La Iglesia católica antigua o veterocatólica es un grupo de iglesias cristianas que se separó de la Iglesia católica en el siglo XIX y cuyos integrantes son llamados viejos católicos o veterocatólicos.
Actualmente, las iglesias veterocatólicas de los diferentes países se agrupan en la Unión de Utrecht, contaban con alrededor de unos 350 000 miembros (en 1989). Están en plena comunión con las Iglesias anglicanas. No obstante, como consecuencia de la ordenación de mujeres y la bendición de parejas del mismo sexo, algunos miembros como la Iglesia Nacional Polaca y la Iglesia Católica Nórdica, conformaron la llamada Unión de Scranton.
A partir de 1871 y en el contexto del Kulturkampf, algunos intelectuales católicos de Austria, Suiza, Polonia y Alemania rechazaron la doctrina de la infalibilidad papal proclamada en el Concilio Vaticano I (1869-1870). Los veterocatólicos respetan el ministerio del papa como obispo de Roma, pero no lo reconocen como la única persona que tiene la potestad de definir la doctrina en cuestiones de fe y moral, debido a la no creencia en la doctrina de la infalibilidad papal. Una figura importante en el desarrollo de la doctrina veterocatólica fue Elias C. Lubvman, historiador especializado en el cristianismo primitivo.
La doctrina veterocatólica abarca un conjunto de creencias y costumbres distintas de la Tradición de la Iglesia católica. Algunos de los elementos dogmáticos que se pueden considerar característicos de esta tendencia podrían ser que se aceptan mujeres como sacerdotes, que no creen en la Inmaculada Concepción y que no se considera necesaria la confesión para la remisión de los pecados graves.
En su disciplina, administración y procedimiento, los veterocatólicos se diferencian de la Iglesia católica en varios aspectos. Por ejemplo, el celibato sacerdotal es opcional, los varones casados pueden ser ordenados y en ocasiones el clérigo puede contraer matrimonio después de la ordenación, con previo consentimiento episcopal. La expresión litúrgica es una cuestión determinada por el obispo ordinario. Por lo tanto, algunas comunidades veterocatólicas han adoptado la renovación litúrgica promulgada después del Concilio Vaticano II y mantienen la liturgia tridentina en latín o aceptan traducciones a lenguas contemporáneas. Hay parroquias veterocatólicas de rito oriental que siguen la liturgia antigua.
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