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Teosofismo



La teosofía (del griego: θεός, theós, ‘Dios’, y σοφία, sophía, ‘sabiduría’) es un conjunto de enseñanzas y doctrinas difundidas bajo ese nombre por Helena Petrovna Blavatsky a fines del siglo XIX. En su obra La clave de la teosofía, ella explica que el nombre teosofía es uno de los tantos que se utiliza para designar a una sabiduría sin edad, eterna, que no es otra que el conocimiento de la verdadera realidad. Del mismo modo que la ciencia no crea las leyes que rigen la naturaleza sino que las descubre, la teosofía es la realidad, y los seres humanos vamos aprendiendo progresivamente porciones del conocimiento de esta realidad. A partir de 1875 se crea la Sociedad Teosófica, que tiene como uno de sus objetivos el estudio comparativo de Religión, Ciencia y Filosofía, con el objeto de descubrir la enseñanza fundamental en cada una de ellas.

La teosofía propone que todas las religiones surgieron a partir de una enseñanza o tronco común, que ha quedado oculta bajo el velo de las doctrinas que se fueron elaborando con el correr de los siglos siguientes, llevando muchas veces a contradecir la enseñanza original. El estudio comparativo de la Ciencia y la Filosofía son otra forma de acercamiento a esta enseñanza original, que no es otra cosa que la realidad permanente que subyace por detrás del mundo sensible sujeto al constante devenir. El movimiento teosófico moderno fue creado por Helena Blavatsky, Henry Steel Olcott y William Quan Judge, quienes fundaron la Sociedad Teosófica en Nueva York en 1875. Constituye un movimiento ecléctico occidental que funde religiones como el cristianismo, el budismo, el hinduismo y está directamente relacionado con movimientos esotéricos espiritistas de finales del siglo XVIII como gnósticos, rosacruces y masónicos.[1]​ La influencia de la teosofía es claramente visible en buena parte de otros movimientos contemporáneos, como por ejemplo la “metafísica cristiana” de Conny Méndez, la Escuela Arcana de Alice Bailey, la Sociedad Antroposófica de Rudolf Steiner, la Fundación Krishnamurti y corrientes relacionadas con las doctrinas orientalistas sobre "niveles de ascensión" (Maestros Ascendidos).

Una definición más formal del Concise Oxford Dictionary la describe como:

El cuerpo fundamental de la teosofía moderna es la obra de H.P. Blavatsky La Doctrina Secreta. El texto se trata en su mayor parte de comentarios sobre: Las Estancias de Dzyan, en el que la autora va aportando material comparativo de fuentes religiosas varias (bíblicas, mesopotámicas, orientales, etc.). En 1983 el tibetólogo David Reigle relacionó a las Estancias de Dzyan con los libros secretos de Kiu-Te que en la actualidad han sido "positivamente identificados" con los Textos Tántricos Budistas y que los estudiosos de fines del siglo XIX también atribuían a la imaginación de Helena Blavatsky.[2]

A diferencia de otros movimientos catalogados de forma similar, las obras de Blavatsky no tienen un corpus rígido, sino que se presentan como la síntesis final y evolución lógica de cuantos movimientos religiosos y ocultistas han existido a lo largo de la historia. Su pretensión es explicar la evolución cósmica, planetaria y humana, fundiendo en un todo armonioso la religión, ciencia y filosofía.[3]​ El Universo entero constituye una Unidad, por lo que la separación que existe entre los seres que lo integran es una mera apariencia, una construcción de nuestra mente, una ilusión. Formando todos esta unidad, no tienen objeto las luchas y conflictos entre los seres humanos y la naturaleza, pues sería como entrar en conflicto con uno mismo. Los teósofos mantienen que hay un cuerpo de verdad que constituye la base de todas las religiones. La Teosofía Cristiana es un término usado para designar el conocimiento de Dios y de Jesús obtenido a través de la intuición.[4]

La Teosofía tiene un lado doctrinario y un lado eminentemente práctico, ya que la vida del teósofo debería ajustarse en la mayor medida posible a la doctrina que sostiene. Los valores que rigen la vida que idealmente tiene que llevar están relacionados fundamentalmente con una vida altruista, orientada al servicio hacia los demás. La acción desinteresada, la consideración del otro como un sujeto y no como medio, el manejo del propio egoísmo, son ejemplos de valores que la teosofía fomenta.[5]

La Escala de Oro formulada por H. P. Blavatsky sintetiza estos conceptos:

Vida limpia, mente abierta, corazón puro, intelecto despierto, percepción espiritual sin velos, afecto fraternal para todos, presteza para recibir consejo e instrucción, obediencia voluntaria a los mandatos de la verdad una vez que hayamos puesto nuestra confianza en ella y veamos que el instructor la posee.

Valeroso ánimo para soportar las injusticias personales, enérgica declaración de principios, valiente defensa de los que son injustamente atacados, y mirada siempre fija en el ideal de progreso y perfección humana que revela la Ciencia Secreta. Tal es ‘La Escala de Oro’ por cuyos peldaños el aspirante puede ascender hasta llegar al templo de la sabiduría divina.

La Teosofía postula tres principios fundamentales en los que se basan todas sus enseñanzas:[6]

Los cinco símbolos más destacados en el sello de la Sociedad Teosófica son:

La teosofía apareció en España a fines del siglo XIX de la mano de Francisco Montoliú y José Xifré, quienes tradujeron varias de sus obras, difundiéndolas a través de las publicaciones Sophia y El Loto Blanco. El movimiento teosófico ibérico tuvo su centro operativo en la ciudad de Barcelona, con el apoyo de la editorial de Ramón Maynadé, teósofo convencido, que contaba con el apoyo del traductor Federico Climent Terrer (1865-1945) También destacó al respecto el periodista y crítico musical Viriato Díaz Pérez. Otro de sus miembros fue el doctor José Roviralta Borrell (1856-1926), quien realizó en 1896 una importante traducción del Bhagavad-gītā.

Posteriormente, Helena Blavatsky tuvo en España como difusor al "teósofo y ateneísta" Mario Roso de Luna. Hay referencias a la teosofía en varias obras de Valle-Inclán, como Claves líricas, La lámpara maravillosa y Luces de bohemia. En ellas se puede apreciar cómo la actitud del autor evoluciona de un interés inicial sincero a una descarada burla de sus ilusiones juveniles.

En Iberoamérica el movimiento teosófico vivió una época de esplendor en la primera mitad del siglo XX, donde diversos intelectuales y artistas se identificaron con las enseñanzas de Helena Blavatsky. Las principales personalidades influidas por las doctrina de la Teosofía en estas dos regiones de América fueron: Eunice Odio, Leopoldo Lugones, Augusto Sandino, Joaquín Torres García, Rubén Darío, Gabriela Mistral, José Ingenieros, José Martí, Amado Nervo, Alberto Masferrer, Salarrué, Roberto Brenes Mesén, Maximiliano Hernández Martínez, César Dávila Andrade, entre otros. Actualmente se ha instalado en Chile un centro que rige a los movimientos teosóficos de toda América Latina, CTAL. Es dirigido por el poeta chileno Gregorio Angelcos.

La teosofía en México apareció en el año de 1906 y se conformó un centro de estudios, culminando con la fundación de la Logia Aura, siendo esta la Logia madre y veterana de la Sección Mexicana, se dependía de la Sección Cubana. Entre 1908 y 1909 estuvo en México el teósofo Emilio Calvariac.

La llamada Decena Trágica, iniciada el 9 de febrero de 1913, hizo que muchos de los habitantes de la Ciudad de México permanecieran dentro de sus hogares hasta principios de 1914. Al no poderse seguir reuniendo, algunos de los teósofos, se trasladaron al puerto de Veracruz en 1915, encontrándose ahí con personas que se reunían a estudiar y comentar sobre teosofía, por tal motivo la Logia Aura fue trasladada a dicho puerto con el beneplácito de las personas que ahí se reunían; contando con numerosos miembros se procedió a formar otra logia, llevando el nombre de Apolonio de Tiana. Una vez cumplidos los requisitos correspondientes se procedió a remitir toda la documentación a la Secretaría General de la Sección Cubana de la cual dependían las ramas mexicanas. Así quedó constituida dicha rama en el año de 1915.

Habiéndose restaurado la calma en Ciudad de México, los miembros que habían emigrado al puerto de Veracruz, regresan a su ciudad natal y a reintegrarse a la rama Aura. Con el tiempo se fundan las ramas Mercurio y Teocitlali. En ese período se constituyeron en Mérida, Yucatán, las ramas Mayab y Zamná. En la ciudad de México siendo muy numerosa la concurrencia a conferencias, se forma la rama Sirio. Contando ya con siete ramas, que es el número requerido para solicitar patente constitutiva de la Sección, miembros y trabajadores procedieron a realizar las gestiones respectivas para cumplir con las formalidades y trámites reglamentarios; todo esto por conducto de la Sección Cubana, y una vez obtenida la venia de la Sede Mundial de la Sociedad Teosófica en Adyar, India (ahora Chennai), el 12 de noviembre de 1919 se declaró constituida la “Sección Mexicana de la Sociedad Teosófica”, siendo su primer secretario general Agustín Garza Galindo. Así continuaron surgiendo ramas en diferentes partes del país. Más tarde Adolfo de la Peña Gil se hizo cargo de la Secretaría General. En el lapso de 1920 a 1950, se contó con las visitas de personalidades prominentes como C. Jinarajadasa, Jiddu Krishnamurti, Nilakanta Sri Ram, John Coats y Radha Burnier.

El 22 de mayo del año de 1953 queda constituida en la ciudad de Puebla la Logia Alfa, siendo sus fundadores el general Rafael Cancino Palacios, Refugio Zamora de Cancino, Antonieta Fortul de García, Domingo García, Aurelio Samaniego, Ramón Pujol, Jorge Murad, doctor Felipe Murad y Murad, siendo este último, la única persona que actualmente vive y que funge como miembro vitalicio. Aunados a la rama Alfa, surgió la rama Helena Petrovna Blavatsky. Se ha contado con el apoyo de los dirigentes de la Casa de Cultura en Puebla a través de veinte años para la exposición de temas relacionados tanto en el aspecto científico, filosófico y religioso.

La sede nacional de la Sociedad Teosófica en México se encuentra en la ciudad de México.

El movimiento de Blavatsky tuvo un firme detractor en el tradicionalista René Guénon, quien dedicó al mismo una obra monográfica: El Teosofismo, historia de una pseudorreligión (1921).

A finales del siglo XX, Peter Washington abordó el teosofismo desde una óptica agnóstica en su libro El mandril de Madame Blavatsky (1995).

No obstante, algunas de las fuentes acusatorias de Washington como el informe Hodgson de la SPR (1885) fueron refutadas por la misma institución que las formuló a fines del siglo XIX, la Sociedad para las Investigaciones Psíquicas (SPR). En 1986 el investigador de la SPR Vernon Harrison publicó una investigación titulada "H.P. Blavatsky y la SPR: Un examen del informe de Hodgson de 1885", donde analizaba las incongruencias y la falta de seriedad del estudio de Hodgson publicado un siglo antes. A raíz de esto, la SPR se retractó públicamente del informe de 1885.



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