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Vicaría de la Solidaridad



La Vicaría de la Solidaridad fue un organismo de la Iglesia católica en Chile, creada por el papa Pablo VI a solicitud del cardenal Raúl Silva Henríquez en sustitución del Comité Pro Paz. Su función era prestar asistencia a las víctimas de la dictadura militar chilena.

Con posterioridad al golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, un conjunto de diversas iglesias cristianas y representantes de la comunidad judía chilena, lideradas por el cardenal católico Raúl Silva Henríquez, crearon el Comité de Cooperación para la Paz en Chile (Comité Pro Paz). Este núcleo se dedicó en gran medida a prestar asistencia social y legal de quienes eran detenidos y sujetos a violaciones de los derechos humanos (torturas y tratos crueles) por parte de agentes de la dictadura de Augusto Pinochet.

Presionados fuertemente por la dictadura militar de Pinochet, y después de 2 años de lucha, la existencia del Comité Pro Paz se hizo insostenible y fue disuelto el 31 de diciembre de 1975. En respuesta a estas presiones, el arzobispo de Santiago Raúl Silva Henríquez, solicitó al papa Pablo VI la creación de la Vicaría de la Solidaridad, que entró en funciones el 1 de enero de 1976. Su primer vicario, el sacerdote Cristián Precht Bañados, nombró secretario ejecutivo al abogado Javier Luis Egaña.

La Vicaría continuó el trabajo de amparo que había comenzado el Comité Pro Paz, ya sin el concurso del resto de las iglesias pero con el alero protector del Arzobispado de Santiago. Ahora se trataba de una institución que era parte de la Iglesia católica, por lo tanto era más difícil de atacar por parte del Dictador. Su labor se dividió en departamentos de asistencia jurídica y social, entre otros. La Vicaría no sólo defendió a los torturados, cesantes, presos políticos o relegados, ayudó también a buscar a los desaparecidos, denunció la represión, fomentó la creación de organizaciones para la subsistencia (ollas comunes, comprando juntos, entre otras) en las ciudades y el campo, además de capacitar a pobladores cesantes de Santiago para que encontraran empleo. Su enorme trabajo la erigió como un símbolo de la lucha por los derechos humanos. En 1978 organizó un simposio internacional de defensa de los derechos humanos, que tuvo gran repercusión y afianzó el trabajo de denuncia de los atropellos del régimen. En 1984 fue una de las instituciones convocantes a las Jornadas por la Vida para ir contra la cultura de la muerte de la represión.

La Vicaría recibió muchos premios y reconocimientos internacionales, uno de los más importantes fue el que le entregó Naciones Unidas por su labor en la promoción de los derechos humanos en diciembre de 1978.

Sus años de esfuerzo están plasmados en un completo archivo que reúne el trabajo de asistencia hacia quienes eran atendidos por los doctores, abogados y asistentes sociales de la Vicaría. Este archivo constituye una ilustración aplastante de la historia de las violaciones a los derechos humanos desde 1973 a 1990 en Chile, constando de más de 85 000 documentos únicos, entre los que se incluyen copias de expedientes judiciales, recursos de amparo, denuncias internacionales, relatos de torturas, desapariciones forzadas y otras violencias.

La Vicaría dejó de funcionar el 31 de diciembre de 1992 y su último vicario fue monseñor Sergio Valech. Sus funciones fueron asumidas por la Vicaría de Pastoral Social.

El 18 de agosto de 1992 se creó la Fundación de Documentación y Archivo de la Vicaría de la Solidaridad, que tiene como objetivo resguardar la documentación e información del trabajo realizado por la Vicaría de la Solidaridad y su antecesor, el Comité de Cooperación para la Paz en Chile. La documentación que atesora ha sido declarada parte de la Memoria de la Humanidad por la Unesco.

La serie Los archivos del Cardenal (TVN) está basada en la historia de esta entidad. A fines de 2011 Catalonia publicó Los archivos del Cardenal. Casos reales, libro editado por Andrea Insunza y Javier Ortega que reúne investigaciones periodísticas sobre las historias que inspiraron la serie.[1]

Su trabajo se dividió en los siguientes departamentos

En sus momentos de mayor actividad llegó a tener a más de 300 trabajadores (juristas, abogados, médicos, psicólogos, sociólogos, religiosos, seglares y miembros de asociaciones sociales de todas las confesiones).

Además de funciones de defensoría jurídica, creó bolsas de trabajo, comedores sociales, editó revistas de difusión y creó diversas actividades de solidaridad a nivel parroquial.



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