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Torres Blancas



El edificio Torres Blancas de Madrid (España) se encuentra en la confluencia del número 2 de la calle Corazón de María con el número 37 de la avenida de América. Es un ejemplo de arquitectura organicista[1]​ y brutalista, con la peculiaridad de que se aplica a un bloque de viviendas de lujo en lugar de económicas.[2][3]

El proyecto, firmado por Francisco Javier Sáenz de Oiza como arquitecto y la participación de ingenieros como Leonardo Fernández Troyano y Carlos Fernández Casado, es de 1961, y las obras se prolongaron desde 1964 hasta 1968. Con este edificio, su primer proyecto internacionalmente conocido, Sáenz de Oiza, que vivió el resto de su vida en el edificio, ganó el premio de la Excelencia Europea en 1974.[4]

Torres Blancas fue un experimento propiciado por un cliente, Juan Huarte (propietario de la constructora del mismo nombre, Huarte), que se significó en los años 1960 por su apoyo a la vanguardia española, construyendo algunos de los mejores edificios de España en los años 1960 y 1970.[5]​ Corresponde a la llamada etapa orgánica de la arquitectura madrileña con marcada tendencia neoexpresionista y sugerencias surrealistas, todo ello sumado a su carácter experimental.

Torres Blancas llevó la imagen de Oíza al panorama internacional a través de su difusión en las publicaciones periódicas especializadas de la época entre 1960 y 1980, convirtiéndolo en uno de los arquitectos españoles con mayor presencia en el extranjero.[6]

El edificio, de 81 metros de altura, es una estructura a base de cilindros rodeados en todo su perímetro por balcones con celosías de madera. Tiene veintitrés plantas, destinadas a viviendas y oficinas, más una planta adicional en lo alto del edificio, dos plantas de sótano y la planta de acceso. Hay una planta de servicios reservada para las instalaciones generales entre las plantas 21 y 22, y en la azotea hay una serpenteante piscina.[5]

A pesar de su nombre, se trata de una única torre, que tampoco es blanca, sino gris, de hormigón visto. Se suele argumentar que el proyecto original consistía en dos torres y que el edificio debe su nombre al uso de hormigón blanco en la fachada que fue posteriormente desestimado por cuestiones presupuestarias. Este anecdotario no es cierto y el proyecto siempre fue una única torre, en hormigón armado convencional. El término "torres" en plural se debe a los múltiples cilindros que componen la única torre, y "blancas" se debe a una pequeña artimañana del arquitecto en las presentaciones previas para intentar que el proyecto obtuviera la licencia a pesar de lo arriesgado del mismo. La estructura del edificio es de hormigón armado, careciendo de pilares. Son las paredes externas y la estructura vertical interna los elementos que garantizan las funciones de sustentación.[5]

La pretensión de Oiza era construir un edificio de viviendas singular, de gran altura, que creciera orgánicamente, como un árbol, recorrido verticalmente por escaleras, ascensores e instalaciones, como si fueran los vasos leñosos del árbol y con las terrazas curvas agrupadas como si fuesen las hojas de las ramas.[5]

Oiza tomó de Le Corbusier la idea del racionalismo de construir viviendas con jardines en altura y de Frank Lloyd Wright las propuestas organicistas de su torre Price, realizando una síntesis personal de ambas tendencias, que es generalmente reconocida como una de las obras maestras del organicismo.[5]



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