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Traqueostomía



Una traqueostomía es un procedimiento quirúrgico realizado con objeto de crear una apertura dentro de la tráquea, a través de una incisión ejecutada en el cuello, y la inserción de un tubo o cánula para facilitar el paso del aire a los pulmones. Su objetivo es restablecer la vía aérea y su adecuada función respiratoria. Sin embargo, el procedimiento no está exento de riesgos, por lo que es necesario conocer con exactitud sus indicaciones y técnica quirúrgica.

Este término no debe confundirse (aunque es frecuente incluso en la literatura médica) con otros procedimientos quirúrgicos:[1]

Este procedimiento data desde el año 1500 a. C., atravesado por tres periodos: 1) Hasta el año 1500 d.C., en donde se practicaron las primeras incisiones en cuello y garganta. 2) Posteriormente del año 1546 al 1833 se reportan en los escritos de Buassorolo como un procedimiento inadecuado y el que escasos cirujanos se atreverían a practicarlo. 3) Desde 1833, Trausseau comunica 200 casos de difteria en los que realizó la técnica. Fue así que la traqueostomía se fue convirtiendo en una cirugía exitosa para tratar principalmente la obstrucción respiratoria aguda y la asfixia. La traqueostomía es un procedimiento quirúrgico muy antiguo que puede ser realizado con fines terapéuticos o electivos, en la actualidad, su uso se encuentra ampliamente difundido, siendo necesaria para algunas enfermedades.

La traqueostomía percutánea es un procedimiento mínimamente invasivo, de creciente instauración. En los últimos años se ha convertido en la alternativa a la traqueostomía quirúrgica y se está imponiendo como técnica de primera elección en los pacientes en estado crítico.[2]

La traqueostomía pueden ser dividida en dos grupos:

Es la más realizada y está indicada en las insuficiencias respiratorias agudas altas, como las producidas por:

Es la que se realiza en forma preventiva cuando se espera, debido a la enfermedad de base, un empeoramiento de la ventilación, entre ellas tenemos las que se hacen en:

Estas tres variantes de la operación tienen adeptos y detractores debido a las ventajas y desventajas de cada una de ellas. El cirujano debe dominar todas, ya que en determinados casos se ve obligado a optar por un determinado tipo.

A diferencia de la traqueostomía percutánea que suele efectuarse en la unidad de cuidados intensivos, la traqueostomía suele efectuarse en el quirófano, donde se controla satisfactoriamente la ventilación del paciente y se mantiene una técnica aséptica óptima. Se hace una abertura entre los segundo y tercer anillos traqueales. Después de que la tráquea quede expuesta, se inserta una sonda de traqueostomía con un manguito de tamaño adecuado. El manguito es un dispositivo inflable unido a la sonda de traqueostomía, el cual se diseñó para ocluir el espacio entre las paredes de la tráquea y la sonda, de modo que permita una ventilación mecánica efectiva y reduzca el riesgo de aspiración.

La sonda de traqueostomía se fija al cuello del paciente con cintas adhesivas. Es usual que se coloque un cuadro de gasa estéril entre la sonda y la piel, a fin de absorber el drenaje y prevenir infecciones.

Artículo de uso médico elaborado con elastómero de silicón grado médico estéril, atóxico, desechable, la superficie del producto que se ponga en contacto con los líquidos administrados, líquidos corporales o tejidos del paciente, no deben contener sustancias que puedan disolverse o provocar reacciones con los mismos. Las partes mínimas que integran la unidad son:

Los cuidados que la enfermería debe realizar antes y durante su realización de la traqueostomía son:

Las complicaciones pueden surgir a corto o largo plazo en el curso del tratamiento con sonda de traqueostomía, incluso años después de quitarla. Las complicaciones tempranas incluyen hemorragia, neumotórax, embolia gaseosa, aspiración, enfisema subcutáneo o mediastínico, lesión del nervio laríngeo recurrente o penetración de la pared traqueal posterior. Las complicaciones a largo plazo abarcan obstrucción de vías respiratorias por acumulación de secreciones o protrusión del manguito sobre el orificio de la sonda, infección, rotura del tronco arterial braquiocefálico, disfagia, fístula traqueoesofágica, dilatación traqueal o isquemia y necrosis traqueales. Puede desarrollarse estenosis traqueal después de retirar la sonda.

Se han informado varias técnicas para cerrar tales fístulas. Sin embargo, todavía no se ha establecido un procedimiento estándar.[4]



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