x
1

Transexualismo



Las personas transexuales experimentan una identidad de género que no coincide con el género que han nacido y desean hacer una transición permanente al sexo o género con el que se identifican, por lo que suelen buscar asistencia médica (incluidas las terapias de reasignación de sexo, como la terapia de sustitución hormonal y la cirugía de reasignación de sexo) para ayudarles a alinear su cuerpo con su sexo o género identificado.

La transexualidad es un subconjunto del conjunto transgénero,[1][2][3]​ pero algunas personas transexuales rechazan el término transgénero, al que consideran una etiqueta.[4][5][6][7]​ Se puede hacer un diagnóstico médico de disforia de género si una persona expresa su deseo de vivir y de ser aceptada como miembro de su género identificado[8]​ y si una persona experimenta un deterioro del funcionamiento o angustia como resultado de su identidad de género.[9]

A mediados del siglo XIX, los médicos comenzaron a interesarse en los llamados trastornos de la identidad que afectaban principalmente a la identidad sexual: Nikolaus Friedreich (1830), Jean Étienne Dominique Esquirol (1840), Richard von Krafft-Ebing (1892) y Moll (1892).[cita requerida]

A principios del siglo XX, Henry Havelock Ellis y Magnus Hirschfeld (1910) identificaron un cuadro clínico al cual denominaron travestismo. Spengler (1914) estudió el tema desde el punto de vista de la medicina jurídica.[cita requerida]

El término transexualidad fue acuñado en 1953 por Harry Benjamin, quien propuso un tratamiento con hormonas del sexo con el que se identificaban sus pacientes para aliviar su malestar. En 1973, John Money denominó este cuadro disforia de género.[cita requerida]

Los primeros intentos de reasignación sexual mediante tratamiento hormonal y quirúrgico se realizaron de forma discreta y no se expusieron a la opinión pública: el primero del que se tiene noticia, citado por Hirschfeld, se realizó en 1912; más tarde, se dieron algunos pocos en Berlín, Praga, Gran Bretaña e Italia, descritos por su discípulo Félix Abraham. También se sabe de algunos realizados por los médicos nazis.[cita requerida]

La primera operación de la que se tienen datos tuvo lugar en 1930, cuando el pintor danés Einar Mogens Wegener le pidió al doctor Magnus Hirschfeld que lo transformara en mujer. Wegener falleció poco después, debido a las secuelas de la operación.[10]

La primera tentativa exitosa que se dio a conocer al público, con repercusiones mundiales, se le practicó en Copenhague en 1952 a un exsoldado del ejército estadounidense, George Jorgensen, joven de origen danés —más tarde conocida como Christine y elegida Woman of the Year en 1954—. El endocrinólogo Christian Hamburger, el psiquiatra George Stürup y los cirujanos Poul Fogh-Andersen y Erling Dahl-Iversen fueron los encargados de la operación.[11]

El psiquiatra estadounidense Robert Stoller fue el primero que describió la transexualidad como una condición diferenciada. La relacionó con la identidad de sexo, en contraposición al sexo biológico.[12]​ La primera comprobación de Stoller fue que las mujeres transexuales, aunque deseadas como varones, reconocidas sin equívoco y bien aceptadas como tales, presentan desde su primera infancia un comportamiento femenino, tanto en sus elecciones de vestimenta, sus juegos y gestos, como en la entonación de su voz y su vocabulario.[12]​ Stoller rechazaba la reasignación quirúrgica de sexo.[13]

Los errores en el diagnóstico pueden tener como consecuencia la descompensación psicótica de los pacientes después de la operación.[12]​ De la definición y el diagnóstico de transexualidad depende la prescripción terapéutica para la reasignación hormonal y quirúrgica del sexo.[12]

Con el tiempo, la transexualidad ha abandonado progresivamente su lugar en los registros patológicos, y el tratamiento se ha liberado de restricciones terapéuticas: el cambio de sexo está ahora a disposición de quien lo desee en diversos países. En 1988, el endocrinólogo de los Países Bajos Louis Gooren fundó la cátedra de transexualismo en la Facultad de Medicina de la Universidad Libre de Ámsterdam (en neerlandés: Vrije Universiteit Amsterdam), en el Departamento de Endocrinología, para enseñar a los profesionales la detección precoz de la transexualidad y su tratamiento hormono-quirúrgico.[14]

En la actualidad, la transexualidad o la condición transsexo en sí mismas no se consideran una enfermedad mental. El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM IV), de la Asociación Psiquiátrica Estadounidense, clasifica la disforia de género o disforia de sexo dentro de los Trastornos de la Identidad Sexual [F64].[15]

La Organización Mundial de la Salud lo incluyó como síndrome médico en 1977, en una resolución adoptada en la XXIX Asamblea Mundial de la Salud. Define tres trastornos diferentes: trastorno de la identidad sexual de la infancia, tranvestismo de rol doble y transexualismo; en el DSM IV, estas tres entidades están recogidas dentro de una misma categoría, denominada trastorno de la identidad sexual. Según el DSM IV, la insistencia por parte de un individuo de ser del otro sexo no debe ser considerada delirante.[15]

Existen dos componentes en el trastorno de la identidad sexual que deben estar presentes a la hora de efectuar el diagnóstico. En primer lugar, debe haber pruebas concluyentes de que el individuo se identifica, de manera sólida y persistente, con el otro sexo, lo que implica el deseo de ser o la insistencia en que se pertenece al sexo opuesto del asignado al nacer. Esta identificación con el otro sexo no consiste en el deseo de obtener las posibles ventajas relacionadas con los usos sociales; es necesario que existan también pruebas de malestar persistente provocadas por el sexo asignado o un sentimiento de inadecuación con el papel de dicho género.[15]

Para efectuar el diagnóstico de trastorno de la identidad sexual, deben existir pruebas de malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.[15]​ Este diagnóstico no debe realizarse si el individuo padece una enfermedad física intersexual, pues los individuos con trastorno de la identidad sexual poseen genitales que no muestran patología alguna (en contraste con los genitales ambiguos o el hipogonadismo que se observan en las enfermedades físicas intersexuales como, por ejemplo, el síndrome de insensibilidad a los andrógenos o la hiperplasia suprarrenal congénita).[15]

Muchos individuos con trastorno de identidad sexual acaban socialmente aislados. Este ostracismo conduce a una baja autoestima y puede contribuir a un sentimiento de aversión hacia la escuela que provoque su abandono en los casos de personas en edad escolar.[15]​ El rechazo y las burlas de los compañeros producen con frecuencia secuelas persistentes en estos niños, tales como las inclinaciones e intentos suicidas y los trastornos relacionados con el consumo de sustancias nocivas. La depresión clínica se encuentra a menudo asociada a este cuadro, especialmente en adolescentes.[15]​ En adultos, puede haber síntomas de ansiedad y de depresión.

Datos estadísticos sobre la población total de los países más pequeños de Europa sugieren que 1 de cada 30 000 varones y 1 de cada 100 000 mujeres desean tratamiento quirúrgico.[15]​ Los problemas de identidad en los niños y adolescentes no se definen como trastornos mentales en el DSM IV.

El 16 de octubre del 2009, distintas organizaciones transexuales se manifestaron en todo el mundo para solicitar que en la revisión del DSM V desaparezca la transexualidad como patología.[16]

En julio del 2016, un grupo de investigadores financiados por el Instituto Nacional de Psiquiatría de la Ciudad de México presentaron un estudio para apoyar el pedido de que la Organización Mundial de la Salud retirara la transexualidad de la sección de trastornos mentales. El estudio mexicano se sumó a trabajos similares en Brasil, India, Francia, Sudáfrica y el Líbano, que se presentaron en el 2018, cuando se discutió la reclasificación de la transexualidad en el CIE-11. Estos estudios coinciden en señalar que el factor causal del malestar que experimentan las personas transexuales, que ha llevado a definir un trastorno mental, no se origina por su identidad y condición sexual, sino por el rechazo y la discriminación que vivieron. Por ese motivo, los especialistas consideraron importante eliminar un diagnóstico que contribuye a la estigmatización y, de ese modo, a abordar el verdadero problema.[17][18][19][20]

El 18 de junio de 2018, la Organización Mundial de la Salud publicó la nueva edición de su manual de enfermedades que saca la transexualidad del capítulo de trastornos y pasa a formar parte de un epígrafe denominado condiciones relativas a la salud sexual. Se trata de un avance en el camino de la despatologización de la transexualidad, aunque pasa a llamarla incongruencia de género. Esta edición CIE-11 entrará en vigor en 2022 para sustituir a la que ha estado vigente desde 1990, año en que la homosexualidad salió de la lista.[21]

Algunas diferencias con el travestismo, la homosexualidad y la intersexualidad:

En cambio la persona transexual se tiene a sí mismo como perteneciente al sexo diferente al que resulta de su dotación cromosómica y su morfología; esta no ofrece dudas, pero la persona la rechaza; se trata, pues, de un supuesto de confrontación entre la identidad de género, tal como es sentida por el propio sujeto y el sexo biológico, la dotación cromosómica, órganos sexuales externos e internos, caracteres sexuales secundarios.[25]

Según Silvia Bleichmar:[26]

Las intersexualidades y las transexualidades en sentido amplio —variedad de subjetividades que no encuentran cabida en la dicotomía masculino/femenino, presentaciones queer o diversidades sexuales y de género— aparecen como un desafío a los conceptos de la modernidad sobre la diferencia sexual y de género.[22]

Pero mientras que en algunas intersexualidades se cuestiona la clasificación binaria varón/mujer, en la transexualidad se acepta; simplemente, el individuo transexual pone en duda el lugar que en ella se le asigna.[29]

El tratamiento tiene como objetivo disminuir la importancia de los caracteres sexuales secundarios del sexo rechazado.

La cirugía de adecuación, de asignación del sexo o de reasignación del sexo (según la fuente consultada) es una terapia que la ciencia considera puede ser apropiada para mejorar el estado de salud (bienestar psicofísico) o calidad de vida de un sujeto transexual, reviste naturaleza paliativa y contribuye a la salud integral de la persona transexual y a la constitución de su identidad de género.[25]

Pueden darse en casos de varones transexuales que, debido a antecedentes familiares que pronostican una alta probabilidad de sufrirlo, deciden quitarse los senos por temor al cáncer de mama.[23]

El quid de la transexualidad no es la demanda de cirugía, ni la necesidad de operarse, sino la de la identidad de género. La persona transexual posee la convicción de que es una mujer encerrada en el cuerpo de un varón o un varón encerrado en el cuerpo de una mujer y desea cambiar su cuerpo para adaptarlo a esa identidad.[22]

Algunos autores plantean la hipótesis de una diferencia radical entre ellos, ya que los casos de varones transexuales son menos frecuentes y menos estudiados, pasan más desapercibidos y muchos logran vivir como varones,[23]​ a diferencia de las mujeres, que muchas veces terminan dedicándose a la prostitución por no encontrar otro tipo de trabajo.

Pueden incluso tener hijos mediante inseminación artificial de donante anónimo.[23]

En algunos países, los partidarios del fenómeno “trans”, que engloba a todos los que cuestionan los límites impuestos por el sexo —sean transexuales, transexualistas, travestis, drag queens, drag kings, butchers, queers, etc.—, consideran que nuestra cultura posmoderna ya ha entrado en la era del postransexualismo y, en algunos casos, combaten las prácticas hormo-quirúrgicas y no expresan más que su deseo de adecuación social.[14]

A principios del siglo XX se abrieron nuevas posibilidades para las personas transexuales gracias al progreso de los conocimientos endocrinológicos y los tratamientos hormonales. En la actualidad las personas que se sienten así tienen la posibilidad de concretar un cambio de sexo real a raíz del desarrollo médico-quirúrgico y tecnológico. Ahora es posible modificar la apariencia sexual del cuerpo humano.[14]

Esto ha ocasionado no pocas paradojas:

La reacción de la sociedad frente a la transexualidad, el transexualismo y el transgenderismo ha generado un intenso debate de compleja problemática en el orden médico, psiquiátrico, psicológico, jurídico y ético. Los antropólogos sociales, los psicólogos, los psicoanalistas, los sociólogos, los médicos psiquiatras, cirujanos y endocrinólogos, juristas, magistrados y filósofos han tenido que ponerse a reflexionar sobre sus consecuencias.

Aparecieron así los siguientes debates:

En un estudio de los suecos Ivanka Savic y Stefan Arver, la disforia de sexo se propone como una consecuencia de una diferenciación sexual cerebral atípica aunque no hay datos que indiquen que los cerebros estaban feminizados.[33]​ Un estudio del doctor Kruijver en Ámsterdam apoya la hipótesis de que en los transexuales la diferenciación sexual del cerebro y los genitales pueden ir en direcciones opuestas y por eso él apunta a una base neurobiológica de la transexualidad.[34]​ Otro estudio de Savic y Arver, del Departamento de Neurociencia Clínica del Stockholm Brain Institute, realizado con 48 varones y mujeres heterosexuales y 24 mujeres transexuales (varón a mujer) no pudo confirmar los resultados anteriores pero sostiene que la anatomía del cerebro desempeña algún papel en la identidad de género.[35]​ Un estudio del análisis de reacciones localizadas en el cerebro a través de electroencefalogramas (EEG) ha mostrado que los del grupo transexual fueron más similares a los del grupo de mujeres heterosexuales que a los del grupo de varones.[36]

Estudios parecidos sostienen una fuerte tendencia a la herencia.[37]

La estría terminal cerebral parece indicar la identidad sexual y en particular, la teoría de la «esencia femenina» de la transexualidad. Algunos estudios muestran que las mujeres transexuales —mujeres nacidas con cuerpo masculino, pero que se sienten mujeres— tienen una proliferación celular de tipo normativo femenino en el núcleo del lecho de la estría terminal, mientras que en el caso de los varones transexuales — varones nacidos con cuerpo femenino, pero que se sienten varones— tienen una proliferación celular de tipo normativo masculino. Se piensa que está mediado por niveles bajos o excesivos de andrógenos in útero y en el neonato.

No obstante, la dimensión teórica e hipotética alcanza una magnitud increíble de áreas dentro de la ciencia. Se sugiere pensar en un agregado multifactorial y no en una etiología exclusiva e irrefutable.

La mayor parte de las personas transexuales sienten un sufrimiento psicológico y emocional debido al conflicto entre su identidad sexual y el género que se les asignó al nacer. Algunas encuentran como única solución un proceso de reasignación de sexo. Este proceso puede incluir tratamientos hormonales o someterse a la cirugía de reasignación de sexo para modificar sus características sexuales primarias y secundarias.

La Asociación Internacional Harry Benjamin (en inglés, Harry Benjamin International Gender Dysphoria Association) publica cada año un manual de estándares especializados de asistencia y tratamiento de la transexualidad.

En España, para comenzar el tratamiento de reconstrucción se precisa un informe positivo por parte de un profesional (psicólogo, sexólogo, psiquiatra) en el que reconozca la necesidad de la persona de adoptar el nuevo rol de sexo y la adaptación de sus caracteres sexuales primarios y secundarios (mediante tratamientos hormonales o cirugías) para conseguir desenvolverse mejor en la sociedad. En dicho informe se hace constar además que la persona no presenta ningún trastorno mental que la induzca a tomar dicha decisión.

Además, se recomienda que la persona pase durante uno o dos años un test de vida real o experiencia de vida real, que consiste en comenzar a vivir de acuerdo a la propia percepción de la identidad sexual, es decir, conforme al rol de sexo del sexo contrario a su sexo biológico.

Este test no siempre es posible, ya que —sin hormonas y sólo mediante maquillaje y ropa— puede resultar complicado adaptar el físico a la anatomía deseada y pasar inadvertido. Para ello, los varones transexuales necesitarán al menos acceder a la terapia hormonal, mientras que la mayoría de las mujeres transexuales necesitarán además eliminar su vello facial, adiestrar su voz y, a veces, cirugía facial.

En México, Ciudad de México, para poder emitir una nueva acta de nacimiento es necesario contar con dos dictámenes periciales emitidos por sexólogos o médicos especialistas en reconstrucción. Para aquellos ciudadanos que no hayan nacido en el Distrito Federal deben comprobar 6 meses de estancia en la ciudad capital para poder acceder a este derecho.[38]

El psicoterapeuta no debe pronunciarse sobre la conveniencia de someterse a las modificaciones físicas que la medicina y la cirugía ponen al alcance del individuo. Si acepta escuchar a la persona transexual como paciente es solamente para mostrarle la razón subjetiva de su demanda, así como las consecuencias que tendría el proceso. El tratamiento no apunta a la desaparición de un síntoma sino permitir al sujeto conocer lo que genera su malestar.[14]

En otros casos, el tratamiento psicológico se realiza como apoyo a la persona transexual durante su proceso de reasignación de sexo, debido a que durante ese primer período se pueden producir muchos cambios, y es necesario el ir asimilándolos al tiempo que ocurren. También debido a que pueden producirse actitudes de rechazo en el entorno (trabajo, vecindad, familia, entre otros) es función del psicólogo dotar al sujeto de los mecanismos psicológicos necesarios para sobrellevar estas contingencias.

La necesidad de tratamiento psicológico se subraya también debido tanto al alto índice de problemas de salud, incluidos la depresión y la ansiedad.

Muchos activistas transexuales y especialistas defienden que estos problemas normalmente no están relacionados con su identidad sexual, sino con los problemas que surgen por la discriminación social que sufren.

Tanto para las mujeres como para los varones transexuales la Terapia Hormonal Sustitutiva (varón a mujer) (THS) provoca el desarrollo de algunos de los caracteres sexuales secundarios del sexo deseado. Sin embargo, muchos de los preexistentes caracteres sexuales primarios y secundarios no pueden desaparecer mediante la THS. Por ejemplo, el pecho crecerá en las mujeres transexuales, pero no desaparecerá en los varones transexuales. El vello facial de los varones transexuales crecerá, pero normalmente no dejará de hacerlo para las mujeres transexuales.[cita requerida]

Sin embargo, algunos caracteres (como la distribución corporal de la grasa y los músculos, así como la menstruación en los varones transexuales) pueden ser revertidos mediante el tratamiento hormonal. Desgraciadamente, algunos de esos caracteres volverán a aparecer al cesar el tratamiento hormonal, a no ser que se haya realizado una castración quirúrgica.

Además, especialmente en las mujeres transexuales, pero también en algunos varones transexuales, se precisa de la cirugía para un resultado físico satisfactorio. Las mujeres transexuales a menudo requieren depilación intensiva para hacer desaparecer el vello facial y corporal.

La terapia hormonal dura toda la vida.[cita requerida]

La cirugía de reasignación de sexo consiste en procesos quirúrgicos que las mujeres y los varones transexuales llevan a cabo para armonizar su sexo anatómico con su identidad sexual. Puede centrarse en los genitales, denominada cirugía de reconstrucción genital, y en la que se pueden distinguir operaciones como la vaginoplastia o la colovaginoplastia, la metadoioplastia o la faloplastia. Pero también existen operaciones femenizantes o masculinizantes de caracteres sexuales no genitales, como puede ser una cirugía facial o una mastectomía.

La cirugía es muy cara, y excepto en los casos de las Comunidades Autónomas de Extremadura, Andalucía, Madrid, Aragón y Cataluña en España, no está cubierta por la Seguridad Social, y tampoco en todas partes por los seguros médicos privados. El precio varía notablemente, dentro del ámbito de la medicina privada. En España, la operación de vaginoplastia cuesta entre 12.000 y 18.000 €; mientras que la faloplastia es mucho más cara y puede alcanzar un precio de entre 24.000 y 36.000 €.

En otros países, los precios oscilan desde cifras similares en Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea; a la mitad en Tailandia, e incluso menos en algunos países latinoamericanos.

No todas las personas transexuales se someten a la cirugía de reasignación de sexo (bien por el alto coste de la operación, bien por riesgos médicos o por razones personales), a pesar de que vivan permanentemente en el rol de sexo del sexo con el que se identifican.

El Ejército de Israel fue el primer ejército en aceptar en sus filas a una persona transexual.[39]​ En el futbol israelí, Sapir Berman, antes Sagui Berman, fue la primera árbitra transexual que dirige partidos del campeonato israelí desde el 2011.[40]

En España no se han realizado estudios sobre la prevalencia de la transexualidad en la población. Por ello, para poder establecer una cifra aproximada, debemos utilizar los datos del estudio realizado por Bakker, Van Kesteren, Gooren y Bezemer en Países Bajos en 1993 y realizar una extrapolación de las cifras, y que se han comprobado en 2007 para Bélgica: la prevalencia es de una persona transexual por cada 19.000 habitantes en todo el país (1:12.900 para mujeres transexuales y 1:33.800 para varones transexuales), pero con diferencias significativas entre zonas urbanas (Bruselas) y más rurales, y entre Flandes y Walonia[41]​ Sin embargo, las cifras calculadas para el año 2011 por GIRES —The Gender Identity Research and Education Society— del Reino Unido, muestran una prevalencia actual y futura mucho más alta de personas que podrían mostrar una disforia de género.

Según el INE, en enero de 1998 la población española estaba formada por 39.852.651 personas, de las cuales 19.488.465 eran varones y 20.364.186 eran mujeres. El 90,62% del total de la población tenía más de 15 años, y si sólo consideramos la población mayor de 15 años y extrapolamos los datos del estudio neerlandés, la estimación de personas transexuales en España es de 2.087 personas, de las cuales habrá 1.408 mujeres transexuales y 607 varones transexuales.[42]

En el terreno legal y social, las personas transexuales suelen reivindicar dos derechos. Uno, mayor facilitad para modificar el sexo legal y, por otro lado, la cobertura sanitaria integral.

En España, la Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas[43]​ permite el cambio de la mención de sexo en los documentos oficiales, incluyendo el registro civil y el DNI, siempre que se cumplan los requisitos expuestos en la ley, es decir, tener la nacionalidad española, ser mayor de edad y estar acreditado por los correspondientes informes médicos.

El cambio se realiza por vía administrativa presentando en el registro civil correspondiente al lugar de residencia del interesado una solicitud acompañada de la documentación correspondiente.

En México, el código civil del Distrito Federal menciona que es posible levantar una nueva acta de nacimiento para las personas transexuales, así como la obligación del gobierno local de dotar de medicamentos y hormonas a los pacientes transexuales. Así mismo, es pionero en establecer penas a quienes discriminen sobre la base de la situación de transexualidad. Sin embargo, en el resto del país no existe este tipo de legislaciones y sólo se contempla, en algunos casos, hacer una anotación al margen en el acta de nacimiento con el nuevo nombre.[38]

En Argentina la Ley de Identidad de sexo que lleva el n.º 26.743,[44]​ permite que las personas trans (travestis, transexuales y transgéneros) sean inscritas en sus documentos personales con el nombre y el sexo de elección, además ordena que todos los tratamientos médicos de adecuación a la expresión de sexo sean incluidos en el Programa Médico Obligatorio, lo que garantiza una cobertura de las prácticas en todo el sistema de salud, tanto público como privado. Sancionada el 9 de mayo de 2012[45]​ es la única ley de identidad de sexo del mundo que, conforme las tendencias en la materia, no patologiza la condición trans.[46]

Se trata de la reivindicación histórica de la comunidad transexual. En 1989, ya el Parlamento Europeo instaba a los estados miembros el posibilitar el acceso a las personas transexuales a una asistencia sanitaria integral, cosa que en España de momento no se ha cumplido más que en la comunidad andaluza, que dispone de una unidad especializada en el Hospital Carlos Haya de Málaga, y en la Comunidad de Madrid en el Hospital Ramón y Cajal.

A pesar del retraso que existe respecto a otros países en cuanto a temas relacionados con la sexualidad, el Distrito Federal cuenta con una clínica médica especialmente orientada a personas transexuales, la Clínica Especializada Condesa. Actualmente es la única unidad médica dónde los tratamientos hormonales son totalmente gratuitos y personalizados.

Una de las principales tareas que lleva a cabo la comunidad transexual es la normalización ante la sociedad del fenómeno transexual y la lucha contra la discriminación e intolerancia que puedan sufrir las personas transexuales. Esto es lo que denominamos transfobia: el odio, aversión, rechazo o desprecio hacia los individuos que conforman el colectivo transexual.

La transfobia puede ser percibida a través de diversas manifestaciones: acoso laboral o escolar, presiones y conflictos en el ámbito familiar o social, violencia física y verbal, discriminación a la hora de acceder a puestos de trabajo, discriminación a la hora de acceder a establecimientos públicos, etc. Inclusive se habla de transfobia internalizada cuando el propio individuo transexual rechaza su condición.

La transfobia acostumbra tener sus raíces en la negación de la identidad sexual percibida de las personas transexuales. Aquellos que manifiestan transfobia consideran que las mujeres transexuales no son verdaderamente mujeres, que los varones transexuales no son verdaderamente varones, que en general las personas transexuales sufren algún tipo de delirio o bien que su comportamiento es básicamente la manifestación de una perversión sexual o parafilia. Usualmente las consideraciones de las personas transfóbicas son debidas a la ignorancia en la materia, a la adhesión a creencias religiosas, a que dan prioridad a los elementos biológicos de la sexualidad por encima de los psicológicos, entre otras.

Con motivo de combatir la transfobia, ejercer un efecto normalizador ante la realidad transexual y concienciar a la población ante la existencia de intolerancia y discriminación hacia las personas transexuales, la comunidad LGBT ha concretado el día 17 de mayo como día mundial tanto contra la homofobia como contra la transfobia.

Una forma de transfobia es el techo de algodón.

A medida que se han empezado a articular asociaciones en defensa de los derechos de las personas transexuales, la terminología se ha ido definiendo con mayor precisión. Actualmente, el movimiento sigue en desarrollo dentro de asociaciones de personas homosexuales, pero también con una fuerte tendencia a formar organizaciones independientes e, incluso, asociaciones específicas para varones transexuales y mujeres transexuales, por separado.

Los individuos pueden hacerse conscientes de su identidad sexual en muchas etapas diferentes de su vida. En la mayor parte de los casos, la condición transexual se descubre en algún momento de la infancia, a veces en la infancia más temprana (5 años) en la que el niño o la niña puede expresar un comportamiento no normativo de sexo o una insatisfacción relacionada con el sexo asignado.[47]​ En la mayoría de las ocasiones, sin embargo, estos niños viven escondiendo la identidad de sexo con la que están identificados tan pronto como experimentan rechazo cuando no se comportan como se espera de ellos (presión social).

En los últimos años, cada vez más niños y niñas transexuales han recibido asistencia y, en su caso, tratamiento médico, así como la posibilidad de cambiar su rol social.[48]

En muchas ocasiones, por vergüenza o desconocimiento, los familiares tratan de esconder o negar los casos en los que los menores manifiestan abiertamente sentir una identidad sexogenérica diferente a aquella que se les asignó al nacer. Además, se suele determinar que un porcentaje de niños que esperan tratamiento en la adolescencia revierten, pero esto se debe a una equivocación generalizada, incluso dentro del mismo sistema sanitario, por la cual se confunde transexualidad (identidad sexual) con comportamientos de sexo-sexo no normativos (niños con roles femeninos o niñas con roles masculinos, pero sin conflictos de identidad de género). Cada vez es más evidente, y así lo expresan los estudios más avanzados,[49]​ que la transexualidad nunca revierte y que la identidad sexual está completamente asentada desde los primeros años de vida como característica inherente y propia del individuo.[50]

En verano de 2013 en España se constituyó la Asociación Chrysallis, Asociación de Familias de Menores Transexuales, que ofrece apoyo, ayuda, documentación, información y contactos para solucionar los problemas que pueden ir surgiendo en los entornos familiar, educativo, social, sanitario y legal.[51][52]​ Durante el primer medio año de existencia de la asociación se han afiliado más de 80 familias, lo que indica que existen muchos más casos de los que se había supuesto hasta ahora. Esto, unido a que se va corrigiendo la equivocación que incluía tradicionalmente a la transexualidad dentro de la homosexualidad, hace que en la actualidad la prevalencia de la primera se revise continuamente, considerándose que podría ser superior a aquella establecida en anteriores décadas.[53]

Los menores transexuales, y en general los menores con comportamientos de sexo no normativos, constituyen una minoría en riesgo de exclusión social y pueden ser objeto de rechazo familiar o de humillación y otras formas de acoso en los centros escolares. Por esta y otras razones relacionadas, algunos profesionales de sexología, psicología y pedagogía empiezan a formarse y especializarse en España con objeto de crear redes de asesoramiento, apoyo psicológico y atención especializada[54]​ no solo a personas transexuales adultas, sino también a niños y adolescentes.

Películas como Mi vida en rosa (1997), de Alain Berliner, Tomboy (2011), de Céline Sciamma, La chica danesa (2015), de Tom Hooper o el documental Creature (1999), de Parris Patton, describen diferentes casos de la transexualidad infantil y adulta.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Transexualismo (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!