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Universidad Nacional de La Plata



La Universidad Nacional de La Plata (UNLP) es una universidad pública de la República Argentina. Tiene sede en la capital de la Provincia de Buenos Aires y está considerada una de las dos principales instituciones educativas y representativas del país, junto a la Universidad de Buenos Aires, según el University Rankings by Academic Performance del URAP Center,[6]​ el Scimago Institutions Ranking,[7]​ el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC)[8]​ o el ranking del Centrum voor Wetenschap en Technologische Studies de la Universidad de Leiden, en Países Bajos.[9]​ Desde 2020, asimismo, lidera el Ranking Internacional de Transparencia que anualmente elabora ese organismo, entre las universidades nacionales argentinas, siendo la sexta entre las latinoamericanas.[10][11]​ A nivel continental, según el Best Global Universities Rankings de la revista U.S. News & World Report,[12]​ se ubica entre las diecisiete universidades más destacadas de América Latina; pero en el 13° lugar para el Center for World University Rankings (CWUR) y en el 10° para el CSIC.[10][13][14]​ Y entre las dieciséis mejores en el ranking universitario de instituciones de educación superior de Sudamérica elaborado por el CWTS.[9]​ Además, se ubica en la posición 436° de las universidades con mayor reconocimiento y prestigio a nivel mundial, según el último ranking del CSIC, habiendo ascendido cuarenta ubicaciones respecto de la medición de 2020.[14]

Con más de un siglo de trayectoria, sigue siendo pionera en estudios y desarrollos culturales, artísticos y científicos de avanzada. Esto le ha proporcionado el prestigio que la sitúa entre las principales del país y en una de las más conocidas de Latinoamérica. La docencia, la investigación y la extensión, configuran los pilares básicos de esta Universidad. De sus aulas han egresado o realizado labores académicas gran cantidad de intelectuales, referentes profesionales y personalidades públicas, entre los que destacan tres presidentes de la Nación Argentina.[15]

La fundación de la Universidad Nacional de La Plata comenzó a gestarse a fines del siglo XIX por iniciativa del entonces senador bonaerense, Rafael Hernández, quien impulsó la ley que determinaría, en 1897 y a instancias del gobernador bonaerense Guillermo Udaondo, la creación de la Universidad de La Plata.[16]​ En 1905, esta institución fue nacionalizada por el doctor Joaquín Víctor González, quien se convirtió al año siguiente, en el primer presidente de la universidad.[17][18]​ Posee 17 facultades, 137 carreras de grado, 167 de posgrado, 13.500 docentes y más de 120.000 alumnos. Comprende también el Colegio Nacional Rafael Hernández, el Liceo Víctor Mercante, el Bachillerato de Bellas Artes, la Escuela Agraria de 25 de Mayo, la Escuela Graduada Joaquín V. González (Anexa), el Jardín Maternal, la Radio Universidad Nacional de La Plata, la Editorial de la Universidad (EDULP), numerosos centros académicos entre los que se destacan el Museo de Ciencias Naturales, la Biblioteca Pública de la Universidad Nacional de La Plata, el Museo de Ciencias Naturales y Casa de Descanso Samay Huasi, el Observatorio Astronómico, el Planetario, el Albergue Universitario, el Instituto de Educación Física y 152 centros de investigación y desarrollo en donde se desempeñan, en su actividad, cerca de 5000 investigadores.

El origen de la Universidad Nacional de La Plata se remonta a la fundación de la capital de la provincia de Buenos Aires, en 1882. A sólo siete años de establecida la ciudad de La Plata, distintos senadores provinciales (Rafael Hernández, Emilio J. Carranza, Marcelino Aravena y Valentín Fernández Blanco) impulsaron, el 12 de junio de 1889, un proyecto de ley para crear una universidad provincial en la nueva capital de Buenos Aires. Al federalizarse y ceder, a la Nación, la que era su capital, la hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la provincia había perdido la mayor parte de las instituciones que allí se concentraban. Hernández, gestor del proyecto, había manifestado la necesidad de que la Legislatura provincial las restituyera a la brevedad, entre ellas los centros de estudios superiores.[19]

La propuesta tuvo una inmediata repercusión en La Plata, donde unos 150 jóvenes, provenientes del Colegio Nacional, del Instituto Argentino y de la Sociedad Literaria, acompañados por una banda de música, se movilizaron al domicilio de Rafael Hernández para demostrarle su adhesión. Los alumnos que cursaban en estos establecimientos veían, así, la posibilidad de finalizar los estudios en su ciudad, sin la necesidad de trasladarse a la ciudad de Buenos Aires.[19]

El proyecto de ley se sancionó definitivamente, en la Legislatura provincial, el 27 de diciembre de 1889. El mismo fue promulgado por el entonces gobernador bonaerense, Máximo Paz, el 2 de enero de 1890. La norma establecía la creación de una Universidad de Estudios Superiores, en La Plata, con facultades de Derecho, Medicina, Química y Farmacia y Ciencias Físico-matemáticas.[19]

Pese a ello, entre otras por razones económicas, el gobernador no dictó el correspondiente Decreto Reglamentario y ni siquiera mencionó el tema en su último mensaje en la Legislatura, lo que originó distintas manifestaciones y solicitudes de vecinos para que la universidad comenzara a funcionar. La ley demoró siete años en entrar en vigencia. Fue el 8 de febrero de 1897, cuando el gobernador Guillermo Udaondo, a instancias del fundador de la ciudad de La Plata, Dardo Rocha, sancionó el decreto que dio inicio, el 14 de febrero, a la primera Asamblea Universitaria que designó al propio Dardo Rocha como su primer Rector. La Universidad de La Plata, tal el nombre oficial hasta su nacionalización,[16]​ quedaría inaugurada en el edificio del Banco Hipotecario de la Provincia, donde hoy funciona el Rectorado, el 18 de abril de 1897 con una clase de Historia del Derecho a cargo del profesor Jacob Larrain.[19]

A pesar de las expectativas con que fuera fundada, los primeros años de la Universidad fueron desalentadores, tanto por la escasa cantidad de alumnos como por el bajo presupuesto de funcionamiento.[19]​ De 1897 a 1905, sólo logró sumar 573 alumnos inscriptos, debido no solo a la poca población de la época fundacional de La Plata, sino, además, por la falta de reconocimiento nacional de los títulos que expedía, lo que hacía más fuerte la atracción que ejercía la Universidad de Buenos Aires.

A su vez, Joaquín Víctor González, por entonces Ministro de Justicia e Instrucción Pública del gobierno nacional, comenzó a darle forma a su idea de crear una universidad nacional, sobre la base de la universidad provincial existente, y otros institutos de educación superior. En octubre de 1904, en una entrevista con el gobernador Marcelino Ugarte y diferentes diputados nacionales de la provincia, González presentó el proyecto para la nacionalización definitiva de la universidad provincial creada en 1897. Esta idea fue cobrando forma al transferirse, del gobierno bonaerense a la Nación, entre fines de 1904 y enero de 1905, la Facultad de Agronomía y Veterinaria, el Observatorio Astronómico, los campos de Santa Catalina, en Lomas de Zamora, y los terrenos del Paseo del Bosque, delimitados por las calles 47 a 50, entre 1 y 115, que le pertenecían, hasta ese momento, al Club de Gimnasia y Esgrima La Plata, para la construcción del nuevo edificio del Colegio Nacional (Colegio Secundario de la Provincia de Buenos Aires, hasta 1887) y distintas facultades.[20]

Joaquín V. González consideraba que la universidad provincial, en funciones desde fines del siglo XIX, se veía afectada por la falta de presupuesto y su desvinculación del sistema educativo nacional. Visionario al idear el proyecto de nacionalización para jerarquizar la casa de altos estudios, aspiraba a una universidad científica y moderna que le otorgase, a la nueva ciudad capital de la provincia más importante del país, una identidad apoyada en los estudios superiores y la cultura general. Sus ejemplos eran las ciudades universitarias más destacadas de la época, como Oxford y Cambridge, en Inglaterra, y Harvard y Michigan, en Estados Unidos.[20]

González supo dotar a esta casa de estudios de un «espíritu», encarnado en sus propios ideales, que conformaría un núcleo central inalterable, sobre el cual se construye «la Universidad Nueva». Durante su gestión, de 1905 a 1918, le imprime sus inquietudes y rechaza por completo el autoritarismo y el burocratismo de la enseñanza tradicional; abierto a las experiencias novedosas en todos los campos, desde las ciencias duras hasta las humanísticas, con colaboradores extranjeros o renombrados pedagogos o científicos locales. En 1919, la Reforma Universitaria absorberá estos valores, a los cuales renueva y fortalece, dotándolo de vigencia democrática a través del tiempo.[21]

El proyecto de ley adquirió vida concreta cuando, el 12 de agosto de 1905, se firmó el convenio entre los gobiernos de la Nación y la Provincia, representados, respectivamente, por Joaquín V. González y el gobernador, Marcelino Ugarte, para construir una universidad nacional en la ciudad de La Plata. De esta manera, el gobierno bonaerense se comprometía a ceder a «título gratuito y en absoluta propiedad», a la Nación, los bienes ya cedidos con el convenio de 1902, los edificios del Museo y del Banco Hipotecario de la Provincia (actual sede de su Presidencia), como así también distintas sedes de facultades, quintas y chacras.[20]​ La sanción definitiva del proyecto de nacionalización se produjo un mes después, en el Senado Nacional, y la ley fue promulgada por el Presidente de la Nación, Manuel Quintana. El 17 de marzo de 1906, el Poder Ejecutivo designaría, como primer presidente de la Universidad Nacional de La Plata, a su mentor, Joaquín V. González, quien ejercería el cargo hasta 1918, luego de ser reelegido, por la Asamblea de Profesores, en 1908, 1911 y 1914. Del mismo modo, fue designado el primer personal docente para cada una de las facultades e institutos creados; entre ellos, Florentino Ameghino, Víctor Mercante, Carlos Spegazzini, Luis María Drago y Samuel Lafone Quevedo.[20]

En 1908, se inscribieron, en la flamante universidad nacional, 1845 alumnos, mientras la UNLP ya se encontraba en pleno funcionamiento, con las siguientes dependencias:

De este modo, a los pocos años de creación de la universidad nacional, «La Plata se convirtió en una típica ciudad universitaria, habitada por una comunidad académica menos tradicionalista y conservadora que las de Buenos Aites y Córdoba y provista de una mayor preocupación por las bases científicas y sociales de su tarea universitaria».[20]

La cuestión social y la participación estudiantil son cuestiones tempranamente analizadas en La Plata. Respecto a la primera, es muy intensa la actividad antes de 1915, para luego caer en un letargo. La extensión social de la enseñanza o extensión universitaria comprende en estos años a un conjunto de conferencias, lecturas y cursos destinados a un público diverso, llevados a cabo por docentes. Paralelamente, y orientada en el mismo sentido, es relevante la obra realizada por la Asociación de Ex-alumnos del Colegio Nacional, con sus programas de conferencias anuales entre 1912 y 1915, o los cursos nocturnos destinados para el pueblo, llevados a cabo por los alumnos del colegio y de la Universidad. La extensión universitaria también forma parte del debate de las Asambleas de Profesores, entre 1907 y 1913.[21]

La Reforma Universitaria fue un movimiento político nacido en la Universidad Nacional de Córdoba, en 1918, que demandó un programa de transformación educativo profundo de las casas de altos estudios: gratuidad y autonomía de la enseñanza universitaria, cogobierno de las universidades (con participación estudiantil en los órganos de gobierno universitario), renovación de su profesorado y la participación en la elección de este, y la modernización científica de su enseñanza. Todos ellos, pilares salientes de un ideario que se extendió por todas las universidades de Argentina y muchas de América Latina. El proceso expresó cabalmente el nacimiento de un nuevo tipo de relación tanto entre universidad y sociedad, como entre universidad y política.[22]​ Sin embargo, no fue lineal y enfrentó diversas circunstancias: mientras en la Universidad de Buenos Aires los estatutos reformados fueron aprobados ya antes que en Córdoba, en la Universidad Nacional de La Plata iba a ser necesaria la intervención del Poder Ejecutivo Nacional, en 1920, para imponerlos, luego de una extensa y violenta huelga general de los estudiantes.[23]

La Universidad de Córdoba revelaba los rasgos de una dirección científica y educativa arcaica, controlada por intelectuales vinculados a la elite provincial conservadora y al clericalismo católico. La enseñanza era denunciada, por sus estudiantes, por las profundas deficiencias de método y capacidad intelectual de sus docentes, por el rezago de sus conocimientos en relación a las nuevas corrientes científicas; también su gobierno, ejercido por las Academias científicas, por su carácter cerrado, corporativo y clientelístico de su integración, por la condición vitalicia de sus miembros y su desvinculación de la docencia, incapaz de producir una renovación científica.[23]

Una periodización precisa obliga a visualizar tres etapas en el movimiento reformista platense: la primera, de solidarización, en la que el activismo reformista se expresó desde 1918 y hasta 1919 por vía del apoyo corporativo a los sucesos de Córdoba y Buenos Aires; la segunda, de sustanciación de real movilización extendida hasta 1922; y una tercera, desde esa fecha en adelante que denominaríamos de estabilización, en la que vigente ya el nuevo estatuto y sofrenadas las aventuradas posturas del maximalismo, se evolucionó hacia un estado de Reforma instituida. Todo indica que la Reforma en La Plata se inició a través de la gestión externa; vale decir, de los significativos aportes del estudiantado de los dos centros generadores.[22]

En La Plata, la UNLP había nacido con un fuerte impulso a la extensión universitaria, desarrollada en sus primeros años en la forma de programas más o menos sistemáticos de conferencias y cursos abiertos al público en general. Aunque, en otros aspectos reclamados por el movimiento reformista, su impronta era cuanto menos objeto de fuertes controversias. El movimiento había comenzado en 1919, año en que se aprueba la participación estudiantil en el seno del Consejo Superior, con voz pero sin voto,[21]​ a partir de una protesta estudiantil en la Facultad de Agronomía y Veterinaria, en la que su centro de estudiantes denunció un Memorial de cargos, irregularidades administrativas de su decano y su consejo directivo, y serias deficiencias en la enseñanza y la labor de investigación científica de sus docentes. Ante la negativa del Presidente de la Universidad, Rodolfo Rivarola, quien había asumido en marzo de 1918, y de su consejo universitario, de acceder a las demandas de los estudiantes de esta facultad, la Federación Universitaria de La Plata transformó el conflicto en una «huelga general e indefinida», en octubre de ese año, y reclamó la renuncia de sus autoridades.[23]​ Las disputas internas en el Consejo Superior afectaron al conjunto del profesorado y a las distintas unidades académicas.[21]

Los reformistas platenses situaron ese proceso de transformación científica de las casas de altos estudios que impulsaban, con relación a la edificación de una nueva cultura argentina, que los tendría como sus forjadores intelectuales. Para ellos, también iniciaban un proceso de cambio más profundo: la renovación de la universidad, que llevaría a la renovación cultural de la sociedad, crearía las condiciones históricas para la transformación social.[23]​ Los estudiantes de la UNLP lograron la intervención del gobierno nacional en la universidad y la imposición de los estatutos reformistas, el 28 de junio de 1920. Sin embargo, una feroz represión de una concentración estudiantil ingresa un nuevo condimento al conflicto: la violencia, que alcanza su hecho más grave con el asesinato del estudiante David Viera, en la escuela de Ciencias Médicas. Mientras tanto, una fuerte rivalidad estalla entre sectores estudiantiles opuestos: la Federación Universitaria Platense, de tendencia reformista, y la agrupación rival, Concentración Universitaria.[21]

El movimiento de reforma universitaria, que contó desde el primer momento con el apoyo del Presidente Yrigoyen y cuyas intervenciones, a través de decretos del Poder Ejecutivo Nacional, fueron determinantes en su triunfo en Córdoba y La Plata, lograría, a su vez, que el gobierno nacional ampliara el sistema universitario con la nacionalización de las universidades del Litoral, en 1919, y de la de Tucumán, en 1921, que dispusieron para su funcionamiento con estatutos reformistas.[23]

Si bien las posibilidades de ascenso social que prometían las titulaciones continuaron excluyendo a los jóvenes de familias obreras, lo que reafirmaba ciertos límites en los cambios buscados, no se negaba que el diseño institucional reformista de la década de 1920 se caracterizó por el sentido democrático que asumieron las relaciones universitarias: la prevalencia del estudiante y del graduado como electores en sus asambleas; y la participación de sus representantes en los cuerpos directivos.[23]

Con las características singulares de sus desarrollos regionales, la UNLP y las otras cuatro universidades nacionales que integraron el sistema de enseñanza superior en este período, promovieron las carreras humanistas, científicas y técnicas, la implementación de los seminarios de investigación y de estudio bibliográfico, organizaron la extensión universitaria con ciclos de conferencias y cursos libres de sus profesores y graduados, así como impulsaron un intenso movimiento intelectual con las visitas de filósofos, escritores y científicos. La extensión cultural fue una preocupación principal de los estudiantes que a través de sus centros y federaciones promovieron diversas actividades para difundir los saberes universitarios entre los trabajadores y los sectores populares. En su fundamentación, entendieron a estas iniciativas como el modo de acercar la ciencia y la técnica, la filosofía y las artes, al Pueblo, contribuyendo a su educación y suprimiendo en parte la condición de la universidad de reducto cultural privilegiado de minorías. Cátedras como Legislación laboral se integraron en los planes de estudios de las distintas universidades. El acceso a la cátedra universitaria de profesores de pasado reciente en las izquierdas y en el radicalismo, de jóvenes dirigentes reformistas, expresó tanto un mayor pluralismo ideológico en sus aulas como la efectiva renovación de la enseñanza y la investigación.[23]​ Por caso, el profesor Alejandro Korn, miembro del Consejo Superior, fue uno de los mayores referentes del movimiento reformista, encabezando varias reivindicaciones del estudiantado, como la clausura del internado universitario -política clave del período gonzaliano anterior a la Reforma- que los estudiantes consideraban fuente de favoritismo y nepotismo.[cita requerida]

Tras la dimisión del presidente Rivarola, quien es sucedido por Carlos Melo, y más allá del relevo de hombres, en 1921 tuvo lugar lo que fuera sindicado como la consecuencia más trascendente del movimiento reformista local: la creación de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, desde la que se irradió una significativa influencia antipositivista.[22]

A partir de 1922, bajo la presidencia de Nazar Anchorena, se produce un retroceso de la movilización estudiantil y el espíritu de lucha parece declinar. Después de tanta acción, sobrevino el enclaustramiento. Es que una demanda central ya había sido satisfecha: la representación estudiantil. Aún ello, menos por inercia que por empuje de los sectores más ideologizados y progresistas, se hizo patente la resistencia de los que no aceptaban una reforma agotada en sí misma, sin más aspiraciones en el campo sociopolítico.[22]​ Los ideales de la reforma se mantenían a través del grupo Renovación, de la Federación Universitaria de La Plata (ya conocida por sus siglas: FULP), que realizaría una intensa actividad cultural y que fuera el antecedente directo del grupo de teatro de la universidad; y por la revista Valoraciones, a través de la cual se expresa no solo el mencionado Alejandro Korn, sino profesores como Pedro Henríquez Ureña. En esta gestión, nace LR11 Radio Universidad.[21]

Durante sus dos ciclos de gobierno, se introdujo el voto secreto y obligatorio en todo los ámbitos de la Universidad que requirieran del sufragio. Complementariamente, se propuso la reforma de los estatutos, aprobado en 1926, y se suprimió la intervención de los graduados. Fue una medida para restaurar la autoridad, tras los acontecimientos de la Reforma. Esta tendencia a concentrar poder, sin embargo, tuvo que pasar por una serie de pruebas de fuerza que le opusieron los grupos reformistas, desde finales de 1922.[21]

Entre 1927 y 1930, la presidencia es ejercida por Ramón Loyarte, quien mantuvo la senda trazada por Nazar Anchorena, orientada en afirmar los principios del orden y la disciplina frente a las autoridades. Pero los reclamos estudiantiles hacia la universidad, por el rumbo que ésta había tomado tras los cambios producidos por la Reforma Universitaria, canalizando la actividad cultural a través de la revista Valoraciones y el grupo de teatro Renovación.[21]

El 1 de diciembre de 1930, la Asamblea General de Profesores designó, como presidente, al Dr. Ricardo Levene. Pero la nueva gestión apenas duró seis meses, a raíz de las perturbaciones políticas generadas por el Golpe de Estado protagonizado por el general José Félix Uriburu. Pese a ello, a diferencia de lo sucedido en la Universidad de Buenos Aires, que fue intervenida a través Nazar Anchorena, expresidente de la UNLP, la casa de estudios platense salvaría por unos meses su autonomía. La dictadura militar, a través de sendos decretos, promovió cesantías de docentes con militancia en la política extrauniversitaria. El estudiantado contestó con una huelga los decretos persecutorios del gobierno nacional, ampliados con medidas disciplinarias y cancelación de inscripciones de alumnos. Pero un nuevo decreto, de junio de 1931, cercenó por completo la autoridad de los consejos, cuestión que condujo a una catarata de renuncias, tanto la mencionada de Levene, como la de todos los consejeros y decanos de la universidad.[21]

La universidad es entonces intervenida por el Dr. Federico Walker, quien es dotado de poderes extraordinarios y manifiesta su intención de excluir a docentes y estudiantes opositores, como de hecho sucedió con la separación de decenas de alumnos y varios profesores. Walker declaró en comisión al personal universitario, clausuró los centros de estudiantes y amenazó cerrar las facultades que no se normalizaban de inmediato. Con la recuperación de cierta institucionalidad en el gobierno nacional y el inicio de la década del denominado «fraude patriótico», se iniciaba, así, un proceso de normalización que restringió la participación estudiantil en las asambleas electorales, denunciando la anomalía del decreto reformista de agosto de 1918. Esta situación, sin embargo, se extendería por unos pocos meses: Ramón Loyarte, proclamado como presidente en enero de 1932, renunció a fines de mayo y el 25 de junio es electo presidente de la universidad el Dr. Levene, con el apoyo de la Federación Universitaria.[21]

Para fomentar la investigación a cargo de profesores, estudiantes y diplomados fueron creados los Centros de Estudios. El primero en surgir fue el Centro de Estudios Históricos, nacido en julio de 1932. A este le siguieron el Centro de Estudios de Ciencias Naturales, el de Estudios Literarios y de Estudios Agronómicos. Estas iniciativas resultaron fortalecidas por la ordenanza del 4 de enero de 1934, la cual favorecía su formación y la publicación de sus investigaciones en números especiales de la Universidad. También Medicina Veterinaria y los Estudios de Filosofía tuvieron su centro correspondiente.[21]

Bajo la presidencia de Julio Castiñeiras (1935-1938) la Universidad estuvo momentáneamente su política de apertura de nuevas carreras ante la necesidad de distribuir adecuadamente los recursos disponibles, para finalizar las obras ya iniciadas. Y se crea la Asociación de Ayuda Mutua para los estudiantes, entidad subsidiada por la universidad y por los alumnos, que brindaba servicios de comidas, asistencia médica, odontológica y de farmacia. También en esta época surge una fuerte disputa entre la conducción de la universidad y el gobernador bonaerense, Manuel Fresco, de simpatías no disimuladas con el fascismo italiano y enemigo declarado del laicismo de la educación argentina y el movimiento reformista. El gobierno provincial acusaba a la presidencia de Castiñeiras de favorecer la acción de «militantes políticos empeñados en prácticas disolventes».[21]

En 1938, Julio Castiñeiras es sucedido por el Dr. Juan Carlos Rébora, año en el que se lleva a la cantidad récord de 9.443 estudiantes inscriptos en la UNLP. El estallido de la Segunda Guerra Mundial generó fuertes tensiones entre las autoridades, que de acuerdo con la política de neutralidad se negaban a permitir el uso de los locales de la universidad para manifestaciones políticas y de los estudiantes.[21]

La Asamblea General de Profesores designó como presidente, en mayo de 1941, al Dr. Alfredo Palacios. Su asunción expresaría brevemente un cambio político de trascendencia, expresando la necesidad de retomar el planteo fundacional de Joaquín V. González de organizar una universidad a partir de la articulación de institutos universitarios preexistentes, con capacidad de integrar los aportes de cada una de las facultades que la componen con la correlación de las distintas carreras. La Universidad Nueva se adaptaba a la nueva ideología y a los métodos modernos proclamados por el reformismo, con un espíritu humanista que pudiera superar la fragmentación de la educación superior, cuyos efectos nocivos conducían a la tecnificación y el pragmatismo profesional.[21]

La crisis de la cultura europea por las acciones bélicas, condujo a Palacios a replantearse la urgente necesidad de sistematizar, desde los principios académicos, una cultura americana, diferenciada en su ser frente a la cultura anglosajona representada a nivel continental por Estados Unidos; pero, al mismo tiempo, robusteciendo una conciencia nacional. Para este experimento trascendental se sustentaba en las ideas del pensador mexicano, José Vasconcelos, señalando que esto solo sería posible a partir de la unificación de la enseñanza iberoamericana. En correspondencia con esas ideas, fue creado el Instituto Iberoamericano de la Universidad Nacional de La Plata, siendo designado a su frente Ataulfo Pérez Aznar.[21]​ Durante la gestión de Palacios, también se incorporó, como parte insustituible del patrimonio de la Universidad, aquel refugio del fundador Joaquín V. González: la Casa de Descanso Samay Huasi.

El golpe de Estado del 4 de junio de 1943 impactó negativamente en la universidad y personalmente sobre la labor encauzada por Palacios. Fueron cesanteados profesores y se sucedieron varias renuncias en las autoridades del Consejo Superior, cerrándose, así, un ciclo de la vida universitaria platense, preocupada en retomar y profundizar los antiguos principios inspiradores de González y del pensamiento de los reformistas de 1918.[21]

De 1943 a 1945, hubo un denominador común para todas las universidades nacionales: la tensión entre el gobierno de facto y la gestión de Alfredo Palacios, junto con los sectores reformistas que conformarían más tarde la Unión Democrática. La lucha cruzó a todo el cuerpo universitario, por iniciativa del gobierno del general Pedro Pablo Ramírez y acompañado por un elenco ideológicamente vinculado con el catolicismo nacional, quienes desbordaron la autonomía de la UNLP por medio de decretos destinados a clausurar la participación estudiantil y a cesantear a las autoridades y docentes legítimos por cuestiones extrauniversitarias. La UNLP era acusada de tener escasa vocación patriótica en la realización de sus actos.[21]

Ya bajo el mandato del presidente Juan Domingo Perón, quien había sido elegido en febrero de 1946, con la promulgación de la ley 13.031 se traza el nuevo rumbo que le quiere imprimir el gobierno nacional a la universidad. Si la tradicional misión universitaria establecida por Joaquín V. González, con la reforma de 1905, había sido la formación científica, pero, al mismo tiempo, profesional y humanista, con el nuevo régimen universitario se afirmaba el desarrollo de una conciencia nacional, difundiendo la cultura autóctona, aplicando la ciencia y las creaciones técnicas a las necesidades regionales. En su parte general, se ponía mayor énfasis en el carácter profesionista y de conocimientos aplicados de esta casa de estudio, pasando a un segundo la función científica y creadora de conocimientos.[21]

La política universitaria peronista puso su empeño en el acrecentamiento de controles desde arriba, con el objeto de limitar su autonomía, profundizando la centralización. Para ello, uno de los primeros pasos fue desmontar el anterior sistema de gobierno con la participación de los tres clautros, uniformando a las distintas universidades bajo esa ley. Con esta última se buscaba una despolitización, tanto a nivel profesoral como estudiantil, pues toda actividad que pudiera suponer militancia política era pasible de suspensión, exoneración o expulsión. Se limitaba, así, la participación del estudiantado.[21]

La novedad estuvo dada respecto a los aportes económicos de las universidades, que contemplaba la asignación de recursos desde el Estado, ingreso por matrículas, donaciones y otros conceptos. Se introdujo, por caso, un fondo especial proveniente de impuestos (el 2% de lo recaudado) sobre el importe anual de sueldos y salarios a obtener del sector privado, para el denominado Instituto Nacional de las Remuneraciones. Lo recaudado se distribuía en el presupuesto nacional, según las necesidades de cada universidad.[21]

Durante este período, algunas de las creaciones abarcaron el cambio de rango de la Escuela de Bellas Artes a Escuela Superior; el Instituto Superior de Lenguas Vivas de la Facultad de Humanidades; y la incorporación de la Escuela de Contadores -base de la futura Facultad de Ciencias Económicas- a la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Además, en un intento por captar adhesiones del movimiento estudiantil, el gobierno universitario puso todas sus energías en solucionar algunas de las exigencias de este sector, como el Comedor Universitario y las residencias estudiantiles.[21]

De 1952 a 1955, la casa de estudios pasó a denominarse «Universidad Nacional de Eva Perón», período en el que la ciudad de La Plata llevó, en su homenaje, el mismo nombre que la por entonces Primera Dama de la Nación Argentina, fallecida en julio de 1952. Asimismo, ya en febrero de 1953, bajo la gestión del rector Marcos Anglada, comenzaba un intenso proceso de «peronización» de la universidad, que según varios historiadores profundizó la llamada «Doctrina Nacional», abandonándose el anterior apoliticismo.[21]

La política universitaria del peronismo, a partir de 1954, con la entrada en vigencia de la nueva ley 14.297 que derogaba la anterior 13.031 de 1947, mantuvo todo el centralismo de la anterior pero proclamó la gratuidad de los estudios; en segundo lugar, todos los planes de estudios incorporaron de manera obligatoria los cursos de Capacitación Política, dedicados al conocimiento de la «Doctrina Nacional». Al mismo tiempo, el territorio nacional fue dividido en regiones bajo la jurisdicción de una casa de estudios, encargada de organizar los estudios regionales y promover las técnicas para incrementar las actividades económicas locales.[21]

Los años 1953 y 1954 mostraron una fuerte tendencia a la apertura de nuevas carreras y a la reestructuración facultativa: se elevó, al Poder Ejecutivo, la propuesta para la creación de la Facultad de Ciencias Económicas, sobre la base de la escuela del mismo nombre, dependiente de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, y se designó una comisión especial a los fines de crear una Facultad de Odontología, de Ciencias Exactas, Ingeniería y Arquitectura y Urbanismo. Y se creó el Instituto de Psicología en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Además, como corolario de enormes esfuerzos, y de una labor combinada entre la Universidad y el Círculo de Periodistas de la Provincia de Buenos Aires, quedaba incorporada, a la primera, la Escuela de Periodismo «Presidente General Juan Perón».[21]

El período que se extiende desde el golpe militar de 1955 hasta 1983, con el retorno democrático, estuvo invariablemente dominado por las crisis políticas que irrumpieron sistemáticamente en las universidades y la autonomía fue conculcada. La mayoría de los gobiernos de esa etapa se creyeron fundadores de una nueva sociedad e intervenían las casas de altos estudios. Entre 1958 y 1966, la autonomía que se empezó a preparar desde 1955 dio sus únicos frutos. Durante ese lapso, la UNLP se caracterizó por el más amplio pluralismo intelectual vivido desde 1955 a 1983, volviendo, asimismo, a la tradición reformista de concurso y periodicidad de los cargos docentes. Luego, las crisis políticas de los distintos gobiernos de facto -con un breve período constitucional entre 1973 y 1976- establecieron una crónica presencia del Poder Ejecutivo Nacional en los gobiernos universitarios, funcionando sin la necesaria representatividad de claustros.[24]

El nuevo gobierno de facto derogó las leyes nacionales que habían regido la actividad universitaria en el primer período peronista, restableciendo, en todos sus efectos, la vieja ley 1.597, promulgada en 1885 y conocida como Ley Avellaneda. La estructura jurídica que propiciaba dicha autonomía no se podía evadir del momento político inmediato a la caída de Perón: se aclaraba que no se admitiría en los concursos para cubrir las cátedras a quienes «hayan promovido doctrinas totalitarias adversas a la dignidad del hombre libre y a la vigencia de las instituciones republicanas» y a los que «hayan realizados actos positivos y ostensibles de solidaridad con la dictadura»,[24]​ descalificando, de esta forma, el gobierno militar al gobierno constitucional del período 1946-1955. Durante la autodenominada Revolución Libertadora, hubo miles de estudiantes y docentes expulsados, identificados con el período político anterior.[cita requerida]

Los siguientes años dieron lugar a importantes cambios sociales y culturales que modificarían para siempre la vida estudiantil y juvenil, como a la violencia desde el Estado hacia las universidades. A comienzos de la década de 1960 se construyeron los nuevos edificios del Comedor Universitario (luego entregado a la Facultad de Odontología) y la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, ambos en el Paseo del Bosque, ya bajo la estética y la lógica de la arquitectura moderna que buscaba mayor flexibilidad para los espacios de estudio y experimentación con nuevas tecnologías constructivas.[cita requerida]

Esos años estuvieron marcados por intensos debates, ya durante la presidencia de Arturo Illia, como cuando el Consejo Superior de la UNLP discutió la modificación de una ordenanza, decretada el año anterior, que prescribía como condición sine qua non, para ocupar el cargo de profesor secundario, la de ciudadano argentino. No se interrumpía, así, la vieja tradición del país, iniciada desde los albores de la nacionalidad, de abrir las fronteras, sin ningún tipo de discriminación, a quien deseara vivir en el territorio argentino.[24]

Con el golpe militar de 1966, al mando de Juan Carlos Onganía, la actividad universitaria se alejó de la auténtica autonomía y respondió a los objetivos de los gobiernos de turno; gobiernos autoritarios que no contemplaban el pluralismo de la república democrática. No bien instalado en el poder, el gobierno de Onganía produjo la tristemente célebre Noche de los Bastones Largos, cuando reprimió en distintas facultades de la Universidad de Buenos Aires que estaban siendo ocupadas por estudiantes, profesores y graduados, en oposición a la decisión del gobierno de facto de intervenir las universidades y anular sus gobiernos autónomos.[24]

Durante este período, se iniciaría en Argentina una conocida fuga de cerebros que llevó al exilio a numerosos intelectuales y científicos nacionales, empobreciendo fuertemente al país en lo cultural y educativo.[cita requerida] Al mismo tiempo, se prohibió la actividad política en todas las universidades nacionales, quedando censurada cualquier actividad que asumiese forma de militancia, agitación, propaganda o adoctrinamiento de carácter político.[24]

En 1967, el presidente de la UNLP, el arquitecto Joaquín Rodriguez Samuell, creó la Dirección de Obras y Planeamiento de la Universidad, que se encargaría de la construcción, planeamiento y reparaciones de los edificios universitarios. Como consecuencia de este proceso ordenador, surgió el denominado Edificio Tres Facultades. La funcionalidad de la obra generó distintas polémicas, como el descuido irreparable en el que se incurrió en referencia a la auténtica conservación del patrimonio cultural e histórico de la ciudad de La Plata: al desaparecer gran parte de los jardines de la Universidad y también al construir la mole de cemento por la calle 48 y por la calle 6, quedó totalmente degradada la visión que se tiene del edificio de la Presidencia.[24]​ La obra comenzó en 1969, se continuó en los siguientes años y, finalmente, quedó inconclusa, salvando de la demolición al patrimonial edificio de la Presidencia.[25]

También se llamó a concursos de arquitectura para nuevos edificios. La futura Facultad de Ingeniería fue diseñada por Mario Roberto Álvarez, en 1967, con un planteo inicial y radical que proponía demoler casi todos los antiguos edificios de las Facultades de Ingeniería y de Ciencias Exactas, ubicados en el Paseo del Bosque, para crear una serie de torres modernas conectadas en altura por pasarelas y puentes de hormigón armado. Un año después, el estudio de Baudizzone-Díaz-Erbin-Lestard-Varas-Traine ganaba el concurso para la futura Facultad de Ciencias Exactas, proponiendo un complejo sistema de torres, edificios en tira y «naves», con pasarelas de conexión. Los mismos arquitectos recibieron el encargo para crear el Instituto de Investigaciones Científicas, el único de los proyectos mencionados que se terminó construyendo, ya que las facultades no se realizaron debido al final del gobierno militar del período 1976-1983.[26]

El breve período de florecimiento político que comenzó en 1969 con el estallido popular del Cordobazo y que llegó a su punto máximo en 1973, con el triunfo de Héctor Cámpora para la Presidencia de la Nación tras el regreso de Juan Domingo Perón al país luego de un largo y obligado exilio, contó con la sanción de una nueva Ley Orgánica de las Universidades Nacionales que, entre otras medidas, resolvía la gratuidad de la enseñanza universitaria. Además, se reincorporó en la UNLP, con carácter ad-honorem, a todo el personal docente y no docente declarado cesante por causas políticas, a partir del 19 de septiembre de 1955.[24]

El gobierno de la última dictadura militar, autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, comenzó, tras el Golpe de Estado contra el gobierno constitucional de Isabel Martínez de Perón, una sistemática política de represión y persecución política, con métodos ilegales y desaparición forzada de personas, para combatir la resistencia de las corrientes políticas disidentes del país, con una sistemática violación de los derechos humanos. Se estima que, entre 1976 y 1983, hubo en Argentina cerca de 30 000 desapariciones forzadas de personas, según organismos de derechos humanos, y, adicionalmente, más de 500 000 exilios políticos.

Las universidades nacionales fueron uno de los blancos más atacados y la UNLP contaría más de 750 casos de estudiantes, docentes, no docentes y graduados desaparecidos y asesinados por el Terrorismo de Estado entre 1976 y 1983. Durante todo ese período, Guillermo Gallo fue Rector de la Universidad de La Plata y colaborador directo del gobierno de facto para la ubicación, secuestro y asesinato de disidentes políticos de distintas corrientes políticas. En ejercicio de su cargo, fue responsable de las numerosas cesantías de trabajadores docentes y no docentes, así como colaborador en la represión llevada adelante por las fuerzas cívico-militares que tomaron el poder en 1976.[27]

Asimismo, la ciudad de La Plata fue protagonista de la llamada Noche de los Lápices, cuando en septiembre de 1976 fueron secuestrados un grupo de estudiantes secundarios menores de edad que reclamaban por la aplicación del boleto estudiantil, seis de los cuales continúan desaparecidos.

El plan educativo de los jerarcas militares apuntó a la cultura y las artes, donde la libertad y la creatividad dejaran de ser una prioridad. La carrera de Cinematografía cortó las inscripciones de alumnos, a primer año, a partir de 1977. Lo mismo ocurrió con las carreras de instrumentos musicales y con el cese de la carrera de Psicología de la Facultad de Humanidades, con lo que se cortó, de manera abrupta, un trabajo académico de dos décadas.[21]

El 13 de diciembre de 1983, con el retorno de las instituciones de la república democrática, el presidente Raúl Alfonsín firmó el decreto que restableció el «pleno ciclo de la autonomía universitaria». Se dispuso decanos normalizadores para cada una de las universidades nacionales, designados por el Ministerio de Educación y Justicia, y se declararon en vigencia los estatutos que se aplicaban a julio de 1966, fecha desde la cual no se habían puesto en ejecución, en las universidades, los principios de la Reforma Universitaria.[24]​ Comenzaba, así, un lento pero constante proceso de recuperación de los valores culturales, sociales y educativos, que incluyó una profunda investigación sobre los recientes crímenes de lesa humanidad cometidos durante el gobierno militar.

Prueba de ello, en los primeros años de la recuperación constitucional, fue el ingreso exponencial de alumnos a las carreras de la UNLP, triplicando la cifra entre 1983 y 1986, con un crecimiento de 4.379 a 13.041 inscriptos, respectivamente.[24]

La ley 23.068 dispuso que las universidades nacionales contemplasen la situación del personal docente y no docente que, por cuestiones políticas, gremiales o conexas, hubiese sido declarado cesante, prescindido u obligado a renunciar. Su alcance abarcaba al período comprendido entre el 24 de marzo de 1976 y el 9 de diciembre de 1983. Se les reconocería la categoría y la antigüedad hasta el momento de la reincorporación.[24]

Distintas resoluciones de 1985, bajo el gobierno normalizador de Raúl A. Pessacq, otorgaron el título de Doctor Honoris Causa a los profesores Abdus Salam y Pedro Laín Entralgo. El Doctor Salam, Premio Nobel de Física 1979, recibió la distinción y brindó una conferencia sobre política científica en el Anfiteatro de la Facultad de Física. En 1986, se otorgaría la misma distinción al Doctor Carlo Rubbia, Premio Nobel de Física. El acto se realizó en el mismo recinto y significó volver a la tradición de la Universidad, de recibir, en sus claustros, a maestros de la cultura universal como fue, en su oportunidad, la presencia de Alberto Einstein.[24]

Luego de cuatro años de un fuerte proceso normalizador, en 1986, asumiría la presidencia de la UNLP, Ángel Luis Plastino, quien se desempeñaría en el cargo hasta 1992, año en el que sería reemplazado por el ingeniero Luis Julián Lima,[28]​ en una década de fuerte impronta y resistencia de la comunidad universitaria organizada al proyecto de arancelamiento de la educación impulsado bajo la presidencia de la Nación de Carlos Saúl Menem, durante el período 1989-1999. La llamada Ley de Educación Superior[29]​ fue discutida durante una Asamblea Universitaria, celebrada en febrero de 1996, para introducir la LES en el estatuto de la UNLP. Las masivas manifestaciones de estudiantes y profesores, que se oponían a su sanción, derivaron en una fuerte represión de las fuerzas del Estado con más de 200 detenidos.[30]

Hubo, a su vez, tres acontecimientos de relevancia durante la presidencia de Lima, como la compra del edificio del exJockey Club de La Plata, en la calle 49 entre 6 y 7 (allí funcionaron, entre otras, desde la década de 1990, las Facultades de Derecho, Periodismo y Psicología); la del inmueble del exDistrito Militar, en la esquina de diagonal 78 y calle 10, donde se levanta el Bachillerato de Bellas Artes y la Facultad de Trabajo Social; y la incorporación de los terrenos del laboratorio de YPF en la localidad de Florencio Varela. Con estas compras, la UNLP incorporaba más de 15 000 metros cubiertos en propiedades.[24]

Hacia fines de la década de 1990, las políticas de recortes presupuestarios aplicados desde la Nación fueron generando un creciente clima de protestas en el orden universitario que repercutieron sobre las universidades de La Plata y Buenos Aires. Los cortes de calle, las movilizaciones estudiantiles y los paros de docentes y no docentes, fueron moneda corriente. Las resoluciones de Presidencia expresaban similares medidas, que conducían a un achicamiento de recursos y optimización del gasto, extremando la austeridad.[24]

Al no respetarse las asignaciones establecidas por la Ley de Educación Superior, la UNLP convocó a la comunidad universitaria a salir en defensa de las universidades nacionales y de la educación pública, ya bajo la gestión de Alberto Ricardo Dibbern. La universidad platense no estuvo ajena a la caótica situación económica del final del gobierno de Fernando De La Rúa, durante la llamada crisis de 2001, cuando debió suspender el pago a proveedores y de todos los pagos, a excepción de los salarios, como resultado de los recortes presupuestarios decretados por el Ejecutivo Nacional. Sectores estudiantiles de varias facultades protestaron y ocuparon, en consonancia con la situación del país, el edificio del Ex-Jockey Club,[24]​ donde se cursaban varias carreras, en un contexto de masivas movilizaciones estudiantiles en defensa de la educación pública.[31][32]

Desde 2004, y luego de la reapertura del histórico Comedor Universitario tras casi treinta años,[33]​ la Universidad de La Plata vivió un postergado período de crecimiento, mejoras y avances en materia edilicia. Un Plan de Obras realizado en etapas, desde ese año y por espacio de una década, encaró la remodelación de varias de las facultades existentes. Hubo diversos acuerdos firmados por el entonces Presidente de la Nación, Néstor Kirchner, y el rector de la UNLP, Gustavo Aspiazu, para encarar la construcción de nuevos pabellones, ampliaciones y edificios a estrenar; obras de envergadura que se terminarían durante la primera gestión (2010-2014) del actual presidente de la UNLP, Fernando Tauber.

Entre estas obras, se destacaron la construcción del Departamento de Agrimensura de la Facultad de Ingeniería (inaugurado en 2011);[34]​ la Facultad de Psicología (inaugurada en 2012);[35]​ la Facultad de Informática (inaugurada en 2007 y ampliada en 2012);[36]​ la Facultad de Periodismo y Comunicación Social (inaugurada en 2008 y ampliada en 2012);[37]​ el Bachillerato de la Facultad de Artes (inaugurado en 2013);[38]​ la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (inaugurada en 2014);[39]​ y el nuevo Planetario de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas (inaugurado en 2013).[40]

En abril de 2013, además, comenzó a funcionar el Tren Universitario, una línea de transporte con tres vagones desarrollada especialmente para comunicar la Estación de trenes de La Plata de la Línea General Roca con el Campus Universitario (Facultades de Arquitectura, Informática, Medicina y Periodismo) y el Policlínico General San Martín, en la zona este de la ciudad, con un recorrido de seis paradas a lo largo del Paseo del Bosque.[41]

Desde su primera Asamblea Universitaria, desarrollada el 14 de febrero de 1897, el escudo oficial representa, como figura central, a la diosa Palas Atenea o Minerva, de pie, armada de lanza, casco, escudo y pectoral, flanqueada por dos figuras femeninas sedentes, alegóricas de las artes y las letras. En el horizonte, se delinea la silueta de la ciudad de La Plata. El lema de la UNLP, inscripto en el escudo en su parte inferior, es Pro Scientia et Patria (Por la Ciencia y por la Patria).[42]

El emblema de esta casa de estudios fue diseñado por el Enrique Herrero Ducloux, primer doctor en química de Argentina, en 1906, y representa dos hojas de roble. Ambas, de color verde esmeralda, aparecen en la base del escudo, unidas por una cinta azul y blanca.[42]

El himno de la Universidad Nacional de La Plata fue compuesto por Arturo Capdevila (letra), con música de Carlos López Buchardo. Fue aprobado por el Consejo Superior de la casa de estudios el 30 de noviembre de 1927 y estrenado el 23 de octubre del mismo año, en el Teatro Argentino de La Plata, en ocasión del centenario de la muerte de Ludwig van Beethoven.

La Universidad Nacional de La Plata es un ente autónomo: elige sus propias autoridades y administra su patrimonio cultural, físico y económico-financiero. Por estatuto, actualmente, los órganos de gobierno son: el Presidente, la Asamblea Universitaria y el Consejo Superior.












La oferta académica de la UNLP incluye 17 unidades académicas, con 118 carreras de grado, 155 títulos y otros 166 de posgrado. El 85% están acreditadas o en trámite por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU), además de contar con unos 500 cursos de posgrado.

Cuenta también con 49 cátedras libres dependientes de la Presidencia, que se suman a las muchas que funcionan en las distintas unidades académicas.

El edificio de la Presidencia (conocido como Rectorado de la Universidad Nacional de La Plata) es la sede administrativa de la UNLP, desde su fundación en 1905. Está ubicado en el centro de la ciudad de La Plata, entre la avenida 7 y las calles 46 y 47, en el inmueble donde, antes de la creación de esta universidad, funcionaba el Banco Hipotecario Provincial.

En cuanto a su arquitectura, el edificio presenta líneas sobrias con características del renacimiento francés y sus dependencias están dispuestas cuadrando dos grandes patios interiores. La fachada principal es simétrica y una escalinata central conduce a las puertas principales, marcadas en lo alto por un reloj y un conjunto de esculturas. Una mansarda a la francesa corona el histórico inmueble, de la época fundacional de la ciudad, y una cúpula con aguja remata la entrada. Frente al acceso principal se encuentra la estatua de Joaquín V. González, primer presidente de la UNLP y impulsor de su nacionalización, realizada en bronce por el artista Hernán Cullen, en la década de 1930.

El histórico edificio estaba rodeado, antiguamente, por jardines que abarcaban la totalidad de la manzana, los cuales fueron ocupados con la construcción parcial del Edificio Tres Facultades, en 1969, en forma de «L», sobre la esquina donde se unen las calles 6 y 48.

Durante la última década, se ha desarrollado un proceso de centralización geográfica de la universidad, instalando las facultades y los edificios académicos en el interior y en los alrededores del Paseo del Bosque, para lograr un campus unificado. En términos prácticos, puede dividirse en dos grandes campus: el «Grupo Bosque» y el «Grupo Centro»; sin embargo, de forma oficial, está dividido en cinco grupos:

Rectorado de la UNLP

Facultad de Astronomía

Facultad de Ciencias Exactas

Facultad de Informática

Facultad de Humanidades

Facultad de Ciencias Agrarias

Facultad de Ingeniería

Facultad de Trabajo Social

Edificio Tres Facultades, previo a reformarse

Facultad de Psicología

La Biblioteca Central de la UNLP fue creada como Biblioteca Provincial, en 1887, buscando reunir un archivo bibliográfico documental para futuras investigaciones y producciones. En 1905, se integró a la recientemente nacionalizada Universidad Nacional de La Plata. Funciona actualmente en Plaza Rocha, entre avenida 7 y diagonal 78, en un edificio que fue inaugurado en 1935 para que también funcionara la por entonces Escuela de Bellas Artes.[48]

El espacio cuenta con cinco salas de acceso público («Parlante», «Lectura», «Juvenil», «La Plata» y «Museo») para estudiantes primarios, secundarios, universitarios, terciarios, graduados y ciudadanos en general, con material histórico para préstamos y consultas; asimismo, una hemeroteca que contiene un archivo histórico de 3.600 publicaciones periódicas y 1.080 títulos de periódicos, entre los que se encuentran aquellos pertenecientes a valiosas colecciones argentinas y sudamericanas del siglo XIX y el siglo XX.[49]

El Archivo Histórico de la Universidad Nacional de La Plata fue creado el 13 de septiembre de 2013, por Resolución 808/13.[50]​ Funciona en una oficina del edificio de la Presidencia, dependiente de la Secretaría de Asuntos Académicos, y trabaja de manera colaborativa con otros organismos similares dependientes de la UNLP.

El acervo documental que allí se resguarda es diverso. Incluye fotografías en distintos soportes -vidrio, negativo flexible, papel, diapositivas-, expedientes, organigramas institucionales, resoluciones, disposiciones, actas del Consejo Superior, entre otros.[50]

Desde sus inicios, y con la convicción de que la difusión es fundamental para su desarrollo, el Archivo Histórico ha realizado diferentes publicaciones y ha participado en otras. Entre las publicaciones editadas por el Archivo, pueden destacarse: «Desclasificando las huellas presentes de un pasado violento: la producción documental de la UNLP desde la organización del Estado terrorista (1976-1983) hasta la normalización de la Universidad (1986)»[51]​ y «Guía documental y bibliográfica: de la Universidad Provincial a la reforma Universitaria en La Plata (1890-1921)».

La Universidad Nacional de La Plata cuenta con cuatro establecimientos de enseñanza secundaria, que dependen de la estructura administrativa de esta casa de estudios. Tres de ellos se ubican en la ciudad de La Plata y otro en la localidad de 25 de Mayo, provincia de Buenos Aires.

El Observatorio Astronómico de La Plata comenzó a ser construido en 1883, un año después de la fundación de la ciudad, luego de que el tránsito del planeta Venus por delante del Sol (hecho astronómico de inconmensurable valor para la época) generara interés en astrónomos argentinos y franceses, para determinar el mejor lugar de observación en estas tierras. Luego de la observación del fenómeno, realizada en la localidad bonaerense de Bragado, los instrumentos astronómicos que la Provincia había encargado y comprado a tal efecto, sirvieron de soporte inicial para la creación del novedoso edificio científico.[57]

En 1983, el Observatorio y la por entonces Escuela Superior de Astronomía y Geofísica, creada en 1935, se fusionaron en la unidad académica designada con el nombre que hoy tiene esta Facultad.[57]

El Planetario de La Plata, inaugurado en 2013, es parte de un proyecto conjunto entre las facultades de Arquitectura y Astronomía. Está ubicado en el predio de esta última unidad académica, en avenida Iraola, entre calle 120 y avenida Centenario. El complejo de alta tecnología, que combina la ciencia con la recreación, es el más moderno de Latinoamérica, con 1200 metros cuadrados de superficie y una pantalla HD en forma de cúpula sobre un domo de 187 metros de diámetro.[58]

La Red de Museos fue creada con el objetivo de buscar formas de cooperación entre los diferentes museos de la Universidad Nacional de La Plata, para llevar adelante muestras itinerantes, exposiciones colectivas y otras acciones que atañen a la actividad museológica, la difusión y la preservación del patrimonio cultural, artístico y documental de la universidad. Los museos están estrechamente vinculados con la investigación, la docencia y la extensión. Y son depositarios de un patrimonio integrado por millones de piezas.[59]

Prueba de ello es la organización, desde 2013, de Museos a la Luz de la Luna, un evento cultural nocturno que convoca a miles de espectadores a lo largo de una noche de noviembre, cuando más de 40 museos e instituciones, públicas y privadas, del Gran La Plata, abren sus salas de forma gratuita y de manera conjunta.[60]

Autoconvocados en esta red de investigación y preservación desde 1997, los museos trabajan en función de objetivos comunes con relación a la conformación de distintas identidades culturales e institucionales. El objetivo es el intercambio y el diálogo en pos de reconocer la diversidad de las culturas y de las memorias, dentro del espacio universitario y por fuera de él.[61]

La UNLP cuenta con una emisora de su propiedad (Radio Universidad, en su frecuencia de 1390 kHz en AM y 107.5 MHz en FM), inaugurada en 1924, lo que la convierte en la primera radio universitaria del mundo. Fue inspirada por sus creadores como elemento de divulgación científica y extensión universitaria. Históricamente ubicada en el segundo piso del edificio de Plaza Rocha 133 de La Plata, entre diagonal 78 y avenida 7, desde 2019 comenzó a funcionar en el Centro de Producción Multimedial del remodelado Edificio Sergio Karakachoff.

Se conoce popularmente como Edificio Tres Facultades al inmueble que funcionó como sede de las facultades de Ciencias Económicas, Ciencias Jurídicas y Sociales y Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. Está ubicado en la ciudad de La Plata, en la manzana donde actualmente funciona la Presidencia de la Universidad Nacional de La Plata, entre las calles 47 y 48, la avenida 7 y calle 6.

De arquitectura brutalista y fachada de hormigón armado, comenzó a construirse a finales de la década de 1960, con un plan de obras que abarcaba, originalmente, la totalidad de la manzana y la demolición de la sede central de la hoy Presidencia. Sin embargo, la obra quedó inconclusa y el Edificio Tres Facultades se redujo a un inmueble en forma de «L», rodeando sólo los lados de las calles 6 y 48, sobre los antiguos jardines del edificio del Rectorado.[62]

El edificio, de nueve pisos, llegó a albergar a más de 20 mil personas hacia 2011, superando completamente su capacidad proyectada, por lo que las autoridades de la UNLP decidieron el traslado de las tres facultades que allí funcionaban y comenzó el proyectado proceso de remodelación. Este incluyó la demolición parcial de las primeras tres plantas para construir un pasaje peatonal amplio y luminoso, entre este inmueble y el Rectorado, denominado «Pasaje del Bicentenario».[62][63]

El nuevo complejo alberga una sede de Posgrado con un total de 60 aulas disponibles para todas las facultades; un Centro de Convenciones para 2000 personas en simultáneo; y un Centro de Arte y Cultura. También se trasladarán allí Radio Universidad Nacional de La Plata, TV Universidad, la editorial universitaria (EDULP), su librería y otras dependencias de la Presidencia, quedando inaugurado, durante 2019, el nuevo Centro de Producción Multimedial de la UNLP.[63][64]

Samay Huasi (en quechua, casa de descanso) es una propiedad ubicada en Chilecito, La Rioja, adquirida por Joaquín V. González y transferida a la Universidad Nacional de La Plata en 1941. Actualmente, funciona como museo y casa de descanso del personal de la UNLP, aunque también fue adaptada para recibir turistas y diversos contingentes de estudiantes, que la visitan todos los años.

En 2015, tras un convenio firmado entre las autoridades académicas y el gobierno de La Rioja, se ratificó la propiedad de la UNLP sobre Samay Huasi, pero se acordó la cesión de una superficie de 24 hectáreas, distante del casco histórico, para ser destinado por el Gobierno provincial para la explotación de la actividad turística, religiosa, cultural, científica y de esparcimiento. Además, quedó sin efecto la expropiación que había sido decretada sobre el predio.[65]

El Comedor Universitario comenzó a funcionar en la década de 1930 con el objetivo de que los estudiantes de la Universidad Nacional de La Plata tuvieran acceso a una comida diaria, beneficiados por los precios subvencionados del menú.

Desde su apertura, tuvo diferentes sedes en el casco urbano de La Plata y en el Paseo del Bosque y fue un símbolo ineludible de la mancomunición entre el estudiantado de los distintas carreras de la UNLP, hasta que la última dictadura militar determinó su cierre definitivo. El Comedor sería reabierto recién en 2004 y actualmente funciona en cuatro sedes, al mediodía y con servicio nocturno.[66][67]

El Albergue Universitario es un edificio inaugurado en 2011 que cuenta con una superficie cubierta de 5.683 metros cuadrados y tres módulos habitacionales para albergar hasta 200 estudiantes. En la esquina del predio y anexado a los módulos habitacionales, existe otro edificio, de dos plantas, que funciona como cabecera del complejo. En ese lugar se encuentra el área administrativa y el comedor del albergue.

El inmueble fue adquirido por la UNLP en 2008. Está ubicado en calle 61 y 127, en el partido de Berisso, dentro del campus «Grupo Bosque Este».[68][69]

La Universidad Nacional de La Plata es uno de los centros académicos más destacados de Argentina e Hispanoamérica en la producción de conocimientos científicos. La investigación es concebida como un instrumento vital por esta casa de estudios, con una creciente inversión en tecnología, infraestructura y formación de recursos humanos.

En sus 156 Laboratorios, Centros e Institutos de Investigación y Desarrollo (diecinueve de ellos asociados al CONICET, tres de triple dependencia UNLP-CONICET-CIC/PBA -Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires-, cuatro vinculados a la CIC-PBA) se desempeñan alrededor de 6.200 investigadores y científicos que contribuyen al avance del conocimiento en general, tanto en áreas básicas como aplicadas. Esto garantiza la continua actualización de los contenidos de la enseñanza que imparten, así como posibilita la formación de jóvenes científicos, tecnólogos y artistas a niveles competitivos según estándares internacionales. En la actualidad, el 45% de los trabajos desarrollados por los investigadores y científicos de la UNLP se publica en las revistas más influyentes del mundo.[70]

Profesionales y alumnos de la Facultad de Ingeniería trabajan en el diagnóstico y tratamiento de personas con enfermedades del sistema locomotor. El desarrollo de la investigación permitirá a cientos de pacientes acceder a estudios de alta complejidad necesarios para orientar las terapias y tratamientos médicos.[71]

Profesionales de la Facultad de Ingeniería impulsaron, en 2009, un proyecto de cogeneración de energía, en distintas industrias del país, para permitirles generar su propia energía eléctrica y térmica en forma integrada, utilizando el residuo de energía producida para otras aplicaciones. El desarrollo permite ahorrar hasta un 30% de combustible, optimizar los recursos energéticos y analizar el proceso industrial para detectar posibles integraciones calóricas que ahorren calor y frío.[72]

Investigadores de la Facultad de Ciencias Veterinarias, conjuntamente con equipos del CONICET, desarrollaron el primer microchip de ADN del país, con el objetivo de optimizar la selección genómica, diagnosticar enfermedades de origen genético, realizar ensayos de paternidad y estudios de linajes en razas bovinas. Su aplicación ofrece a los criadores de ganado información genómica de su plantel de animales, lo que se traduce en un incremento cuantitativo y cualitativo de la producción argentina.[73]

Dévora Kestel, egresada de la UNLP, será la primera mujer en ocupar el máximo cargo en el Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la Organización Mundial de la Salud. La psicóloga, de destacada trayectoria internacional, será la encargada de diseñar estrategias de prevención e intervención en salud mental para que los 196 países miembros de la OMS.[74][75]

Investigadores de la Facultad de Humanidades obtuvieron la concesión para explorar, en Egipto, la tumba de Amenmose, de más de 3500 años de antigüedad, con el objetivo de desarrollar líneas de investigación interdisciplinarias con base en egiptología, de historia, conservación y arqueología.[76]

Especialistas de la UNLP y el INTI investigaron el uso de materiales biodegradables, como los residuos de la industria aceitera y las proteínas de soja, para fabricar envases ecológicos. A partir del empleo de nanocompuestos, se busca reducir la contaminación ambiental a un bajo costo y apostar al desarrollo de tecnología con un mayor valor agregado para los recursos agroindustriales nacionales.[77]

Especialistas del Laboratorio de Investigación y Desarrollo de Bioactivos[78]​ de la Facultad de Ciencias Exactas desarrollaron un fármaco con actividad anticonvulsiva, que puede potencialmente ser utilizado en tratamientos contra la epilepsia. El descubrimiento fue recientemente patentado en México, a partir de una alianza con uno de los máximos organismos de ciencia y técnica de ese país: se obtuvo, mediante técnicas de modelado computacional, la actividad anticonvulsiva del propilparabeno, un compuesto químico que tradicionalmente se utiliza como conservante antimicrobiano en cosméticos, medicamentos y alimentos.[79]

Investigadores de la Facultad de Medicina elaboraron un novedoso método que regenera tejidos dañados en lesiones dérmicas, sin dolor. El trabajo fue patentado en la Unión Europea y permite obtener células diferenciadas, a partir del cultivo de células madre mesenquimales, que son extraídas de cordones umbilicales humanos. La regeneración confiere la formación de nuevo tejido, en lugar del tejido lesionado, a diferencia de la cicatrización, que es la sustitución del tejido normal por tejido conectivo, dejando la cicatriz sobre la piel.[80]

Un equipo interdisciplinario de investigadores de la UNLP trabaja para revertir, con la ayuda de la nanotecnología, la resistencia a los medicamentos que presentan los pacientes con epilepsia refractaria. Buscan ofrecer una alternativa eficaz para pacientes que no responden a los tratamientos anticonvulsivos convencionales. Los investigadores desarrollan nanopartículas lipídicas capaces de encapsular los fármacos antiepilépticos clásicos y, así, transportarlos por el organismo del paciente sin que puedan ser detectados y eliminados por los mecanismos de defensa.[81]

Maximiliano Fischer, ingeniero aeronáutico de la UNLP, integró el grupo de profesionales expertos en actividades espaciales que desarrollaron un proyecto para la fabricación de micromáquinas, que se utilizan como antenas de comunicaciones de última generación para satélites. La llamada nanotecnología permite disminuir las dimensiones y abaratar costos de producción.[82]

Noemí Zaritzky, ingeniera química e investigadora de la UNLP, fue la única mujer en ser distinguida por la Academia Mundial de Ciencias (en inglés: The World Academy of Sciences o TWAS), en 2018, por sus contribuciones científicas y tecnológicas en ingeniería de alimentos y Medio Ambiente. La doctora Zaritzky fue postulada, para competir por la distinción, por la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Argentina, por su trayectoria académica y científica. Anualmente, TWAS otorga premios individuales a nivel internacional a investigadores de nueve campos de la ciencia: Ciencias Agrarias; Biología; Química; Ciencias de la Tierra; Astronomía y Ciencias del Espacio; Ciencias de la Ingeniería; Matemáticas; Ciencias Médicas; Física y Ciencias Sociales.[83]

La UNLP desarrolló, entre 2008 y 2009, el primer prototipo de ómnibus ecológico. El vehículo híbrido eléctrico disminuye los ruidos y emite un 40% menos de gases que las unidades normales, con un ahorro de combustible de hasta un 25%. Además, funciona con un sistema regenerativo: cada vez que el conductor oprime el freno, el vehículo produce y renueva su energía.[84]

Científicos de la Facultad de Informática diseñaron un juego interactivo que recrea, con tecnología digital en realidad aumentada, el viaje del científico y naturista inglés, Charles Darwin, desde Inglaterra hasta el Estrecho de Magallanes. La aplicación se desarrolló para dispositivos móviles, como smartphones y tablets, tecnologías populares y de alcance masivo.[85]

Investigadores de la UNLP trabajaron en el desarrollo de un método para remover el arsénico presente en acuíferos naturales y convertir el agua en apta para consumo humano. La técnica es sencilla y económica y se basa en el empleo de hierro metálico. Sólo en la provincia de Buenos Aires, el 80% del agua se encuentra contaminada con arsénico. El consumo prolongado del contaminante puede causar desde la enfermedad Hidroarsenicismo Crónico General Endémico, hasta diversas patologías oncológicas.[86]

Investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas desarrollaron un proyecto para la eliminación de pesticidas y fármacos de las aguas superficiales del Arroyo del Gato, curso de agua tributario del Río de La Plata en la cuenca del Río Santiago, en el Gran La Plata y los partidos de Berisso y Ensenada. Consiste en el aprovechamiento de uno de los residuos de la caña de azúcar (el bagazo, según su denominación más conocida) para ser utilizado como agente descontaminante en cursos de agua.[87]

La Facultad de Ingeniería de la UNLP participó de la construcción del primer satélite argentino dedicado a estudios ambientales, lanzado desde Estados Unidos en mayo de 2010. El satélite integró el radar de la NASA, Aquarius, con el objetivo de observar la Tierra y obtener nuevas informaciones sobre el fenómeno del cambio climático, mediante la medición mensual de la salinidad superficial de los mares, dato clave para estudiar los vínculos entre la circulación oceánica y el ciclo hídrico global.[88]​ Los investigadores y técnicos platenses incorporaron tecnología de avanzada en el satélite, desarrollando así un rol clave en la construcción, funcionamiento y mantenimiento del proyecto espacial.[89]

Investigadores de la UNLP crearon un modelo informático capaz de establecer equivalencias precisas entre las mediciones de altura que arrojan los GPS y el tradicional Sistema Altimétrico Nacional. A partir de la combinación de ambas técnicas, el desarrollo permite una exactitud inédita en la medición, ya que el GPS tiene un margen de error de hasta 40 m. Además, el sistema altimétrico, elaborado hace décadas con instrumentos manuales de medición, demanda más tiempo de desarrollo. Es vital en el desarrollo de obras hídricas y viales.[90]

La UNLP posee numerosas publicaciones periódicas que a partir de 2005 han migrado, progresivamente, al portal de revistas de la universidad, entre las que se encuentran algunas de las siguientes:[91]

La editorial de la Universidad Nacional de La Plata (EDULP) es la encargada de publicar libros bajo el sello de la universidad, luego de que las propuestas presentadas han superado distintas instancias de selección. El sello ha editado publicaciones de investigadores y académicos, como así también autores y escritores de ficción, historia, cultura, poesía, folklore, teatro, música, diarios de viajes e ilustraciones.

EDULP forma parte de la Red de Editoriales de las Universidades Nacionales (REUN), cuyo objetivo esencial consiste en generar un instrumento eficaz para favorecer la promoción, transmisión y circulación del saber surgido en los órganos de publicación de las casas de estudio nacionales.[112]

La Universidad Nacional de La Plata cuenta con el recientemente inaugurado Centro de Arte y Cultura, abierto en las instalaciones del remodelado Edificio Tres Facultades, en calle 48 entre 6 y 7. En el mismo se desarrollan exposiciones permanentes de artes audiovisuales, escénicas y visuales, diseño, literatura y música. Y se brindan cursos sobre distintas disciplinas artísticas; entre ellas, cine, fotografía y danzas.[113]

El Museo de Instrumentos Musicales es único en su tipo en Argentina. Se fundó a partir de una donación del Dr. Emilio Azzarini, quien poseía una colección de instrumentos, partituras, documentos y objetos, representativos de manifestaciones musicales de diversas regiones del mundo. La función del museo es poner en valor su colección, considerando a los instrumentos en relación con el hombre, su cultura y su contexto histórico y socio-cultural.[114]

El Taller de Teatro de la UNLP fue fundado en 1986, a partir de la iniciativa del entonces Secretario de Extensión Universitaria, Marcelo Rastelli, y del director Teatral, Norberto Barruti.[115]​ Se presenta como un taller experimental de teatro afín a la creación artística y a la investigación en el campo de la estética.[116]

Entre otras obras, se han presentado allí la adaptación de El Proceso, de Franz Kafka, realizada por el autor uruguayo Alberto Mediza con cerca de cincuenta actores en escena, cinco años consecutivos en cartel y 20.000 espectadores.

Actualmente, se realiza la 5º temporada de Babilonia -una hora entre criados-, de Armando Discépolo, obra que también se presenta para colegios de enseñanza media de la región en el Ciclo «Los clásicos en cartel. Las escuelas al teatro».

La Universidad Nacional de La Plata posee tres grupos de coros, caracterizados por un amplio repertorio y numerosos premios obtenidos en presentaciones realizadas en Argentina, Sudamérica y Europa. Los mismos participaron del concierto por el 75° aniversario de la Reforma Universitaria, en 1993, lo que generó un disco homenaje producido por Radio Universidad Nacional de La Plata[117]

La Universidad Nacional de La Plata, en su más que centenaria historia, ha visto formarse en sus distintas unidades académicas a importantes personajes: alumnos, catedráticos, decanos y rectores, que han destacado en el ámbito nacional, latinoamericano y mundial en disciplinas como ciencias, medicina, derecho, humanidades, artes y política, entre otras, desde los inicios del siglo XX.

Por caso, tres han sido los presidentes argentinos que han egresado de esta casa de estudios: José María Guido,[123]Néstor Kirchner y Cristina Fernández, como así también otras personalidades que tuvieron reconocimiento y prestigio internacional, como el doctor y cardiocirujano René Favaloro, quien desarrolló y estandarizó mundialmente la técnica del bypass coronario,[124]​ o el escritor Ernesto Sabato, el segundo argentino en ser galardonado con el Premio Miguel de Cervantes, luego de Jorge Luis Borges.

El historiador mendocino Enrique Díaz Araujo, autor prolífico especializado en historia americana y argentina, es considerado uno de los últimos grandes maestros del revisionismo histórico en Argentina.[125]

Martín Guzmán, egresado de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNLP, es el actual ministro de Economía de la Nación Argentina, desde el 10 de diciembre de 2019.

El Doctor honoris causa es la máxima distinción académica que confiere la Universidad Nacional de La Plata. La casa de estudios comenzó a entregar el reconocimiento en 1914, habiéndolo otorgado a más de 120 personalidades de Argentina y el mundo.[126]

La UNLP puede distinguir con este título a «aquellas personalidades eminentes con acción ejemplar en el campo científico, técnico, cultural, humanístico, artístico, social o político mundial que a propuesta fundada de los dos tercios de los Consejos Directivos, a propuesta directa del Presidente o por iniciativa del Consejo Superior, sea aprobada por los dos tercios de los miembros del Consejo Superior». Los premiados con el Doctor honoris causa llevan la distinción de por vida.[127]

Como en muchas otras instituciones académicas, la Universidad Nacional de La Plata no estuvo ajena a la restricción y la intransigencia de distintos gobiernos que, de forma ilegítima, tomaron el poder de esta casa de estudios, por lo que, en muchas ocasiones, el título de Doctor honoris causa fue otorgado de manera unidireccional por el entonces presidente o interventor de esta universidad. Asimismo, que a 2015 las mujeres no superaran el 10% del total de las distinciones del honoris causa «también da muestra de las condiciones políticas y socioculturales que atraviesan la elección».[127]

La siguiente lista recoge algunas de las personalidades a las que la UNLP le ha otorgado esta distinción, entre ellas a cuatro presidentes de la República Argentina:

Miguel Lillo

Benito Lynch

Paul Hermann Müller Nobel prize medal.svg

Albert Sabin

Luis Federico Leloir Nobel prize medal.svg

Juan Domingo Perón

Norman Ernest Borlaug Nobel prize medal.svg

Jorge Luis Borges

Roald Hoffmann Nobel prize medal.svg

Ernesto Sabato

Adolfo Pérez Esquivel Nobel prize medal.svg

Abdus Salam Nobel prize medal.svg

Raúl Alfonsín (PM)

René Favaloro (PM)



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