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Tricloroetileno



El tricloroetileno (TCE) es un hidrocarburo halogenado, líquido sintético, de aroma dulce, sensible a la luz, volátil e incoloro que es miscible con muchos disolventes orgánicos no polares. Tras la combustión, produce irritantes y gases tóxicos.[1]

Se caracteriza por presentar una solubilidad media en agua. Químicamente reacciona de forma violenta con metales, como por ejemplo el litio, magnesio, aluminio, titanio, bario y sodio, y se descompone lentamente por acción de la luz y en presencia de humedad, liberando cloruro de hidrógeno (HCl).

Se usa principalmente como solvente para eliminar grasa de partes metálicas, aunque también es un ingrediente en adhesivos, líquidos decapantes de pintura, para corregir escritura a máquina y quitamanchas.[2]​ Tiene un uso limitado en productos comerciales y de consumo, sobre todo como agente de limpieza en seco, pero también como ingrediente en algunos productos para el hogar, el arte y el automóvil. En medicina se utilizaba anteriormente como anestésico general.[3]

En 2015, el TCE se clasificó como sustancia altamente peligrosa por la Agencia Química Europea, conforme a lo establecido por el reglamento europeo sobre sustancias químicas, REACH por sus siglas en inglés. A partir del 21 de abril de 2016, el TCE no podría ser utilizado como disolvente en los países de la Unión Europea.[4]

El tricloroetileno se puede encontrar en el aire, en el agua y en el suelo de los lugares donde se produce o se utiliza. La población en general se puede exponer al tricloroetileno al inhalarlo en el aire, al beber agua contaminada o al comer alimentos que se hayan lavado o procesado con agua contaminada. Por otra parte, no es degradado por microorganismos y no se acumula en los peces.[1]

El tricloroetileno se encuentra por lo general en el aire en concentración menor a 1 parte por millón (ppm). Se han llegado a medir niveles de 1-100 ppm en ambientes laborales, en los que se usa para limpiar metales. En viviendas y lugares públicos se ha encontrado 0,02 ppm. El tricloroetileno se degrada rápidamente en el aire. Las personas que viven cerca de industrias o lugares que presenten desechos con esta sustancia puede estar expuesta a niveles más altos.

El tricloroetileno es algo soluble en el agua (1.1g/L). Se degrada lentamente en la superficie y principalmente se evapora. Puede pasar lentamente al agua subterránea desde el agua superficial. En el agua subterránea al no poderse evaporar rápidamente, permanecerá almacenada durante un largo tiempo.

En el suelo puede encontrarse en forma líquida. Puede desplazarse y contaminar aguas subterráneas o contaminar el aire al volatilizarse. La degradación ocurre lentamente en el suelo o al igual que en el agua, es evaporado. Junto con el agua subterránea, al evaporarse, puede pasar a espacios vacíos debajo de edificaciones y pasar al interior.

Como resultado de sus propiedades químicas, el tricloroetileno es absorbido a través de membranas biológicas. Hay esencialmente tres tipos de exposiciones a considerar para humanos o animales de laboratorio: inhalación, dérmica y oral. La exposición suele ser del vapor de tricloroetileno o del líquido de tricloroetileno. En cualquiera de sus formas, el tricloroetileno es rápida y extensamente absorbido a través de los pulmones o tracto gastrointestinal, respectivamente. El tricloroetileno absorbido se distribuye posteriormente a diferentes órganos diana (por ejemplo, pulmones, hígado, riñones, sistema nervioso) a través del sistema circulatorio.

Después de la exposición por inhalación, el tricloroetileno es ampliamente absorbido a través del endotelio alveolar debido a un alto coeficiente de partición sangre / gas. Dado que el coeficiente de partición sangre / gas en humanos es aproximadamente 1,5 y 2,5 veces menor que en ratones y ratas, respectivamente, esto sugiere que la entrega de tricloroetileno al sistema circulatorio para la translocación al órgano diana pueden ser significativamente menos eficiente en humanos que en roedores y es un factor que puede ser necesario tener en cuenta cuando se usa animales en un análisis de evaluación de riesgos para tricloroetileno.

La absorción oral es la segunda vía más importante después de la inhalatoria a la exposición del tricloroetileno. Como el tricloroetileno no tiene carga, es apolar y altamente lipófilo, la absorción gastrointestinal es extensa y ocurre por difusión pasiva. Existen diferencias en cuanto al vehículo usado y la absorción del tricloroetileno, Withey et al. [5]​demostró que las concentraciones sanguíneas máximas de tricloroetileno en ratas tras la administración de una dosis intragástrica en agua fue casi mayor que la de las ratas que fueron administradas con la misma dosis en el mismo volumen de aceite de maíz. Por lo tanto, la absorción oral, puede verse limitada por el tipo de vehículo y se necesita tener en cuenta al extrapolar los datos de exposición animal a los seres humanos.

La absorción dérmica por exposición al vapor es insignificante, aunque el contacto directo de la piel con el líquido tricloroetileno puede absorberse. Dado que una gran proporción del tricloroetileno que se absorbe por vía cutánea en humanos se excreta sin cambios a través de los pulmones y esta no es la ruta habitual de exposición al tóxico, no se considera que la absorción dérmica sea un factor importante en el análisis de evaluación de riesgos. Sin embargo, un estudio de absorción dérmica de soluciones acuosas diluidas de tricloroetileno similares a solventes orgánicos en cobayas sin pelo indicaron que ocurre una absorción significativa. Este tipo de exposición imita a la de la población humana al agua potable contaminada con tricloroetileno. Por lo tanto, la absorción dérmica debe tenerse en cuenta en los análisis de evaluación de riesgos para este tipo de exposición.[6]

Un factor adicional que juega un papel en la evaluación del riesgo de tricloroetileno para la salud humana es el alto grado de variabilidad en la actividad de ciertas enzimas. Sufre metabolismo por dos vías principales, oxidación dependiente del citocromo P450 (P450) y conjugación con glutatión (GSH). Cuantitativamente la principal vía de metabolismo del tricloroetileno es la oxidación mediante el P450 y el hígado el tejido donde más ocurre este proceso, aunque las isoformas están presentes en la mayoría de los tejidos en diferentes formas y cantidades.

Los metabolitos clave del tricloroetileno derivados de P450 que se han asociado con órganos diana específicos, como el hígado y los pulmones, son hidrato de cloral, tricloroacetato y dicloroacetato. En cambio, los metabolitos derivados del conjugado GSH de tricloroetileno se han asociado con el riñón como órgano diana. Específicamente, el metabolismo de la cisteína conjugada del tricloroetileno por la cisteína conjugada ss-liasa genera un metabolito reactivo que es nefrotóxico y puede ser nefrocancerígeno . [6]

La mayor parte del tricloroetileno que pasa a la sangre abandonará el cuerpo rápidamente en el aliento; la mayor parte de los productos de degradación del tricloroetileno abandonan el cuerpo en la orina en unos días.[7]

Los efectos del tricloroetileno sobre la salud dependen de la cantidad a la que se esté expuesto y de la duración de la exposición.

La exposición aguda al tricloroetileno causa dolor de ojos, y en la piel, irritación y enrojecimiento. Además, puede provocar efectos adversos sobre el sistema nervioso central, entre los que se incluyen somnolencia, fatiga, dolor de cabeza, confusión y sentimientos de euforia. También se han observado efectos sobre el hígado, los riñones, el sistema gastrointestinal. Se han informado efectos neurológicos, pulmonares, renales y cardíacos en animales expuestos de forma aguda a tricloroetileno. Las pruebas que implican exposición aguda de ratas y ratones han demostrado que el tricloroetileno tiene baja toxicidad por exposición por inhalación y toxicidad moderada por exposición oral.

Tras la exposición crónica al igual que ocurre con la exposición aguda por inhalación, afecta a la piel provocando dermatitis. También afecta al sistema nervioso central humano. Los informes de casos de exposiciones intermedias y crónicas incluyeron efectos tales como mareos, dolor de cabeza, somnolencia, náuseas, confusión, visión borrosa, entumecimiento facial y debilidad. También se han observado efectos en el hígado, los riñones y en el sistema inmunológico. Diferentes estudios han demostrado que el consumo simultáneo de alcohol y la inhalación de tricloroetileno aumenta la toxicidad del tricloroetileno en humanos. Algunos hombres expuestos al tricloroetileno y a otras sustancias químicas en el trabajo mostraron una disminución del deseo sexual y alteraciones de los espermatozoides y niveles de hormonas sexuales.

La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ha determinado que hay evidencia convincente de que la exposición al tricloroetileno puede producir cáncer de riñón en seres humanos. Algunos datos indican que puede estar relacionado con un aumento en el riesgo de linfoma no Hodgkin y, posiblemente, de cáncer de hígado. Además, estudios realizados sobre animales han determinado un aumento de  tumores en pulmón, hígado, riñón y testículos en ratas y ratones que estaban expuestos de manera oral a tricloroetileno.[8]

Algunos estudios en seres humanos indican que el tricloroetileno puede causar efectos sobre el desarrollo tales como abortos espontáneos, defectos congénitos del corazón, defectos del sistema nervioso y bajo peso de nacimiento

Se debe limitar la exposición a agua potable contaminada. En cuanto a agua en botella, los consumidores deberían contactar al embotellador para preguntar específicamente acerca de posibles contaminantes. Si la zona en la que vive cree que el suelo puede estar contaminado por tricloroetileno, debe limitar el contacto con el suelo y no se debe dejar que los niños jueguen en esas zonas.

Las personas que trabajan con tricloroetileno o cerca de este deben usar equipo de protección y minimizar la exposición a la sustancia química.[7]​ Para ello, se recomienda el uso de un sistema de ventilación cerrado, guantes y traje de protección. En cuanto a los ojos, se recomienda usar gafas de protección o protección ocular en combinación con protección respiratoria. Tampoco se debe comer, ni beber, ni fumar durante el trabajo.[9]



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