Vicente Cerna y Cerna cumple los años el 22 de enero.
Vicente Cerna y Cerna nació el día 22 de enero de 1815.
La edad actual es 209 años. Vicente Cerna y Cerna cumplió 209 años el 22 de enero de este año.
Vicente Cerna y Cerna es del signo de Acuario.
Vicente Cerna y Cerna nació en Chiquimula.
Vicente Cerna (Chiquimula, Guatemala, 22 de enero de 1815-Ciudad de Guatemala, 28 de junio de 1885) fue Presidente de Guatemala desde el 24 de mayo de 1865 hasta el 29 de junio de 1871. Perteneció al Partido Conservador y accedió al poder tras la muerte del presidente vitalicio de Guatemala, teniente general Rafael Carrera en 1865.
Tras la muerte del general Carrera el 14 de abril de 1865Pedro de Aycinena, hasta que el mariscal Cerna fue designado presidente el 24 de mayo de ese año.
quedó en el poder interinamenteCerna continuó con la política conservadora de Carrera y fue reelecto para otro período presidencial que se inició el 24 de mayo de 1869.Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios y lograron derrocar al gobierno de Cerna el 29 de junio de 1871.
Pero entonces los criollos liberales se alzaron en armas dirigidos porEl mariscal Cerna era originario de Chiquimula; nació en el municipio de Ipala a principios del siglo xix, donde ejerció como procurador y corregidor. Era correligionario de Rafael Carrera y fue oficial de su ejército con resultados satisfactorios. Participó en la Batalla de la Arada como coronel, al mando de una facción del Ejército conservador de Guatemala cuando era corregidor de Chiquimula en 1851. Posteriormente, estuvo entre los firmantes del acta en donde se declara a Carrera como Presidente Vitalicio de Guatemala en 1854. Su alta jerarquía en el gobierno conservador guatemalteco le permitió aspirar al puesto de presidente tras el fallecimiento de Carrera en 1865.
El gobernante salvadoreño Doroteo Vasconcelos dio asilo a los liberales guatemaltecos, tras las derrotas que les infringió Rafael Carrera. Entre los exiliados estaba José Francisco Barrundia -acérrimo enemigo de Carrera- quien fundó un periódico para atacar al gobierno conservador guatemalteco. Vasconcelos alimentó, durante todo un año a la facción rebelde «La Montaña», en el oriente de Guatemala distribuyendo dinero y armas entre los sublevados. A fines del año de 1850, Vasconcelos se sintió cansado de esta guerra lenta contra Guatemala y decidió obrar abiertamente. Así las cosas, el mandatario salvadoreño inició una cruzada contra el régimen conservador de Guatemala, invitando a participar en la alianza a Honduras y Nicaragua; pero de ambos gobiernos solo el hondureño presidido por Juan Lindo aceptó participar en la invasión.
Entre tanto, en Guatemala, donde se conocían perfectamente los planes de invasión en su contra, el presidente Paredes tomó las previsiones necesarias para enfrentar la situación, mientras el arzobispo don Francisco de Paula García Peláez ordena en su archidiócesis rogativas de paz.
El día 4 de enero de 1851 se reunieron en Ocotepeque los presidentes de Honduras y El Salvador, con la cual quedó sellada la alianza en contra de Guatemala. El ejército salvadoreño se componía de cuatro mil hombres perfectamente municionados y con apoyo de artillería; los hondureños por su parte, aprestaron dos mil hombres para la campaña. El grueso de las fuerzas aliadas se situó en Metapán, por ser esta una ubicación próxima a Honduras y a la frontera guatemalteca.
La «Batalla de la Arada», donde Cerna y Cerna -entonces Corregidor de Chiquimula- tuvo un papel destacado al frente de uno de los batallones guatemaltecos, se libró el 2 de febrero de 1851 cerca de la ciudad de Chiquimula en Guatemala. La batalla fue la amenaza más patente para Guatemala de perder su soberanía como república. La estrategia que utilizó el comandante general de Guatemala, Rafael Carrera, resultó en una victoria aplastante para sus tropas, que únicamente sufriendo ciento veinticinco bajas entre muertos y heridos, contra más de mil quinientas bajas del enemigo.
Tras La Batalla de la Arada, el 22 de octubre de 1851 renunció el presidente Paredes; la Asamblea Nacional nombró a Carrera para que lo sustituyera, y este tomó posesión de la Presidencia el 6 de noviembre de 1851 tras haber solicitado a los representantes que modificasen la Constitución de la República a su conveniencia. Paredes pasó a formar parte de sus oficiales, y le fue leal hasta su muerte en 1856.
En 1863 el general hondureño José María Medina Castejón, con su alto mando compuesto entre otros oficiales por el general Florencio Xatruch, y el teniente coronel Juan Antonio Medina Orellana, conversaron con el general Rafael Carrera, quien reunió un ejército con hondureños, salvadoreños y guatemaltecos comandados por el entonces general brigadier Vicente Cerna y Cerna. Este ejército invadió Honduras, tomando Cucuyagua el 10 de junio y luego «Los Llanos» de Santa Rosa el 15 de junio, consiguiendo que luego de esta acción, las comunidades de Gracias a Dios y sus alrededores proclamaran a José María Medina como presidente de Honduras;. Finalmente, marcharon hacia la capital Comayagua para deponer al presidente interino José Francisco Montes Fonseca. Las tropas gubernamentales de Honduras, incendiaron la ciudad de Comayagua antes de huir al ver que el ejército de Cerna les superaba.
En 14 de abril de 1865 murió el general Rafael Carrera, y la asamblea se reunió el 3 de mayo para elegir al hombre que debería sustituirlo en la presidencia de la República, saliendo destinado el mariscal Cerna, quien aún desempeñaba el puesto de corregidor de Chiquimula. El consejero de Estado, Manuel Francisco González no logró superar los 26 votos.
Finalmente, se llamó a elecciones en enero de 1869. Los conservadores postularon al ipalteco Cerna, que había continuado como Presidente interino; mientras los liberales postularon a Zavala. Bajo fuertes denuncias de fraude ganó Cerna.
He aquí como relata la elección el escritor y propagandista liberal Ramón A. Salazar:
José Víctor Zavala, era uno de estos seres privilegiados. Usaba un uniforme muy correcto y elegante, de General. Sus facciones eran simpáticas y se prestaban al dibujo. Recuerdo que cuando nosotros en el colegio traveseábamos con el crayón tratando de sacar de memoria el retrato de Cerna, siempre obteníamos una caricatura, en tanto que el de Zavala nos salía perfectamente.
El día 17 de enero de 1869 las galerías de la Asamblea, los corredores del edificio en que esta se hallaba y las calles adyacentes estaban llenas de gente.
El Gobierno había puesto sobre las armas tres mil hombres. En las calles cercanas al edificio de la Representación Nacional se halla-
ban estacionados algunos batallones, que mudos y sombríos descansaban sobre sus armas. La gendarmería, formada en fila en el interior del edificio al mando de su Jefe el sicario Jerez, un nicaragüense rechoncho, de cara avinagrada á quien no había más que azuzar, para que se echara contra los liberales.
Y comenzó el escrutinio por medio de papeletas cerradas. Todos estábamos callados y ansiosos. En las tribunas de los Diputados se oían cuchicheos y susurros. Los Jefes de ambos bandos iban de un lado a otro apretando la mano á auno, confortando al de más allá, y a medida que la votación avanzaba crecía la ansiedad. De las manos de algunos diputados pudientes se veían deslizarse unos papelitos que a nosotros nos parecieron cheques.
Entre los logros de su mandato se encuentran la introducción del telégrafo, el estudio de líneas de ferrocarril y la construcción del puerto de San José en el Pacífico. Sin embargo, no fue capaz de prever la transición de la exportación del añil hacia la del café, manteniendo el país en un estado de feudalismo, según palabras de Miguel Ángel Asturias en su libro Hombres de maíz.
Su estilo de gobierno autoritario y represivo levantó los ánimos de la oposición liberal. El levantamiento de Serapio Cruz en 1867 fue sofocado y Cerna fue elegido de nuevo el 17 de enero de 1869, lo que provocó protestas lideradas por Luis Rubio, quien falleció en los altercados. De nuevo Cruz y Justo Rufino Barrios se levantaron pero fueron derrotados el 1 de enero de 1870 tras lo cual Cruz fue decapitado y su cabeza exhibida públicamente y llevada en una canasta desde Palencia hasta Guatemala.
Los autores liberales como Alfonso Enrique Barrientos
«Un gobierno conservador y retrógrado, mal organizado y peor intencionado, piloteaba el país, centralizando los poderes en Vicente Cerna, mílite ambicioso que, no contento con ostentar el grado de general, se había autoascendido a Mariscal, o obstante que ese grado no existía ni existe en la organización militar guatemalteca. El mariscal se decía Presidente de la República, pero en realidad era el capataz de un pueblo oprimido y vejado, adulador y cobarde que no se había atrevido ni siquiera a decir al dictador que se retirara de la presidencia amenazándolo con la revolución».
Ante estas afirmaciones, algunas observaciones son necesarias:
Durante su gobierno se persiguió y se castigó con la cárcel y el destierro a los miembros del partido liberal que encabezaban la oposición, entre los que estaban los iniciadores de la Revolución Liberal de 1871. Por esos días vivía en Guatemala el intelectual hondureño Ramón Rosa, quien empezó a editar el periódico El Centroamericano, el cual era de tendencia liberal y que atacaba fuertemente al gobierno conservador.
Finalmente, el presidente mexicano Benito Juárez envió refuerzos y armas modernas a las tropas estacionadas en Chiapas hasta Guatemala, comandadas por Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios. Tras dos derrotas devastadoras el 23 de junio en Totonicapán y el 28 en San Lucas Sacatepequez, Cerna abandonó la presidencia del país el 28 de junio de 1871; salió huyendo a El Salvador, para lo que sus amistades le prestaron dinero, pues tenía muy pocos bienes, dejando constancia del celo con que protegió los bienes de la hacienda pública, lo cual es reconocido incluso por escritores liberales, como Federico Hernández de León.
El coronel y poeta Ismael Cerna, sobrino del Mariscal Cerna, fue hecho prisionero cuando ayudó a su tío a exilarse en Honduras. Desde prisión, escribió el poema En la cárcel dedicado a Justo Rufino Barrios y a los liberales:
«Soy joven, fuerte soy, soy inocente
Y ni el suplicio ni la lucha esquivo;
Me ha dado Dios un alma independiente,
Pecho viril y pensamiento altivo.
Que tiemblen ante ti los que han nacido
Para vivir de infamia y servidumbre,
Los que nunca en su espíritu han sentido
Ningún rayo de luz que los alumbre:
Los que al infame yugo acostumbrados
Cobardemente tu piedad imploran;
los que no temen verse deshonrados
porque hasta el nombre del honor ignoran.»
«Yo llevo entre mi espíritu encendida
La hermosa luz del entusiasmo ardiente;
Amo la libertad más que la vida
Y no nací para doblar la frente.
Por eso estoy aquí do altivo y fuerte
Tu fallo espero con serena calma;
Porque si puedes decretar mi muerte,
jamás podrás envilecerme el alma.
¡Hiere! Yo tengo en la prisión impía
La honradez de mi nombre por consuelo;
¿qué me importa no ver la luz del día
Si tengo en mi conciencia la del cielo?
Nada me importas tú, furia impotente,
Víctima del placer, señor de un día;
Si todos ante ti doblan la frente
Yo siento orgullo en levantar la mía.
Quiero que veas que tu furia arrostro
Y sin temblar que agonizar me veas,
Para lanzarte una escupida al rostro
Y decirte al morir: ¡maldito seas!»
Tras morir el 28 de junio de 1885, el Mariscal Cerna fue sepultado en el Cementerio General de la Ciudad de Guatemala; la nota de su inhumación dice así: «Junio 29 de 1885: En esta fecha ha sido sepultado el cadáver del General Don Vicente Cerna, originario de Jalapa, residente en Guatemala. Muerte: Inflamación en el estómago, acaecida ayer a las 10 1/2 p.m., edad 70 años, viudo, hijo de Don Rafael Cerna y de Doña Gerónima Cerna. Se sepultó en el Cementerio General habiendo presentado los conductores la Boleta de Inscripción del Registro Civil y la de la Administración del Servicio Fúnebre que corre con el No. 48. El Guardián, [firma] Higinio Armas».
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