x
1

Unificación alemana



La unificación de Alemania fue un proceso histórico que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XIX en Europa Central y que acabó con la creación del Imperio alemán el 18 de enero de 1871 reuniendo diversos estados hasta entonces independientes (Prusia, Baviera, Sajonia, etc.).

Antes de la formación de un Estado nacional unificado, el territorio de Alemania se encontraba dividido en un mosaico político de 39 Estados.[1]​ Entre ellos destacaban, por su importancia económica y política, el Imperio austríaco y el Reino de Prusia.

Desde principios del siglo XIX, tras las guerras napoleónicas, fue imponiéndose la idea de unificar las distintas organizaciones políticas herederas del Sacro Imperio Romano Germánico en un solo Estado alemán. Un paso importante en este proceso fue la formación de un mercado único en la región. A ello contribuyeron, tanto los junkers, es decir, la aristocracia terrateniente prusiana, como la burguesía industrial de la cuenca del Ruhr.

En 1834, se produjo la unificación aduanera que sumó Prusia a otros Estados alemanes previamente asociados en esta materia. Sin embargo, debido a las diferencias entre Austria y Prusia, el proceso de unificación política no pudo llevarse a cabo en la primera mitad del siglo XIX. Desde 1848 fue cada vez más intensa la actividad de grupos nacionalistas que alentaban la formación de un único Estado para todos los alemanes ante la crónica debilidad de los pequeños Estados germanos entonces existentes. Sin embargo, el liberalismo era una gran amenaza para las intenciones monárquicas de Austria y Prusia, por lo que en Europa se crearon alianzas para el control gubernamental de cada nación:

Prusia y Austria eran muy distintas en los aspectos económicos, sociales y políticos. Austria estaba configurada como un imperio centralista y autoritario que gobernaba un territorio habitado por diferentes pueblos —eslavos, alemanes, húngaros, rumanos e italianos— con distintas lenguas, religiones y costumbres. Esta situación motivó frecuentes sublevaciones nacionalistas contra la monarquía austriaca. La población prusiana, sin embargo, era mucho más homogénea.

En lo económico, Austria no contaba con una burguesía poderosa capaz de lograr un desarrollo industrial propio. El mantenimiento de un ejército y una administración que garantizasen la unidad imperial le creó graves dificultades financieras. Prusia, en cambio, experimentó un desarrollo económico muy intenso en su parte occidental que la convirtió en el referente del crecimiento industrial de los territorios alemanes. El aumento de la producción de acero, carbón y hierro en la segunda mitad del siglo XIX así lo demostró.

Todo ello, unido a la revolución de los medios de transporte y de las comunicaciones —ferrocarriles, barcos de vapor, telégrafos— posibilitó la formación de un activo mercado económico y trajo consigo otras consecuencias: la consolidación de una burguesía industrial, aliada de los terratenientes junkers, y el predominio en su gobierno de las ideas liberales, que buscaban la formación definitiva de un Estado nacional.

Fue una unión establecida en 1815 por el Congreso de Viena que agrupó a 39 Estados alemanes en una confederación de Estados soberanos bajo la presidencia de la Casa de Austria, para reemplazar al extinto Sacro Imperio Romano Germánico destruido por Napoleón.

La Confederación no suponía ninguna concesión al creciente nacionalismo alemán, ya que estaba bajo el control de la nobleza y de las casas reales, ajenas al liberalismo nacionalista. Esto se reflejaba en su Dieta, que no era un parlamento de representantes elegidos por el pueblo, sino un congreso de delegados nombrados por los gobiernos de los estados. La Dieta tenía su sede en Fráncfort del Meno, y fue su única entidad central; aunque en 1834 se creó la Unión Aduanera de Alemania y, con ello, un mercado interno unitario para la mayoría de los Estados.

El estallido de la Revolución alemana de 1848-1849 y el entusiasmo popular producido por ella mostró que, tarde o temprano, los diversos Estados alemanes (39 en total) quedarían unificados en un solo Estado, pero estaba aún por definirse si tal proyecto sería dirigido por Prusia o por Austria, dando inicio al Dualismo Alemán.

La Confederación solo funcionó cuando coincidían las posiciones de Austria y Prusia, cuya confrontación condujo finalmente a la guerra de las Siete Semanas. Tras el triunfo prusiano, la Confederación Germánica quedó disuelta y fue sustituida en el año 1867 por la Confederación Alemana del Norte.

Hubo dos propuestas para unificar los Estados y estas fueron:

Las principales causas económicas fueron:

La burguesía prusiana empieza a dominar la economía del Estado y empieza a acceder a una nueva forma de poder; tras el fracaso de las Revoluciones de 1848 en Alemania, esta burguesía impone el liberalismo en el terreno económico pero rehúsa implantar una democracia masiva que incluya a la clase obrera. Comienza a surgir en paralelo un clase obrera en Prusia o la transformación de los antiguos campesinos siervos en obreros urbanos: la creciente industrialización hace que los capitales se dirijan a la industria y ya no busquen la simple acumulación de tierras.

Empieza a surgir el nacionalismo centrípeto (consecuencia del periodo en que Alemania fue conquistada por Napoleón), el objetivo es unificar los Estados para eliminar la amenaza de todo ataque externo. Precisamente los rebeldes alemanes de 1848-1849 utilizaban el recuerdo de la "Guerra de Liberación alemana" contra la Francia napoleónica como muestra de la urgencia de unificar los diversos Estados alemanes y como señal de que el pueblo alemán, más allá de las diferencias políticas, tenía un "objetivo común". Específicamente, en 1862 fue designado canciller prusiano el aristócrata Otto von Bismarck, quien concibió la unificación de Alemania bajo la dirección del Reino de Prusia dentro de un molde autoritario y centralista, pero asegurando para la nueva "Alemania unificada" no solo la solidez política sino la prosperidad económica y el poderío militar, aspectos que Bismarck consideraba interdependientes. Dueño de una gran energía para el trabajo, con sangre fría para la intriga política, y hábil diplomático para calcular los temores y ansias de las potencias extranjeras, Bismarck se convirtió en el líder político del proyecto de unificación.

La Guerra de los Ducados fue un conflicto militar que enfrentó a Austria y Prusia contra Dinamarca en 1864, por el control de los ducados de Schleswig y de Holstein, de población mayormente alemana pero bajo soberanía danesa. Ante la pretensiones del monarca danés de anexionar ambos ducados a su reino, Bismarck reclama en la Dieta de Fráncfort la intervención contra Dinamarca. Ésta salió derrotada, por lo que debió ceder Schleswig-Holstein, que a través del acuerdo en la Convención de Gastein en 1865 quedará repartido los ducados. El ducado de Schleswig quedará bajo la administración de Prusia, mientras que el ducado de Holstein quedó bajo la administración de Austria.[3]​ No obstante, Bismarck aprovechó el atractivo de la Zollverein para imponer la influencia de Prusia en tales ducados, geográficamente muy alejados de Austria propiamente dicha, alegando el "derecho de la determinación de los pueblos", por lo cual debía respetarse el deseo de los habitantes de los ducados para unirse económicamente (más tarde políticamente) a Prusia. Austria, sin fuerzas para oponerse a la penetración prusiana en los ducados, abandonó sus derechos sobre ellos. Indirectamente, Bismarck también logró marcar la primacía prusiana sobre los austriacos entre los otros estados germanos (Sajonia, Baviera, o Württemberg), aumentando el prestigio de Prusia y debilitando las posibles alianzas de Austria.

El objetivo de la guerra austro-prusiana de 1866 para los prusianos fue expulsar a los austriacos de la Confederación Germánica y descartar toda posible "unificación" en torno a la corona de Austria. Para ello, Bismarck se sirvió de las tensiones políticas que hace décadas germinaban entre ambos poderosos estados, siendo que para esas fechas Bismarck había impulsado el desarrollo industrial de Prusia para tornarla en un enemigo temible ante Austria.

Mientras este conflicto estaba en desarrollo, se aplicó la tesis del Zollverein: aranceles preferenciales para los aliados de Prusia. En paralelo, la guerra estallaba el 23 de junio.

Desarrollo:

Consecuencias:

El Imperio alemán fue fundado el 18 de enero de 1871 tras la victoria de Prusia en la guerra franco-prusiana y supuso la unificación de los diferentes Estados alemanes en torno a Prusia, excluyendo a Austria, bajo el liderazgo del canciller Otto von Bismarck. Se inició un período de gran desarrollo de la nación alemana en todos los campos: económico, geográfico, político y militar.

Sin embargo, como los alemanes descubrieron, grandes discursos, banderas, y multitudes entusiastas, una constitución, una reorganización política y la provisión de una superestructura imperial; y la Unión Aduanera revisada de 1867 a 1868, todavía no hacían una nación.

Un elemento clave del Estado-nación es la creación de una cultura nacional, con frecuencia aunque no necesariamente. A través de la política nacional la Kulturkampf (1872 a 1878) que siguió un modelo político, económico, y de unificación administrativa trató de ir en esa dirección, con una notable falta de éxito, con algunas contradicciones en la sociedad alemana. En concreto, se trataba de una lucha por el lenguaje, la educación y la religión. Una política de germanización de las personas no alemanas de la población del imperio, incluyendo los polacos y daneses, comenzó con el lenguaje, en particular, la lengua alemana, la escolaridad obligatoria (germanización), y el intento de creación de planes de estudio estandarizado para esas escuelas para promover y celebrar la idea de un pasado compartido. Otro elemento importante en la construcción de la nación, la historia del pasado heroico, cayó a esos historiadores alemanes nacionalistas como el constitucionalista liberal Friedrich Dahlmann (1785-1860), su alumno conservador Heinrich von Treitschke (1834 a 1896), y otros menos conservadores, tales como Theodor Mommsen (1817-1903) y Heinrich von Sybel (1817-1895), por nombrar a dos.

El Imperio Alemán se mantendría hasta la Revolución de Noviembre de 1918 que llevó, hacia el final de la Primera Guerra Mundial, al cambio desde la monarquía del Imperio a una república pluralista, parlamentaria y democrática.

La revolución comenzó como un levantamiento marinero en Kiel; en pocos días se propagó por toda Alemania y forzó la abdicación del Káiser Guillermo II el 9 de noviembre de 1918. Los objetivos de los revolucionarios fracasaron en enero de 1919 ante la oposición de los líderes del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD).

El desenlace formal de la revolución ocurrió el 11 de agosto de 1919 con la rúbrica de la nueva Constitución de la República de Weimar.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Unificación alemana (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!