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Urticaria



La urticaria es una enfermedad de la piel caracterizada por lesiones cutáneas edematosas, de contornos delimitados y con un halo eritematoso, generalmente evanescentes y cambiantes. La urticaria va acompañada, generalmente, de prurito, conocido también como picazón.

Las lesiones se denominan habones y son la consecuencia de vasodilatación y edema de la dermis superficial. La duración de los habones oscila entre 2 y 6 horas desde su inicio, y pueden desaparecer espontáneamente para aparecer de nuevo en el mismo u otro lugar horas o días después. No dejan ninguna marca o lesión en la piel como secuela.

Se considera urticaria aguda cuando las lesiones tienen una duración menor a 6 semanas y urticaria crónica cuando su duración es mayor. Las causas de la urticaria no están totalmente aclaradas, se desencadena por fenómenos inmunitarios que en ocasiones son la consecuencia de un proceso alérgico a algún alimento o medicamento. Uno de los mediadores químicos que provoca los síntomas es la histamina.[1]

Es una enfermedad frecuente que puede aparecer a cualquier edad, pero diversos trabajos muestran mayor tendencia en adolescentes y adultos jóvenes. Entre niños y adolescentes la urticaria aguda es más común que la crónica y esta última es dos veces más frecuente en mujeres que en hombres.[2]

Se estima que entre el 15 y el 25% de la población ha sufrido en algún momento un cuadro urticaria aguda. En el caso de urticaria crónica la prevalencia se estima en torno al 0.5-1% y hay estimaciones conservadoras que afirman que un 1.3% de la población en Europa sufre urticaria crónica.[3]

En cuanto a la edad, la urticaria puede aparecer a cualquier edad, aunque el grupo más afectado tiene entre 20 y 40 años. Respecto al sexo, afecta a dos mujeres por cada hombre aproximadamente.[3]

Las causas que pueden desencadenar el episodio de urticaria son muy variadas y pueden dividirse en dos grupos: inmunológicas y no inmunológicas.

Suelen estar provocadas por alergia a algún medicamento, alimento o ingredientes específicos:

Para el tratamiento se emplean medicamentos antihistamínicos y corticoides en los casos severos, los cuales facilitan la desaparición de los síntomas en la urticaria aguda y mejoran la urticaria crónica. Estos tratamientos deben ser prescritos por un médico, pues tienen contraindicaciones y efectos secundarios, por lo que previamente a su administración es precisa una valoración por profesionales sanitarios.

Existen algunos alimentos que en determinadas circunstancias pueden provocar un episodio de urticaria en personas no alérgicas o bien favorecer su mantenimiento, ello se debe a que son liberadores de aminas vasoactivas o de histamina, debe comprenderse que este mecanismo es diferente al de la alergia. Dichos alimentos deben intentar evitarse en el episodio de urticaria aguda por favorecer su persistencia, algunos de los más habituales son el atún, cacao, clara de huevo, fresas, frutos secos, mariscos, cítricos, quesos fermentados y pimentón.[7]



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