La Trinidad es el dogma central sobre la naturaleza de Dios en la mayoría de las iglesias cristianas. Esta creencia afirma que Dios es un ser único que existe como tres personas distintas o hipóstasis: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Algunas confesiones minoritarias, como las iglesias unitarias, los testigos de Jehová y los pentecostales unicitarios, así como las iglesias binitarias, rechazan esta creencia. Los mormones afirman creer en la Trinidad pero tienen una interpretación específica, indicando que Dios Padre , Jesucristo y el Espíritu Santo son seres completamente separados que trabajan juntos en completa unidad, bajo el mismo propósito.
Fuera del ámbito del cristianismo pero en otra fe también monoteísta, el Corán menciona la Trinidad y se muestra contrario a ella.
En el año 215 d. C., Tertuliano fue el primero en usar el término «Trinidad» (Trinitas). Anteriormente, Teófilo de Antioquía ya había usado la palabra griega τριάς trias (tríada) en su obra A Autólico (c. 180) para referirse a Dios, su Verbo (Logos) y su Sabiduría (Sophia). Tertuliano, en uno de sus escritos polémicos dirigidos contra Práxeas, un seguidor de la doctrina cristiana conocida como «monarquianismo», Adversus Praxeam II, diría que «los tres son uno, por el hecho de que los tres proceden de uno, por unidad de substancia».
La fórmula fue adquiriendo forma con el paso de los años y no fue establecida definitivamente hasta el siglo IV:
La definición del Concilio de Nicea (325), sostenida desde entonces con mínimos cambios por las principales denominaciones cristianas, fue la de afirmar que el Hijo era consustancial (ὁμοούσιον, homousion, literalmente ‘de la misma sustancia’) al Padre. Esta fórmula fue cuestionada y la Iglesia pasó por una generación de debates y conflictos hasta que la «fe de Nicea» fue reafirmada en Constantinopla en 381.
En el Primer Concilio de Nicea (325) toda la atención se concentró en la relación entre el Padre y el Hijo, en el cual fue redactado el Credo Niceno incluso mediante el rechazo de algunas frases típicas arrianas mediante algunos anatemas anexados al credo; sin hacer ninguna afirmación similar acerca del Espíritu Santo.[cita requerida]
Pero, en el Primer Concilio de Constantinopla (381) se indicó que el Espíritu Santo es adorado y glorificado junto con Padre y el Hijo (συμπροσκυνούμενον καὶ συνδοξαζόμενον), sugiriendo que era también consustancial a ellos redactando así el Credo niceno-constantinopolitano
Esta doctrina fue posteriormente ratificada por el Concilio de Calcedonia (451), sin alterar la sustancia de la doctrina aprobada en Nicea.
A fines del siglo VI, algunas iglesias de habla latina agregaron las palabras "y del Hijo" (Filioque) en la descripción de la procesión del Espíritu Santo, ya que las palabras no fueron incluidas en el texto del credo ni por el Concilio de Nicea ni por el de Constantinopla. Esto se incorporó a la práctica litúrgica de Roma en 1014. Con el tiempo, la cláusula Filioque se convirtió en una de las principales causas del Cisma de Oriente y Occidente en 1054 y en los fracasos de los repetidos intentos de unión.
Según el XI Concilio de Toledo (675) el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son iguales en cuanto a su naturaleza o sustancia, mas son distintas en cuanto a la distinción de personas:
El Cuarto Concilio de Letrán (1215) agrega:
En la Biblia se encuentran alusiones tanto al Padre como al Hijo y al Espíritu Santo que se han presentado como menciones implícitas de la naturaleza de Dios.
Hay diversas citas del Antiguo Testamento en las que aparecen referencias a Dios en plural.
La fórmula trinitaria aparece en el bautismo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28:19)
El apóstol Pablo cerró una de sus epístolas diciendo: «La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros» (2 Co 13:14).
La Primera epístola de Juan afirma: «Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno». (1 Juan 5:7).
Fuera de los libros considerados canónicos, la fórmula trinitaria está presente en la Didaché, documento cristiano datado del siglo I por la mayoría de los estudiosos contemporáneos: «Os bautizaréis en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en agua viva (corriente). Pero si no tienes agua corriente, entonces bautízate en otra agua […]. Pero si no tienes ni una ni otra, entonces derrama agua sobre la cabeza tres veces en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Did 7,1-3).
Además de la polémica sobre la naturaleza de Jesús —si era humana, divina, o ambas a la vez—, de su origen —si eterno o temporal— y de cuestiones similares relativas al Espíritu Santo, el problema central del dogma trinitario es justificar la división entre “sustancia” única y triple “personalidad”. La mayoría de las iglesias protestantes, así como las ortodoxas y la Iglesia católica, sostienen que se trata de un misterio inaccesible para la inteligencia humana.
La Iglesia católica dice: “La Trinidad es el término con que se designa la doctrina central de la religión cristiana […] Así, en las palabras del Símbolo Quicumque: ‘el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, y sin embargo no hay tres dioses, sino un solo Dios’. En esta Trinidad […] las Personas son co-eternas y co-iguales: todas, igualmente, son increadas y omnipotentes […]”. Así, Dios se revela a sí mismo como una comunión de personas.
Dios es una substancia (traducido a veces también por "esencia" o por "naturaleza") en tres personas o hipóstasis distintas, las tres personas son consubstanciales (de la misma substancia). Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios. En cuanto Dios "El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza" "Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la substancia, la esencia o la naturaleza divina" sin embargo, las Personas divinas son realmente distintas entre sí: "El que es el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es el Hijo, ni el Espíritu Santo el que es el Padre o el Hijo". Son distintos entre sí por sus relaciones de origen: "El Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien procede". La Unidad divina es Trina.
La Iglesia católica recuerda que este dogma fundamental de su fe fue definido en concilios ecuménicos celebrados en Oriente, lo cual es motivo de comunión con las Iglesias orientales.
La Iglesia ortodoxa griega dice de la Trinidad lo siguiente: «Dios es trino y uno. […] El Padre es totalmente Dios. El Hijo es totalmente Dios. El Espíritu Santo es totalmente Dios».
The Catholic Encyclopediamisterio como sigue: «Un dogma tan misterioso presupone una revelación divina».
afirma que es un dogma y a la vez unLas iglesias evangélicas definen que dentro de la unidad de Dios existen tres distintas personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Los tres comparten los mismos atributos y la misma naturaleza; por lo tanto, estos tres constituyen el único Dios.
Según esta doctrina:
Según el dogma católico definido en el Primer Concilio de Constantinopla (381), las tres personas de la Trinidad son realmente distintas pero son un solo Dios verdadero. Esto es algo posible de formular pero inaccesible a la razón humana, por lo que se le considera un dogma de fe. Para explicar este misterio, en ocasiones los teólogos cristianos han recurrido a símiles. Así, Agustín de Hipona comparó la Trinidad con la mente, el pensamiento que surge de ella y el amor que las une. Por otro lado, otros teólogos clásicos, como Guillermo de Occam, afirman la imposibilidad de la comprensión intelectual de la naturaleza divina y postulan su simple aceptación a través de la fe.
Dentro del cristianismo, existen varias denominaciones cristianas que consideran que la Trinidad no es una doctrina que se encuentre en los textos bíblicos. Ellos consideran que la Trinidad es producto del desarrollo teológico en siglos posteriores, bajo influencia del pensamiento filosófico griego, Estas son:
Las Iglesias y congregaciones unitarias surgieron en el siglo XVI como parte del ala radical de la Reforma Protestante y su teología ha evolucionado, desde variantes de sabelianismo y arrianismo en sus orígenes, como las defendidas por autores tales como Miguel Servet y Fausto Socino, a un cristianismo ético y racional que evitaba todo tipo de dogmas. La primera formulación estructurada del credo sociniano se estableció en el Catecismo Racoviano (1605) polaco. Asimismo, el lema tradicional de las Iglesias unitarias de Europa Central de lengua húngara sigue siendo desde su fundación el de "Dios es Uno" (Egy az Isten en húngaro), en alusión a su rechazo de la idea trinitaria.
Existen tríadas de dioses desde la antigüedad histórica, tal vez por el carácter místico que algunas culturas tienen del número tres.
Las tríadas presentes en religiones o visiones filosóficas corresponden a fuerzas primordiales hipostasiadas o a aspectos del dios supremo. Aunque las relaciones entre los diferentes términos de estas tríadas no sean siempre fáciles de discernir, parece claro que no han sido concebidas en ningún caso partiendo de un modelo como el de la Trinidad cristiana.
En algunas corrientes platónicas, se distinguen varios niveles de realidad, entre las que encontramos tres de gran importancia:
En otras ocasiones, la trinidad platónica es descrita como las ideas de Bien, el resto de ideas inteligibles que proceden del Bien, y las ideas materializadas o mundo visible.
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