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Travestidos



El travestismo o transvestismo[1]​ es una expresión de género e identidad de género en la que una persona se expresa a través de la vivencia personal. De acuerdo con la Ley 26.743 de Identidad de Género argentina: "Esto puede involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de medios farmacológicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que ello sea libremente escogido. También incluye otras expresiones de género, como la vestimenta, el modo de hablar y los modales". [2]

La identidad travesti tiene diferentes connotaciones dependiendo del contexto temporal, cultural y regional. A pesar de que durante muchos años se utilizó de modo despectivo e insultante, el colectivo trans (travestis, transexuales y transgénero) apropió el concepto y lo resignificó convirtiendo al estigma en un emblema de lucha colectiva.

La principal diferencia entre el travestismo y la transexualidad es que en el primero se expresa o se tiene la intención de expresar una discordancia existente entre el sexo de cada persona y los roles sociales asignados a cada género (mediante una representación, a veces, exagerada, del rol del sexo contrario), mientras que en la transexualidad existe una discordancia real interna entre la identidad de género propia y el sexo biológico (transgrediendo así el sistema cisgénero, pasando a ser una persona transgénero). En palabras sencillas y en referencia a una persona transexual, travestismo es la acción de expresarse socialmente de una manera concordante con la propia identidad de género y discordante del sexo biológico, convirtiendo así al travestismo en una conducta transgénero.[3]

A la persona que practica el travestismo se le refiere, de manera general, como «travesti». Algunos medios de comunicación utilizan también el vocablo «trasvestido».[4]

Aunque el término «travestismo» suele hacer referencia en la mayoría de las ocasiones a una persona transexual de forma equivocada, que desea expresarse de una manera acorde a la propia identidad de género, el travestismo puede presentarse en personas de diferentes identidades y orientaciones sexuales y englobar en un mismo conjunto a diversas actividades y comportamientos transgénero realizados por diversos motivos, tales como la infiltración, las representaciones dramáticas, el entretenimiento, el transformismo, la adaptación social y como fetichismo sexual. El travestismo y el cross-dressing son temas abordados frecuentemente en varios géneros dramáticos para la representación artística de personajes; cuando una persona adopta por motivos artísticos la actitud y manerismos de un personaje, este se convierte en transformismo. El drag es un tipo de transformismo en el que se practica el cross-dressing con motivos satíricos. El travestismo como un fetiche o parafilia sexual, que suele presentarse en personas heterosexuales,[5]​ es conocido como fetichismo travestista y descrito en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales.[5]

La palabra travestismo[6]​ es una alteración o adaptación hispana de la palabra «transvestite». La palabra «transvestite» fue creada por el médico, sexólogo y activista alemán Magnus Hirschfeld, quien la incluyó por primera vez en su obra de 1910, Die Transvestiten: eine Untersuchung über den erotischen Verkleidungstrieb (Los travestidos: una investigación del deseo erótico por disfrazarse).[7]​ Etimológicamente, la palabra proviene del latín «trans», ‘cruzar’ o ‘sobrepasar’, y «vestite», «vestire» o «vestitus», ‘vestir’. El término sirvió para describir a personas que voluntariamente utilizaban vestimentas socialmente asignadas al sexo opuesto.[8]

En idioma español existe un antecedente previo del uso de un término semejante, empleado para referirse a un hombre disfrazado. En La Guerra de Chile, un poema épico anónimo de principios del siglo XVII, se relata que una mujer mapuche fue a visitar a su marido, preso de los conquistadores españoles, y que se intercambiaron ropas: él quedó como otro Aquiles trasvestido y de este modo consiguió escapar mientras su mujer quedaba prisionera.[cita requerida]

El término ya existía en inglés (travesty) antes de su establecimiento para referirse a este tipo de comportamiento, pero se utilizaba para referirse al subgénero dramático del burlesque victoriano, el travesty (posible origen etimológico italiano o francés). El travesty es un tipo de burlesque que ridiculiza de manera trivial o cruda los temas socialmente dignificados.[9]​En las representaciones dramáticas del travesty era común la ridiculización de los preceptos de la etiqueta social y el comportamiento de la aristocracia, por lo que frecuentemente se recurría al cross-dressing y al drag para lograr una completa sátira del tema.[10]

Antes del establecimiento del término se utilizaban otros similares para referirse al cisgénero discordante presente en las personas. Entre los más comunes se encontraban los términos utilizados como peyorativos que referían al afeminamiento o la masculinización y otros términos como: ginomanía, andromanía, fetichismo de afeminamiento/fetichismo de masculinización y hermafroditismo físico.[7]

El travestismo y otras identidades trangénero (cross-dressing y drag) han estado presentes en diferentes aspectos mitológicos en diferentes culturas antiguas. Un ejemplo de la cultura griega cuenta la anécdota en la que Tetis, madre de Aquiles, escondió a su hijo vistiéndolo de mujer para evitar que fuese llevado por Odiseo a la Guerra de Troya.[11]

El travestismo también se presenta en diversos relatos folklóricos como Hua Mulan, balada china que cuenta la historia de una joven que se enrola en el ejército haciéndose pasar por hombre.[12]​ El travestismo se considera una abominación en la percepción bíblica, donde dice que un hombre no debe usar los ropajes que le corresponden a una mujer y viceversa, de manera que se cometa una rebelión o irrespeto contra lo que Dios designó en las personas (se refiere a la percepción discordante del género biológico).[13]

Existen diferentes personajes históricos que han transgredido las normas sociales convencionales al recurrir al cross-dressing y al travestismo. Una historia (legendaria) cuenta el proceso en el que una mujer, la Papisa Juana, se convierte en el primer pontífice femenino cuando engaña a la iglesia al disfrazarse de hombre para ser electa para el Papado.[14]​ En tiempos de la Edad Media y la Edad Moderna existieron otros personajes que recurrieron al travestismo para evadir las normas sociales como Juana de Arco y Catalina de Erauso. Juana de Arco fue la primera líder militar femenina en Francia en la Guerra de los Cien Años y fue ejecutada por una corte católica, que declaró que merecía la hoguera por herejía y por haber tomado un papel exclusivamente masculino.[15]​ En el caso de Catalina de Euraso, se disfrazó de hombre para escapar de un convento, luego se convirtió en exploradora en América.[16]

Hasta el siglo XVIII los géneros dramáticos prohibieron la actuación femenina por lo que incluían la participación de miembros del elenco masculino disfrazándose de personajes femeninos o viceversa. En la Comedia de la Restauración inglesa lo mismo que en el teatro kabuki japonés eran frecuentes en el elenco los actores travestidos. Algunos cross-dressers en el siglo XVIII fueron: las piratas Anne Bonny y Mary Read, la militar Ulrika Eleonora Stålhammar y la marina Hannah Snell, Carlos Eduardo Estuardo que huyó de una batalla disfrazado de mujer, el actor de comedia de la Restauración Edward Kynaston y el espía señorita/caballero d'Eon.

En el siglo XIX y hasta mediados del XX, el cross-dressing se convirtió en un elemento importante en diversos espectáculos de variedades del show business. Un elenco de determinado género se presentaba como un grupo de personajes del género contrario que se concentraban en espectáculos de burlesque, minstrel, vodevil y revista.[10]​ Tanto en tiempos de la Guerra de Secesión, como en la Primera Guerra Mundial (Dorothy Lawrence) se registraron algunas mujeres que combatieron disfrazadas de hombres.[17]​ Algunos casos de travestismo del siglo XIX y el siglo XX incluyen a: George Sand, Nellie Farren, Marlene Dietrich y Billy Tipton.

El cross-dressing o crossdressing es la práctica en la que se utiliza la vestimenta socialmente asignada al género opuesto.[18]​ El cross-dressing tiene diversos motivos, pero no tiene un motivo específico. El cross-dressing es estereotípicamente y erróneamente asociado como una conducta transexual u homosexual, y es posible que se presente en cualquier orientación sexual y no necesariamente en referencia a un género u orientación específica. El cross-dressing se manifiesta con mayor frecuencia entre hombres heterosexuales esto incluso en las mujeres heterosexuales pasa a disfrazarse y el cambio de roles de género puede considerarse universal tabú en la sociedad y en la cultura civil humana un tipo de perversión.[19]

El cross-dressing ha tenido diversos propósitos a lo largo de la historia, y ha sido principalmente un método de rebelión en el que se transgredían los preceptos sociales tradicionales religiosos, militares y educativos. El cross-dressing fue determinante en el desarrollo de la igualdad de género, y se ha presentado en diferentes iconos históricos que lucharon por obtener la ventajas sociales que le eran proporcionadas al género opuesto. El cross-dressing sirve como elemento artístico y en algunos casos como identidad sexual.[20]

Los travestis son personas que adoptan características físicas y psicológicas propias del sexo opuesto, es decir, en ocasiones adoptan las vestimentas y actitudes convencionalmente designadas y utilizadas por el sexo opuesto. Cabe mencionar que en la gran mayoría de los casos, estos no han sido sometidos a operaciones quirúrgicas para cambio de sexo biológico.[21]​ La persona no se siente satisfecha desempeñando exclusivamente el género asignado a su sexo, y le gusta representar ambos géneros, por ello es equivocado equiparar el trasvestismo a transgénero, donde el cambio de vestimenta y actitud de género es permanente.[21]

Los travestidos, a pesar de sentirse bien con el sexo que nacieron y no tener especial problema con su género, sienten una peculiar satisfacción al escenificar al sexo opuesto. Se considera que los travestidos son personas que padecen cierto grado de disforia de género, lo que hace que acaparar el género opuesto les resulte atractivo.[cita requerida][21]

Es importante matizar que, comúnmente, estas personas aceptan su sexo y su identidad sexual biológica y no tienen conflicto con su cuerpo y genitales. Así mismo, no presentan signos de homosexualidad en su mayoría, pudiendo desarrollar familias y empleos estables.[21]​A diferencia del transexual, no se sienten presos en un cuerpo equivocado. Los travestis visten con ropas impropias de su sexo, con el objetivo de transgredir normas sociales, y por añadir matices y ampliar su género e identidad sexual; encontrando placer en la representación del sexo contrario que para gran parte de la sociedad resulta ofensivo.[21]​ En definitiva, les gusta ser flexibles para adoptar indistintamente los géneros masculino y femenino. El travestismo siempre supone, para quien lo realiza, un acto de transgresión y sátira de los roles de género establecidos socialmente de forma histórica.[21]

Algunos autores consideran que toda mujer que se viste de varón es transexual, no travesti, porque lo que caracteriza al travesti varón es la excitación sexual que le provoca el hecho de vestirse de mujer y la mirada del otro ante la revelación de lo que oculta bajo sus ropas mientras que en el caso de las mujeres que se visten de varón esto no ocurre. Según esta visión, la mujer no solo no se excita sino que se avergüenza si se descubre su identidad femenina.[22]​ Tal situación no es cierta, toda vez que la misma emoción por la transgresión social realizada y la revelación de su sexo real.[21]

Algunas personas llegan a modificar físicamente sus cuerpos mediante hormonas, depilación del vello corporal e incluso cirugía para feminizar o masculinizar sus cuerpos. El objetivo de estos cambios es lograr un aspecto más femenino (si es hombre) o masculino (si es mujer), sin llegar a la operación de cambio de sexo porque tienen conflicto con su sexo biológico. Quieren tener una apariencia física acorde con la identidad de género que desean, como es el caso de los Kathoey tailandeses.

En algunos sectores de la comunidad trans ha empezado a utilizarse recientemente el término crossdresser (acotado: CD) para designar a aquel que, independientemente de su orientación sexual, cambia de ropas y aspecto adoptando los del otro género, pero sin identificarse con este excepto durante el tiempo que dure la experiencia travestista. Por contraposición, un travesti es la persona que se siente identificada con el género al que cambia en todo momento, incluso si está vestido con su ropa habitual, en tanto que un transexual es la persona que no se siente identificada con el sexo que se le asignó al nacer. La diferencia entre estos términos proviene, por tanto, del grado de identificación que el sujeto tiene con el sexo al que se cambia.[23]

El "travestismo no fetichista" (F64.1) aparece como una alteración de la identidad de género en la CIE-10. Sin embargo, el DSM-5 ha descatalogado el travestismo como trastorno sexual o identitario. Este "travestismo no fetichista" no se relaciona con el placer sexual sino que es una incursión temporal en la indumentaria y/o los accesorios del sexo opuesto con el fin de satisfacer una necesidad psicológica.

El travestismo fetichista, en el cual el sujeto incorpora elementos del sexo opuesto como objetos imprescindibles para la consecución del placer, difiere totalmente del travestismo no fetichista y hace relación a una parafilia. Esto se debe a que este fetichismo estructura un patrón sexual y tiene un grado de significación altísimo en la vida sexual del sujeto. En el DSM IV aparece en la lista de los trastornos sexuales y de la identidad sexual dentro de la sección relativa a las parafilias como fetichismo travestista (302.3) y el diagnóstico no puede hacerse en los casos en los que el travestismo aparece en el transcurso de un trastorno de la identidad sexual.[5]

El grado con el que el individuo se trasviste depende del hábito corporal y su habilidad. Puede hacerlo tanto de manera ocasional y en solitario como involucrarse completamente en la subcultura travestista.

Algunos llevan una única prenda del sexo opuesto bajo un atuendo reglamentario mientras que otros prefieren vestirse y/o maquillarse de acuerdo a las pautas culturales propiciadas por el sexo opuesto.

En el caso descrito por el DSM IV, que solo se da en varones heterosexuales con un aspecto completamente masculino, el individuo guarda una colección de ropa femenina que utiliza para travestirse y así masturbarse, con lo que se siente al mismo tiempo el sujeto masculino y el objeto femenino de su fantasía sexual. Esa prenda puede ser un objeto erótico en sí mismo y utilizarse luego de la masturbación para tener relaciones sexuales heterosexuales.

En general, aunque empieza en la infancia o en la adolescencia, el vestirse de mujer no se hace en público sino hasta que el individuo es adulto.

En ocasiones puede tener relaciones homosexuales, pero no necesariamente.[5]

El sexólogo alemán Magnus Hirschfeld señaló, en su obra clásica Die Transvestiten (1910) algo que posteriores estudios han confirmado: que el travestido es casi siempre de orientación heterosexual, aunque algunos travestidos pueden ser bisexuales y más raramente homosexuales. El travesti busca expresar el lado femenino de su personalidad. Considera que su rol social masculino se lo impide y necesita recurrir a la ropa femenina para ello. De la feminidad suele destacar los rasgos de suavidad, elegancia y belleza.

En las mujeres el significado del travestismo es también una cuestión política y no una fantasía masturbatoria. El uso de vestimenta masculina ha sido considerado una grave violación de los mandamientos divinos por parte de las mujeres mucho antes de ser condenado por la ley civil y jurídica: [24]

Ya a partir de la Edad Media la práctica del travestismo en las mujeres fue considerada por la Iglesia una subversión de la política de la distinción de los sexos y acarreaba el peligro de una destrucción de la moral ya que cualquier transformación de la apariencia humana significa desfigurar la obra divina.[25]

Desde Juana de Arco hasta George Sand el travestismo femenino ha tenido históricamente más de reivindicación política que de fantasía sexual. Vestirse de varón, para una mujer, significaba una gran rebeldía.[24]



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