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Trabajo bifacético



El trabajo bifacético, se refiere al carácter dual o bifacético del trabajo contenido en las mercancías. Este concepto es una categoría central de El Capital de Karl Marx, con la que se pretende señalar que así como en la mercancía están contenidos dos tipos o formas del valor, el valor de cambio y el valor de uso, el trabajo que produce una mercancía también contiene dos facetas diferentes, dos "caras de la misma moneda". Una, como trabajo concreto o trabajo útil, creador de valores de uso, y otra, como trabajo abstracto, creador de valores de cambio.

La diferencia entre el trabajo abstracto y el trabajo concreto o útil, es una diferencia de aspectos del mismo trabajo bifacético, y no debe confundirse con dos tipos de trabajo diferentes (como sería, por ejemplo, la diferencia entre la redacción de un artículo de Wikipedia y la confección de calzado para fines comerciales). Las diferencias entre un trabajo para el consumo directo y un trabajo para el intercambio no son que el primero es concreto y el segundo abstracto. Ambos producen valores de uso y son por ello trabajos concretos, sólo que el segundo es además trabajo bifacético porque al intercambiarse posee valor de cambio.

El trabajo concreto o trabajo útil es característico de todos los modos de producción sin excepción, es decir, existe en la producción de todo valor de uso o bien. En cambio, el trabajo abstracto, dado que es creador de valor de cambio, sólo existe en la producción de mercancías. Por eso es que el carácter bifacético del trabajo es una forma social histórica al igual que el modo de producción capitalista.

El valor de uso no necesita de la existencia del valor de cambio, pero el valor de cambio sí necesita de la existencia de un valor de uso (un producto sólo puede realizarse como mercancía si es útil). Del mismo modo, el trabajo concreto puede existir sin el trabajo abstracto, pero no a la inversa: el trabajo abstracto no existe sino en contraposición al trabajo concreto o trabajo útil, como su manifestación en el valor de cambio. El trabajo abstracto no existe sin su contrapuesto.

Marx llama "abstracto" al carácter del trabajo en tanto que productor de valores de cambio, porque al manifestarse el trabajo como patrón de medida en la equivalencia en que se intercambian las mercancías, es despojado de toda cualidad. El trabajo es abstraído de todo sentido de utilidad, es decir de orientación a la satisfacción de tal o cual necesidad. En cambio, se manifiesta meramente como una cantidad: cuántas mercancías "A" equivalen a una mercancía "B".

La cantidad está determinada por la magnitud de gasto psíquico o físico de energía (gasto de fuerza de trabajo) y es medido en horas de trabajo:

Hay que considerar que en la teoría marxista las horas de trabajo expresadas en el valor de cambio son las horas de trabajo socialmente necesarias, es decir, el promedio social de gasto de fuerza de trabajo requerido para producir ese valor bajo las condiciones técnicas de determinada época.

El fetichismo de la mercancía es consecuencia de este carácter dual o bifacético: los trabajos particulares en la producción para el intercambio se desarrollan independientemente y sólo se encuentran en el ámbito de circulación, no en el de la producción. Se encuentran como mera equivalencia de horas de trabajo socialmente necesarias. Por eso, las actividades humanas en la producción mercantil se convierten en relaciones sociales sólo bajo la forma de una relación cuantitativa entre dos objetos (el intercambio de mercancías). La "dominación" del valor de cambio sobre el valor de uso, y por consiguiente la "dominación" del trabajo abstracto sobre el trabajo concreto (el hecho de que las relaciones sociales revisten la forma de relaciones cuantitativas) explica la existencia del fetichismo de la mercancía.

Dentro del marxismo, existen ciertas diferencias implícitas en la forma de entender el concepto de trabajo abstracto. Mientras a veces es entendido como una mera medida cronológica, sobre todo por aquellas corrientes que enfatizan ver al marxismo respecto del pensamiento burgués como un entendimiento cualitativamente más objetivo del mundo, otras corrientes marxistas prefieren entender el trabajo abstracto más bien no sólo como el tiempo de trabajo socialmente necesario (en un sentido meramente analítico) sino también como una forma de imposición de cierta existencia particular del trabajo, imposición perteneciente a una lucha de clases y que implica un sometimiento y una demarcación de la actividad humana dentro de los marcos de la acumulación capitalista. Así, la forma de existencia del trabajo abstracto en economías no capitalistas sería meramente embrionaria, al no expresarse todavía como una forma de dominación de clase.



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