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Veneno para las hadas



Veneno para las hadas es una película mexicana de horror de 1984 escrita y realizada por Carlos Enrique Taboada. Es una de las últimas películas que dirigió ya que después se dedicó principalmente a escribir para otros directores y a realizar trabajos televisivos.

La obra de Taboada estuvo muy ligada al género de horror, Veneno para las hadas es quizá su obra mejor lograda del género. Antes había realizado Más negro que la noche, El libro de piedra y Hasta el viento tiene miedo, que alcanzaron mayor popularidad, sin embargo la crítica recibió mejor a Veneno para las hadas.[1]​ La película fue filmada en 1984 pero estrenada en 1985.

Las locaciones consistieron en su mayoría en grandes casas de estilo colonial, habitadas principalmente por familias acomodadas de la Ciudad de México, como la familia de la protagonista de la historia. Por eso mismo se utilizaron los siguientes lugares, la mayoría de ellos en la Ciudad de México:

Las historias de brujería que cuenta la cocinera de su casa despiertan la imaginación de la pequeña Verónica, quien presume de que ella misma es una bruja ante su condiscípula Flavia. Ante la incredulidad de su amiga, Verónica aprovecha una serie de circunstancias fortuitas para convencerla de que ha sido ella quien las ha provocado, valiéndose de sus artes mágicas. Esto despierta miedo en Flavia a quien Verónica manipula haciéndole acatar sus órdenes, amenazándola con hacerle daño con una brujería. La inocencia de estos juegos adquiere un cariz macabro, cuando Verónica insiste en que Flavia la invite a unas vacaciones en el rancho de su familia, en donde podrá preparar un veneno para las hadas.

Una vez en el rancho de la familia de Flavia, Verónica comienza con su plan para preparar el veneno para las hadas, arrastrando a Flavia en sus acciones. El final de la película resulta un tanto macabro pues Verónica se encuentra en la parte alta del establo del rancho preparando el veneno para las hadas y Flavia está en la parte de abajo observándola. Flavia quita la escalera (por lo que Verónica no podrá bajar de la parte alta) y prende fuego al establo, esto porque al principio de la película su padre le cuenta que en la antigüedad las brujas eran quemadas en la hoguera, toma a su pequeño perrito entre sus brazos a quien anteriormente Verónica le había arrebatado mediante un juramento y se marcha lentamente del establo mientras Verónica grita aterrada ante su inminente y aterrador final.

Esta película es particularmente interesante por estar filmada casi en su totalidad desde el punto de vista de las dos niñas protagonistas. La posición de cámara se mantiene al nivel de los ojos de las niñas, y los encuadres impiden que veamos a los adultos que aparecen en la historia en su totalidad, escuchándolos como voces fuera de cuadro o dando la espalda al espectador.



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