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Uay



Uay o Way (también se escribe Huay) (en maya: brujo, hechicero, nigromántico, encantador, mago, nagual.)[1]​ es un vocablo en idioma maya usado en el sureste de México para denominar fenómenos de encantamiento.[2]​ Aunque también son conocidos con otros nombres, como nahual en el resto de México y en Guatemala.

Se aplica como prefijo a diversos entes fantasmagóricos que forman parte de las leyendas de la región.[3]

Para los mayas antiguos, la palabra maya «way» se usaba para referirse a un animal - real o quimérico - que compartía su esencia con cada persona; una especie de "espíritu acompañante". En su acepción original, el way podía también ser un objeto o fenómeno (estrella, fuego, cometa, arco iris) o una combinación de todos los elementos anteriores. Por ejemplo, un Ajaw de Ceibal tenía por way a un "Jaguar Acuático". Lingüísticamente, la partícula "way" parece tener una raíz relacionada con el sueño o la transfiguración mística, ya que su significado persiste entre las diversas lenguas mayas.[4]​ Después de la conquista, la demonización de las antiguas creencias mayas dio como resultado que el Way pasara a ser visto como algo relacionado con la brujería y la magia negra.[cita requerida] En México y Guatemala, se le da el nombre de nahuales a estos seres.

El vocablo Uay también es usado en Yucatán, México, para expresar sorpresa, miedo: ¡Uay, me asustaste![5]

El Kakasbal mencionado no era un Uay, toda vez que no era producto de una transmutación de algún brujo, pero la gente los asimilaba. El término maya, que literalmente quiere decir cosa mala, se aplica a un ente maligno, muy alto, con varios brazos y piernas, peludo, que de noche vagaba por el campo destrozando plantas y animales, matando hombres y bebiendo la sangre de los niños. Este ser fantasmal y malvado vino a ser sustituido por el coco de los españoles, con que hasta la fecha se asusta a los niños.[3]

Son diversas las formas en que el Uay (el brujo) se transmuta o las formas de animal que adopta para lograr sus cometidos generalmente malévolos. Abundan los relatos sobre el Uay en los pueblos mayas de la península yucateca. No ha dejado de haber históricamente, casos en que alguien decide aparentar una figura fantasmal de este tipo para amedrentar o violentar a la comunidad. Se cuenta, por ejemplo, el caso acontecido en Yaxcabá, municipio en el sur de Yucatán, en donde un astuto comerciante disfrazado con un petate, aparentando ser el Uay Poop, lograba que los ingenuos habitantes se refugiaran en sus casas, mientras él procedía a transitar por el pueblo con sus mercancías de contrabando y producto de hurtos, para llevarlas, sin ser visto, a sus bodegas en medio de la noche.[3]



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