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Una familia de tantas



Una familia de tantas es una película de drama escrita y dirigida por Alejandro Galindo y protagonizada por Fernando Soler, David Silva, Martha Roth, Isabel del Puerto, Alma Delia Fuentes, Eugenia Galindo y Felipe de Alba, en 1948.

Una familia de clase media de la Ciudad de México conformada por cinco hijos, que es sacudida desde sus bases por la aparición de un vendedor de electrodomésticos que pone en entredicho la concordia familiar. Uno de los hijos se casa por deber mientras que su hermana Estela escapa de la casa y Maru, la más joven, se une en matrimonio con el vendedor sin el consentimiento paterno. La vitalidad narrativa, la naturalidad de los diálogos y el buen desempeño actoral son parte de un agudo melodrama que confronta dos modalidades de clase media: la represiva del padre y la progresista e innovadora agilidad del vendedor para introducirse en esa familia y terminar desposando a Marú (Martha Roth).

La segunda mitad de la década de los cuarenta representó, por los menos para los sectores más favorecidos de la sociedad mexicana, la época en que nuestro país ingresó a una modernidad caracterizada por un estilo de vida fuertemente influenciado por costumbres y hábitos de consumo importados de los Estados Unidos.

El fenómeno no era nada nuevo. Medio siglo antes, México dirigía su mirada hacia Francia, país en el que muchos compatriotas -incluido el presidente Díaz- encontraron la inspiración necesaria para intentar convertir a México en una nación moderna y pujante.

Lo diferente radicaba en el énfasis, además de la cercanía geográfica. Mientras que el mexicano afrancesado de principios de siglo lograba combinar sus valores tradicionales -heredados de la mezcla cultural hispano-mexicana- con el refinado vanguardismo francés, la modernidad de la posguerra rompía tajantemente con las tradiciones más enraizadas de la cultura mexicana. La modernidad francesa era católica, latina y elegante. La modernidad americana era protestante, sajona y vulgar.

Lo cierto es que México cambiaba más rápidamente que su gente. La capital llegaba al millón de habitantes y la nación ya no era gobernado por militares. La alianza con los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial había enriquecido al país y el acelerado crecimiento producía la primera generación de millonarios mexicanos desde los años del porfiriato. La clase media crecía y los aparatos electrodomésticos comenzaban a invadir los hogares mexicanos, prometiendo a las sufridas amas de casa una liberación nunca antes soñada. La aparición de estos aparatos era una novedad, como por ejemplo la heladera (refrigerador) o la aspiradora, que no estaban tan fácil al alcance de los bolsillos.

Una familia de tantas es uno de los mejores retratos fílmicos de esta etapa de cambios sociales en México que José Emilio Pacheco describiera de forma magistral en su famosa novela "Las batallas en el desierto".

Como en la novela de Pacheco, los personajes de la cinta de Alejandro Galindo se ven enfrentados a una ruptura del orden tradicional en el núcleo familiar, lo cual desencadena un choque de voluntades irreconciliables. Sin embargo, mientras que en "Las batallas en el desierto" la ruptura es un evento pasajero, en la magnífica cinta de Galindo la transgresión es definitiva. La aspiradora que trata de vender el personaje interpretado por David Silva borra, literalmente, el polvo vestusto que parece acompañar siempre a don Fernando Soler.

Melodrama sin concesiones, Una familia de tantas es una de las pocas cintas de la época de oro que se mantienen vigentes hasta nuestros días. A punto de cruzar el umbral del nuevo siglo, todavía hay en México muchas Marus enfrentadas a la intolerancia de otros tantos Rodrigos Cataño, empeñados en añorar unos tiempos "menos modernos" que los que vivimos. [1]



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