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Tropo (música)



Originalmente se conocía como tropo a un recurso musical utilizado en antiguos entornos populares profanos.

En la música griega, el tropo era la altura basada en la octava media de las voces y el elemento principal de la estructura musical.

En la época medieval, se denominó tropo a una forma musical que prolongaba y embellecía la liturgia añadiéndole texto, música o ambos; frecuentemente la música incorporada eran antiguos melismas de origen griego o romano.

En el canto gregoriano el tropo consiste en añadir palabras en los melismas. No se cantaban, se utilizaban como recurso nemotécnico para facilitar la memorización de los melismas.

Inicialmente el texto se insertaba para explicar la liturgia y posteriormente también para su embellecimiento. La Iglesia católica aceptó fácilmente incorporar el tropo a su liturgia ya que embellecía la existente sin crear nuevos elementos. Con el tiempo, los nuevos textos se incorporaron en todos los elementos de la misa, aunque son más frecuentes en el Introito y Kyrie, en especial en el Aleluya que ―junto con Benedicamus dómino― son los ejemplos más habituales de esta forma musical.

Su gran proliferación y los continuos cambios y sustituciones del texto original, dificultaban la comprensión de la liturgia y desvirtuaron su espíritu original. Una prueba de ello se encuentra en las Confesiones de san Agustín.

Finalmente la Iglesia sancionó su eliminación en el Concilio de Trento (1563).

Un «tropario» es una colección de cantos litúrgicos que incluyen tropos.

Estos tipos de tropo consisten en añadir texto a los cantos melismáticos (más notas musicales que texto) que ya existían.

En la Edad Media el término prosa se aplicaba a los cantos con más de una frase melódica, de las cuales al menos una se repetía. Prósula (diminutivo de prosa) eran los cantos formados por una única frase melódica repetida.

Inicialmente se les decía «prosa» a los tropos de texto no rimado, y posteriormente también a los de texto en verso.

Aparecen con mayor frecuencia en los cantos de responsos.

En los códices, habitualmente se identifican mediante las abreviaturas Ps y ps.

Modernamente el término «prosa» se aplica a las secuencia.

Características

Los tropos más habituales de este tipo son los de Kyrie eleison y Christe eleison.

Este tipo de tropo consiste en añadir elementos exclusivamente musicales a cantos litúrgicos existentes; actualmente se le considera el método primitivo de tropar.

En los códices más antiguos, se le identificaba como neuma (melisma), melodía o secuencia.

Características

Un ejemplo que ilustra las características de este tipo de tropo lo constituye el organum triple Aleluya Nativitas de Perotín, con un gran melisma entre Al y le, uno más corto entre lu y ya y dos extensos melisma entre le y lu y entre la sílaba final de Aleluya y la inicial de Nativitas. Otros ejemplos típicos de este caso, son Descendit de coelis (descendió de los cielos), conocido como un tropo melismático especialmente extenso, el melisma triple (en latín neuma tríplex) y Benedicamus dómino, un elemento de la liturgia profusamente tropado.

Consiste en añadir texto y música simultáneamente a un canto litúrgico existente. En la Edad Media fueron conocidos como tropus.

Características

Ejemplos de este tipo de tropo son:

Con este nombre se identificaban tropos de textos dialogados que dramatizaban pasajes del Evangelio.

A lo largo de la Edad Media, este tipo especial de tropo dio lugar al drama litúrgico.

Características

Ejemplos típicos de esta clase de tropo son:

Consiste en sustituir una o varias palabras de una frase literaria por una frase completa, manteniendo la última palabra. Algunos especialistas lo identifican como una forma inicial de tropo de prosa.

Tomando como ejemplo las palabras Kyrie eleison, Kyrie se sustituía por una frase que terminaba en eleison.

Ejemplos típicos de este tipo de tropo son:

El origen del tropo no está claramente definido, parece que surgió a partir del estilo coral gregoriano en Francia en el siglo IX, en los monasterios de San Marcial de Limoges (Francia) y Saint Gall (Suiza), donde en el siglo IX, entre otros, destacó el compositor Tuotilio (f. 913), Códice Sangalliensis, 376, 402 y 484.

La primera noticia conocida sobre esta forma musical procede de Notker Bálbulus de la Abadía de Saint Gall (Suiza), que en su Sequentia se quejaba del arduo esfuerzo necesario para memorizar y recordar las longuísimas melodías formadas por melismas sin ningún texto.

En la abadía, huyendo de las invasiones normandas, se refugió un monje que conservaba un antifonario en el que debajo de cada nota había añadido las primeras sílabas de un texto latino para ayudar a recordar las melodías; esto inmediatamente llamó la atención de Notker Bálbulus que adoptó y difundió el método.

Al evolucionar, esta técnica se hizo muy popular extendiéndose por todos los monasterios, permaneciendo vigente a lo largo de toda la Edad Media.

Inicialmente, en los textos de liturgia romana antigua y gregoriana se incorporaban melismas de origen griego y romano y posteriormente también texto literario en prosa y verso en latín, que ayudados por la expansión de este lengua, renovaban, embellecían y allanaban su adaptación a las costumbre de ese tiempo, facilitando el objetivo de la iglesia romana de convertirse en la religión preponderante, una vez asegurado el poder político al aliarse con Carlomagno.

Los tropos de tipo melisma evolucionaron a lo largo de los siglos IX y X, apareciendo simultáneamente las formas en rima y las secuencia primitivas. Los tropos han tenido un papel relevante en la historia musical y literaria, estimulando y encauzando la creatividad de la lírica latina en el entorno religioso (liturgia) y profano (trovadores, cantares de gesta, etc.).

Las continuas ampliaciones y sustituciones tanto del texto como de la melodía de los cantos de la Misa, llevó a la iglesia romana a considerar que los tropos desvirtuaban el concepto original del canto llano y su uso en la liturgia, por lo que impulsó una vuelta a su pureza, que fue llevada a cabo por los monjes de Solesmes y que culminó con la llamada reforma palestriniana ratificada en el Concilio de Trento (1563) que suprimió el uso de tropos en la liturgia romana.

Su antecesor fueron los himnos y cantos griegos, romanos y judíos. Paulatinamente fueron sustituidos por las secuencias debido a su mayor flexibilidad.



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