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Valle fluvial



Un valle (del latín vallis) es una llanura entre montañas o alturas, una depresión de la superficie terrestre entre dos vertientes, con forma inclinada y alargada, que conforma una cuenca hidrográfica en cuyo fondo se aloja un curso fluvial.

En un relieve joven predominan los valles «en V», característico de los valles fluviales: las vertientes, poco modeladas por la erosión, convergen en un fondo muy estrecho. Por el contrario, un estado avanzado de la erosión de lugar a la de valles aluviales, de fondo plano y amplio, constituidos por depósitos aluviales entre los cuales puede divagar el curso de agua. Los valles en U, característicos de los valles o "artesas" glaciales, tienen sus paredes muy abruptas y el fondo cóncavo. En ciertos casos, al retroceder un antiguo glaciar, el lecho de uno de sus afluentes queda a mucha altura por encima del de aquel y desemboca en su vertiente, a menudo, formando saltos de agua. Un tercer tipo de valles es en forma de cuna o batea: son amplios, de suave pendiente y superficiales.[1]

Cuando un río es capturado por otro o cuando su lecho es cerrado por morrenas u otro tipo de depósitos, queda más abajo un valle muerto o río decapitado, que ya no tiene un curso de agua. En otros casos, un valle no tiene salida natural, por cerrarlo una contrapendiente, y las aguas que por él discurren penetran en el suelo y prosigue su curso por una red subterránea. Esos valles ciegos son propios de los terrenos cársicos. Asimismo, en muchas regiones áridas los ríos no puede salir de su cuenca hidrográfica, discurriendo por valles endorreicos. Un valle puede haber sido íntegramente excavado en un terreno sedimentario por su curso de agua, pero por lo general, este se abre paso por depresiones de origen tectónico. Según sean estas, se tiene un valle de fractura, de fosa, de ángulo de falla, etc. Un valle longitudinal está orientado paralelamente a los pliegues de una cordillera, en tanto que un valle transversal es perpendicular a ellos.

Geomorfológicamente existen diferencias entre los valles angostos y los valles amplios, las principales se describen a continuación.

Las corrientes de agua que generalmente ocupa la parte más baja del valle se presenta completamente confinada y fuertemente controlada para la migración lateral, de esta manera los procesos de ajuste del cauce se presentan directamente en el fondo del cauce modificando la pendiente e inclusive incisando el lecho;[2]​ asociado a estos procesos se puede presentar inestabilidad de orillas y deslizamientos. La cercanía de las montañas al cauce hacen que estos valles sean generalmente poco atractivos para desarrollos urbanísticos.

El desarrollo de los valles encañonados está íntimamente relacionado con la intensidad de los procesos geomorfológicos que forman el valle y con la geología, concretamente con la composición litológica o con las fallas. Los materiales de los valles varían desde roca firme hasta suelos residuales en la forma de coluviones, flujo de escombros entre otros materiales depositacionales.[2]

La localización de los valles encañonados es más frecuente en las partas altas de la cuenca hidrográfica donde los ríos tienen poco caudal, las pendientes son altas y las paredes del valle frecuentemente muestran roca firme sin cobertura. Cuando las montañas que circundan el valle son muy resistentes a la meteorización y a la erosión, el valle presenta una configuración encañonada aún en el recorrido medio de la cuenca. frecuentemente se encuentran cataratas y rápidos en los cursos de agua que drenan estos valles.

Aunque generalmente se cree que los valles en V son perfectamente simétricos, lo cierto es que también presentan cierto grado de asimetría, siendo la pared o ladera de la izquierda de mayor pendiente o inclinación que la de la derecha (tratándose del hemisferio Norte).

Ejemplos de valle en forma de V en Svaneti, Montañas del Cáucaso.

Los valles amplios están asociados en los famosos ríos de planicie (maduros y viejos) donde el cauce ocupa una parte reducida del valle ya que la planicie aluvial es amplia. En esta se pueden observar rasgos del paisaje que no se encuentran en los valles encañonados como son: terrazas aluviales, diques, naturales, madreviejas, cauces abandonados, complejos de orillares.[3]​ Al igual que la planicie, el cauce también es amplio presentándose relaciones ancho profundidad mayores de 10.[4]​ La llanura está sujeta a inundaciones recurrentes, por lo que esta no es estática ni estable.

La llanura está compuesta, generalmente, por sedimentos no consolidados que se erosionan rápidamente durante inundaciones y crecidas del río. El canal de un río puede cambiar de posición en la amplia llanura de inundación y esta, a su vez, es modificada periódicamente por las inundaciones, a medida que el canal se desplaza de un lugar a otro.

Durante los períodos de aguas normales o bajas, el río que corre por el valle, queda confinado a su cauce y no se derrama sobre la planicie de inundación. La planicie de inundación creada por la erosión lateral y por el retroceso gradual de las paredes del valle, se llama planicie de inundación erosional y se caracteriza por una delgada cubierta de grava, arena y limo de unos cuantos decímetros o pocos metros de espesor. De otro lado, bajo el fondo de muchos valles amplios se encuentran depósitos de grava, arena y limo que alcanzan 100 o más metros de espesor. Estos gruesos depósitos se forman cuando las condiciones variantes fuerzan al río a dejar caer su carga a lo ancho del fondo del valle; esta planicie de inundación formada por la construcción del fondo del valle o agradación, se llama planicie de inundación de agradación.

Las planicies de inundación de este tipo son mucho más comunes que las erosionales y normalmente tienden a encontrarse en el curso inferior de los ríos. Ambas planicies de inundación, la erosional y la de agradación, muestran formas como meandros, trenzamientos, bordos naturales, depósitos de sedimentos, cauces divagantes.

Ejemplos de valle en forma de U en Acatlán (Hidalgo), Valle de Acatlán.

Tanto en el pasado como en el presente, varios procesos han actuado y están actuando en el sentido de profundizar y ensanchar los valles, aunque las evidencias de dicha acción, se pueden perder o debilitar con el tiempo. Si se dejara a una corriente en libertad de alcanzar por sí misma su nivel-base, erosionaría el lecho directamente hacia abajo, formando un abismo de paredes verticales en el proceso.[1]

Pero como la corriente no es el único agente que trabaja en la formación del valle, las paredes de la mayoría de los valles se inclinan hacia arriba y hacia fuera del fondo del valle. Con el tiempo aun las paredes de las gargantas más abruptas se inclinarán hacia fuera con relación al eje de sus valles. Conforme una corriente corta hacia abajo y profundiza su cauce dentro de la superficie del terreno, la meteorización, el escurrimiento y los movimientos en masa entran en juego, desgastando constantemente las paredes del valle, haciéndolas retroceder, apartándose entre sí.

El material bajo la influencia de la gravedad, es arrastrado de las paredes del valle abajo y descargado en la corriente, para ser movido adelante rumbo finalmente a los océanos.

El resultado es un valle cuyas paredes se ensanchan afuera y arriba, desde la corriente, para formar un perfil transversal típico.

La velocidad con que las paredes del valle son reducidas y los ángulos que adoptan, dependen de varios factores, siempre pensando en tiempos geológicos, es decir millones de años. Si las paredes están hechas de material sin consolidar (que es vulnerable a la erosión y al movimiento en masa), la velocidad será rápida; pero si las paredes están constituidas de roca resistente, la velocidad de erosión será muy lenta, y las paredes podrán levantarse casi verticalmente desde el fondo del valle. Además de cortar hacia abajo en su cauce, una corriente corta también de lado a lado, o lateralmente en sus bordos.

En las primeras etapas de ensanchamiento del valle, cuando la corriente está todavía por encima de su nivel-base, predomina la erosión hacia abajo. Posteriormente, a medida que la corriente se aproxima a su nivel-base, la erosión hacia abajo va siendo cada vez menos importante; en esta etapa se destina a la erosión de sus bordos una proporción más grande de la energía de la corriente. Como esta oscila de un lado a otro, forma sobre el fondo del valle una planicie de inundación que tiende a ensancharse siempre y el valle se hace cada vez más amplio.



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