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Trinidad Guevara Cuevas



Trinidad Ladrón de Guevara Cuevas (Santo Domingo Soriano, Banda Oriental del Virreinato del Río de la Plata - 11 de mayo de 1798, Buenos Aires 24 de julio de 1873) fue una actriz uruguaya de teatro que tuvo una extensa carrera artística.[1][2]

Nació en la casa de los Marfetán ubicada en Villa Soriano, en calle Ituzaingó y Lavalleja. Era hija del actor y archivero de la Compañía Cómica de Montevideo, Joaquín Ladrón de Guevara y de la criolla Dominga Cuevas. Vinculada al arte escénico desde su más temprana juventud, hizo debut a los 13 años como actriz secundaria en la Casa de Comedias de Montevideo, bajo la dirección de Bartolomé Hidalgo. A los 17 años realizó el primer papel protagónico.[3]

Fue madre soltera al tener a su hija Carolina Oribe Guevara fruto de su relación con el entonces General militar y luego presidente constitucional de Uruguay Manuel Oribe a los 18, pero eso no hizo que interrumpiera su carrera. En 1817 entró al elenco del Teatro Coliseo de Buenos Aires y a los 19 años fue la favorita del público porteño. A los 21 años tuvo a su segundo hijo, al que llamó Caupolicán. Ya convertida en actriz de respeto y que ejercía una especie de profesorado entre los actores, lideró la compañía del Coliseo.[4]

Mujer de gran belleza física, de atractivos rasgos mestizos heredados de su madre, cautivó a varios hombres que la conocieron. En junio de 1821, el padre Castañeda publicó un artículo contra Trinidad, donde la califica de «mujer prostituida» y de «cloaca de vicios e inmundicias». Dice así:

Trinidad responde en un volante impreso:

Cuando reaparece en escena, después de varias noches, es recibida por el público con grandes aplausos.

Trinidad Guevara continúa su carrera y también interpreta roles masculinos como otras actrices de la época; en 1826 actúa como el joven Pablo en la tragedia Virginia de Alfieri, donde según Arturo Capdevila, «hacía un Pablo “que era para comérselo”». Hizo otros obras como El amor y la intriga. El buen éxito fue casi siempre compañero inseparable de Trinidad. Actuaba sin gazmoñerías, humanizando sus personajes con un estilo que le era propio, con hermosa voz y dicción perfecta. En 1832, coinciden en un mismo escenario Trinidad Guevara y Juan Aurelio Casacuberta, luego de que él hiciera una brillante carrera en la que no creía la actriz, que lo consideraba bailarín y no comediante.

A Trinidad no le faltaba sentido del humor y recitaba muy a menudo esta seguidilla limeña:

Los chismes de ella acerca de sus amoríos siguen surgiendo, y para colmo se envenena al tomar como remedio veneno para ratas del que la salva un médico de la policía. Esto la convierte en tema obligado de tertulias más o menos ociosas. Como no le gustaba el escándalo abandonó el país. Renunció a todo: aplausos, admiración, dinero; a todo menos a su portarretrato. Actuó en Montevideo, Córdoba, Mendoza y numerosas ciudades de Chile.[5]

Volvió a Buenos Aires en 1856, hizo su última función en su beneficio en el Teatro El Porvenir y tres días más tarde anunció su retiro de las tablas a través de un comunicado de prensa.[5]​ Trabajó durante 46 años en las tablas.

Murió el 24 de julio de 1873, a los 75 años, olvidada, sin ningún comentario en los diarios porteños por su deceso. Una calle de Buenos Aires lleva su nombre en su homenaje.[6]

En 1985 se le impuso su nombre por primera vez a un teatro siendo este el Teatro Municipal "Trinidad Guevara" de Luján (Bs. As. Argentina). [7][8]​Una calle del barrio de Puerto Madero lleva su nombre.[9][10]



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