamente se basen en ideas explícitamente racistas o comportamientos intencionales. Esta corriente de pensamiento pone en foco las dimensiones del racismo visto como estructural e inscrito en el funcionamiento social, dentro de las instituciones (legales, educativas, administrativas, policiales, carcelarias, empresariales) y en las llamadas “microagresiones” durante interacciones sociales diarias. Posteriormente, el enfoque influyó en otras disciplinas, que a su vez inspiraron el desarrollo de teorías críticas.[4]

En 2002, más de veinte facultades de derecho estadounidenses, y al menos tres facultades de derecho en otros países, ofrecían cursos o clases de teoría crítica de la raza que cubrían el tema como un asunto central.[10]​ Además del derecho, la teoría crítica de la raza se enseña e innova en los campos de la educación, las ciencias políticas, los estudios de la mujer, los estudios étnicos, la comunicación, la sociología y los estudios estadounidenses.[11]​ Más recientemente, la teoría crítica de la raza se ha impartido en el Reino Unido, Canadá y Australia.[12][13]

Algunos posicionamientos y métodos comunes de la teoría crítica de la raza, de acuerdo con Richard Delgado y Jean Stefancic, incluyen:[15]

Los estudiosos de la teoría crítica de la raza se han centrado, con cierta particularidad, en los problemas de delitos y discurso de odio. Por ejemplo, en respuesta a la opinión de la Corte Suprema de los Estados Unidos en el caso de discurso de odio de R.A.V. v. City of St. Paul (1992), donde la Corte derogó una ordenanza anti-prejuicio aplicada a un adolescente que había quemado una cruz, los académicos Mari Matsuda y Charles Lawrence afirmaron que la Corte no había prestado suficiente atención a la historia de discurso racista y el daño real producido por el discurso.[23]​ Planteamientos similares ocurrieron durante el desmantelamiento de monumentos y memoriales de los Estados Confederados de América a finales de la década de los 2010[24]​ y la discusión en torno a las reparaciones por la esclavitud en América.[25][26]

Aunque algunos teóricos de la raza como Richard Delgado y Jean Stefancic se oponen a la acción afirmativa, otros como Kennedy Duncan, han argumentado a su favor.[27]​ Proponen que los llamados estándares de mérito en la contratación y las admisiones educativas son sesgados en cuanto a la raza y en la práctica son parte de la retórica que justifica la participación desproporcionada de grupos raciales en el poder en puestos de trabajo y beneficios sociales.[28][29]​ En 2021, un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences afirmó que la enseñanza de estudios étnicos y de raza en los planes de estudio escolares en los Estados Unidos ha incrementado los logros educativos y el compromiso académico a largo plazo de las minorías raciales.[30]

La teoría crítica de la raza ha suscitado controversias en los Estados Unidos desde la década de 1980 por promover la animosidad racial, promover el uso de narrativas en los estudios legales, defender el instrumentalismo legal en contraposición a los usos de la ley basados en ideales, analizar la Constitución de los Estados Unidos como perpetuadora del poder racial, e instando a los estudiosos legales a convertirse en activistas sociales.[7]​ Un ejemplo criticado de enfoque instrumentalista fue la defensa del abogado Johnnie Cochran en el caso O. J. Simpson, donde Cochran instó al jurado absolver a Simpson a pesar de las pruebas en su contra como una compensación por el pasado racista de Estados Unidos.[31]​ En el período previo y posterior a las elecciones presidenciales de 2020, Donald Trump, políticos y comentaristas conservadores estadounidenses adoptaron la oposición a la teoría crítica de la raza como tema de campaña. Legislaturas estatales y el Congreso de los Estados Unidos han presentado proyectos de ley que limitarían o prohibirían que las escuelas públicas, así como organizaciones que hayan celebrado contratos o subcontratos con el Estado, impartan esta teoría.[32]



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